La Princesa derriba banderas – Capítulo 113: El orgullo del futuro jefe (2)

Traducido por Ichigo

Editado por Sakuya


Me pregunto si había algún hombre cuyo corazón no se conmoviera por la escena que se desarrollaba delante de mí.

Desde que nací, esta fue la primera vez que sentí que mi corazón latía con fuerza.

En esta apartada aldea, había contado el creciente número de tumbas con mis propios dedos, una por una.

Cualquiera que se atreviera a hacer un viaje al mundo exterior, por mucho que tratara de esconderse, acabaría siendo cazado por nuestros bienes como un animal raro.

Una vez, un niño murió antes de que pudiera llegar a un pueblo porque el camino estaba obstruido.

Ese día, cuando me entregaron un montón de oro, me preguntaron:

—¿Será esto suficiente?

Me lamenté de mi propia impotencia.

Todo lo que podía hacer era disculparme por las vidas que no podía salvar. Ni siquiera pude cambiar la voluntad de un aldeano. Clan milagroso, mi trasero. ¿Parece que alguien tan patético como yo tiene el poder de los milagros?

En lugar de honor, lo que quedó en mi pecho fueron solo sentimientos de culpa y asco. Estaba siendo aplastado mientras caminaba por este camino yo solo.

Finalmente perdí de vista mi orgullo.

Pero estuvo aquí en mi corazón todo el tiempo. Mientras tenga el deseo de salvar a alguien, nunca perderé mi lugar como Kua.

Fuiste tú, Marie. Fuiste tú quien me enseñó eso.

Cómo llamas a este sentimiento que brotó en mi pecho, me pregunto. Fue un sentimiento misterioso; sentí ganas de animar y llorar cuando se me metió dentro. El mundo comenzó a recuperar su color como si estuviera renaciendo.

El paisaje y las vistas que antes había dado por sentado, ahora se volvían muy queridas para mí.

Marie.

Estoy tan contento de haberte conocido.

El silencio se extendió una vez más. Sin embargo, tampoco fue por ninguna negatividad o malicia. En cambio, algunos estaban desconsolados, y otros desconcertados cuando Rolf se adelantó y reveló su rostro a la multitud.

Fue sólo un pequeño paso, pero aguantó mucho más.

Durante la época en que nadie más se atrevía a moverse, su acción sola era lo mismo que pisar una tierra desconocida. Su pequeña estructura parecía haber crecido un poco también.

—Seguro.

Con esa corta respuesta, Rolf levantó una esquina de su boca y se echó a reír.

—Te seguiré. Un mocoso como yo puede que no sea tan útil, pero ayudaré en todo lo que pueda. ¡Pregúntame lo que sea!

—¿Eh…?

Una voz chirriante parecía escapar de los labios de Marie.

La más sorprendida no son los aldeanos, sino la propia Marie.

Rolf profundizó aún más su sonrisa cuando vio la reacción de Marie, y con una rara e inimaginable, pero digna expresión, se puso una mano sobre su pecho e hizo una profunda reverencia.

—Juro mi lealtad a usted, Su Alteza.

El entorno, antes sereno, explotó de repente.

—¡Eh, Rolf! ¡¿Qué tonterías estás diciendo?!

—No digas palabras como esas tan fácilmente.

—¡Te lo estoy diciendo! ¡Cállate!

Rolf estaba siendo retenido por sus padres a cada lado. Pero incluso cuando su madre lo golpeó en la cabeza y su padre le cogió por el cuello, Rolf no se rindió tan fácilmente.

—¡No! ¡No me callaré! Podría habernos engañado declarándose como la Diosa. Incluso podría habernos ordenado como una princesa. Pero ella no hizo nada de eso. Sólo para proteger nuestro orgullo, ¡incluso bajó la cabeza por nosotros! ¡Está claro como el día en que trató de hablarnos en igualdad de condiciones como un ser humano! ¿Qué más necesita hacer para demostrar su sinceridad?

Los padres de Rolf dejaron de quejarse.

La gente a su alrededor lo miraba con caras de sorpresa y admiración, pero nadie pronunció una sola palabra. Eso se debe a que el asunto no era algo tan sencillo como para que pudiéramos aceptarlo inmediatamente, ni tampoco era algo como una broma de un niño podrido que pudiéramos ignorar tan fácilmente.

Las palabras de Rolf tenían peso.

En respuesta al deseo de Marie, dio una respuesta tan adulta y sincera que era difícil pensar que provenía del mocoso número uno del pueblo. No había una forma fácil de negarlo.

—Yo… ¡Y-Yo también!

Lily fue la siguiente en levantar la mano.

Aunque tartamudeó un poco.

