La hija de la Casa Albert – Capítulo 48

Traducido por Lugiia

Editado por Ayanami


En estos momentos, Mary estaba abrumada por las innumerables propuestas de matrimonio.

La familia Albert no solo era la segunda después de la realeza, sino que además tenía la misma autoridad que ésta y habían sido reconocidos oficialmente por la familia real.

Era natural que alguien quisiera invitar a la joven de la familia Albert a formar parte de su casa. Si lograban hacer que Mary aceptara el compromiso, no solo tendrían conexiones con la familia Albert, sino también una amistad con la realeza y la familia Dice. Sin importar el rango de la familia, las conexiones de Mary podían impulsarlos a la cima del mundo aristocrático.

Debido a ese valor añadido, Mary es ahora el centro de atención del mundo aristocrático, y aquellos con ambiciones hacen todo lo posible por obtener su mano en matrimonio. Sin embargo, es un hecho que Mary tiene el respaldo de la familia real, la casa Dice y la casa Albert, por lo que nadie se ha precipitado a presentarse en persona para realizar una propuesta de matrimonio.

Además, ya que la propia Mary es lo suficientemente bella e inteligente como para estar a la altura del estatus de su familia, no es extraño que esté inundada por una gran cantidad de propuestas. Aunque la belleza e inteligencia de Mary sólo son igualadas por sus excentricidades, el valor añadido compensa y sobrepasa su actitud…  haciendo que valga la pena.

El hecho de que todo el mundo la evitaba hasta ahora, pensando que se casaría con Patrick de la familia Dice, puede haber contribuido a la avalancha de ofertas, perdón… propuestas.

Por supuesto, ya que el padre de Mary también estaba pensando en su hija, se encontraba revisando las propuestas que recibía, una tras otra.

Por cierto, la frase habitual que utilizaba durante el proceso de selección era: “Solo dejaré que conozca a mi hija un hombre similar a Patrick Dice”. La cual era sorprendentemente efectiva… aunque el propio Patrick no fuera consciente de ello.

Pero aun en esta situación, existían aristócratas que podían encontrarse en persona con su familia. Según su padre, quien insistió en este encuentro, esta vez se trataba del hijo de una importante familia en el país vecino con quien mantienen relaciones diplomáticas, y la familia Albert tenía una deuda de gratitud con ellos.

—De igual forma, parece que ese hombre ya tiene una mujer que le gusta, y aunque lo llame “cita a ciegas”, es solo una pequeña fiesta del té. Sus padres actuaron por su cuenta, pero él no parece estar interesado en seguir sus instrucciones —dijo Mary, mientras observaba su apariencia.

Detrás de ella, Addie, quien se encontraba trenzando su cabello como hilos de plata, mostró un atisbo de alivio, pero, por desgracia, Mary no lo notó.

—La cuestión es si puede conseguir que la conversación fluya hasta el punto de que se dé cuenta de que no está solo. Además, si la otra parte se niega a aceptar la propuesta, sería perfecto —dijo Addie.

—Hmm, si se alarga demasiado, puedo utilizar un último recurso.

—¿Cuál es el último recurso?

—Debo decir: “Espero que un príncipe aparezca frente a mí tal y como le sucedió a Alice”, mientras giro mi cabeza poco a poco. Si hago eso, puede que tenga una oportunidad.

—¡¿Por qué está mencionando al príncipe Patrick?!

—¡Utilizaré cualquier medio a la mano! ¡Si funciona, casi todos los hombres se retirarán!

—Es cierto. Cualquier hombre se retiraría, ya que no tendría oportunidad si se tratara de Patrick. Pero si dice eso, las personas dirán que sigue teniendo sentimientos por él.

—Deja que digan lo que quieran. De hecho, es mucho mejor tener el nombre de Patrick como garantía y último recurso.

Mientras Mary sonreía de buen humor, Addie murmuró con amargura:

—Ni siquiera le importa lo que pienso.

Mary pareció escuchar estas palabras, y cuando puso los ojos en blanco con el ceño fruncido, se dio la vuelta y lo miró, quien estaba atando su cabello.

