La Princesa derriba banderas – Capítulo 148: El viaje al Norte de la princesa reencarnada (2)

Traducido por Ichigo

Editado por Ayanami


El imponente fuerte de piedra que se extendía sobre el telón de fondo de un cielo invernal helado estaba rodeado de una atmósfera pesada.

Quizás, lo sentía así porque el fuerte carecía de decoraciones exteriores, o quizás se deba a que la nieve había cubierto gran parte de la zona. En cualquier caso, a diferencia de la tranquila serenidad de la capital real, el aire de este lugar estaba tan cargado de tensión que no pude evitar ponerme rígida.

La serenidad y profesionalidad de los caballeros, así como la dignidad con la que nos saludaban no me ayudaban en nada.

Será mejor que, mientras esté aquí, me mantenga alejada de ellos.

Aunque estaba bastante nerviosa, reuní todo el valor que pude dentro de mi corazón. Pero cuando entré en la habitación contigua, no pude ocultar mi sorpresa al ver que el ambiente era más ligero y cálido.

—Ha pasado mucho tiempo, ¿eh? Asesino de damas.

El Comandante de la Guardia Fronteriza golpeó el hombro de sir Leon con una alegre sonrisa, un mundo aparte de las pétreas expresiones de los caballeros de antes.

Por no decir que no se contuvo en absoluto.

—Estás ante una princesa.

Se quejó sir Leonhard, con las cejas fruncidas, pero el comandante se negó a cambiar de actitud y se limitó a ofrecerme un simple “Disculpe”.

—He oído que Su Alteza Real es una persona de gran corazón. Estoy seguro de que no le importaría un pueblerino maleducado como yo. ¿No es así?

Lo dijo con un guiñó, y en lugar de contenerse, se rió aún más fuerte.

Tiene una personalidad bastante dinámica, pero parece ser una buena persona.

—No me importa.

Asentí con una sonrisa y obtuve un “¿Ves?” a cambio, mientras le lanzaba una mirada infantil a Sir Leonhard.

El hombre tenía cabello dorado recortado y ojos claros de color avellana. Unas cejas fuertes y un puente nasal alto que se adaptaban bien a su fuerte personalidad y reflejaban adecuadamente su firme voluntad. Sus rasgos profundos, su piel bronceada y su temperamento alegre me recordaban a los hombres sudamericanos de la Tierra.

Su cuerpo era más grande y parecía más musculoso que el de sir Leonhard. El uniforme de la guardia, que ya era más pequeño que el de un caballero, se abría un poco en las costuras.

El Comandante de la Guardia Fronteriza, y un viejo amigo de sir Leonhard… Ernst von Lieber.

Al parecer se conocen desde sus días de aprendices de caballero.

El afable Comandante Lieber y el cariñoso sir Leonhard hicieron buenas acciones cuando se conocieron, y hacían cualquier cosa juntos. Cuando se trataba de entrenar con la espada, se decía que el oponente de sir Leonhard no era otro que el comandante.

Puede que sir Leon tenga ventaja en términos de agilidad, pero el Comandante Lieber era superior cuando se trataba de poder bruto.

Sus comportamientos de entrenamiento se inspiraron en ellos; he oído que la clase de graduados de sir Leonhard y el Comandante Lieber estaba llena de gente muy capaz, todos arrastrados por ellos dos. Y eso es todo lo que dicen los reportes que me dieron.

Por cierto, toda esta información me la dio el asistente que había sustituido a Klaus. Era tan fanático de Sir Leonhard que había reunido más información que yo. Sinceramente, tenemos tantas cosas en común que realmente quiero ser su amiga a nivel personal.

—¡Como siempre, este tipo es un manojo de nervios!

—Mira quién habla…

Sir Leonhard, que recibió repetidas palmadas en la espalda, solo pudo responder con un gruñido. Pero esa fría actitud no hacía más que demostrar la profundidad de su amistad.

—Pero, ¿por qué sigues soltero? Si no te casas pronto, el número de pobres señoritas que piensan que tienen una oportunidad no hará más que aumentar, ¿sabes?

Owwie. 

¡Aquí hay una pobre dama, Comandante!

—Eso no es asunto suyo.

Contestó amargamente sir Leonhard.

¡Sí! ¡Sí! ¡No metas las narices en los asuntos de los demás!

Si el señor Leonhard decidiera de repente… “Hm, ¿por qué no me establezco ahora mismo?”, ¿cómo va a responsabilizarse de ello?

