La consorte favorita del Príncipe Demonio – Capítulo 116.2: Un buen momento en una noche de primavera vale por miles (4)

Traducido por Selena

Editado por Meli


En cuanto Qing Gu llegó, informó los decretos de la emperatriz viuda: que los médicos imperiales curaran al emperador y que la emperatriz controlara la situación general.

—Chenqie seguirá el decreto de la emperatriz viuda.

Con el decreto Li Bing haría las cosas con mayor facilidad y fluidez.

—¿Quién eres tú? —preguntó en voz alta Qing Gu a la chica vestida de blanco.

—No sé nada… realmente no sé nada… —habló sin sentido.

La joven se había vuelto algo tonta debido al miedo que le causaron las escenas de la la trágica muerte de Yue Lan Zhi y luego la de la madre gu entrando en el cerebro de Wanyan Lie. ¿Cuál de las dos situaciones no era impactante y extremadamente aterradora?

¿Por qué había alguien tan parecido a la princesa Ming Yue? ¿Quién era ella?, pensó Qing Gu y frunció el ceño

—¿De qué palacio eres doncella? ¡Ven, no tengas miedo! —La tomó de la mano y la expuso ante todos.

Li Bing y Lin Ke Xing se sorprendieron y ambas pensaron que era idéntica a  Wanyan Ming Yue.

—No sé nada… Dijeron que me dejaran venir aquí y ser la noble consorte imperial… No sé nada más… —Lloró y sacudió la cabeza.

¿Noble consorte imperial?, Li Bing se sintió desfallecer.

—¡Emperador, Jing De se ha vengado por ti! —gritó Jing De y atravesó el abdomen de la joven con una daga.

—¡Agárrenlo! —ordenó enfadada Li Bing mientras la mujer caía al suelo—. ¡¿Por qué la mataste?!

—Ella y la noble consorte imperial fueron quienes atacaron al emperador. Por eso el emperador sigue inconsciente. Este esclavo estaba demasiado ocupado y no se dio cuenta de que ella se escondía aquí. Fue demasiado atrevida.

Sus palabras no fueron convincentes, sin embargo, los muertos no podían testificar y Li Bing no tenía forma de enfrentarse a Jing De quien era el confidente del emperador. Si lo castigaba y se equivocaba, cuando Wanyan Lie despertara, la primera en tener mala suerte sería ella.

Qing Gu, también tenía sus dudas, pero sus años de experiencia le hicieron guardar silencio y salió del lugar con una reverencia hacia  la emperatriz y la consorte De.

♦ ♦ ♦

Nalan Xin se quedó fuera del edificio Tingsong con la noticia del ataque del emperador. No era bueno entrar, pero tampoco era bueno retirarse, si interrumpía la felicidad del príncipe éste lo desollaría, sin embargo, también podría ser malo retrasar el anuncio.

Caminó de un lado a otro mientras se debatía qué hacer, entonces, escuchó la risa de Su Yue a quien había dado algunas lecciones.

—¿El profesor Nalan está buscando al príncipe? —preguntó Su Yue.

—Sí, hay algo. Pero tengo miedo de molestar al príncipe…

—Maestro Nalan, ¿qué asunto es más grande que la noche de bodas del príncipe y la princesa? —Se rio—. ¿Será que el maestro no conoce la importancia de una noche de bodas para una mujer? ¿O es que el profesor piensa que hay alguien más importante para el príncipe que la princesa?

Entendió que Su Yue tenía razón, nada era más importante para Feng Cang que Murong Qi Qi.

—¡Profesor, si tiene algo que contar, es mejor que venga a buscar al príncipe mañana! Mi señorita es muy rencorosa. Si el maestro la hace enojar, entonces en el futuro, usted sufrirá. —Sonrió.

Los hoyuelos de sus mejillas se mostraron débilmente. Su vestido verde, bajo la luz de la luna la hacía parecer una preciosa hada.

