Joven esposa del Capitán (de 62 años) – Capítulo 58: La intrusión de Su Alteza (4)

Traducido por Hime

Editado por Sharon


—¿Q-Qué…?

Su Alteza me fulminó con ojos rojos de ira.

Desafortunadamente para él, no me asusta para nada. Ahora mismo, solo me parecía un bufón.

Bueno, tal vez he sido demasiado mordaz.

Se me escapó.

—¡Tú…! ¡¿Qué dijiste?!

—¿Acaso además de una mente pobre posee un oído pobre, Su Alteza?

—¡Detén tus insolencias! ¡¿Sabes qué sucederá si me sigues hablando de esa manera?!

—¿Qué sucederá?

—¡Claramente sería Lesa-Majestad!

Una vez más, habló sin tener idea de nada.

Creo que la pregunta sería por qué cree que puede manipular las leyes. ¿Quién le dijo algo así?

En mi caso, un profesor de leyes me dijo que tan solo era un insulto.

—¿Y qué cree Su Alteza que es la Lesa-Majestad?

—¡Tú no sabes tanto sobre leyes! ¡Los malos comentarios hacia la realeza sin conocer el propio estatus, naturalmente se considera traición!

—No, no he escuchado nada de eso.

Al parecer realmente no sabía nada sobre ello.

¿Acaso no puede notar que al hablar de cosas de las que no tiene idea, está reclamando un completo sinsentido?

Suspiré. No quería seguir hablando con él.

—¿Por qué lo consideras una ofensa?

—¡Escupiste palabras impetuosas como “detén tu sin sentido” a la realeza! ¡¿Qué podría ser sino una ofensa?!

—Entonces, ¿cómo llamaría Su Alteza a las impetuosas palabras que me dirigió?

—¡Haa! ¡¿De qué hablas?!

En verdad no conocía la ley.

¿Cómo puede carecer del sentido común necesario para entender crímenes como la Lesa-Majestad, acaso perdió la razón?

—Todos tus comentarios hasta ahora han sido difamaciones en mi contra. Además, usar tu posición para dar órdenes constituye un chantaje. Y no quiero recordar, pero, anunciar la cancelación de nuestro compromiso en público es una ofensa que constituye una calumnia.

—¡¿Q-Qué?!

—Estos son hechos sin relevancia de la posición social. Porque aún si pertenece a la realeza, todos somos iguales frente a la ley.

Al ser un estado constitucional, la realeza sería igual a los demás frente a la ley.

Y Su Alteza ya había cometido arias ofensas de ese tipo, pero creo que no se daba cuenta.

Además..

—Su Alteza mencionó antes la Lesa-Majestad

—¡¿Q-Qué hay con ello?!

—El caso más reciente de Lesa-Majestad fue hace más de cien años. En ese entonces el reino se regía por una monarquía totalitaria, por lo que cualquier ofensa contra la realeza era considerado un acto de lesa majestad. El reino se volvió constitucional durante la revolución que hubo en aquellos años, y el sistema actual con la realeza en la cima fue entonces establecido. Esta historia se supone que debiste estudiarla a detalle en la academia.

—¡¿Q-Qué…?!

—Actualmente, la lesa majestad es solo una parte de la ley, y no hay precedentes de ella en los últimos cien años. Desde el inicio, no hay necesidad de perseguir a alguien para castigarlo por ello.

Le dirigí una mirada fría al príncipe, cuyos ojos se ensancharon. Y entonces, fingí un suspiro profundo.

—Su Alteza

—¿Q-Qué…?

—¿No tenías idea sobre esta parte de la ley y pretendes manejar este país?

Guardó silencio.

El futuro del reino era oscuro.

Sus puños temblaron. Parecía querer decir algo pero se mantuvo en silencio, abriendo y cerrando la boca como un pez.

Si un día me llego a encontrar con Su Majestad y con la reina, me gustaría decirles unas cuantas cosas sobre la mala educación de Su Alteza.

—Ahora.

Fue entonces que mi madre comenzó a hablar.

Hasta entonces, ella sólo estuvo mirando la escena. Pude mantener mi confianza en mi misma debido a que tenía el apoyo de mi madre quién estaba junto a mí.

—Su Alteza Rayford, ¿hay algo más que quisiera decir?

—¡Ku…! ¡Aarg….!

—Su Alteza ha propuesto una solución acorde a las leyes y estamos de acuerdo con ello. Entonces, por favor, retírese por hoy.

—¡P-Por favor esperen un….!

—No. La decisión ya ha sido tomada. Deberíamos hablar a través de un abogado. Lo demás se verá en la corte.

—¡Gu…..!

Mi madre se levantó y yo seguí su ejemplo.

Aún con todo esto, ¿podrían demandarme?

Su Alteza me fulminó con la mirada y se levantó.

—No puedo seguir soportando esto…

—Quién debe soportarlo soy yo. Como madre, ¿sabes cuan insoportables es ver como insultan a mi hija?

—¿Qué sí lo sé? ¡Para que me insulten de este modo….!

Fulminó a mi madre y levantó su mano derecha.

¿Qué significará ese gesto?

Como sea, nos fulminó con la mirada a mi madre y a mí, alternándonos. Y entonces, dejó caer su mano.

—¡Desháganse de estas idiotas!

—Um, Su alteza, eso es….

—¡¿Tu deber no es acaso obedecerme?! ¡Corténle la cabeza a estas tontas!

Los dos escoltas de Su Alteza recibieron esas órdenes.

Incluso si él era de la realeza, era demasiado absurdo. Como era de esperar, los dos guardias estaban perplejos.

Debían de ser rufianes que lo hacían por dinero. Como sea, los dos guardias eran caballeros comunes y corrientes. Independiente de cual fuera la orden de Su Alteza, no deberían dañar a la duquesa y a la hija del duque sin motivo.

