La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 90: Preparaciones para la boda

Traducido por Shroedinger

Editado por Sakuya


Sabía de ramos de flores, pero un ramo de joyas…

—¿Qué significa esto?

Cuando le pregunté, nerviosa, repitió la explicación de antes.

—El Reino Occidental es la capital de las joyas; cuyas minas pertenecen a la familia real. Tenemos muchas joyas.

Estaba sin palabras.

—¿No te gustan las joyas?

—No, no es eso…

Fue como las joyas que puso en el pastel la última vez.

¿Era costumbre de Heinley difundir joyas por todas partes?

De todos modos, fue vergonzoso recibir tal cosa de repente. Si fuera un ramo de flores, lo habría recibido con alegría.

Mientras dudaba, me preguntó preocupado.

—¿Sigues inquieta?

—Ojalá fuera un ramo de flores.

Mientras sonreía con torpeza, Heinley insistió, señalando con uno de sus dedos pequeñas flores rojas entre montones de joyas.

—Aquí hay algunas flores, por lo que también es un ramo de flores.

Cuando me reí de su comentario, Heinley se rascó la mejilla, sintiéndose avergonzado.

—Ahora somos marido y mujer, reina. Por favor, acéptalo.

Su rostro se iluminó de inmediato cuando acepté el ramo de joyas. No puedo creer que esté tan feliz solo porque acepté su regalo…

Se veía adorable. Entonces, me di la vuelta y le dije que entrara.

Fui a abrir la puerta. Sin embargo, inesperadamente, Heinley entró por la ventana tan pronto como di un paso atrás.

—¿Heinley?

Dejé de caminar hacia la puerta y arqueé una ceja, preguntando en silencio por qué venía por la ventana. Luego murmuró torpemente.

—Hábito…

—¿Sueles hacer eso?

Los ojos de Heinley se movieron de un lado a otro sin saber qué decir. Este no era el comportamiento típico de un rey. Además, si seguía preguntándole, solo lo avergonzaría, así que me di la vuelta y cambié de tema deliberadamente.

—¿Escuché que tuviste una reunión?

Heinley siguió de inmediato el tema que planteé.

—No se discutió nada en la reunión, por lo que terminó rápidamente.

—Te has ido mucho tiempo. ¿Ocurrió algo malo?

—Lo peor fue que desaparecí. —Heinley respondió en broma, pero pronto su expresión se volvió seria y continuó—: Me pediste que no interviniera, así que mantuve la boca cerrada, pero… Reina. Quiero dejarles en claro a todos que eres mi esposa y la reina de este lugar.

Parecía estar hablando del momento en que lo detuve cuando Yunim me estaba faltando el respeto.

Negué con la cabeza.

—Todo el mundo lo sabe ahora.

—En ese caso, deben comportarse correctamente. De lo contrario, les haré saber más claramente.

—Heinley, hay cosas en las que puedes ayudarme, pero hay otras que debo hacer por mí misma. —Dejé el ramo de joyas sobre la mesa y tomé sus manos—. Gracias, pero incluso el emperador, Sovieshu, no pudo controlar la reputación de Rashta. Tengo que hacer esto personalmente.

Los labios de Heinley se movieron, pero finalmente aceptó con voz débil.

—Está bien, pero si hay algo en lo que pueda ayudarte, no dudes, ni siquiera por un segundo, en decírmelo.

—Gracias. Necesito algo.

—Dime.

Ante mis palabras, la tez de Heinley se iluminó y me miró con cariño, como si quisiera convencerme de que se lo dijera.

♦ ♦ ♦

—¿Me estás pidiendo que envíe a la hermana de Sir Yunim como dama de honor?

McKenna abrió mucho los ojos ante la petición de Heinley que había ido al palacio independiente de la reina tan pronto como terminó la reunión.

Hace apenas unas horas, había sido el testigo perfecto de cómo el capitán de la guardia trataba a Navier. Sin embargo, le estaba pidiendo que enviara a su hermana al honorable puesto de ‘dama de honor de la reina’.

—Es sólo temporal. Dos de sus damas de honor del Imperio del Este decidieron convertirse en sus damas de honor aquí también, pero aún no han llegado.

—Pero, aun así… —Enojado, McKenna frunció el ceño.

Después de haber desempeñado el papel de mensajero del amor, e incluso haber sido alcanzado por una flecha, McKenna no pudo evitar ponerse del lado de Navier.

—Además, sir Yunim fue demasiado grosero. ¿Su Majestad fue atrapada en el Imperio de Oriente por culpa de la reina? ¿La reina, que estaba en el Imperio de Oriente, te arrastró de alguna manera? ¡¿Su Majestad no voló ahí con sus propias alas?!

Heinley, quien asintió con la cabeza, preguntó sorprendido.

—Ahora que lo pienso, ¿no he visto al hermano Koshar?

Koshar, que pasó varios días con Heinley, era un hermano mayor que amaba profundamente a su hermana y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella.

A juzgar por su personalidad, debería haber sido el primero en aparecer tan pronto como llegó su hermana. Era extraño que todavía no se lo viera por ningún lado.

