La Princesa derriba banderas – Capítulo 64: Las preparaciones de la Princesa reencarnada

Traducido por Yousei

Editado por Sakuya

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— ¿Qué tal este color?

Delgados dedos peinaban mi cabello. Levanté la mirada y los ojos de una hermosa mujer parada tras de mí, se enfocaba en el espejo. Podía verme a mí misma en la montura de plata del monóculo que ella llevaba en su ojo derecho.

—He hecho el color ligeramente más oscuro que el Sr. Belmar, pero el cabello de su alteza es tan suave que bajo el sol debería verse como el mismo.

En el espejo, mi cabello había sido teñido en un café un poco más oscuro que el de Klaus.

En un instante, el rostro al que estaba acostumbrada parecía pertenecer a alguien más.

Admirando lo mucho que mi propia impresión había cambiado por solo alterar el color de mi cabello, asentí.

—Gracias, lady Irene.

—No, yo soy quien debería agradecerle. Tienes mi gratitud por ayudarme con mi experimento. —dijo ella con una sonrisa mientras retiraba y doblaba la tela que había usado en lugar de una capa de peluquería.

Como sus palabras podían sugerir, el tinte usado para volver mi cabello café oscuro, era uno de sus inventos.

Por supuesto, tintes similares a la henna, índigo y similares existían en este mundo. Sin embargo, tomaba al menos cinco horas para que tomara el color. Es más, una vez que te teñías con eso, el color no saldría. No era fácil experimentar con ello. Y también olían terrible.

—Para quitar el color, por favor tome un baño caliente. El agua sola no lo quitará.

—Eso es un alivio. Me preocupaba que iba a pasar si una ola nos golpeaba y caía en el agua. —dije aceptando el jarro lleno con el tinte.

Ella sonrió irónicamente. —Más que el color de su cabello, el mayor problema sería que se cayera. Por favor manténgase dentro para que no sea arrastrada lejos.

—Actuaré de forma consecuente…

No podía decir que estaba excitada por la idea de estar confinada dentro. Estaba segura de que mis pensamientos se reflejaban en mi rostro, porque su sonrisa se profundizó.

Cuando me levanté y volteé alrededor, Lutz y Theo, quienes habían estado en silencio hasta ahora, decidieron hablar.

—Oye, tú. ¿Qué ocurre?

— ¿Huh?

—Oímos que dejarás el Reino, ¿es cierto?

Hace aproximadamente diez minutos atrás, ellos irrumpieron con la suficiente fuerza como para derribar la puerta, pero antes de que pudieran atacarme, su maestra los silenció con una mirada fría. Ellos esperaron tranquilamente en una esquina de la habitación hasta que terminamos, demostrando lo bien que habían sido entrenados.

—Es verdad. —dije.

Ellos me bombardearon con preguntas.

— ¿A dónde? ¿A hacer qué? ¿Con quién?

—Tengo negocios en Flamme e iré con Klaus.

Los ojos de Lutz se abrieron grandes de incredulidad. Con una mirada fiera en su rostro, el gritó mientras sostenía mis hombros. — ¡¿Sola con ese tipo?! ¡¡Estás bromeando!!

A quemarropa, mis oídos podrían haber explotado por lo fuerte de su voz.

— ¿Ese “tipo”? ¿De qué hay que preocuparse? —Pregunté, desconcertada. Apenas había comenzado antes de que me interrumpiera.

—O, de hecho, quiero que me digas porque nadie estaría preocupado cuando, ese completamente devoto perro rabioso, podría morder hasta la muerte a cualquiera que se te acercara.

—Lutz, cálmate. Sir Belmar no permitirá que nadie dañe a la Princesa. En ese punto deberías estar tranquilo.

Theo golpeó suavemente un par de veces en las manos de Lutz y las quitó de mis hombros. Sus palabras parecían de apoyo, pero eran bastante duras. Ese único punto… ¿significaba que nada era confiable?

—Lo que más me preocupa, Princesa, es que él será tu único escolta.

—No… se puede evitar.

Los ojos de Theo se agudizaron. — ¿Porque sería demasiado llamativo?

