Harem Imperial – Capítulo 57: Extendiendo una mano amiga (2)

Traducido por Sharon

Editado por Tanuki


Palacio Xi Xia.

En frente del Salón había un pequeño jardín. Las flores habían caído, y sólo quedaban algunos retoños. Una mujer vestida en púrpura oscuro sostenía un par de tijeras mientras cortaba con cuidado las hojas con una sonrisa encantadora en su rostro.

Una de las ancianas se acercó y se arrodilló frente a ella.

—Señora.

La mirada de alegría era aparente, pero Yang Zhi Lan no se giró y continuó enfocándose en las flores.

—¿Hay alguna buena noticia? —rió. La anciana respondió con una sonrisa.

—La enfermedad de Lou Xi Yan volvió a empeorar, y los Médicos Imperiales fueron a tratarlo. Sólo dijeron que si él eructa varias veces, los médicos no podrán salvarlo. Parece ser que morirá en la prisión antes de que la investigación se complete.

Su Señora en verdad veía el futuro. A través de los años, con el pretexto de buscar doctores y medicinas para Lou Xi Yan, los remedios que le dio para curarlo le volvieron adicto. Todos esos años tomando medicinas surtían efecto hoy.

Todo estaba dentro de sus expectativas. No había alegría en el rostro de Yang Zhi Lan, quien frunció el ceño.

—¿Qué dijo el emperador?

El querido Tian y Lou Xi Yan habían crecido juntos, y estaba consciente de que eran muy cercanos. Temía que este relapso en la enfermedad causara que lo dejara ir. Viendo sus preocupaciones, la anciana se apresuró a hablar.

—Señora, no necesita preocuparse. Los dos oficiales Lee, que estuvieron presente, lideraron a todos los oficiales de la corte a presionar por lo que el emperador no le permitió a Lou Xi Yan recibir tratamiento en la prisión, sólo decretó el cambio a otra celda.

—Bien. —En las sucesivas dinastías, el crimen de rebelarse contra la familia real era intolerable. El querido Tian no vaciló en lidiar con su propio hermano de sangre, no se contendría con un súbdito. Realmente se preocupaba demasiado. Los ojos de Yang Zhi Lan se oscurecieron, pero no era seguro si fue por la alegría o lástima.

—Haz que alguien observe a esos dos rebeldes, y asegúrate que no hablen tonterías. Si son incapaces de soportar el interrogativo y quieren hablar, termina con ellos. No toleraré ningún error en este asunto.

Las manos de Yang Zhi Lan arreglaban las flores con delicadeza y estaban llenas de calidez, pero las palabras saliendo de su boca eran escalofriantes y no tenían emociones.

—Sí.

La anciana tembló y no se atrevió a mostrar vacilación.

♦ ♦ ♦

Yao Chan acababa de traer agua del pozo y estaba preparándose para regresar al cuarto a cambiar el agua del altar budista. Este era el único momento en que se encontraba cerca de las cámaras. Si lo dejaba pasar, aunque la emperatriz viuda no esté en el Palacio, no podría robar el sello. Levantó la mirada y vio a la emperatriz en el pequeño jardín, hablando con una de las ancianas. Parecía que no tenían intención de irse.

Youshi [1] estaba por acercarse, y su corazón se llenó de ansiedad y pánico.

En ese momento, una sirvienta en su adolescencia corrió dentro del Palacio Xi Xia y se arrodilló frente a la emperatriz viuda con un rostro rojo y aliento irregular, que hizo a todos sospechar que no podía respirar. Las manos de Yang Zhi Lan que sostenían una flor cortada se elevaron. No había cambio en su expresión, pero sus rostros mostraban un trazo de desagrado.

—¿Qué forma de entrar es esa? ¡Qué grosera! —dijo la señora con un ceño fruncido luego de golpear ligeramente el pecho de la chica.

La sirvienta sentía tanto dolor que su rostro estaba contraído, pero no se atrevió a llorar y sólo permaneció arrodillada en el suelo.

—Le respondo a la emperatriz viuda, sin motivos, la princesa Chao Yun se apresuró hacia el Templo Qing Xuan y corrió hacia el Estudio Imperial. Los sirvientes fueron incapaces de detenerla —informó cuando pudo recuperar el aliento.

La expresión de Yang Zhi Lan finalmente cambió.

—¿Qué sucedió?

Incapaz de respirar con normalidad, la sirvienta comenzó a tartamudear. Servía en el Salón Qing Xuan. Era la hora de la siesta de la princesa después del almuerzo, nadie habría adivinado que la persona que estuvo tan desanimada los últimos días se apresuraría fuera con tanta velocidad. Su hermana mayor, Lian, fue incapaz de detenerla, y le hizo correr a pedir ayuda a la emperatriz viuda. Realmente no sabía qué había sucedido.

Yang Zhi Lan dejó las flores a un lado y dejó de preguntar.

—Muestra el camino —dijo con frialdad.

—Sí. —La sirvienta se puso de pie temblando y, permaneciendo medio paso atrás de la emperatriz viuda, dirigió la marcha. Yang Zhi Lan se llevó a la anciana y varias sirvientas, y se retiró.