¿Acaso el príncipe entendía esto?

—Su Alteza, eso sería….

—Por favor, Alteza, reconsidérelo…

—¡¿Y bien?! ¡Les di una orden! ¡Si no la acatan, entonces denme sus espadas! ¡Yo lo haré….!

Pateó a uno de los guardias y tomó la espada en su cintura.

Pero, Alteza, ¿en serio no lo sabes?

—¡¿Qué diablos es esto?! ¡Es una espada de madera!

—Por lo general no portamos espadas de verdad…

—¡¿Y creen que pueden protegerme con principios?! ¡Estúpidos!

Ah, si. No tienes ningún cuidado con tus guardias, ¿o sí? No me había fijado hasta hace poco, pero por lo general los caballeros no portan espadas reales.

En caso de una emergencia, toman una espada de la armería y esta suele ser de madera.

Quién me lo dijo fue el señor Wilhelm

—¡Bien! ¡Ya no me importa más!

—¡Su Alteza!

—¡Muere!

Alzó la espada de madera y la dejó caer en dirección a mi madre.

Como sea, no hubo pánico.

Puede que no supiera cuán fuerte era, pero pertenecía a la realeza. No era un caballero, un guerrero, ni siquiera un soldado.

Las habilidades de combate que poseía no eran muchas.

—¿Aah?

La espada de madera dibujó un arco y voló.

Su Alteza sostuvo sus manos con dolor. Bueno, es doloroso, ¿no?

Justo como él tenía dos guardias a su lado, nosotras también.

Natalia.

—Este nivel de violencia, incluso si viene por parte de la realeza, no debería ser tolerada —declaró, parándose frente a mi madre y pateando con fuerza el brazo de Su Alteza.

Por cierto, esto era legítima defensa propia. Más bien, las acciones de Su Alteza constituían un intento de asalto.

—¡Gg…! ¡Tú! ¡Osaste ponerme las manos encima!

—No, lo pateé con mi pie.

—¡Sinsentido! ¡No creas que saldrás indemne de esto!

—En efecto. Más bien, es Su Alteza quien no debe pensar que saldrá indemne

Aquella última voz provino desde la entrada.

Él abrió la puerta y entró en la habitación sin hacer ruido.

Mi hermano mayor, Albert Ambrose.

—¡¿Albert…?! ¡¿Por qué estás aquí?!

—Porque es mi casa. Más importante, ¿qué tal si comienzas a ser más consciente de tí mismo?

—¡Q-Qué demonios….!

—Discúlpenme

Entrando desde el otro lado de la habitación, se acercaba una gran figura.

¿Por qué estaba él aquí?

Como sea, cada vez que yo estaba en problemas, él venía en mi rescate.

El señor Wilhelm.

—¡¿Wilhelm?!

—Su Alteza, por el momento, oigamos lo que tiene que decir, ¡Hombres! ¡Agárrenlo!

—¡Sí, señor!

Las dos personas detrás del príncipe restringieron sus brazos.

—¿Qué significa esto? —dijo Raymond, abriendo los ojos como platos—. ¡¿Qué demonios hacen, bastardos?! ¡Libérenme!

—Como miembro de la orden de caballería, no puedo ignorar a aquellos que intentan dañar a mujeres a plena luz del día.

—¡Wilhelm, bastardo!

—¡Llévenselo!

Vi como Su Alteza, quien fue detenido por dos caballeros, fue llevado lejos.

No importaba cuanto gritara que lo dejaran ir, eso no pasaría.

Mi madre, mi hermano mayor, Natalia y yo, teníamos expresiones en blanco.

En adición, sólo la pálida señorita Mary fue dejada atrás.

El señor Wilhelm suspiró.

Pensé que incluso su forma de suspirar era galante.

—Carol…

—Señor Wilhelm…

—Es bueno que estés a salvo. Pero, bueno… sabía que estarías bien, mientras la señorita Natalia esté aquí…

—No…

Le dije a Zack que por favor llamara a mi hermano mayor, pero nunca pensé que el señor Wilhelm vendría.

Por mi bien, el ocupado capitán de caballería vino. Eso me hizo enormemente feliz.

Por lo tanto, me aferré al robusto cuerpo del señor Wilhelm y lo abracé.

—¿C-Carol?

—Señor Wilhelm… Muchas gracias.

—N-No hay de qué…

Así, expresé mi gratitud.

Incliné mi cabeza con perplejidad, pues su rostro estaba mucho más rojo de lo habitual.

5 respuestas a “Joven esposa del Capitán (de 62 años) – Capítulo 58: La intrusión de Su Alteza (4)”

  1. Usualmente no comentó pero este capítulo lo merece.
    ¿Pero que tiene el principe dentro de su cabeza?
    ¿Acaso no piensa?
    Jajajaja, de verdad, es demasiado ignorante de lo que ocurre en el reino y las leyes y el porque Carol era su prometida.
    Y la otra chica Mary que si era consciente (por andar robando el lugar de Carol) jajaja se quedó payasa.
    De verdad esta novela me encanta, es muy, muy buena, divertida, intrigante y más divertida aún.

    Mil gracias por traducirla.

  2. Wo… Me sorprendio que levantara la mano a madre e hija, pero me impactó que haya dictado sentensia ahí mismo para la madre de Carol y hay levantado una espada con la fire intensión de quitarle la vida… Oygame no!! Espero que le quiten su derecho de heredar el trono, desde ya se ve que es un tirano… Por otra parte… UF UF Y RECONTRA UFF!! Reconfirmar el amor que le tine a u héroe, TAN LINDOS!!! MIL GRACIAS POR EL CAPÍTULO!!

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