La Princesa derriba banderas – Capítulo 156: El día libre de la princesa reencarnada

Traducido por Ichigo

Editado por Ayanami


A la mañana siguiente.

Me vi en el espejo con unas maravillosas bolsas alrededor de los ojos.

Cuanto más intentaba dormir, más difícil me resultaba cerrar los ojos, y contar ovejas resultó inútil. Al final, no fue hasta que el cielo se iluminó que por fin tuve ganas de dormir un poco. Estoy muy cansada.

La ventisca de ayer parecía una mentira con este tiempo soleado, así que me había preparado para salir, pero nevó mucho más de lo que esperábamos y nuestros planes tuvieron que posponerse para mañana.

A decir verdad, estaba salvada. Si me dormía como un saco en el viaje, sólo le causaría más problemas a los demás.

Hacia el final del desayuno, me informaron que el comandante Lieber había regresado.

Salí a saludarlo. Aunque el cielo estaba despejado, el viento helado se llevó de un plumazo toda la somnolencia de mi nebulosa cabeza.

¿La nieve tiene unos treinta centímetros de espesor? Un estrecho camino de menos de un metro de ancho tallado en la nieve conducía hasta la puerta principal.

Una gran figura encapuchada podía verse pasando por las puertas. Probablemente era el comandante. Parecía estar entregando las riendas a sus subordinados.

Cuando se bajó la capucha a la espalda, la nieve que había estado sobre él cayó, revelando un rostro de aspecto fuerte debajo. Pude ver que tenía una complexión terrible incluso desde la distancia y que llevaba una mirada dura en el rostro.

Me preocupé un poco y miré a Sir Leonhard, que estaba a mi lado, sólo para encontrarme con un aire igualmente sombrío, así que desvíe la mirada.

El comandante Lieber, con esa terrible expresión, nos dio la espalda. Sólo entonces, me di cuenta de que había otra persona además de él. La otra persona, oculta bajo las sombras de la puerta, iba montada en un caballo, así que, tal vez, sea un familiar suyo. Sin embargo, no pude ver su rostro bajo la capucha.

Después de decirle algo a esa persona, se volvió y finalmente se fijó en nosotros.

El comandante Lieber se acercó y nos saludó con un “Buenos días”, disculpándose, las bolsas bajo sus ojos rivalizaban incluso con las mías.

—Me disculpo por haber estado ausente ayer. ¿Tuvieron algún problema mientras estuve fuera?

—Nada en particular. Todo el mundo se comportó como debía. Más que eso, su esposa…

Nada más oír la palabra, los hombros del comandante Lieber se estremecieron.

Me tragué involuntariamente las palabras mientras el sudor me recorría la espalda.

—La verdad es que…

Tras un pesado silencio, el comandante Lieber abrió la boca. Esperamos a que continuara con una mueca.

Tragué pesadamente.

—Mi mujer me quería tanto que no quería separarse de mí, así que llegué tarde.

—¿Eh…?

Un sonido estúpido escapó de mis labios.

El Comandante Lieber entonces se rió a carcajadas, aparentemente en respuesta.

—¿Hu… Huuuh…?

—Lo siento mucho, pero te veías tan linda, Marie, que tuve que hacerlo.

—Ernst…

—No, lo siento. Perdóname. Sabía que era algo descortés, pero no quería lastimarte.

Al oír el suspiro de Leonhard, el comandante Lieber se puso a la defensiva con las manos delante de su cara.

No sé qué está pasando, pero ¿se estaban burlando de mí?

El comandante Lieber se disculpó por sus acciones, aunque no puedo evitar pensar en un zorro travieso al ver su cara.

—Hice algo horrible a pesar de saber lo preocupada que estabas. Pero por favor, no lo estés.

Ah, por fin entendió que estaba visiblemente preocupada.

Antes tenía una expresión adusta en mi rostro, por eso hizo lo que hizo a propósito. Pero en lugar de sentir pena, ahora estaba más preocupada.

¿El estado de su esposa era realmente bueno?

—También me disculpo por tener prisa en este momento. Como mi familia me está esperando, me excusare después de entregar los documentos.

—¡Por favor, espere!

El comandante Lieber, que estaba a punto de irse, se detuvo rápidamente.

—¿Señorita Marie?

—Tengo un conocido que es un farmacéutico muy capaz. Pronto llegará a Nebel, ¿podría permitirle reunirse con su esposa, aunque sea una sola vez?

Ante la pregunta desesperada, el comandante Lieber me miró a los ojos.