—Tampoco parece haber ido al palacio separado.

—Ah. Seguramente la evitará tanto como sea posible en este momento. Bueno, puede que esté en algún lugar cercano.

—¿Evitar? ¿Por qué?

—Está preocupado por aparecer ahora y convertirse en una molestia para la Reina…

Heinley enarcó una ceja y chasqueó la lengua con lástima.

McKenna se encogió de hombros.

—De hecho, Lord Koshar tiene una… mala reputación.

—… Tendré que hacer algo para cambiar su reputación.

—Creo que es mejor pensar en eso en el futuro.

Heinley asintió y se acercó al escritorio, una pila de papeles se había acumulado en su escritorio mientras estaba fuera.

Se sentó y se arremangó.

—Ah, los preparativos de la boda deben hacerse rápidamente.

Abrió la tapa del tintero, sacó una pluma y mojó la punta en tinta negra. En ese momento, preguntó—: ¿Hmm? —mientras mira a McKenna—. Los preparativos de la boda, no los harás, ¿verdad?

McKenna también lo estaba mirando.

—Así es. Por lo general… la reina lo hace.

Por lo general, la reina es quien se encarga de los preparativos de la boda de la princesa heredera, pero el caso actual era muy diferente al ‘habitual’. Las expresiones de Heinley y McKenna se oscurecieron de manera similar.

Christa ya no era la reina y Navier es la reina actual.

Por supuesto, incluso si ya no tuviera ningún estatus, se vería mejor si la ex reina, Christa, hiciera los preparativos de la boda.

Pero esto no sería bueno para Navier.

Para prepararse para la boda nacional, los cortesanos debían ser dirigidos y supervisados durante algunas semanas. Y en el proceso, la posición de Christa podría fortalecerse. Sin embargo, pedirle a Navier que prepare su propia boda sería lo mismo que pedirle a la alta sociedad que la devore.

Si lo prepara grandiosamente, la devorarían por ser demasiado extravagante. Si lo prepara simplemente, la devorarían por subestimar al Reino Occidental.

McKenna preguntó con ansiedad.

—¿Qué debemos hacer?

—¿Qué más podíamos hacer? Lo haré yo mismo.

—Sabía que dirías eso, pero…

La respuesta de Heinley hizo que las palabras de McKenna se volvieran borrosas al final.

—¿Pero?

—Incluso si Su Alteza hiciera los preparativos, sería lo mismo. —McKenna suspiró—. Si preparas una gran boda, todos dirán que es extravagante porque estás cegado por el amor.

—Me autoproclamaré emperador.

McKenna se quedó paralizado por un momento, luego dijo con dificultad—: Dilo de nuevo…

Abrió los ojos, expectante. Pensaba que había oído mal.

—El día de la boda, me autoproclamaré emperador.

Cuando Heinley repitió sus palabras, McKenna se tapó la boca con una mano y abrió mucho los ojos.

Sólo entonces entendió correctamente.

—¡Entonces…!

—No importa lo grandiosa que sea la boda, nadie la considerará extravagante.

—Mi… mi corazón. Mi corazón está latiendo tan rápido. —McKenna murmuró asombrado.

Era un poco temprano, pero todavía era una opción con más ventajas que desventajas.

Navier se convertiría en la primera emperatriz del Imperio Occidental, lo que renovaría la imagen de su rápido matrimonio.

La hostilidad hacia Navier, por ser extranjera, se vería ensombrecida por la gloria del título.

Pero a diferencia de McKenna, quien estuvo de acuerdo con esto, Heinley tenía una expresión severa cuando hablaba de autoproclamarse emperador.

—¿Su Alteza? —McKenna llamó a Heinley preocupado—. Si no quieres autoproclamarte emperador, ¿entonces qué podrías…?

Heinley negó con la cabeza.

—Tengo que hacerlo. —Pero incluso mientras hablaba, tenía una cara fría.

En realidad, estaba pensando en su hermano mayor.

El Reino Occidental no era un país que distribuyera tierras a los nobles. El número de nobles con mérito militar también era limitado.

La razón por la que el Reino Occidental pudo reunir un ejército comparable al del Imperio Oriental fue porque la familia real poseía una riqueza incomparable y el rey estaba al mando del ejército. Estos dos factores, su vasta riqueza y su poder militar concentrado, hicieron que la autoridad real del reino fuera naturalmente fuerte.

Sin embargo, bajo el reinado del hermano mayor de Heinley, Wharton III, la autoridad real se debilitó un poco.

El rey Wharton III era un hombre débil por naturaleza, que pasaba la mayor parte del tiempo enfermo.

Como resultado, a veces no podía evitar pensar que lo mejor hubiera sido estar al lado de su hermano durante esos momentos.

Por supuesto, eso solo habría fortalecido los horribles rumores de envenenamiento.

Heinley suspiró.

Afortunadamente, aunque la autoridad real era más débil de lo que había sido en la época de su padre, todavía era lo suficientemente fuerte.

Reducir el número de magos en el otro lado no significó un aumento en el número de magos en este lado, por lo que aún se tenía que mantener un buen ejército…

—¡Ah!

