Traducido por Anissina
Editado por Ayanami
¡Bang!
La puerta se cerró de golpe.
Calix se paró frente a la puerta cerrada y sonrió con indiferencia.
El joven sólo abrió una pequeña rendija de la puerta para coger la ropa, antes de volver a cerrarla, como si dijera que no tenía nada más que hacer aquí.
A propósito, le había pedido al sastre que se retirara, pero parecía que esos trucos no tendrían éxito tan fácilmente. Como había jugado a su lado toda la noche, Calix había esperado que el joven lo dejara entrar, pero era evidente que sólo se trataba de una falsa esperanza.
Pudo percibir la flagrante conmoción de los guardias detrás de él.
Dado que acababan de ver a su señor recibir semejante rechazo, le pareció apropiado. Estaban perdidos, sin saber si debían derribar la puerta inmediatamente y arrastrar al joven fuera o si debían actuar como si no hubieran visto nada.
Calix se quedó mirando la puerta bien cerrada y esperó en silencio. Si adivinaba bien, el joven volvería a abrir la puerta y lo dejaría entrar.
¿Cuánto tiempo había pasado?
La puerta se abrió furtivamente y la cabeza del joven se asomó por la rendija. Su mirada se posó en Calix, que seguía clavado en el mismo sitio que antes, y entrecerró los ojos.
—K.
La expresión de Calix se iluminó al pronunciar el nombre del joven, pero los ojos entrecerrados del otro rebosaban de dudas y sospechas. Durante un breve momento, el joven continuó mirándolo con fiereza, pero luego abrió la puerta un poco más y asintió con la cabeza, como si le dijera que entrara. Atravesó la puerta abierta, antes de que el contrario pudiera cambiar de opinión.
El interior de la habitación era exactamente como él esperaba.
La ropa que había sacado por la puerta estaba esparcida por toda la cama. Calix se dio cuenta de que se había apresurado a probárselas.
Tras cerrar la puerta y acercarse a la cama, el joven rebuscó entre la ropa, lo miró, volvió a rebuscar y lo miró de nuevo. Quiso decir algo, pero se resistió a abrir la boca, primero porque en ese momento estaba enfadado con él. Calix tomó la ropa de las manos del joven. La ropa era de tela verde, la cual, fue pedida específicamente cuando se midieron uno al lado del otro no hace mucho tiempo.
—Ayúdame a probármelas.
El joven fue el que habló primero. Resopló al decirlo, pasando el brazo por la ropa que Calix le tendía, como si lo agraciara con gran generosidad.
Se necesitaban muchas manos sólo para ponerse la ropa de gala. Uno no podía ponérselas y quitárselas fácilmente solo. Naturalmente, el joven que había intentado ponerse la ropa con entusiasmo, al final, terminó desistiendo. Había sido rechazado la primera vez, pero valió la pena decirle al sastre que se retirara. Si no lo hubiera hecho, no tendría la excusa de ayudarle a vestirse.
Tras ponerse el chaleco, el joven dudó. Parecía que había visto los pantalones en la mano de Calix. En realidad, no había importado el que estuviera para ponerse el chaleco ya que podía ponérselo encima de la camisa blanca que estaba usando, pero tendría que quitarse los pantalones que llevaba para ponerse los nuevos. Ahora que era precavido con respecto a “ese” tipo de cosas, ciertamente, parecía que no se sentía cómodo quitándose los pantalones también.
Calix fingió ignorancia y se arrodilló, tendiéndole la ropa.
Una mirada fulminante se le clavó en su rostro. El joven, que lo había mirado con desprecio, endureció su decisión y se quitó los pantalones que llevaba puestos. Se los bajó de un tirón y se quitó los pantalones de los tobillos de una patada. Calix miró esto y tuvo la fuerte sensación de que era una advertencia de que lo echarían, así como así, si se le ocurría hacer tonterías.
El joven lo agarró del hombro. Al ver las piernas reveladas bajo su camisa, los ojos de Calix se entrecerraron. Esto era diferente de cómo lo miraba antes, cuando saltaba desnudo bajo la luz de la luna. Probablemente, era porque su forma de ver al joven había cambiado. Para su decepción, las piernas del joven desaparecieron rápidamente dentro de la ropa, y Calix le abrochó la cintura y le enderezó la ropa, como si fuera indiferente.
El joven, que antes tenía la guardia bien alta, se apresuró a ponerse delante del espejo. Calix se acercó lentamente al lado del joven, quien se quedó mirando su reflejo desde todos los ángulos. Cuando Calix se encontró con esos ojos negros a través del espejo, vio que se volvían hostiles en un instante. Su mirada era una que se avergonzaba de sí mismo, ya que había jugado alegremente al lado de Calix hace apenas unas horas.
—Pervertido.
El joven escupió la palabra.
Pervertido, dijo. Calix se reprendió internamente, mientras se arrodillaba ante el joven. Cuando extendió la mano para arreglar los detalles de la ropa de K, escuchó la pesada respiración que salía de sus labios. Junto con los rápidos latidos de su corazón, el muchacho frente a él parecía tenso.
—Lo siento, K —susurró Calix con una voz suave.
La animosidad se desvaneció ligeramente de los ojos del joven, en cuanto escuchó al otro disculparse. Calix aprovechó la oportunidad y continuó.
—No volveré a besarte sin permiso, así que, por favor, no te enfades más.
Mientras continuaba con su gentil disculpa, la expresión del joven se suavizó un poco más. Sin embargo, sus labios no emitieron ningún sonido y permanecieron cerrados. Calix tomó sus manos y las levantó, presionando ligeramente sus labios sobre las palmas. El joven se estremeció, sorprendido por la sensación en sus palmas y retiró las manos. Calix miró sus manos vacías con una sonrisa hueca.
