Harem Imperial – Capítulo 59: No lo sé.

Traducido por Sharon

Editado por Tanuki


Terminada la cena, Qing Feng permaneció sentada al lado de la ventana para leer, mientras Fu Ling la acompañaba en silencio.

Durante el día, el tiempo era esencial y se la pasó preocupada por si algo saliera mal en el medio, incapaz de pensar en otra cosa que en eso. Ahora todo estaba más tranquilo, y ya no estaba preocupada.

Estaban culpando a la emperatriz viuda y cooperando con un príncipe enemigo. Si hubiera algún error, sería una ofensa que terminaría con todo su clan asesinado.

Ese día, la Señora Lou no tuvo tiempo de profundizar en su plan, pero la Señora hizo todo lo posible por cumplirlo.

Fu Ling estaba conmovida con el vínculo entre las dos hermanas. Observó a Qing Feng en silencio; a pesar de estar pasando el tiempo callada, sabía que estaba insegura porque no había dado vuelta ni una página del libro.

Acababa de pasar el tiempo en que se encendían las linternas cuando comenzaron a escucharse ruidos. No eran muy fuertes, pero se podían distinguir las pisadas fuera. Sin embargo, pronto volvió el silencio. Fu Ling frunció el ceño, y quiso salir a averiguar lo sucedido, pero Qing Feng sostuvo su muñeca.

—No vayas. —Fu Ling intentó responderle, pero ella continuó—. Espera y observa los cambios.

En este punto, no tendría sentido si salían a investigar. Sólo podían esperar por el resultado.

—Sí.

La noche había caído, y comenzó a prender las linternas internas. Temía que Qing Feng lastimara su vista si leía de noche, por lo que prendió más velas de forma que no quedarán rincones oscuros en el cuarto. Qing Feng continuó observando el libro sin dar vuelta una página, y permaneció sentada por otras dos horas. Fu Ling le sirvió té caliente, el cual tomó con cuidado, y cerró su libro. Todas las lámparas, a excepción de una pequeña, fueron apagadas.

—Puedes ir a descansar.

Yan Hong Tian no debería venir.

—Señora… —El silencio de Qing Feng daba miedo esta noche.

Después de estar tensa durante todo el día, Qing Feng estaba cansada y no quería seguir hablando, así que movió su mano.

—Retírate.

—Sí.

Qing Feng se acostó sin cambiarse, incapaz de dormir. Supuso que Yan Hong Tian la visitaría en la noche, pero no esperaba que el Palacio fuera a estar tan tranquilo. Si el plan de su hermana tenía éxito, involucrarían a la emperatriz viuda con el enemigo, sin mencionar que habría una conmoción en la corte. ¿Cómo podría no cambiar la situación del Palacio Interno y el poder que la emperatriz viuda tenía?

Si el plan fallaba, serían arrestadas por incriminar a la emperatriz. ¿Cómo podría Yan Hong Tian dejarlo pasar? Sin importar que sucediera, no debería estar tan tranquilo.

Sólo una lámpara quedó prendida en la habitación. Bajo su luz, todo el cuarto estaba borroso, al igual que los pensamientos de Qing Feng en ese momento. Como pintar le permitía calmarse, se puso de pie y se dirigió al estudio. Extendió un papel, y tomó un pincel, pero no sabía qué debería pintar.

—Oh…

Qing Feng estaba pensando que su estómago se sentía extraño. Por un momento, fue como si un pequeño tambor sonara en su panza, como si alguien la estuviera tocando suavemente, como una ilusión. Observó su cuerpo con curiosidad.

¿El niño se está moviendo…?

Solía odiar a ese bebé, y también quería usarlo, pero en ese momento, su corazón se llenó de calor. Colocando sus manos en su abdomen con cuidado, quiso sentir ese movimiento bajo su piel de nuevo, sin embargo, incluso luego de esperar por mucho tiempo, nada sucedió. Suspiró, sintiéndose decepcionada, y ya sin ganas de pintar, aunque estaba aburrida.

Abrió la puerta del cuarto y las sirvientas detrás se pusieron de pie de inmediato.

—Señora.

—Retírense.

Las dos se miraron entre sí y no se atrevieron a decir nada. No era una noche de luna llena, pero la luz era increíblemente clara y uno podía ver la hamaca moviéndose de lado a lado bajo el árbol.

Desde que se confirmó su embarazo, ya no pudo usarlo, pero esta noche, sintió nostalgia por el sentimiento de ondular en él. Tomando los dos lados de la hamaca, se sentó con cuidado.

Nadie la empujó, y ella no se atrevió a balancearse demasiado, sólo se movió de adelante a atrás mientras la brisa ondeaba algunos de sus mechones a través de su rostro. Daba comezón, pero era muy cómodo.

