La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 69: ¿De verdad quieres que sea reina?

Traducido por Shroedinger

Editado por Sakuya


Las palabras de Heinley fueron divertidas y dignas de reír. Sovieshu, mi esposo, quería dejarme y yo estaba atrapada esperando el inevitable divorcio. Sovieshu me había acusado de tener un corazón frío y sin compasión.

Y, sin embargo, el rey de otro país me elogió diciendo que la gente me amaría… Qué cosa más extraña que decir.

—Gracias por el cumplido.

Sonreí para ocultar la amargura en mí, pero Heinley notó mi malestar de inmediato.

—¿Reina? No te ves bien. ¿Pasó algo?

—No.

—¿No? ¿Entonces…?

Me mantuve en silencio.

—¿Reina?

Me miró con seriedad, pero no respondí. No importaba lo buen amigo que fuera, no quería mostrarle mi humillación. Hablar con él sobre el inminente divorcio de Sovieshu conmigo, me angustiaría muchísimo.

Heinley me estudió detenidamente y, aunque me negué a decir una palabra, no se entrometió. En cambio, vaciló por un momento, luego continuó con una expresión seria en su rostro.

—Mis palabras no fueron elogios vacíos. Lo decía en serio.

—¿De verdad?

—No quiero una reina a menos que sea como tú.

Lo vi con incredulidad.

—No, desearía que fueras mi reina. Solo hay una reina.

Su voz era firme. No estaba bromeando.

Lo miré fijamente y sus mejillas se sonrojaron, pero no se apartó de mi mirada. Podía sentir el calor en sus ojos. Heinley solo estaba siendo elogioso cuando dijo que quería una reina como yo, pero esas palabras…

Avergonzada, tomé un sorbo de sopa. Todavía podía sentir los ojos de Heinley sobre mí, y le sonreí medio en broma.

—¿Y si acepto?

La sopa aún estaba caliente. Comí otra cucharada y miré a Heinley. Esperaba que se riera de mi broma, pero no hizo ningún sonido.

Mis ojos se abrieron con sorpresa cuando vi su rostro. Su expresión estaba iluminada como el sol.

—Eso sería increíble.

—Estaba bromeando.

—No lo estoy. Si vienes a mi lado, te tendré como reina de inmediato.

No tenía palabras en este momento.

—Lo juro por mi vida.

Habíamos estado hablando de Heinley tomando una reina para él, entonces, ¿cómo diablos la conversación se convirtió en un juramento sobre su vida? Guardé silencio en lugar de responder. No podía decir si realmente lo decía en serio o si estaba diciendo palabras para consolarme. Pero no estaba descontenta con lo que dijo.

Así es como se siente poner miel en un corazón herido. 

Fue amargo, pero dulce.

—Gracias por tus palabras, Heinley.

De verdad. 

—Sólo digo la verdad sobre lo que veo.

Ambos dejamos de hablar un rato y seguimos comiendo. No quise decir nada por la mezcla de tristeza y gratitud en mí, y Heinley tampoco habló, así que la mesa permaneció en silencio. Luego, al final de la comida, habló.

—¿Por qué estás aquí, Reina? No creo que esta sea una visita oficial.

—Uno de mis estudiantes apadrinados asiste a la academia mágica.

—¿Están en la academia? Eso es genial.

—Ella es una niña superdotada. Vine a visitarla.

—Ah. ¿Estás aquí para apoyarla?

—Estoy aquí para consolarla.

—¿Por…?

—Escuché que está perdiendo su mana.

El hecho de que el poder de los magos estaba disminuyendo no era algo que pudiera ocultar. Heinley, en particular, ya era un mago y había asistido a la academia, por lo que probablemente conocía el fenómeno. Como era de esperar, la sorpresa de Heinley sólo duró un momento.

—Lo siento.

Ambos terminamos de comer y nos pusimos de pie. Sin embargo, Heinley estaba callado. Cuando le hablé por primera vez de la disminución de la magia, no pareció sorprendido en absoluto. Su rostro estaba serio, como si algo le molestara. Por eso, no le pregunté si quería acompañarme y nos despedimos en la entrada del restaurante.

♦ ♦ ♦

Fui a la oficina del decano, pero luego, para mi sorpresa, Heinley ya estaba ahí. Me sorprendió la vista, y Heinley miró hacia arriba y subió su taza de café en el aire. Una sonrisa se ensanchó en mi rostro.

—¿Me estás siguiendo?

Heinley se rió y me refutó.

—Reina fue quien me siguió. Vine aquí primero.

