¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 39: Si eres tú…

Traducido por Lugiia

Editado por Freyna


No fue solo Violette quien se quedó helada ante la pregunta; Klaude y Milania parecían tan sorprendidos como ella. Lo más llamativo fue que el aire que rodeaba a Yulan pasó de ser rosa brillante a gris sombrío.

La pregunta había sido un poco grosera, pero Gia actuaba como si fuera algo natural. Y Violette supuso que tenía sentido que sintiera curiosidad; reconocería todos los rostros reunidos en la mesa, pero probablemente nunca los había visto juntos. Sus posiciones, sus edades, y sus géneros eran diferentes; no había un hilo conductor que los uniera.

—No son exactamente conocidos, pero… —comenzó Violette, pero se interrumpió, sin saber qué decir. No quería entrar en la incómoda historia entre ella y Klaude, pero no estaba segura de cómo describir su relación sin hacerlo. Cuando Yulan intentó abrir la boca para ayudarla, Klaude interrumpió.

—Todos somos viejos amigos. Después de todo, la mayoría de los estudiantes de aquí ya se conocen a través de la alta sociedad.

Klaude no levantó la vista de su comida mientras respondía, pero sus palabras no eran ni de lejos tan severas como Violette había esperado. Su respuesta la dejó perpleja, pero pareció satisfacer a Gia; no presionó más, e incluso dio una débil y pequeña disculpa antes de rellenar sus mejillas como una ardilla.

—Me sorprende más que usted conozca a esos dos —continuó Klaude.

—Conocí a la señorita Vio hace poco, pero soy muy amigo de Yulan desde la escuela media —explicó Gia.

—Oh, empezó aquí en la escuela media, ¿no es así?

Gia se había familiarizado en exceso con Violette desde que se conocieron, y se preguntaba si era su personalidad natural, o si le habían educado así. Estaba predispuesta a dejar pasar las groserías del amigo de Yulan, pero se preguntaba si alguien como el príncipe, acostumbrado a ser tratado con el máximo respeto, se sentiría ofendido, y si Gia se metería en problemas. Sin embargo, no tenía por qué preocuparse; Klaude dejó pasar la grosería de Gia sin hacer comentarios. Incluso Milania parecía sorprendido.

—Klaude, ¿lo conoces? —preguntó Milania.

—Nos hemos visto varias veces en conferencias diplomáticas. Es el príncipe imperial de Sina —dijo Klaude.

Sina era una nación insular, formada por una serie de islas que iban desde las más grandes hasta las más pequeñas. La mayor parte de la población vivía en la isla más grande del grupo, por lo que el resto eran paisajes naturales en gran parte intactos, un tesoro de plantas y animales raros.

Gia era el tercero en la línea de sucesión al trono, explicó Klaude, lo que le convertía en príncipe. Los ciudadanos de Sina eran descendientes de una pequeña tribu de cazadores, pero a pesar de haberse convertido en un país establecido, seguían siendo más animados, desenfadados y casuales que la gente de Julyre.

La piel bronceada, el cabello blanco y los ojos azules o verdes eran la norma para los residentes de Sina, y Gia parecía un ejemplo perfecto. Todos los estudiantes de la academia tenían algún tipo de posición privilegiada, pero Violette nunca habría imaginado que Gia fuera un príncipe. El ceño fruncido de Milania mostraba el mismo desconcierto que ella.

—La última vez que nos vimos fue cuando decidió estudiar en el extranjero —continuó Klaude—. Nunca me di cuenta de que era amigo de Yulan.

Ante la mención de Yulan, Gia desvió la mirada hacia su amigo.

♦ ♦ ♦

Yulan estaba comiendo en silencio, y tenía el tipo de sonrisa en la cara que normalmente haría que Gia apartara la mirada para darle algo de intimidad. Era la primera vez que veía a Yulan y a Violette juntos, y estaba bastante seguro de que el humor de Yulan no decaería mientras Violette estuviera con él.

Bueno, podría ser un poco más complicado que eso. Yulan parecía extremadamente feliz, pero también había un trasfondo de malestar y negatividad. De alguna manera, se las arregló para exudar dos emociones opuestas dirigidas a dos personas diferentes. Gia se tomó un momento para estar ligeramente impresionado por la extraña habilidad de su amigo antes de aburrirse y dejarlo.

—Habla si quieres, Gia, pero si no comes, no llegarás a tiempo a clase —dijo Yulan.

—Yo, mhm. Yo, mhm… —respondió Gia entre un bocado.

—Traga antes de hablar, ¿quieres?

Las mejillas de Gia se abultaron mientras se metía más pan en la boca, aunque consiguió mantener la boca cerrada por “educación”. Probablemente, parecía que estaba a punto de atragantarse, pero conocía los límites de lo que podía comer.

♦ ♦ ♦

—Tú también, Vio. Si ya terminaste de comer, deberías pedirlo ahora —dijo Yulan.

—¿Eh…? ¿Pedir qué? —preguntó Violette.

—El especial de hoy son tartas de frutas.

—¿Cómo sabes eso?

—¿Hm? Oh, le pregunté al camarero antes. Mencionó que tienen mucha fruta fresca en el inventario.

—No estaba hablando de eso… —Violette se sorprendió de que él supiera que ella planeaba comer el postre hoy, pero tal vez no debería estarlo. Ella no ocultaba exactamente sus planes, y comía un pequeño almuerzo y un postre decadente la mayoría de los días. Era fácil de predecir, supuso.

A veces tenía la sensación de que Yulan sabía todo lo posible sobre ella. Se enfurruñó un poco y se apartó, pero al final pidió una hermosa y brillante tarta de frutas, y cualquier puchero se borró. Yulan sonrió ampliamente mientras hacía su pedido.

—¿Qué hay de ti, Yulan? Si no comes más rápido, no terminarás a tiempo —dijo Violette.

—Estoy bien. Puedo comer rápido y no me queda mucho.

—No queda mucho comparado con Gia, tal vez. Sigue siendo una tonelada de comida.

—No quiero sermones de alguien que come tres bocados al día.

—Cállate…

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