Repentinamente, volvió a sentir el movimiento en su abdomen, y Qing Feng se congeló. Puso sus manos con cuidado en el lugar, temiendo perturbar a la pequeña criatura, y sintió algunos movimientos.

Esta vez, en verdad lo sintió. El niño en su interior se estaba moviendo. ¿Quizás le recordaba que era tiempo de dormir? Sus labios se curvaron sin saberlo en una sonrisa cálida.

Ella misma no sabía que esa sonrisa era como el viento primaveral en Marzo, suave y alimentando la mente.

Gao Jing estaba de pie detrás de Yan Hong Tian cuando ambos llegaron al Salón Qing Feng, aunque su maestro se congeló en la puerta. Siguiendo su mirada, vio una sonrisa hermosa y gentil.

Nunca antes el emperador había bebido en el Estudio Imperial, pero esta vez había bebido por cuatro horas, aunque el alcohol no borró su pena. Mientras más bebía, más enojado y temperamental se ponía, sin embargo todos esos sentimientos se dispersaron al instante.

Qing Feng se puso de pie cuando las puertas del patio fueron abiertas de repente. Estaba sorprendida, y quiso llamar a alguien, pero luego de ver esa figura alta, su cuerpo se congeló.

¿Yan Hong Tian?

La túnica negro tinta con hilo dorado escondía su figura en la oscuridad de la noche. Ambos no estaban tan lejos del otro, y el fuerte olor a alcohol la hizo dar un paso atrás. El paso de él no era tan recto como siempre, pero sus ojos estaban claros y brillantes. Los dos se miraron entre sí, hasta que el emperador se dio la vuelta y caminó a la casa.

Parecía diferente esta noche. Qing Feng vaciló unos momentos, pero regresó al interior. Dentro, no pudo ver la figura de Yan Hong Tian en el salón principal, por lo que se dirigió hacia las cámaras interiores.

A pesar de que Gao Jing le había ayudado a llegar hasta el Salón Qing Feng, aún se sorprendió cuando él se sentó en el suelo, con su espalda apoyada contra la cama. Sólo estaba recostado, pero lucía en malas condiciones, como un cheetah perezoso y peligroso.

El mayordomo vio a su maestro con solemnidad, sin saber qué hacer. Cuando la vio entrar, un destello de comprensión cruzó sus ojos.

Antes de que Qing Feng pudiera comprender la situación, Gao Jing ya se había retirado. Ella sintió que no podría soportar a Yan Hong Tian en esta condición, y quiso detenerlo, pero él salió del cuarto y cerró las puertas con firmeza.

Qing Feng permaneció de pie del otro lado de la pantalla, sin atreverse a acercarse. No sabía si Yan Hong Tian estaba borracho o lo fingía. No era como si le hubiera visto con otra expresión que no fuera despiadada o que no dejara reflejar sus emociones. El dolor cuando sus manos como garras se cerraron sobre su garganta era uno que no olvidaría en toda su vida. Ahora tenía un niño, y no podía cometer errores.

—Ven aquí.

Su voz grave seguía siendo pesada, y como la luz de las velas no era muy brillante, sólo pudo ver rastros de su cara mientras las sombras tapaban sus ojos profundos e intensos.

Sin atreverse a molestarlo, avanzó hacia él pero no se acercó. El suelo estaba frío, así que Qing Feng se movió hacia un lado y se sentó a un lado de la cama, colocando sus pies en la plataforma de madera.

Acababa de sentarse cuando el olor del alcohol y el aliento de Yan Hong Tian la golpeó, sorprendiéndola al punto de que sus palmas comenzaron a sudar. La luz en la habitación disminuyó más y más, hasta que se extinguió por completo. De repente en la oscuridad, el cuerpo de Qing Feng se congeló.

Sin luz, sus sentidos se volvieron más agudos, por lo que pudo sentir su respiración más pesada de lo usual, y a pesar de que le rodeaba un aire de brutalidad, el emperador también tenía un trazo de pena.

¿Pena?

Qing Feng frunció el ceño. ¿Por qué usaría tal palabra para describirle? ¿Siquiera comprendía lo que significaba?

—¿Cómo se siente el amor de la familia?

Su voz ronca no tenía su usual majestuosidad, aunque era plana como si la conversación fuera normal. Sin embargo, Qing Feng frunció su frente. Si estuviera como siempre, habría pensado que estaba jugando con ella. Yan Hong Tian siempre supo lo importante que eran sus hermanas en su corazón, pero esta vez, sentía que le estaba preguntando en serio. ¿Pero por qué?

—Se siente cálido —respondió después de unos momentos, incapaz de adivinar qué estaba pensando.

—¿Cómo se siente la calidez? —preguntó una vez más esa fría voz.