Sus redondos ojos de color avellana se entrecerraron lentamente, luego me dedicó una sonrisa solemne, muy alejada de su alegría habitual.

—Muchas gracias, pero sólo la idea es más que suficiente.

No pude insistir más en el asunto después de un rechazo tan sincero y amable por su parte.

Sir Leonhard miró en silencio la espalda del comandante Lieber mientras se marchaba.

♦️ ♦️ ♦️

Ese día, sir Leonhard dijo que estaría quitando la nieve con los caballeros, así que decidí leer el material que me había prestado el Vicecomandante Walter como ayer.

Había pensado que el vicecomandante Walter sería quien me acompañaría hoy, pero resultó que el comandante Lieber, que había acumulado una montaña de papeleo mientras estaba fuera, se encargaría en su lugar.

El sonido de la pluma del comandante Lieber resonó en toda la sala.

Aunque estaba leyendo el material, hacía tiempo que no encontraba nada significativo. Sólo repetía las mismas partes una y otra vez.

—Su Alteza.

—¿Sí?

En el momento en que suspiré, una llamada hizo saltar mi cuerpo.

Mi respuesta fue tan embarazosa que tuve que taparme la boca con ambas manos. Cuando levanté la mirada, me encontré con el comandante Lieber, que se reía a pesar de parecer un poco preocupado.

—¿Te he asustado?

—Sólo un poco…

¿Qué quieres decir con “un poco”? Exclamé en mi corazón.

¿No estabas demasiado asustada hace un momento?

—Me estoy tomando un pequeño descanso, ¿te gustaría acompañarme?

—Por supuesto, pero ¿está bien que deje su trabajo así?

Por casualidad, ¿está tratando de ser considerado por mi estatus superior?

Cuando respondí que no quería ser una molestia, el comandante Lieber se rió a su vez de mi malestar.

—Tengo muchos subordinados ejemplares bajo mi mando, así que no pasa nada si me salto un poco aquí y allá. Hay aperitivos y té disponibles. Aunque no tenemos ningún dulce elegante, en su lugar puedo ofrecerte algunas historias del pasado de un anciano mientras tomamos algo.

Añadió una risa más mientras decía eso. Era una risa sincera, parecida a la de un niño que trama una travesura.

No pude dejar pasar la tentación de escuchar las viejas historias de Sir Leonhard y asentí antes de darme cuenta.

Para cuando terminé de acomodar los diarios, el comandante Lieber volvió con un juego de té presentado en una bandeja. A continuación, preparó hábilmente el té con sus robustas manos. Un líquido de color marrón rojizo se vertió exactamente en el sexto minuto de reposo en una taza de té de porcelana pálida.

Tenía un olor ligeramente dulce con un tono más oscuro, por lo que posiblemente eran hojas de té de Assam. Cuando me preguntaron si quería leche y azúcar, asentí sin dudarlo. Después de todo, el té de Assam se sirve mejor con leche.

—Gracias por la bebida.

Al tomar un pequeño sorbo, el aroma del fuerte té negro, incapaz de ser enmascarado por la leche, recorrió mi nariz. La dulzura y la intensidad estaban perfectamente equilibradas. El limpio regusto era sólo la cereza del pastel.

—Está delicioso. Es muy hábil preparando té negro.

Cuando lo elogié de todo corazón, el comandante sólo pudo rascarse la cabeza tímidamente.

—Por favor, no piense que soy lamentable por esto, pero en realidad, fue sólo porque a mi esposa le gusta que aprendí desesperadamente a preparar té.

—¿Cómo que lamentable? Creo que esto es digno de elogio.

—Muchas gracias. Hablando de eso, Leonhard es sorprendentemente torpe, así que no es muy bueno en estas cosas.

¿Oh~? —murmuré con una voz que incluso yo sabía que era asquerosamente melosa.

—No es que no sepa cocinar, sino más bien que es malo con el trabajo fino y delicado. Siempre acaba teniendo un sabor peculiar. La sopa que hizo una vez tenía enormes trozos de ingredientes espolvoreados y el sabor no era demasiado fuerte. No está exactamente mal, pero tampoco era algo de lo que presumir, así que me resultaba bastante difícil intentar describirla. A pesar de haberse criado en una buena casa, a menudo decía cosas como: “Estaré bien si tengo arroz para comer”.

¿Así es como se llama la comida de un hombre? Sabor fuerte, salado y dulce, sobre todo carne, sencillo de cocinar: ¿el tipo de comida que revitaliza a cualquier hombre? 

Me pregunto si es por mi gusto que lo encuentro seriamente lindo.

