¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 57: Dos

Traducido por Lugiia

Editado por Freyna

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Desde aquel día, Yulan siempre la había observado. Quería dedicar todo su corazón a Violette, quien le había salvado, pero pronto aprendió lo inútil que era eso y lo ignorante que había sido.

Ella le había salvado, pero él no tenía forma de devolverle el favor. Dio prioridad a permanecer a su lado, pero no había hecho nada por ella. Poco a poco, Violette fue deformada por su entorno. Su belleza no se dañó, sino que se agudizó. Cuanto más maduraba, más se le negaba. Con el tiempo suficiente, podría haberse vuelto loca.

Él quería apoyarla. Más que eso, quería rescatarla.

No obstante, a quien quería Violette no era a Yulan.

El amor era probablemente el único hilo de esperanza que tenía. Lo que quedaba del corazón puro de Violette creía que el príncipe se abalanzaría y la salvaría. Soñaba con un final de cuento de hadas. Yulan podría haber lidiado con eso; si encontraba a alguien que la salvara y la hiciera feliz, no era gran cosa si elegía a otra persona para el trabajo.

Incluso después de que se torciera, Violette siguió amando a Yulan. Le adoraba sinceramente. Era lo único que nunca cambió en todos esos años. Y Yulan se convenció de que estaba bien solo con eso.

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—¿Yulan…? —preguntó Violette.

Colocó su propia mano sobre la de Violette. Se aferró con fuerza, deseando que ella nunca la soltara, que nunca quisiera soltarla, pero su deseo no se hizo realidad; Violette solo le seguía el juego para complacerle. Era inútil aferrarse a alguien que quería dejarlo. Su comportamiento era aceptado, pero sus deseos eran ignorados.

No había forma de que sus sentimientos salieran a la luz. Sabía que tenía que mantener su actuación de hermano menor. Para Yulan, elegir lo mejor para Violette era tan natural como respirar.

Sin embargo, a veces, incluso respirar era difícil.

—¿Qué pasa?

—No… No pasa nada —dijo Yulan.

Violette le lanzó una mirada llena de dudas. Estaba claro que algo iba mal, pero no insistió más en el asunto. Con él en ese estado de ánimo, sabía que si actuaba de forma sospechosa con el pretexto de la preocupación, podría tener el efecto contrario.

Y tenía razón: aunque le presionara para que le diera respuestas, él no tenía ninguna para ella. Ella era la única persona a la que podría expresar esos sentimientos, pero sabía que nunca podría hacérselo saber.

—Vamos, Vio. La señorita Marin se preocupará si llegas tarde —dijo Yulan.

—Claro.

—Y tengo hambre.

—Bueno, al final no comiste nada durante el descanso.

—Solo compré dulces. Siempre que escojo cosas para ti, me olvido de mí mismo.

Mientras charlaban despreocupadamente, la melancolía seguía arremolinándose en el corazón de Yulan. Se suponía que debía sumergirse en la alegría de caminar junto a ella, pero sentía que estaba observando esta escena desde la distancia.

Yulan sabía que su corazón estaba dividido en dos. No se trataba de personalidades dobles ni nada por el estilo; simplemente tenía un corazón reservado solo para Violette y otro para todo lo demás. El primero siempre tenía prioridad. El segundo era, esencialmente, un almacén: podía vivir sin él si era necesario. Sin embargo, ese otro corazón existía, y llevaba la voluntad de Yulan. Como todo lo que existía dentro de Yulan, siempre reflejaría su amor por Violette. Sin embargo, entre los objetos guardados al azar, había otro tipo de amor. No el amor por Violette, sino el amor por el propio Yulan.

Deseaba desesperadamente que fueran solo ellos dos, que fueran las únicas dos personas en todo el mundo.

De esa forma, Yulan nunca sabría el momento en que ella se enamoró de otra persona.

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