La Princesa derriba banderas – Capítulo 165: El grito de la princesa reencarnada (3)

Traducido por Ichigo

Editado por Ayanami


Los dos, con la boca entreabierta, tenían miradas estupefactas salpicadas en sus rostros.

Estaba cometiendo un gran error al no darme aires delante de mi amado Sir Leonhard, pero eso apenas tiene importancia ahora.

Me volveré loca si no doy rienda suelta a toda esta rabia embotellada en mi interior. 

—¡¿Qué quieres decir con que el papel de Sir Leonhard es matarte?! ¡¿En serio crees una historia de tercera categoría como esa?!

El papel actual de Sir Leonhard, su deber actual, es protegerme. Volverse loco y limpiar el suelo con su amigo de la infancia no cuenta. Es algo que hizo en el impulso del momento por su cuenta.

—¡Si lo conoces desde hace tanto tiempo, ya deberías saber que Sir Leonhard es muy amable! ¡¿Sabías que te aprecia como su amigo de toda la vida?! ¡¿Cómo pudiste hacer algo tan cruel…?!

Estaba celosa de la atmósfera ligera y el tono amistoso que usaba cuando estaba con Sir Leonhard.

Porque sabía muy bien en mi corazón que yo nunca podría llegar a ese extremo, aunque llegara a pasar muchos años con él.

Pero al mismo tiempo, me alegraba de que por fin Sir Leonhard tuviera un amigo con el que pudiera hablar y confiar cualquier cosa.

Mis uñas se clavaron en las palmas de mis manos.

—¡Traicionar a Sir Leonhard y dejar una cicatriz en su corazón, ¿quién te crees que eres?! ¡¡No actúes de forma tan consentida!! ¡Aunque el mundo entero te perdone, yo definitivamente no lo haré!

No sé si dedicar todo en tu vida hacia una sola persona se considera malo.

Pero eso no significa que se te permita herir a los que te quieren.

—¡No arrastres a Sir Leonhard a tu propio estúpido acto de suicidio egoísta! ¡Si deseas morir, puedes ir y morir solo!

Me desahogué de golpe y al final me faltó el aire.

Nadie dijo nada y el silencio llenó la habitación. Quizás, estaban demasiado decepcionados conmigo.

Cuando mi cabeza se calmó por fin, mi capacidad de pensamiento racional volvió a aparecer.

Probablemente, mi cara cambió rápidamente de color, pasando del rojo al azul en una fracción de segundo. No es que pudiera ver mi propia cara. Pero dejando eso de lado, no tenía sentido tratar de escapar de la situación en la que me encontraba.

¿Qué demonios acabo de decir…?

Es demasiado tarde para ponerse blanca como una sábana. Eso es porque nunca puedes recuperar tus palabras una vez que han salido de tus labios. 

No quise decir lo que dije…

Nunca quise que muriera. Aunque me subiera la sangre a la cabeza, eso no era excusa para decir algo tan horrible.

Estaba profundamente consternada y no se me ocurría una forma de desatar esta situación. Había pensado en disculparme, en decirle directamente mis sinceros pensamientos, pero el momento me parecía demasiado incómodo, teniendo en cuenta lo que acababa de hacer.

¿Qué debería hacer? ¿Qué medidas debería tomar?

Por el momento, ¡deseo que alguien haga algo con este silencio asfixiante!

¿Me pregunto si mi deseo ha llegado a alguien? Porque de repente una risa resonó y acabó con el silencio que había llenado la sala.

Aquella voz inicialmente modesta se hizo cada vez más fuerte. Cuando giré la cabeza, encontré a Latte riendo histéricamente con una mano sobre su estómago.

Solo pude mirar estupefacta.

—Decirle a alguien que se muera solo… ¿De verdad hay una princesa que diga eso? Hay un límite para lo extravagante que se puede ser.

Ver al asesino estallar en lágrimas me dejó de piedra.

¿Qué está pasando? 

En serio, ya no puedo seguir el ritmo. 

Claro, he dicho algo ridículo. Digno de ser descalificada para ser una princesa, incluso.

Pero ¿por qué un mercenario enviado por el enemigo se ríe así…? ¿No es esto demasiado extraño? No podría inventar esto aunque quisiera. 

Sabía que se estaba riendo de mí, pero por alguna razón, no logré enfadarme.

Estaba tan confundida que mi cerebro simplemente dejó de funcionar por completo.

—Lo sabía. Nebel sí que es interesante.

Tras un breve suspiro, Latte me echó una mirada mientras se limpiaba una lágrima del rabillo del ojo con el dedo.

Sonrió mientras tomaba mi mano.

—Aquí tienes.

Lo que cayó en mi palma fue la piedra del Señor de los Demonios.

Abrí los ojos de par en par. Me gustaría preguntarle “por qué”, pero no me salió ninguna voz. Al verme mirar de un lado a otro entre la piedra y él, Latte entornó los ojos con alegría.

En el momento en que sacó un delgado cuchillo oculto bajo su capa, Sir Leonhard reaccionó rápidamente e intentó alcanzarme, pero como para no mostrar hostilidad, Latte tiró el cuchillo al suelo y levantó las manos.

La hoja del cuchillo que yacía en el suelo estaba teñida de un rojo intenso.

¿De quién es esa sangre…?

—Si el comandante que está allí es un traidor del reino, entonces supongo que yo soy lo contrario.

—¿Eh…?

Una reacción de asombro escapó de mis labios.

¿Qué quieres decir con “lo contrario”?

Latte se arrodilló rápidamente ante mí, mientras no estaba preparada, tomó mi mano reverentemente con ojos brillantes como un cachorro que quiere ser alabado, y dijo con orgullo lo siguiente:

—Como prueba de mi traición y salida de Raptor, he destruido con éxito a todos los agentes supervivientes que el Comandante del León Negro no pudo hacer.

La sangre en ese cuchillo era sin duda de un colega suyo.

Naturalmente, quería saber por qué. ¿Por qué traicionó a Raptor?

Podría haber escapado fácilmente con la piedra del Señor de los Demonios. Aunque entiendo por qué la dejaría atrás, no entiendo sus motivos en absoluto. 

Sus pensamientos eran un misterio para mí.

Mientras lo miraba fijamente, como si se tratara de una forma de vida desconocida, Latte esbozó una hermosa sonrisa que carecía incluso de una pizca de preocupación.

—Dime, princesa de un hermoso país. Si quieres, ¿por qué no me contratas?

Parecía que las cosas raras se sucedían una tras otra desde hacía un tiempo y todo ello me había abierto un enorme agujero en la cabeza.

Cualquiera… Cualquiera está bien. Por favor, ¡explíqueme qué está pasando! Mis ojos se abrieron más mientras mi cabeza lo exigía egoístamente.


Ichigo
A la pequeña princesa dejando de lado todo decoro para defender a Sir Leonhard de alguna manera, me lo esperaba. ¿A Latte traicionando su lado y entregándole la piedra voluntariamente? Ese giro si me sorprendió

4 respuestas a “La Princesa derriba banderas – Capítulo 165: El grito de la princesa reencarnada (3)”

  1. Dios!! Esta historia me tiene totalmente atrapada, no importa cuanto tiempo tengo de que empiece a leerla aun la sigo leyendo después de más de 3 años!!

Responder a Tory Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido