La consorte favorita del Príncipe Demonio – Capítulo 117.1: La verdad es tan cruel (1)

Traducido por Selena

Editado por Meli


La noche era muy tranquila. Feng Cang solo podía oír la respiración de Murong Qi Qi. Era suave como el sonido de las flores abriéndose, haciendo que su corazón palpitara con entusiasmo, pero sin saber qué hacer al respecto.

—¡Pequeña demonia que torturas a la gente! —le susurró al oído.

Él sabía que tarde o temprano se apoderaría de su corazón y se convertiría en su mujer, solo esperaba que ese día no estuviera demasiado lejos, porque enloquecería por aguantar demasiado.

Dormir con ella en sus brazos lo llenó de felicidad, era algo con lo que había fantaseado durante mucho tiempo.

♦ ♦ ♦

Murong Qi Qi llevaba mucho sin dormir tan bien. Se movió y abrió un poco los ojos para ver la luz que entraba por la ventana. La suavidad y el calor bajo su cuerpo le hicieron recordar que había sido su noche de bodas.

El brazo de Feng Cang fue su almohada. Él aún dormía, observó sus largas pestañas, gruesas como un pincel; su nariz alta con un arco perfecto y sus labios rosados.

—¡¿Cómo puede un hombre ser tan hermoso?! —murmuró mientras se reía y le acarició la frente, las cejas y los labios—. ¡Ay! —gritó cuando Feng Cang le mordió el dedo.

El cabello suave y negro de Murong Qi Qi le colgaba suelto sobre su hombro como un hermoso satén.

—¡Buenos días! —Feng Cang le sujetó la mano.

Ella se alegró de que él no comentara sus acciones previas.

  —¡Buenos días! —Murong Qi Qi sonrió dulcemente.

Feng Cang se acercó a ella y sobrepuso sus labios a los suyos. Abrió la boca por la sorpresa y el príncipe se lanzó directamente en ella.

El tiempo se detuvo y su mente se puso en blanco. Dejó que él la abrazara y disfrutó de la fragancia de sus labios.

Él solo la había querido castigar por la tormentosa noche, pero sus labios lo llevaron a las nubes. Y deseó fundirse en sus huesos y convertirse en uno con ella.

Murong Qi Qi gimió y él dudó de su capacidad de contenerse.

¿Esto es…?, pensó cuando reconoció lo que su mano había tocado, la sangre subió a sus pálidas mejillas.

—¡Ah! —Se levantó y resbaló con la colcha de seda y cayó en cuatro puntos sobre Feng Cang.

La fina ropa de seda le permitió sentir la suavidad de sus senos que subían y bajaban con su respiración.

Feng Cang tragó con nerviosismo.

Murong Qi Qi agradeció que nadie más estuviera presente e interpretara que lo estaba forzando.

—Qing Qing… —Sudó y su respiración se aceleró—. Qing Qing, si no te levantas, ¡lo tomaré como si estuvieras dispuesta!

Su cuerpo se tensó y se retiró hacía la cabecera.

¡Qué genial sería si pudieran continuar! Ser un caballero era muy duro, realmente duro.

—Príncipe, ¡todavía tenemos que ir a palacio a presentar nuestros respetos a la emperatriz viuda y al emperador!

La culpa la golpeó al ver la decepción en su rostro cuando él se levantó.

—Cucú, cucú… —silbó y una paloma blanca apareció en la ventana.

—¿Príncipe?

Él cortó el cuello de la paloma con una daga y manchó con la sangre el pañuelo nupcial.  manchar la manta nupcial.

Feng Cang se vistió y le ayudó a Murong Qi Qi a vestirse.

Ella llegó hace seis años a ese mundo, pero aún no era capaz de seguir sus complicados procesos de vestimenta y, a pesar de que su ropa siempre era sencilla, debía vestir diferente para ir al palacio.

—¡Hecho! —Admiró en el espejo la forma en que Feng Cang se había encargado de su ropa.

—¡Príncipe, Princesa! ¡La vieja doncella de palacio ha llegado! —anunció Su Yue.

—¡Entra! —le pidió Murong Qi Qi.

La anciana entró a  corroborar la consumación del matrimonio, sonrió ante el lienzo rojo. Y se sorprendió al no encontrar la escena triste a la que ya se había acostumbrado, en cambio vio a Murong Qi Qi  sentada con una apariencia de satisfacción y la timidez de acabar de convertirse en la esposa de alguien.

—¡Felicidades príncipe, felicidades princesa! ¡Deseo que den a luz un hijo pronto! ¡Y que tengan muchos hijos más!

—¡Mm! —Feng Cang asintió.

La vieja doncella tomó la tela para informar a la emperatriz viuda.

Las personas que vigilaban en secreto el wangfu por fuera se quedaron perplejas al descubrir que la consorte de Nan Lin había sobrevivido a la noche de bodas. La noticia se extendió como el viento por la capital de Yan en un instante.

Quienes apostaron, incluso todo lo que tenían, a que moriría se golpeaban el pecho y el pie mientras lloraban. Durante un tiempo, los gritos de queja llenaron las carreteras de la capital.


Selena
s divertido este capítulo ¡jajaja! Ahora viene la parte buena, el nombre ya me dice que algo sucederá, lo presiento… ¿Qué opinas Meli?

Meli
s Esos vividores perdieron hasta los calzones. Ja. Ja. Ja.

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