—¿Lo que piensas? ¿Qué quieres decir?

—Bueno, eso es…

—¡Oh, es difícil para ti porque tienes que estar ahí durante toda la cita!

¡Debe ser eso! Pensó Mary, mientras su rostro se iluminaba.

No hace falta decir que está completamente equivocada, pero no hay manera en que Addie le diga la verdad, por lo que sus hombros cayeron dramáticamente.

—Sí, así es… No es fácil tener que estar en una esquina de la habitación y mirar mientras usted habla con otro hombre.

—Sabes que, si fuera por mí, tú también estarías sentado, pero a ellos no les va a gustar.

—Esto no va a funcionar. Todo lo que he dicho hasta ahora ha sido porque estaba distraído con sus rizos.

—¡Siento que te estás burlando de mí! ¿Olvidaste todo lo que te dije sobre la fiesta de té con mi padre?

—¡Lo siento! ¡Seguiré trenzando su cabello! ¡Así que, por favor, perdóneme!

—No sé cuál es tu estándar de disculpa. Entonces, ¿de qué estabas hablando?

Mary inclinó la cabeza con curiosidad; Addie apartó la mirada y fingió toser para distraerla.

Luego, observó a Mary, quien todavía estaba pensando en cosas como: “preparar sillas en las esquinas de la habitación” o “¿por qué no tomamos el té todos de pie?”. Sigue tan equivocada como siempre, pero al menos estaba pensando en él, incluso durante un encuentro concretado.

Eso hacía feliz a Addie, pero a su vez dejaba una mancha en su corazón al tener que verla hablando con otro hombre… Un hombre que puede estar dispuesto a comprometerse con ella.

—Yo…

—¿Hm?

—No puedo soportar verla hablando con otro hombre. Así que…

—¿Así que…?

¿Qué sucede? Se preguntó Mary, mientras volvía a inclinar la cabeza.

La miró a los ojos, y Addie abrió la boca como si se hubiera decidido:

—Así que, por mi bien…, por favor, termine rápido su encuentro.

El rostro de Addie se puso gradualmente rojo al decir esto.

Por lo general, esta sería una declaración inaceptable. Es una cuestión de descortesía que un mayordomo, debido a su egoísmo, le pida a su maestra que termine una fiesta de té rápido, más aún si es una tan importante que puede concretar un compromiso. Es un nivel de descortesía que podría dar lugar a una reprimenda y a un despido.

Por eso, al terminar de decirlo, Addie cerró los ojos con fuerza y se preparó para las palabras de reprimenda y rechazo que pudieran venir.

¿Qué es lo que dirá?

¿Me dirá con calma que no sea tan poco razonable?

¿O me dirá que no me presente en su fiesta del té…?

No obstante, en contraste con la reacción defensiva de Addie, Mary se limitó a decir:

—De acuerdo.

Sorprendido, abrió sus ojos y encontró la cara sonriente de Mary frente a él.

—¿Qué…?

—¿Qué te pasa? Luces como un tonto en este momento. Voy a terminar el encuentro rápido. No me importa.

—¿Por mí…?

—Sí, por ti. Por ello, termina mi cabello. ¡Haré que este encuentro termine lo antes posible!

Addie se quedó ligeramente sorprendido por el entusiasmo de Mary y esbozó una pequeña sonrisa… Aunque no transmitió sus propios sentimientos, el hecho de que él tuviera prioridad sobre la fiesta del té hizo que desapareciera el malestar en su pecho, trayendo alivio a su corazón.

Fue justo entonces, cuando tocaron a la puerta de la habitación y se oyó la voz de la doncella llamando a Mary.

Entonces, Mary y Addie se dirigieron a la habitación de invitados, vieron a sus interlocutores sentados esperándolos y se retractaron rápidamente de su conversación anterior, diciendo que, tal vez, no terminaría tan rápido.

Esto se debía a que la persona que estaba allí no era otra que Gainus Eldland.

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