—¿Qué?

—McKenna. ¿Qué pasa con el estudiante de la academia de magia?

—¿La estudiante llamada Evely? ¿Aquella a quien Su Alteza me pidió que le devolviera el mana?

—Sí. ¿Cómo está ella ahora?

—Bueno, se necesita mucho tiempo para quitar el mana, pero lleva más tiempo devolverlo.

—Entiendo. —Heinley asintió. Luego miró los papeles para concentrarse realmente en el trabajo.

Vacilante, preguntó McKenna.

—Su Alteza, ¿realmente tenemos que devolver el mana? —Parecía un poco insatisfecho.

—Por supuesto.

Ante la respuesta inmediata de Heinley, la insatisfacción en su rostro se hizo más fuerte.

McKenna dijo sin rodeos, frunciendo el ceño.

—Esto cuesta mucho. Demasiado. Además, ella es del Imperio Oriental, si recupera su mana, volverá al Imperio Oriental.

—Es solo una persona. Simplemente hazlo.

Mckenna solo lo observo en silencio.

♦ ♦ ♦

Mientras tanto, Sovieshu se movía ansiosamente por la habitación, esperando noticias de Navier. Sin embargo, no importa cuánto tiempo esperó, no llegaron noticias.

—Su Majestad… —Rashta miró con inquietud a Sovieshu.

Vino para recibir educación prenatal, pero su mente parecía estar en otra parte. En lugar de estar feliz por su divorcio, estaba ansioso por encontrar a la emperatriz destituida con una mirada severa todo el tiempo.

Incluso ahora, parecía estar pasando por alto la promesa de convertirla en Emperatriz.

Me alegro de que la emperatriz depuesta se haya ido al Reino Occidental.

Si Navier se hubiera quedado en el Imperio de Oriente con Sovieshu en este estado, habría estado tan preocupada que ni siquiera podría dormir.

—Su Majestad, la gente murmura que la emperatriz depuesta se fue como si estuviera huyendo. —Rashta no pudo evitar decir algo para consolar a Sovieshu—. No tienes que preocuparte; su reputación se ha dañado mucho. Todo el mundo está del lado de Su Majestad.

¿Funcionó?

Sovieshu dejó de vagar, miró a Rashta por un momento y habló:

—Rashta.

Rashta se acercó rápidamente a Sovieshu y lo miró con ternura.

—Dígame, Su Majestad.

—… ¿Quién te dijo eso?

—El Duque Elgy me lo dijo.

Al escuchar el nombre del Duque Elgy, la expresión de Sovieshu se distorsionó.

Sovieshu estaba convencido de que fue el Duque Elgy quien ayudó a Navier a escapar.

El Duque Elgy también era miembro de una familia real extranjera, por lo que Sovieshu no pudo decir mucho, pero estaba completamente enojado.

En un esfuerzo por no mostrar su enojo, Sovieshu trató de evitar levantar la voz a Rashta.

—No vuelvas a reunirte con el Duque Elgy.

—¿Qué? ¿Por qué?

—No es el tipo de persona que crees que es.

Rashta no sabía que Sovieshu había enviado al Duque Elgy a la mansión Troby para llevarse a Heinley.

Pensó que Sovieshu estaba celoso del Duque. Ahora, sin la emperatriz Navier, ella era la única que podía ser llamada la mujer de Sovieshu.

—No tiene nada de qué preocuparse, Su Majestad. Es Su Majestad a quien Rashta ama.

—¿Qué?

—Duque Elgy es solo un amigo…

Sovieshu miró a Rashta, preguntándose de qué estaba hablando.

Rashta sonrió con una expresión superficial.

Sovieshu se dio cuenta de que Rashta lo había entendido mal, pero él solo asintió y se sentó en el sofá junto a ella, sin querer avergonzarla con una corrección.

—Vine aquí para recibir educación prenatal, pero sólo hablamos de cosas pesadas. Entonces, ¿empezamos?

♦ ♦ ♦

A la misma hora de la noche.

Después de recibir una carta con el sello del Rey de McKenna, Sir Yunim, capitán de la guardia real de Heinley, no regresó a su residencia temporal, sino a su hogar.

—Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que viniste, ¿no es así?

Rose, la hermana de Yunim, lo saludó adormilada. Después de bostezar, le indicó a su doncella que trajera algo de comida.

—Aquí, tómalo.

Yunim se quitó el pesado abrigo y le dio a Rose la carta con el sello del rey.

—¿Qué es esto? —Rose volvió a bostezar y abrió la carta entregada por Yunim.

—Es una orden del rey que mi hermana sea la dama de honor temporal de la nueva reina.

—¿Yo?

3 respuestas a “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 90: Preparaciones para la boda”

  1. Ay, mi Navier, ¡se encuentra en una situación tan delicada! Y espero que todos esos hijos de put4 que siquiera intentan cuestionar las capacidades de Navier, ¡se jodan!

    Ayyyyy, de todas maneras, me pone tan feliz que este ahora en el Reino del Occidente, con Heinley.

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