—¡Le agradezco a la señorita Su Yue por advertirme! —Le hizo una reverencia y se fue.

♦ ♦ ♦

Feng Cang abrazó a Murong Qi Qi y le contó la historia de amor de sus padres: Feng Xie y Wanyan Ming Yue. Un deseo de amor familiar surgió en ella.

—Príncipe, si la princesa y el gran general siguieran vivos, ¡serían una pareja celestial!

—¡Mm! —Le mordió la punta del dedo—. ¡¿Por qué sigues llamándolos princesa y general, ah? ¡Deberías llamarlos padre y madre ahora!

Sus ojos se humedecieron. Sin importar el resultado, Feng Xie y Wanyan Ming Yue eran su padre y su madre.

—¡Muy bien! —Murong Qi Qi se rió.

—Qing Qing, ¿por qué es que te estás volviendo más y más hermosa a mis ojos? Tan, tan hermosa, que me estoy emborrachando en tus brazos.

Se acurrucaron mientras él seguía diciendo dulces palabras.

—Qing Qing, es hora de descansar… —dijo con timidez, era un hombre de veinticinco años, pero no tenía más experiencia que Murong Qi Qi.

—Príncipe, yo… —Se puso rígida por los nervios.

—Qing Qing, —Le acarició la espalda—. ¡¿No dije que no te forzaría?! ¡Esperaré por ti! ¡Esperaré hasta que estés dispuesta a aceptarme!

—¡Príncipe, dame tiempo! ¡Dame algo de tiempo! —Estaba conmovida por su amabilidad.

—¡Está bien! —La tomó de las manos—. Amada consorte, este príncipe dio vueltas todo el día y está muy cansado. Si seguimos sin dormir, mañana no podremos levantarnos e ir a palacio a pagar nuestros respetos…

Los dos se cambiaron de ropa y se fueron a la cama. Feng Cang apagó las luces. Ambos permanecieron tiesos y en silencio en la cama.

—Qing Qing, ¿está bien si te abrazo?

—¡De acuerdo! —habló con suavidad.

Su olor a manzanas verdes le hizo sentir que tenía al mundo en sus brazos. Ella se durmió de inmediato, estaba agotada de la noche anterior y por la boda.

Su lado frágil hizo que le doliera el corazón, Feng Cang la besó en la frente.

—¡Buenas noches! ¡Mi pequeño bebé más querido!

Él no tenía sueño, ya era más del zishi (11pm-1am). Y el veneno gu no había aparecido, algo que había sucedido en el pasado, cada vez que no llegaba a haishi (9pm-11pm).

¿Podría ser porque había vomitado la imprimación del veneno gu?

No pasó ni un momento antes de que Murong Qi Qi se moviera como un pulpo en sus brazos. Todo su cuerpo bailaba como una masa y se pegaba a su abrazo.

¡¿Esta mujercita no puede saber que es un hombre sano?!

Su fragancia estimuló la mente de Feng Cang, haciéndolo estar cada vez más sobrio. Ella murmuró y frotó su cabeza en su pecho como si quisiera obtener más de su calor.

Todo su cuerpo se agitó y le decía que se lanzara sobre ella.

¡¿Cómo iba a ser un canalla cuando ella estaba dormida?!

Sin embargo, la mujer que ama estaba en sus brazos. Y la quería por completo. Era como cuando una persona hambrienta veía agua y comida, pero no se le permitía comer. Era como tener ganas de ir al baño, pero no podía ir. ¡Era una tortura! ¡Tan asfixiante!

—Pequeña ¡¿cuándo me abrirás tu corazón?! —Le besó los dedos y la olió—. Qing Qing, ¡¿sabes que casi me vuelvo loco por desearte?!


Selena
¡Pobre Feng Cang, no hay peor tortura que esa jajaja! ¡Sólo nos queda esperar los siguientes capítulos! ¿Qué pasará…? ¡A seguir leyendo…!

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