—Su linaje es bueno, por no hablar de su amplia gama de talentos. Si eres un hombre, nunca serás popular a su lado. Todas las chicas de su edad siempre se sintieron atraídas por él, pero quizás sea por su afabilidad, que los demás hombres solían mostrar admiración y no celos.

Si hubiera nacido el mismo año que él, sin duda habría entrado en una especie de club de fans. Aunque no es que ahora sea diferente.

—Como pensaba, después de todo es muy popular entre las mujeres.

—Podría decirse que sí, pero el hombre mismo en ese entonces era… Ah.

El comandante Lieber tropezó después de llegar a cierto tema. Tal vez, no era algo que debía contar.

—Una vez me dijo: “Mi comportamiento en mi adolescencia estuvo lejos de ser ejemplar”. 

Le dije al comandante Lieber, que ahora estaba visiblemente sorprendido.

Con la sorpresa persistente, parpadeó un par de veces antes de golpear sus rodillas en señal de alegría. Después de eso, el hielo se derritió entre los dos.

—¡Así que hasta eso le ha dicho! —Murmuró felizmente el comandante Lieber. Parecía realmente emocionado.

Quise preguntar a qué se refería, pero su sonrisa pronto se transformó en la de un mocoso travieso.

—Seré franco, entonces. Sin duda, no era un buen novio. Por supuesto, no es que fuera infiel o violento, en ningún caso ocurría. De hecho, era el perfecto y atento caballero. Cuando esas chicas empezaron a salir con él, estaban encantadas desde el fondo de su corazón porque eran realmente las más felices del mundo. Sin embargo, las mujeres son sabias y pronto se dieron cuenta de que la otra parte no compartía ni de lejos la misma pasión que ellas.

Escuchar la historia del comandante Lieber me recordó a la prometida de Sir Leonhard.

Ella lo amaba, de verdad, pero estaba claro quién amaba más al otro, y eso sólo la hacía sufrir. Al final, lo dejó.

—No hay nada digno de mención cuando se trata de su vida amorosa. No hay ninguno de los sentimientos más feos y desordenados como el apego o los celos, así que si una mujer pusiera a prueba su amor amenazando con romper, él estaría dispuesto a sostenerle la mano. En mi opinión, eso no es digno de llamarse “amor” en primer lugar. Es divertidísimo que ese hombre nunca haya experimentado su primer amor a pesar de haber subido la escalera hasta los treinta años.

Seguramente dijo algo terrible.

Sin embargo, el comandante Lieber no había mostrado ninguna mala intención, como el ridículo o el desprecio. Sus ojos color avellana sólo estaban llenos de preocupación, al contrario de su tono.

—Leonhard von Olsen es un hombre más que problemático. A pesar de eso, ¿todavía está bien con él?

Casi escupí mi té, pero logré contenerlo.

Tal vez, mis sentimientos hayan sido descubiertos, pensé en un principio, pero tal vez era incluso más de lo que había imaginado.

El comandante Lieber sonrió mientras levantaba la cara y se aclaraba la garganta.

—Es joven, guapa e inteligente. Es usted encantadora y sincera. Con sólo una sonrisa, estoy seguro de que tendría a numerosos hombres en fila, todos rogando por su amor. Y estoy seguro de que entre ellos habrá un individuo amable y con talento de la categoría adecuada. Incluso si no se involucra con ese hombre, creo que podrá encontrar la felicidad.

Mirando la cara del comandante Lieber, me dio la impresión de que me preguntaba si estaba bien con Sir Leonhard, en lugar de aconsejarme que dejara de quererlo.

Bien o no, no somos pareja en primer lugar. Es simplemente mi amor unilateral y no correspondido, y la posibilidad de cumplirlo es abismalmente baja.

Pero, es demasiado tarde para hablar de todo eso ahora.

—Creo que la situación es un poco diferente.

—¿Hm?

—No quiero un esposo que me ame. Deseo ser la esposa de quien amo.

Básicamente le dije que no tenía sentido si no es Sir Leonhard.

El comandante Lieber se puso rígido con la boca entreabierta en lo que me pareció una decepción. Cuando sus ojos dilatados volvieron a la normalidad, finalmente se relajó. Se puso una mano en la frente y murmuró: “He perdido”, antes de soltar una sonora carcajada.

—Es una buena mujer. ¡Tanto que podría haberme enamorado de ti si no hubiera conocido antes a mi esposa! —dijo con un guiño.

El comandante Lieber es un buen hombre.

Me gustaría poder hacer algo por él y su esposa. Si pudiera ser su fuerza de alguna manera…

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