No sabía si realmente me estaba siguiendo o no, pero su visita fue casual mientras yo venía con una cita, por lo que el decano dirigió su atención a mí primero.

—Aquí está la libreta de calificaciones de Evely.

Cuando le pregunté por la niña, el decano me mostró su informe académico semanal.

—Como puede ver, se desempeñó bastante bien al principio.

—Sí.

—Bueno, tuvo dificultades para adaptarse a las artes liberales y al conocimiento general, pero es buena con los hechizos y obtiene una alta puntuación en las clases de magia.

La niña no era coherente con algunos de sus sujetos, pero como señaló el decano, le fue bien en todas las clases relacionadas con la magia. El decano suspiró, luego hojeó los archivos rápidamente para mostrar el documento más reciente.

—Y este es su último informe.

Heinley, que estaba mirando desde un lado, chasqueó la lengua. Las calificaciones de artes liberales y conocimientos generales subieron al medio, pero sus calificaciones para las clases de magia se desplomaron. Sólo sus clases de teoría siguieron siendo adecuadas.

El decano lanzó un suspiro de pesar y cerró el expediente.

—La niña lo está pasando mal, pero no puede mantenerse al día por mucho que trabaje. Parece estar bajo mucha presión para no decepcionarla, Su Majestad.

—Oh.

—Gracias por su visita, Su Majestad. Ayer, se desmayó por el exceso de entrenamiento.

—¿Ella está bien?

Miré al decano con sorpresa, pero negó con la cabeza con tristeza.

—No. Después de eso, su maná… desapareció por completo.

¿Evely se sentiría más agobiada si fuera a visitarla? Y, sin embargo, todavía estaría bajo presión incluso cuando yo no estuviera ahí. Me preocupaba tener un efecto peor en ella, pero al final, decidí verla. La niña necesitaba a alguien que la apoyara durante estas dificultades.

Heinley me siguió, pero no entró a ver a la niña, entré a la habitación sola. Evely caminaba nerviosamente por la habitación desde que recibió la noticia de que la visitaría, y cuando me vio, inmediatamente se echó a llorar.

—Su Majestad.

Comenzó con un pequeño resoplido, pero luego se convirtió en un sollozo total. La angustia en su voz hizo que mis propios ojos se humedecieran.

Después de que se hubiera calmado un poco, me senté con ella en su cama.

—Tu habilidad es valiosa, pero perderla no te hace menos. Tu camino fue hacia la derecha, y ahora simplemente vas a cambiar de rumbo e ir a la izquierda.

Me vio con asombro.

—Ya sea que te conviertas en mago o no, eres mi preciosa Evely, y seguiré apoyándote. Así que no fuerces demasiado tu cuerpo, ¿de acuerdo?

Los hombros de la niña temblaron mientras lloraba.

—Esperaba vivir para Su Majestad.

—Evely…

—El propósito de mi vida es ser útil a Su Majestad. No tenía nada más que magia, así que tengo que ser un mago de la Emperatriz. Pero la desaparición de la magia… es como si mi valor como persona se hubiera ido.

Hice lo mejor que pude para calmar a Evely, pero no fue fácil consolarla. Cuando finalmente salí de la habitación, estaba emocionalmente exhausta.

Heinley estaba apoyado contra la pared junto a la puerta con los ojos cerrados. Pensé que estaba cansado de esperarme, pero abrió sus ojos morados… y parecía molesto.

¿Está Heinley también preocupado por el progreso de Evely porque es un mago?

♦ ♦ ♦

Después de que terminé mi trabajo en la academia, decidí caminar con Heinley por un tiempo. Quería hablar con él un poco más, ya que no nos habíamos visto en mucho tiempo y es posible que no nos veamos durante algunos años más.

Había caballeros esperando fuera de la academia. Me eran leales y mantendrían mi negocio aquí en Wirwol en forma confidencial. Pero, no quería que me vieran pasando demasiado tiempo con otros hombres. Sin embargo, después del divorcio… la idea era tentadora.

—Puedes ponerte esto.

El decano nos prestó a Heinley y a mí grandes túnicas con capucha destinadas a los estudiantes, y los dos caminábamos uno al lado del otro con el mismo atuendo. Como no parecíamos forasteros, nadie nos prestó especial atención. Heinley me preguntó sobre mi reunión con Evely antes y le respondí con sinceridad.

—Era mejor que no viniera. No parecía ser un gran consuelo para ella.

—Eso no es cierto.

—Para ella, la magia no era solo una habilidad.