—A mí también me gustaría seguirla… si me dejas.

Lily miró fijamente a los ojos de Marie mientras contenía sus lágrimas.

El hecho de que no pudiera hablar con el corazón, era probablemente frustrante, así que se agarró ambas manos al pecho y sacudió fuertemente la cabeza. Las lágrimas que había estado conteniendo fluyeron y reflejaron la luz de la mañana. Brillaba tanto como sus ojos.

—No, aunque no me lo permitan, quiero ir, así que por favor llévame contigo. Me gustaría llamarme orgullosamente farmacéutica y llevar mi propia vida como tú. ¡Quiero crecer contigo, Marie!

—Lily…

Marie comenzó a ahogarse en sus palabras una vez que Lily dio una respuesta resuelta.

Al separar a la multitud, Marie corrió hacia donde estaba Lily y la abrazó con toda su fuerza. Lily se sorprendió, pero esa emoción fue rápidamente reemplazada por la alegría. Finalmente, una sonrisa adecuada para una chica de su edad.

Mientras las dos se abrazaban fuertemente, las expresiones de la multitud se suavizaron.

—¡¿No es la respuesta a Lily un poco diferente a la que me mostraste?!

—Bueno, hay una pequeñísima diferencia en el comportamiento diario de ambos —añadió el padre de Rolf, mientras le daba vueltas al pelo de su hijo—. ¡Estoy seguro de ello!

—¡No hay ninguna diferencia!

—Para ti, hablar con Marie como lo hace Lily es una quimera. ¿Qué tal si primero trabajas en tus modales, mocoso de mierda?

—¡Cállate!

La risa estalló por todas partes y la atmósfera se volvió más ligera.

Lily y Marie se miraron antes de reírse con todos. Fue un espectáculo natural y pacífico. Sin embargo, nunca sabríamos lo que pasaría en su lugar si ella hubiera elegido engañar al clan.

Es realmente un milagro.

La cuestión era, o bien dividirse o destruirse. En cualquier caso, ambos tenían un futuro sombrío. Pero Marie bajó y se encargó de todo en un solo golpe.

—Esto es como un milagro hecho realidad.

Mi padre, que apareció a mi lado antes de que me diera cuenta, dijo esas palabras en voz alta como si hubiera leído mi mente.

—Nuestro clan siempre ha sido conservador por naturaleza. Muchos se sintieron fuertemente en contra del cambio, por eso tuve que tomar un enfoque más enérgico. Yo creía que era la única manera. Pero eso fue un error de mi parte. Parece que desprecié demasiado a la princesa y a nuestro clan.

Con voz amarga, mi padre murmuró en voz baja como si se estuviera burlando de sí mismo.

Pero esa sonrisa irónica sólo duró unos segundos antes de dirigirse a Marie.

—Su Alteza.

Marie lo miró fijamente y se puso tensa.

Dejó ir a Lily y se volvió hacia él, esperando que continuara. En cambio, mi padre bajó repentinamente la cabeza.

—¿J-Jefe?

—Para forzarte a desempeñar un papel que dañaría tu orgullo, inclinar sólo mi cabeza no es suficiente para expiar mis pecados. Pero en todo caso, por favor, acepta mis disculpas. Siento mucho haberle involucrado en este incidente.

Marie estaba nerviosa y pronto frunció el ceño, luego sacudió lentamente su cabeza.

—No hay necesidad de disculparse… Después de todo, al final sólo pude ser fiel a mi corazón.

—Y aunque un poco inesperado, al final elegiste el camino correcto.

—¿Eh?

La sorpresa de Marie se veía en su cara.

Mi padre miró hacia arriba y vio fijamente los ojos de Marie.

—No diré que todos aquí están dispuestos a jurarte lealtad, y no puedo dar ninguna decisión en nombre del clan sin establecer primero una conferencia adecuada. Pero seguimos siendo médicos. Si hay un enfermo necesitado, estaremos ahí.

—¡Entonces…!

En respuesta a la mirada expectante de Marie, mi padre dejó salir una pequeña sonrisa.

—Sí. —Su voz baja se llenó de tanto calor que ni siquiera yo había oído antes—. Haré todo lo posible para recompensarte por respetarnos por lo que somos.

Al escuchar las palabras de mi padre, Marie se volvió hacia Lily.

Las dos estaban tan felices que se abrazaron de nuevo. Fue una escena tan encantadora que me sorprendí a mí mismo llorando.

Muchas gracias, mi querido Señor.

No te diste por vencido con nosotros. Te mantuviste firme y nos diste el final de cuento de hadas que deseábamos. Gracias.

Me alegro mucho de haberle conocido. 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido