Traducido por Ichigo
Editado por Ayanami
Después de separarme de mi hermano, me dirigí a otro destino sin volver a mi habitación.
Los techos arqueados, decorados con un intrincado estuco, las lámparas de metal fundido que colgaban de él y las magníficas columnas de los pilares eran una visión familiar. Había pasado por este pasillo que lleva al invernadero innumerables veces en el pasado.
Aun así, todo me resultaba muy nostálgico.
Solo fueron seis meses, pero seis meses, al fin y al cabo. Caminé lentamente por el pasillo con una extraña sensación en el pecho.
Llegar al invernadero me llevó el doble de tiempo que de costumbre. Le dije a mi guardia que me esperara en la entrada. Antes, si hubiera sido Klaus, me habría dicho que no y, con su buena intuición, me habría seguido al interior.
Al presionar la puerta del invernadero, ésta se abrió con un chirrido. Los olores de las plantas crecidas del interior barrieron mis fosas nasales.
La luz del sol era tan cegadora que, instintivamente, utilicé la mano para cubrirme y me moví para escapar de los rayos de luz, bajo un árbol situado a pocos pasos.
Un chico que regaba las plantas del fondo notó mis pasos y detuvo sus manos. Cuando se volvió para mirar por encima de su hombro, su sedoso cabello plateado se agitó en el aire.
Cuando sus ojos añiles me vieron, parpadeó varias veces confundido, como si no supiera lo que estaba viendo.
—¿Eh…?
Una voz aturdida se filtró de sus labios.
La regadera se le escapó de la mano y cayó estrepitosamente al suelo, derramando el contenido sobre las puntas de sus botas. Pero al joven no le importó lo más mínimo… No, fue como si no pudiera evitarlo. Mantuvo su mirada con los ojos muy abiertos.
—¡Oye, Lutz! Tienes los zapatos empapados.
Su compañero se acercó corriendo, tiró de la mano de Lutz y lo apartó del charco. Lutz, justo en el medio de la reprimenda, retrocedió unos pasos tambaleándose, probablemente estaba distraído.
—¿Qué sucede…?
Siguiendo la mirada de Lutz, Theo se volvió lentamente hacia la misma dirección. Sus ojos color rubí se abrieron de par en par en cuanto me vio.
—¿Princesa…?
Estupefacto, Theo sólo pudo soltar una vocecita.
Siguió un extraño silencio. Sólo el canto de los pájaros seguía resonando dentro del invernadero.
Pensando en ello, nuestras posiciones se han invertido esta vez, ¿no es así?
La última vez, fueron ellos dos los que se precipitaron a mi lado en el invernadero. Estoy segura de que ahora tenía la misma cara de sorpresa que ellos.
Me pregunto si ellos también sintieron ese anhelo en sus corazones en ese momento. ¿O quizás, se sientan tan aliviados como yo ahora?
Sus expresiones relajadas los delataban, como si respondieran a mis preocupaciones.
—Estoy en casa.
En cuanto dije eso con una gran sonrisa, sus rostros se derrumbaron.
Creo que los dos corrieron hacia mí al mismo tiempo.
—Esperen un…
Inconscientemente, retrocedí cuando vinieron hacia mí a toda velocidad.
¡No creo que pueda soportar que dos chicos más altos que yo carguen contra mí al mismo tiempo~!
Pero realmente no había forma de esquivarlos en este momento.
Renuncié a esquivar y cerré los ojos, preparándome para la colisión que se avecinaba.
Pero nunca llegó.
Preocupada, eché un pequeño vistazo.
—¿Qué están haciendo ustedes dos…?
Ambos se detuvieron a poco más de dos metros de distancia. Se pusieron uno al lado del otro con los brazos abiertos.
Al preguntarles qué hacían, volvieron a bajar las manos y se miraron.
—No… Es eso, ¿verdad?
—Sí… Realmente es eso, ¿no?
¿Qué diablos está pasando?
No entendí y ladeé la cabeza.
—De ninguna manera, princesa… Ahora sí que pareces una princesa.
Lutz, con las mejillas enrojecidas, se volvió hacia un lado y murmuró suavemente.
¿Ahora “parezco realmente una princesa”? ¿Quiere decir que me he vuelto más princesa?
Espera… ¿Entonces, que era para ustedes antes? ¡¿Una farsa?!
—Estaba bastante segura de que siempre he sido una princesa desde el principio, ¿no?
Mi sorpresa fue tan intensa que volví a utilizar un lenguaje formal.