Su expresión y su voz eran duras. Lejos de su usual personalidad animada y agradable.

—Para ir tan lejos como teñir tu cabello, esta no es una visita oficial. Por otro lado, Flamme está muy lejos para una excursión secreta. ¿Exactamente en qué peligro estas intentando meterte?

Qué sorprendente. Theo es agudo.

Inintencionalmente, mis hombros comenzaron a temblar un poco. El pequeño movimiento no pasó desapercibido, y la peligrosa mirada en sus ojos rojos incrementó.

—Prin-

—Eso es demasiado. Tontos aprendices. —Una hermosa mano nos separó a Theo y a mí. Supervisando en silencio hasta ahora, lady Irene se paró protectoramente frente a mí. —Solo a los infantes se les permite preguntar acerca de todo lo que viene a sus mentes. Usen su cabeza un poco para pensar y hablar por sí mismos.

Ella suspiró, mirándolos con exasperación.

—La Princesa tal vez los llame amigos, y aunque eso es cierto, no significa que pueden hacer lo que quieran. Su alteza tiene responsabilidades y circunstancias que vienen con su posición. ¿Creen que puede decirles todo? Dejen de sentirse tan importantes.

Theo intentó objetar, pero se tragó sus palabras, mordió su labio frustrado.

Lutz hizo un mohín y desvió la mirada.

No quería que ella los hiciera sentir de este modo, pero honestamente, estaba muy agradecida por el apoyo de lady Irene. No había forma en la que pudiera explicarles, y no quería mentirles tampoco.

—Lo siento, chicos.

—Princesa…

—Está bien. Me aseguraré de no meterme en muchos problemas, por favor no se preocupen.

—Sus palabras no nos tranquilizan. —dijo Theo amargamente.

Era difícil discutir contra eso, pensé, sonriendo irónicamente. Sabía lo vagas que habían sido mis palabras.

Lutz frunció el ceño y miró al suelo. —Si solo pudiéramos ir contigo.

Él había crecido mucho y se había vuelto más maduro en los últimos años, aun así, estaba haciendo un mohín como un niño pequeño.

—Como aprendices de mago, no sería fácil para ustedes dejar el Reino. Les prometo que regresaré a salvo, por lo que por favor espérenme.

Parada en puntillas, acaricie su cabello plateado, fino como hilo de seda.

—No me trates como a un niño —dijo. Infló sus mejillas, pero no quitó mi mano.

Sentí que tenía a un hermanito tsundere, pensé, pero era mi pequeño secreto. Él definitivamente se enojaría si lo supiera.

—Princesa, tengo un amuleto que darte luego. ¿Lo llevarías contigo?

— ¿Un amuleto?

— ¡Ah, yo también! ¡También te daré uno!

Asi que “los amuletos de viaje” también existían en este mundo. Probablemente no eran los rectángulos hechos de tela que estaba imaginando. De cualquier modo, era feliz de estar en sus pensamientos, por lo que debería aceptarlos con agradecimiento.

—Gracias. —Les dije.

Ellos sonrieron felizmente.

—Por cierto, Princesa… ¿dónde está tu compañero de viaje? —Preguntó Theo, como si recién se le hubiera ocurrido.

—Ahora que lo mencionas. —Lutz miró a la puerta, —Ese es un guardia diferente.

—Debido a que nos iremos por un tiempo, quizá se está haciendo cargo de su trabajo. Parecía ocupado.

Miré hacia otro lado y reflexioné en el día que hablé con Klaus.

—Voy a irme de viaje, quiero que vengas conmigo, —Le dije repentinamente y asintió sin cuestionarme.

El papeleo se estaba acumulando, y también necesitaba delegarle a alguien su trabajo durante su ausencia. Aunque era extremadamente inconveniente para él, sonreía ampliamente, demasiado contento consigo mismo para mi gusto.

Debo admitirlo, estaba un poco asustada.

Ir en un viaje sola con Klaus, quien estaba muy animado, solo me preocupaba.

Alguien podría calmarlo, lloraba silenciosamente mientras recordaba su rostro animado.