Viendo que era Youshi, Yao Chan tomó una respiración profunda y caminó lentamente con el balde hacia el salón de oraciones como siempre.

♦ ♦ ♦

El Palacio del emperador, Zheng Yang, tenía al frente un gran jardín. Esto era así para que, cuando él mirase fuera desde el salón principal, pudiera ver sin obstáculos a todos los que se acercaran. De esta manera, nadie tenía la posibilidad de esconder sus asuntos.

Usualmente, nadie estaría en el césped durante el día, pero hoy se podía ver a un grupo de sirvientas rodeando a una mujer, sin atreverse a tirar de ella o detenerla, mientras que se arrodillaban en el suelo para bloquearle el camino.

Xiao Lian tiró de las mangas de Yan Ru Xuan y habló con urgencia.

—¡Princesa, no puede entrar!

Intentaron detenerla todo el camino hasta aquí, pero con la ansiedad en su corazón, la mujer ya había olvidado lo que era la dignidad de la princesa.

—Déjame ir. Quiero ver al hermano imperial —gritó.

—Princesa, le ruego que regrese con Xiao Lian. —A lo largo del trayecto, tirar y empujar de su ropa había fallado, así que Lian sólo podía arrodillarse y sostener las piernas de la princesa con fuerza.

—¡Imprudente! —Con la sirvienta aferrada a ella, Yan Ru Xuan no podía avanzar. Su corazón sintió ansiedad y miró a la sirvienta con furia—. ¡En verdad te atreves a interponerte en mi camino! ¿Ya no quieres seguir viviendo?

—¡Princesa, no puede ir! ¡Aunque quiera mi cabeza, no la dejaré ir! —Adelante estaba el Palacio Zheng Yang del emperador, y sus luchas ya debían de haber alertado al monarca. Nadie podía ayudar en el asunto del Primer Ministro Lou, y si la princesa entraba de esta manera, el emperador sólo enfurecería.

El rostro de Lian estaba lleno de lágrimas. Enfrentando a esta persona que la estuvo siguiendo por tantos años, Yan Ru Xuan no pudo pedir por su cabeza y sólo pudo seguir luchando, incluso casi cayendo al suelo varias veces.

—Querida Xuan, ¿qué estás haciendo? —sonó un grito ansioso lleno de ansiedad desde atrás.

La emperatriz viuda había llegado. Lian dio un suspiro de alivio y se soltó gentilmente.

Con sus pies liberados, Yan Ru Xuan corrió de inmediato hacia la emperatriz viuda, tirando de su mano mientras hablaba de forma incoherente.

—Madre Imperial, Madre Imperial, dime. ¿Hermano está encerrado en prisión? ¿Por qué el Hermano Imperial le ha encerrado? ¿La enfermedad del hermano ha empeorado de nuevo? ¿Qué dijo el Médico Imperial? ¡Madre Imperial, por favor, hable!

—¿Quién te dijo esto? —El rostro de Yang Zhi Lan se ensombreció y sus ojos se fijaron en las sirvientas arrodilladas en el suelo. No podía esperar para destruirlas a todas.

—Madre Imperial, acompáñame para ver al Hermano Imperial, ¿bien? ¿Cómo podría capturar al hermano Yan? Iremos y le rogaremos, ¿bien?

El rostro de su Madre Imperial había cambiado, por lo que los rumores debían ser ciertos. El corazón de Yan Ru Xuan se volvió más pesado mientras tiraba de Yang Zhi Lan, queriendo correr hacia el Palacio Zheng Yang.

El sol de la tarde durante la primavera temprana era cálido y seco, y si le añadían todo el camino que corrió emocionalmente indispuesta, que el rostro de Yan Ru Xuan esté rojo no era de extrañar. Sus ojos mostraban su pánico, y el calor les regresó su brillo cuando antes parecían sin vida.

Comparado con su complexión pálida de los últimos días, ahora lucía más ágil y vivaz, pero todo era por causa de Lou Xi Yan. El odio en el corazón de Yang Zhi Lan por él aumentó, pero su rostro permaneció tranquilo y sin alarma.

—Xuan, debes haber escuchado todas las tonterías que se dijeron. El emperador es un gobernante sabio e inteligente, ¿cómo podría encerrar al Primer Ministro de la Nación? —la consoló mientras palmeaba su mano.

Yan Ru Xuan, sorprendida, dejó de caminar para pensar en las acciones usuales de su Hermano Imperial. Él no encarcelaría a alguien sólo porque sí, pero la situación involucraba a Lou Xi Yan.

—¿El hermano Yan no fue encarcelado? —preguntó, insegura. Yang Zhi Lan sonrió y asintió, pero no le respondió.

—¿Dónde escuchaste eso? —preguntó en su lugar. Xuan había permanecido en su propio palacio, y ella ya les había ordenado al personal que no mencionaran nada que involucrase a Lou Xi Yan. ¿Cómo podría haberlo averiguado? Era en verdad extraño.