—K. ¿Qué puedo hacer para que me perdones?
El joven pareció dudar al ver la sonrisa hueca en sus labios, y dijo:
—Ayer. ¿Por qué lo hiciste? —Preguntó con una voz brusca.
Al lanzar la pregunta al aire, sus ojos se desviaron, evitando la mirada de Calix. La acción no era propia del joven. Durante un rato, miró en una dirección aleatoria, luego echó una mirada furtiva hacia él y, cuando sus ojos se encontraban, se apartaba para mirar otra cosa. Tal vez, era porque estaba demasiado avergonzado y tímido para escuchar la respuesta a la pregunta que ya sabía. Sólo en ese momento fue incapaz de saber exactamente lo que el chico estaba pensando.
Calix abrió los labios para repetir las palabras que le había dicho al joven apenas unas horas antes.
—Lo hice porque me gustas, así que actúe sin pensar. No pude apartar los ojos de ti desde el primer momento en que te vi.
Intentó encontrarse con sus ojos mientras le decía esto, pero éste no lo miró ni una sola vez. Calix le tomó la mano cuando el joven apartó la mirada.
—K.
Al oír su nombre, el joven volvió a mirar lentamente hacia él, antes de que sus ojos volvieran a evitar la mirada de Calix.
Algo que nunca pensó que tendría motivos para decir con sus propios labios, lo que consideraba que no tenía nada que ver con él mismo; había confesado sus sentimientos. Calix, que hace unos momentos se sentía tranquilo, comenzó a sentirse inquieto. No había esperado una respuesta, pero mientras miraba al joven tratando de evitar encontrarse con sus ojos, en su mente apareció el pensamiento de que podría significar un rechazo.
Definitivamente, se había mostrado confiado, pero… no, aunque el joven pudiera rechazarlo, si sólo le dedicaba más tiempo y esfuerzo, definitivamente caería en sus brazos. Que se pusiera tan ansioso por la sola preocupación de que pudiera ser rechazado…
—K
Calix pronunció el nombre del joven, esta vez, realmente estaba desesperado.
¿Será debido a que el joven había sentido su desesperación que, finalmente, se encontró con su mirada?
El joven lo miró con una mirada compleja durante un rato. Luego, palmeó suavemente el hombro de Calix y dijo:
—Lixy, ¿tanto te gusto?
Calix sonrió y asintió con la cabeza.
—Sí, me gustas mucho.
Para ser exactos, lo que sentía era mucho más complejo que sólo las palabras “me gustas” se quedaban muy cortas, pero no era necesario mencionarlo. Ya que podría asustarlo. Incluso ahora, era una situación en la que no sabía si el joven podría decidir rechazarlo. Era mucho más seguro acercarse a él de forma más lenta y natural.
La mirada del joven era compleja, tal vez, incluso preocupada. Parecía que se sentía en conflicto.
Un suspiro salió de su pequeña boca. El joven volvió a acariciar el hombro de Calix,
—Lo dejaré pasar esta vez —dijo con benevolencia. Luego levantó su puño cerrado hacia la cara de Calix y añadió: —Pero si lo haces una vez más, estás muerto.
Calix asintió obedientemente y respondió.
—No lo volveré a hacer sin tu permiso, así que no te preocupes.
Así que… sin permiso, eso significa…
El joven asintió, sin tener forma de conocer los pensamientos internos de Calix.
—Y…
El joven detuvo en seco su frase y se giró bruscamente, y de espaldas a Calix, continuó:
—Eso, lo que dijiste de que te gustaba…
El joven bajó ligeramente la cabeza mientras se ponía de espaldas a él. Parecía que no quería dar la cara, pero bueno. Aunque estaba de espaldas a Calix, parecía haber olvidado por completo que ahora estaba de cara al espejo. Por encima del hombro del joven, podía ver claramente sus mejillas ligeramente sonrojadas reflejadas en él.
—Eso… me aseguraré de… pensarlo… un poco.
Al terminar la frase, “Maldita sea”, refunfuñó y se frotó las mejillas sonrojadas con el dorso de la mano. Se giró y lo miró con desprecio.
—¡Así que dame las gracias! —Gritó.
Calix apretó la mano del joven que murmuraba repetidamente: “Maldita sea”. “Qué humillación. Maldita sea”, y sonrió suavemente.
—Gracias, K.
Ante sus palabras, el joven comenzó a frotarse furiosamente las mejillas de nuevo. Si seguía así, podría acabar dándole un ataque. Preocupado por si se retractaba de lo que había dicho sobre “pensar en su confesión”, Calix cogió su mano y lo llevó a la cama donde había otros trajes extendidos.
Como esperaba, la cara del joven se iluminó al ver la ropa.
—¿Mañana vendrás conmigo al baile? ¿No? —Le preguntó Calix, al joven que jugueteaba con su nueva ropa. En caso de que se preocupara, añadió: —Pienso ir al baile y volver a última hora de la noche para tomar una pequeña siesta. Creo que sería bueno que nos reuniéramos después y fuéramos juntos.
Cuando sacó a colación esta breve ventana en la que K podría robarle su beso nocturno, el joven asintió con entusiasmo. Calix le tendió la ropa nueva para que el joven se la probara, cuyo humor había mejorado rápidamente.
Éste estaba lleno de ilusión, pero no era el único que esperaba con ansia el día de mañana. ¿No lo había dicho él mismo? Que “lo pensaría”. Ya que hoy lo había perdonado, quizás, mañana lo haría….
Calix sonrió para sus adentros mientras observaba al emocionado joven