Pero es la verdad, he sido una princesa desde que nací… O al menos debería haberlo sido. Sin embargo, ¡no me comporté como tal!
Y como otras chicas de mi edad, ¡juro que tengo un corazón delicado! ¡Lo tengo! ¡De verdad…!
—Espera… ¡no! ¡No es así!
Lutz sacudió la cabeza apresuradamente. Así que no quería insinuar que era una princesa de pacotilla, después de todo.
Sin embargo, no se le ocurrió nada más y se limitó a murmurar algo mientras se revolvía el pelo.
Theo, al verlo así, solo pudo esbozar una sonrisa irónica.
—Siempre has sido linda desde hace mucho tiempo, pero ahora mismo, creo que “hermosa” sería más preciso. Tanto Lutz como yo nos sorprendimos.
—Oh…
Me sentí desconcertada por su sincero halago.
Me pilló tan desprevenida que no pude dar una respuesta adecuada.
Eres demasiado genial, Theo. No ser tímido como cualquier otro chico de tu edad y ser capaz de decirle a una chica que es “hermosa” en su cara… Eso no se ve todos los días.
—Gracias… ¿a ti?
Respondí con sorprendente normalidad. No sólo eso, ¿por qué lo expresé como una pregunta? Ni siquiera me había sonrojado.
No creo que una chica que acaba de recibir un cumplido deba responder así, ¿verdad? Y, como era de esperar, Theo acabó riéndose con cara de preocupación.
—Qué refrescante. Pensé con seguridad que al menos serías un poco tímida.
—Estaba… sorprendida. Eres una persona que hablaba muy bien. ¿Quizás eres bastante popular, Theo?
—Que me diga eso una princesa que no se avergüenza ni un poco…
—Como he dicho, me tomó desprevenida. No es tu culpa. Tú también eres un chico guapo y, para colmo, eres amable. Estoy segura de que no hay ninguna chica que no quiera tu compañía.
Me apresuré a dar excusas a modo de disculpa, pero la expresión de Theo no cambió. Aunque era sutil, pude notar que estaba un poco frustrado.
—Estaba bastante seguro de que tampoco perdería en términos de apariencia, ¿sabes?
Probablemente debido a que lo dejé fuera de la conversación, Lutz se enfadó con un mohín.
Es decir, tú también eres un chico guapo, ¿no? ¿Verdad? Entonces, ¿por qué te peleas en esto?
—Más que guapo, creo que Lutz es lindo.
—Qué pasa con eso… No estoy contento incluso si dices eso, ¿de acuerdo? Habría sido mejor que me dijeras que soy guapo o algo así en su lugar.
Lutz frunció el ceño cuando lo elogié.
Theo puso su mano en el hombro de Lutz.
—Supongo que todavía no estamos cerca de los ojos de la princesa.
—Entonces, princesa, ¿qué tipo de hombre te gusta?
—Eh… Me gusta más alguien varonil… ¿Si eso tiene sentido?
Respondí porque me hicieron la pregunta, pero honestamente, ¿por qué estamos todos aquí hablando de esto?
¿No nos hemos visto en medio año y esto es de lo que querías hablar? No hay nada malo en hablar de la pareja ideal de uno, pero ¿no hay un tema mejor para hablar que éste?
Theo estaba desconcertado por algo, pero luego murmuró en voz baja:
—Ya veo.
—Parece que estamos perdiendo el tiempo, aunque se supone que es nuestro reencuentro emocional, ¿no?
—Definitivamente es importante… Bueno, quizás no para la princesa que acaba de regresar de un largo viaje, supongo.
Lutz negó con la cabeza, antes de murmurar algo con una cara de preocupación al final.
—¡No, no! Hemos estropeado por completo este reencuentro, ¿verdad? —Exclamé.
Theo, con las manos detrás de la cabeza, rompió a sonreír.
¿Es mi imaginación que tienes una mirada de suficiencia bajo esa sonrisa tuya?
Bueno… Está bien, supongo.
Qué conversación tan relajada y despreocupada.
Sería triste que fuera la única que se sintiera a gusto en momentos como éste.
Cuando nuestros ojos se encontraron, la mirada de Theo se suavizó.
—Permíteme que lo repita: Bienvenida a casa, princesa.
—Eh… ¡¿Estamos haciendo esto ahora?! Eh… ¡Bienvenida, Alteza!
Empujando a Theo a un lado, Lutz dijo su parte e hizo una reverencia.
Qué lugar tan animado y reconfortante.
Estoy muy contenta de haber vuelto por fin.
—Sí, he vuelto.