—No quise escuchar a escondidas, pero… escuché esa parte. —Heinley habló con voz pesada.

No dije nada por un tiempo. Entonces, confesé en voz baja.

—Puedo entender cómo se siente.

—¿Reina?

Me sonrió de una manera que sugirió que no estaba de acuerdo conmigo. Para cualquiera que no supiera que estaba a punto de divorciarme, estoy seguro de que mis palabras sonaron extrañas.

Obligué a mi boca a levantarse en una sonrisa. Sí, los detalles eran diferentes, pero yo estaba en una posición similar a la de Evely. No tuve más remedio que sufrir la decisión de Sovieshu de divorciarme. Podía resistirlo con todas mis fuerzas, pero todo lo que hizo fue detener mi inevitable expulsión del trono. Durante un largo proceso de divorcio, mi reputación también caería. La gente puede maldecir a Sovieshu al principio, pero si forzaba un juicio largo y agotador, la gente me culparía por aferrarme a mi orgullo.

—Ella cree que no vale nada a menos que sea una maga.

—Eso…

—Ella cree que su valor proviene de sus habilidades mágicas… y yo siento lo mismo.

Heinley se aclaró la garganta.

—¿Qué?

Él entendió mal, pensando que estaba de acuerdo con Evely. Sabía que mis palabras sonaban extrañas, así que me reí y continué.

—La magia de Evely, para mí, es equivalente al asiento de la emperatriz. Mi valor y utilidad proviene de ser emperatriz. Si se ha ido… me sentiría igual de desesperada. Miserable y desolada. Como si el futuro que tenía ante mí hubiera desaparecido.

—¿Reina?

Sí. Fue doloroso cuando Sovieshu trajo a Rashta y vino a despreciarme, pero tenía a otros que simpatizaban conmigo, y pude estar de pie porque era emperatriz. Lo que aprendí toda mi vida, a lo que me había aferrado, fue vivir como emperatriz, no como esposa de Sovieshu.

Pero pronto todo desaparecería. No tenía ni idea de cómo sería vivir simplemente como “Navier” y no como “Navier, la emperatriz”. No podría actuar con mi espíritu normal si todos me trataran con torpeza. Con mi hermano desterrado también, mi familia sería objeto de burlas y ridiculización.

Heinley pareció momentáneamente desconcertado e intentó sonreír.

—¿Por qué estás pensando en cómo se sentiría perder el trono?

 Su rostro se ensombreció cuando no respondí.

—¿Qué pasó?

No respondí de nuevo. Heinley dejó de caminar y se volvió hacia mí.

—¿Qué está pasando, Reina?

Me quedé aturdida y miré a Heinley. Vine aquí para animar a Evely, pero después de hablar con ella, mi sorpresa sólo aumentó. Y, ahora, después de expresar mis miedos en voz alta, fue como si se materializara en un verdadero horror y me ahogara por el cuello.

—¿Reina?

¿Qué debo hacer? ¿En qué me iba a convertir? Ya no iba a ser la emperatriz… ¿Cómo se suponía que iba a vivir?

De repente, mi cuerpo comenzó a temblar.

—¿Reina? ¡Reina! —Heinley me miró con ojos asustados—. ¿Qué pasa, Reina? ¿Reina?

Traté de decir que estaba bien, pero mis labios temblaron y mi voz se detuvo. Mi estremecimiento no disminuyó, y tomó mi rostro con ambas manos.

—¡Navier!

Tan pronto como las grandes manos de Heinley tocaron mi rostro, el calor se extendió por mi cuerpo y la terrible sensación disminuyó un poco.

Pude ver los ojos de Heinley temblando. Para mi sorpresa, parecía tan asustado como yo. Verlo lucir tan temeroso me calmó también.

—¿De verdad quieres que sea tu reina?

La pregunta salió de mi boca involuntariamente. Las pupilas oscuras de los ojos de Heinley se dilataron y sus labios temblaron.

Esperé la respuesta de Heinley. Sabía que mi propuesta era una locura, pero sabía que solo podía hacerse gracias a Heinley.

Heinley…  

—Lo quiero. Lo quiero.

Heinley respondió con voz temblorosa. Todo en él temblaba, desde su mandíbula hasta sus delicadas pestañas doradas. Sus ojos morados se veían aún más suaves que nunca. Heinley todavía estaba ahuecando mis mejillas con sus manos, y puse una de mis manos sobre las suyas.

—Seré tu reina.

Nada más que sorpresa e incredulidad se reflejó en su mirada.

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