Seguí haciendo comentarios silenciosos mientras continuaban su conversación amistosa.

—¡No me digas que crees que es una pérdida de tiempo! Nada supera la felicidad que se siente cuando una chica te recibe en casa, ¿sabes?

El comandante Lieber tiene una esposa realmente hermosa, o eso he oído.

Como su esposa tiene una constitución débil, el comandante Lieber, cuando fue nombrado para venir a la frontera norte, optó inicialmente por dejar a su esposa en la capital real, donde sería mejor para su cuerpo.

Pero ella declaró: “¡No quiero estar lejos de ti!”, y lo siguió. Qué pareja tan encantadora. Es envidiable.

—Solo dile a Su Majestad que quieres sentar cabeza. Tu hijo, sea niño o niña, seguramente traerá grandeza al reino.

—Eh-.

Esas palabras me hicieron despertar de repente.

¿No sería trágico si tuviera que animar a alguien que me gusta a casarse con otra mujer?

Si va a tener un hijo me encantaría… ¡Ayo, ayo, ayo! Como siempre, mis pensamientos se alejaron demasiado de lo que se esperaba de una princesa. Lo siento mucho por ser una chica tan desvergonzada. Sin embargo, lo que no me gusta, no me gusta.

Y aunque no sea su superior real, ¿si lo dijera en voz alta no sería catalogado como acoso sexual?

Varias palabras y frases se arremolinaron en mi cabeza, pero ninguna salió de mis labios.

Por un momento, me inquieté, sin saber si era capaz de dar siquiera una respuesta decente a esta situación, pero repentinamente una sombra se proyectó ante mí. Cuando volví en mí y levanté la cara, vi la espalda de sir Leonhard.

—Ernst. No te perdonaré si sigues siendo descortés con Su Alteza.

Sir Leonhard, interponiéndose entre él y yo, habló en un tono bajo. Si no es mi imaginación, creo que está bastante enfadado.

No podía ver su cara desde donde estaba. Sin embargo, a través de las solapas de la túnica de sir Leon, vi al comandante Lieber visiblemente sorprendido.

Sus ojos color avellana estaban muy abiertos.

—Ya veo…

El comandante Lieber se dio una palmada en la rodilla.

—¡Ya veo! ¡Ya veo! Parece que me he descuidado.

—¿De qué estás hablando…?  —Le preguntó sir Leonhard, que acababa de soltar otra carcajada. Yo también quiero saberlo. ¿Cómo es que la conversación ha derivado hacia ese tipo de humor?

—No, nada. A menudo me dicen que puedo ser bastante desconsiderado e incluso insensible, y es absolutamente cierto. Lo siento mucho, Su Alteza. Por favor, disculpe mis malos modales.

El comandante se arrodilló ante mí y me tomó la mano, pidiéndome perdón, pero sinceramente parecía exultante.

No se me ocurría una razón para que lo hiciera o se viera tan feliz como lo hacía, pero logré asentir con la cabeza.

—Por favor, no te preocupes demasiado por ello.

No podía entender la razón por la que se disculpaba, así que todo lo que pude decir fue una respuesta vaga, pero al comandante Lieber no pareció importarle en lo más mínimo.

—Muchas gracias. Después de todo, Su Alteza es realmente una persona de gran corazón. ¿No es así?

El comandante Lieber me dio las gracias, antes de volverse hacia sir Leonhard para confirmarlo.

Sin embargo, sir Leonhard se quedó mirando al Comandante Lieber mientras fruncía el ceño.

—Eso no significa que pueda hacer lo que quiera.

—Lo sé. Es culpa mía.

Sir Leonhard suspiró tras un breve silencio.

—No habrá una segunda vez.

Con el asentimiento final del comandante Lieber, la expresión de Sir Leonhard volvió a la calma a la que estaba acostumbrada.

Me di cuenta de que había estado conteniendo la respiración todo este tiempo y dejé escapar un suspiro.

Después de eso, pasamos a lo que habíamos venido a discutir en un principio: la información sobre las aldeas.

El rostro del comandante Lieber se transformó en una expresión seria cuando comenzó a explicar un mapa que se extendía ante nosotros. Al final, todavía no tenía ni idea de por qué se había disculpado.

Ichigo
Ay, a mi también me interesa saber qué pasó. ¿Sir Leonhard estaba celoso, o solamente se enojo por qué habló así delante de la princesa y es sobreprotector con ella? Qué dilema uwu

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