Yan Ru Xuan pensó por unos momentos, pero luego sacudió la cabeza.

—Escuché a dos sirvientas hablando al respecto. No recuerdo quiénes eran.

Había tanto personal en el Palacio que no era de extrañar que no lo recordase. Pero esas dos sirvientas se atrevieron a hablar sobre Lou Xi Yan frente a la princesa, y dar información tan clara, que la situación era extraña. Yang Zhi Lan le dio una mirada a la anciana que la siguió, quien se retiró en silencio.

Yan Ru Xuan tomó la mano de la emperatriz, su corazón todavía no se había calmado.

—Madre Imperial, en verdad no me mientes, ¿verdad?

—¿Te mentiría sobre algo como esto? —le sonrió.

—Entonces… Quiero ir a la Mansión del Primer Ministro a ver al hermano mayor Yan.

Todavía no se sentía tranquila. ¿Qué pasaría si su hermano estaba en peligro? ¿Qué haría entonces?

¿Cuándo se volvió tan obstinada esta hija mía?

Yang Zhi Lan comenzó a enojarse, pero no la culpó y en su lugar suspiró.

—Xuan, ¿has olvidado que acaba de casarse?

Esa oración le quitó toda la fuerza, y la princesa se tambaleó en los brazos de la emperatriz viuda. Sus lágrimas comenzaron a caer sin control.

—Es cierto, en estos momentos debe estar acompañando a su esposa y mostrándole el lugar. ¿Cuándo tendría tiempo para que le moleste?

Sus murmullos lastimeros parecían burlarse de ella misma, y el rostro de Yan Ru Xuan volvió a perder el vigor. El corazón de Yang Zhi Lan dolió mientras acariciaba su espalda con gentileza.

—Muy bien, te llevaré de regreso.

Esta vez, Yan Ru Xuan no hizo ninguna conmoción y la siguió hacia el Salón Qing Xuan.

♦ ♦ ♦

Fu Ling estaba escondida detrás de un gran árbol al lado del Palacio Xi Xia. Sólo después de ver a la emperatriz viuda y su grupo marcharse apresuradamente se atrevió a caminar hacia la puerta trasera que los sirvientes usaban para esperar. En ese momento, observó a Yao Chan llevando un balde. Ella miró los alrededores por un tiempo, luego puso el balde en la puerta y se acercó corriendo.

Salió tan rápido que Fu Ling comenzó a preocuparse.

—¿Lo tienes?

—Sí.

Yao Chan sacó el sello de jade blanco de su manga y se lo dió a Fu Ling. Con una mirada, ella comprobó que se tratara del sello personal de la emperatriz viuda Yang Zhi Lan. Sacó varias hojas de sus bolsillos, pero antes de abrirlas, miró a su compañera. Yao Chan lo entendió de inmediato y se dio la vuelta, sin atreverse a espiar. A pesar de que le daba la espalda y estaba a tres pasos lejos, miraba los alrededores con cuidado y escondiendo a Fu Ling.

Era una persona discreta que sabía cuándo retirarse. Era alguien que podría servirle a su Señora.

Debido al poco tiempo, Fu Ling no se atrevió a distraerse, lo más importante era sellar los papeles rápido. Mientras hacía esto, sus ojos observaron el contenido.

Esto… ¿Son cartas privadas entre la emperatriz y el séptimo príncipe, Liao Yue?

Sus manos no pudieron contener los temblores. La táctica de la Señora Lou de ojo por ojo, diente por diente era en verdad inteligente.

Después de asegurarse que todo estaba estampado, le devolvió el sello a Yao Chan.

—Apúrate y regrésalo.

—Sí. —Las palmas de Yao Chan estaban llenas de sudor, y sin prolongar la charla, se retiró hacia el Palacio Xi Xia por la misma ruta por la que llegó.

Como logró el pedido, podían considerar que Yao Chan buscaba refugio bajo Qing Feng, y que a partir de ahora se consideraba una de sus seguidoras. De esta forma, ella no necesitaba morir. Fu Ling estaba aliviada en secreto.

Doblando los documentos y guardándolos en el bolsillo del pecho, corrió rápidamente hacia las puertas Noreste.

Fue muy cuidadosa y prudente a lo largo del camino. Cuando finalmente vio la puerta, sus pasos se volvieron más largos.

—Detente —le habló una voz masculina. Fu Ling se detuvo y su mente comenzó a dar vueltas.

Estaba en la puerta Noreste, y al escuchar las pisadas acercarse, dedujo que se trataba de un grupo de guardias patrullando. Bajó la mirada a sus ropas y, después de determinar que no lucían anormales, se giró para ver a quien le hablaba.

Detrás de ella había un escuadrón de diez guardias imperiales. La persona en el frente fue quien la llamó. Fu Ling levantó la mirada hacia esa persona, y se encontró con un par de ojos fríos y silenciosos.

Ming Ze…, pensó, apretando sus manos en puños.

Fu Ling maldijo en silencio. ¡¿Por qué se encontraban de nuevo?!


[1] Youshi: Entre las 5 y 7 pm.

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