Calidez… Qing Feng recordaba los momentos en que las tres hermanas se reunían en el estanque para componer poesía y pintar. También recordaba ese cálido verano cuando, luego de ver la fría agua, no pudo evitar quitarse los zapatos para jugar en el agua y su hermana mayor la regañó. Cuando regresaron a la casa y sus padres le preguntaron por qué su falda estaba mojada, sus hermanas le ayudaron a mentir rápidamente.

Pensando en esos felices recuerdos, Qing Feng sonrió suavemente.

—Crecer juntas desde pequeñas, con camaradería y cuidado. Ellas reirán contigo, y te regañarán, pero siempre te protegerán. Sólo de pensar en ellas, mi corazón se siente cálido.

¿Cálido? Los ojos de Yan Hong Tian se entrecerraron. ¿Qué clase de sentimiento es ese?

Nacido en la Familia Imperial, tenía muchas hermanas y hermanos, pero no conocía esos sentimientos de compañía y cuidado, mucho menos protección. Como el príncipe heredero, a pesar de que no pelees vivir es una molestia. Cuando era joven, Lou Xi Yan le acompañó de forma que no se sintió tan solo, pero al final del día, él sólo era otro súbdito y no alguien relacionado por la sangre. Y sus hermanos sanguíneos no le hacían sentir “cálido”, sino que le dejaban congelado.

Adaptándose a la oscuridad, Qing Feng comenzó a poder ver la situación en el cuarto. Viendo a la persona a su lado, que seguía rígido e inclinándose contra la cama, ahora no podía observar con claridad su expresión. En su lugar, sólo podía ver su figura con la luz de la luna. Es probable que estuviera apretando sus dientes, porque sus rasgos angulares estaban más pronunciados.

—¿Cuál es el sentimiento entre una madre y su hijo? —preguntó de nuevo.

Qing Feng adivinó qué llevó a Yan Hong Tian a comportarse de este modo: el plan de su hermana debía haber tenido éxito. Estaba pensando en cómo responder, cuando él levantó la cabeza de repente y comenzó a reír.

—Aunque lo digas, no lo comprenderé. Sólo conozco cómo matar a mis hermanos pequeños, y hoy erradiqué el poder de la familia Yang en la corte, forzando a mi propia madre fuera del Palacio Imperial, confinándola en las Tumbas Imperiales. La relación entre una madre y su hijo… Ja, ja.

¿Confinó a la emperatriz viuda? Qing Feng jadeó por la sorpresa. ¿Podría ser…?

El encarcelamiento de Lou Xi Yan, y la “situación” del Primer Ministro Lou siendo traidor, ¿podría haber sido todo un plan de Yan Hong Tian para erradicar el poder de la familia Yang? ¿También tuvo en cuenta el plan de su hermana mayor?

No era de extrañar que le hubiera dado el amuleto Imperial para que pudiera entrar y salir de Palacio. No era de extrañar que su gentil y amable hermana pudiera pensar en tal plan. Las estrategias del emperador en realidad eran muy profundas.

Qing Feng se burló de sí misma. Había pensado que había ayudado a su hermana, pero al final sólo fue otro peón en las manos de Yan Hong Tian.

—No es de extrañar que me llamara una bestia brutal con sed de sangre —Yan Hong Tian siguió riendo, asustando a Qing Feng.

Bestia…

Su corazón dolió un poco. No podía ni siquiera imaginar el sentimiento de ser llamado así por tu propia madre. No lo entendía, era obvio que él había planeado erradicarla, pero ¿por qué sentía que el emperador dolía por la traición de una persona querida? ¿O había otros motivos?

—No lo eres —dijo antes de que pudiera comprenderlo. Él, que seguía con la cabeza inclinada y riendo con frialdad, la miró de repente.

—¿Qué clase de persona soy?

No podía ver su expresión en la oscuridad de la noche, pero sintió esos ojos negros observándola con más agudeza de la usual, como si quisieran mirar en su corazón. Sabía que era la mejor oportunidad para atacarlo o aumentar su afecto, cualquiera de las dos llegaría directamente a su corazón.

Comenzó a mover sus labios, pero nada salió.

—No lo sé —respondió después de sacudir su cabeza.

En este mundo, muchos usaban sus cerebros al máximo para comprender la mente del monarca, pero ¿cuántos lograron entrar en su corazón?

Quizás, aquellos que lo entendieron ya no se encontraban en este mundo.

Cientos de miles de ciudadanos le dieron su lealtad. Era el maestro del mundo. Su posición estaba destinada a ser solitaria, y condenado a que nadie le entendiera. Era algo que ya debería esperar.

En este momento, Qing Feng sintió que era alguien odioso y lamentable. Hace unos días, no quiso llevarle desastres a las vidas de sus hermanas y no le pudo matar. Pero ahora mismo, ya no quería hacerlo por ella misma.

Para una persona como él, era más duro seguir viviendo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido