La querida hermana del gran duque malvado – Capítulo 4: Eres mejor de lo que pensé, villano (4)

Traducido por Lugiia

Editado por Gia


¡Dios mío…!

Mientras me arrastro a través del Bosque de Rosas Marchitas en busca de Dietrich, veo a lo lejos una figura que se asemeja a él, por lo que me apresuro a ir en su dirección.

Este «bosque» en realidad es un pequeño jardín, el cual pertenecía a Camille, por lo que viene siendo un anexo al palacio Dalia, lugar donde vivimos Dietrich y yo.

¿Cómo fue que se le ocurrió llamarlo «rosas marchitas»?

¿Es porque el autor lo describió como el lugar favorito del villano? Aun así, el nombre es muy deprimente.

En la novela, Dietrich era un villano psicópata que odiaba estar rodeado de personas; por ende, desde su infancia, pasaba la mayor parte de su tiempo solo en este jardín.

Cuando estoy cerca a Dietrich, me doy cuenta de que el nombre de este sitio no es lo único que está marchito, sino que, literalmente, todas las plantas están muertas; en un instante, pasa de ser deprimente a una escena sombría.

Incluso les creería si me dijeran que un fantasma aparece durante las noches en este lugar.

Aunque es muy espeluznante, el escenario de este sitio en verdad se adapta al villano.

—¡Baa, baa! —exclamo «Dietrich», o al menos hago lo mejor que puedo para articular esas palabras.

Ese cabello negro, el cual parece tragarse la luz del sol, solo le puede pertenecer a él. Me arrastro hacia Dietrich como un pequeño perro de patas cortas.

—¡Baa!

Llamándolo «hermano», me acerco, pero grande es mi sorpresa al notar que no está solo.

—¡Sácame de aquí!

¿Qué es eso? ¿Una cabeza humana situada bajo sus pies?

Bueno, en realidad, lo correcto sería decir que está «atascada».

La cabeza de esa persona no brotó de la tierra como una semilla, sino que fue enterrada a la fuerza.

—¡Maldita sea! ¡Sácame de aquí, bastardo!

—Tú fuiste el primero en romper las reglas del juego, Yurick.

¿Yurick?

—¡Baa! —grito, llamando de nuevo a Dietrich mientras agarro su pierna.

Con una pala en mano, Dietrich se gira lentamente para responder a mi llamado; le doy palmaditas a su pierna y él inclina su cabeza.

—¿Por qué?

—¿Baa?

¿Se estará preguntando qué hago aquí?

—¿Por qué no puedes comunicarte mejor?

¿Qué demonios quieres que haga si no puedo hablar bien aún?

Aunque quiero expresar mi descontento en mi rostro, decido mantenerme quieta al ver la feroz cara de Dietrich, la cual no muestra expresión alguna a pesar de haber enterrado a una persona.

Hmm, creo que elegí la ruta equivocada.

No sé si debería haberme aferrado a Dereck en lugar de a Dietrich.

Ni siquiera puedo imaginar a esta persona cuidando alguna vez de su sonriente hermana.

Bueno, no sirve de nada pensarlo ahora. De igual forma, Dereck fue derrotado por Dietrich en la novela.

Esta maldita casa solo está llena de psicópatas.

Empiezo a sentirme escéptica después de haber hecho todo ese esfuerzo en arrastrarme hasta acá desde mi habitación.

—¿Qué…?

Mientras me aferro a su pierna, desde donde puedo ver a la persona enterrada, Dietrich me agarra y me levanta frente a él.

Lo primero que me inquieta es el movimiento brusco de sus manos al levantarme, haciendo que me pregunte si nunca ha cargado a un bebé.

¿Qué tan fuerte puede ser un niño de seis años para poder cargar con tanta facilidad a un bebé y no mostrar signos de tensión en sus brazos?

—¿Por qué estabas rodando?

—¡¡¡Baa!!!

Aunque me siento un poco ofendida por su comentario, tratándome como si fuera una pelota, me limito a reír sin mostrar molestia en mi rostro.

¡Soy linda! ¿No puedes ser bueno conmigo?

Deseando con todas mis fuerzas que eso se haga realidad, levanto la mirada con un brillo en mis ojos.

—¡Baa!

Con un suspiro, Dietrich frunce el ceño como si le molestara mi actitud y me acerca a su pecho.

Cuando se gira para volver al palacio, puedo ver el rostro de la persona enterrada.

Aunque está cubierto de tierra, su brillante cabello rubio con tonalidades rojizas se abre paso desde el suelo como un repollo.

—¡¿Qué estás mirando?!

A pesar de haber sido Dietrich quien lo enterró, su molestia se dirige hacia mí sin razón alguna. Mientras me limito a hacer un puchero con los labios, bajo la mirada y lo observo fulminarme con la suya.

Hmm, si pienso en una persona con esa mezcla de colores en su cabello, solo puedo recordar a…

Yurick LaGrange.

Su función en la novela era ser un personaje secundario.

Aunque los LaGrange han heredado ojos negros mezclados con rojo de generación en generación, Yurick fue el único en no poseerlos, a pesar de ser de un linaje directo.

Además, en la novela, Yurick era el brazo derecho de Dietrich cuando este se convirtió en el gran duque.

De hecho, fue Yurick quien, por orden de Dietrich, le corta la garganta a su padre, Dereck LaGrange.

Después de que Dietrich fuera sellado por el protagonista masculino, Yurick fue lo suficientemente fiel a su maestro como para tratar de rescatarlo sin rendirse.

Sin embargo, ¿por qué su leal súbdito está enterrado en el jardín?

¿Su relación era así de mala en un principio? Esa parte no se menciona en la novela, así que no tengo idea.

—¿Baa?

¿Por qué está enterrado?

Aunque hago esa pregunta inclinando la cabeza para que pueda entender lo que implican mis palabras, Dietrich no responde a mi demanda.

—Suenas como un polluelo —comenta después de un momento.

Oh, ¿entonces le gustan los sonidos que hago?

Cuando apoyo mi cabeza en el hombro de Dietrich, este se detiene.

—Bájate, ahora.

—Baa…

No debería haber actuado de esa manera solo por su comentario.

Bueno, de cualquier forma, me siento mejor al haber logrado mi propósito: encontrarme con Dietrich.

Imagino que fue mucho contacto físico a pesar de no ser cercanos.

Sin pensarlo dos veces, él me deja caer. Exasperada, cuando toco el suelo, hago un puchero con los labios.

Supongo que no soy nada linda.

En la novela, Anissa era descrita como una mujer muy hermosa, así que esperaba ser también, hasta cierto punto, una bebé muy linda; no obstante, tal y como dice Lancel, quizás soy una bebé fea.

Pensaba que los bebés eran lindos a pesar de ser feos.

Ahora que lo pienso, nunca he visto mi rostro.

Debido a que nunca he salido de la habitación, no he tenido la oportunidad de verme en un espejo. De repente, siento curiosidad por mi aspecto.

Recordaba su descripción en la novela, pero verla por mí misma son dos cosas distintas.

Por ejemplo, nunca imaginé que la belleza de Dietrich fuera tan grande.

En la novela, solo se le describe como «un hombre lo suficientemente apuesto como para ser admirado incluso por las mujeres de la familia Euclid, sus enemigos».

—Me voy.

Mientras pensaba en su apariencia, Dietrich empieza a alejarse de mí.

—¡Baa!

¡Tienes que esperarme!

Me apresuro a seguirlo, pero su caminar es muy rápido, como si sus pisadas fueran las de un adulto.

A pesar de tener piernas muy largas para un niño de su edad, no debería ser tan veloz.

Por mucho que me arrastre, no creo que pueda alcanzarlo.

¡Oh, no! ¡Si lo pierdo, no sé cuándo se presentará de nuevo esta oportunidad!

No puedo perder a Dietrich de vista.

Confiando en el pijama que cubre mis pies, empiezo a acelerar.

Sin embargo, debido a que iba demasiado rápido, me fue imposible ver el trozo de cristal en frente de mi mano.

¡Oh, Dios mío!

A pesar de que para un adulto sería solo una pequeña pieza del tamaño de un pulgar, para mí es casi del tamaño de mi palma.

Por un momento, un dolor más allá de la imaginación hace que me sea imposible gritar.

—B… —Dietrich, quien se encontraba caminando sin mirar atrás, se detiene y se gira al oír mi voz—. Bu…

Mi despiadado hermano sabe que soy su hermana, pero aún así, se queda en su lugar sin acercarse a mí.

¡Bastardo! ¡No te quedes ahí parado solo mirándome!

—Buaaa.

No creas que lloro porque tengo un pedazo de cristal en la palma de la mano.

Los llantos de los niños no se pueden controlar a voluntad, sino que son reacciones fisiológicas.

«Estoy en peligro, ayúdame». Mi llanto contiene un grito de auxilio.

Sin importar si tengo recuerdos de mi vida pasada o no, este cuerpo le pertenece a una bebé; por lo tanto, mi llanto se debe a la sangre que fluye en la palma de mi mano y al dolor inconmensurable que la acompaña.

Justo ahora, el aura gris de Dietrich comienza a cambiar poco a poco.

Aunque no se vuelve de un color rojo oscuro como la de Dereck LaGrange, de cierta forma se va enrojeciendo.

¡Oh, no! Debe estar enfadado.

Si mis recuerdos son correctos, un aura roja nunca es un buen augurio.

Es un arrebato de ira sin razón alguna.

Reúno toda la paciencia de mi cuerpo y desato un poder sobrehumano.

Aunque es difícil, incluso para un adulto, contener las lágrimas, de cierta manera logro detener mi llanto.

Si no lo hago, Dietrich me enterrará junto a Yurick.

En la novela se explicaba que Yurick tenía la capacidad de enfrentarse a los demonios de las sombras hasta cierto punto; sin embargo, yo no puedo hacerlo.

«Si no tienes poder, hazte a un lado».

Esa fue la única lección que aprendí en mi vida anterior.

Cuando una persona indefensa se resiste, solo aumenta su paliza.

—¿Por qué no lloras en voz alta…?

Supongo que es extraño para Dietrich no oír el llanto de un bebé herido.

Ante mi situación, él se sienta en el suelo mientras observa la sangre que fluye por mi palma, mis labios apretados y las lágrimas siendo contenidas en mis ojos.

¡No puedo llorar!

Si lo hago, voy a morir.

Aunque no tengo dientes todavía, aprieto los labios lo mejor que  puedo mientras lo observo.

Aquellos ojos oscuros, que parecen devorar incluso el sol, perforan mi alma.

Temo que Dietrich pueda reconocer que mi espíritu le pertenece a un adulto.

¿Cuánto tiempo seguirá observándome?

Después de lo que me parece una eternidad, él camina hacia mí.

—Si vas a morir de todos modos… —Él hace una pausa por un momento y me observa inclinar la cabeza ante sus palabras—, ¿no es mejor hacerlo lo antes posible?

Aunque ese comentario parece ir hacia mí, extrañamente es como si se lo dijera a sí mismo. Por lo tanto, no me siento mal después de oír esa pregunta.

Él extiende mi mano ensangrentada y comienza a sacar con mucho cuidado el trozo de cristal.

Cierro los ojos con fuerza mientras espero que me diga más palabras hirientes.

Sin embargo, él se limita a sacar el vidrio con cautela e incluso me limpia los ojos llorosos con la otra mano.

Aquella acción es más dulce de lo que pensaba, por lo que me hace sentir un poco rara.

Es difícil de creer que este niño se convertirá en un villano en el futuro.

—Eres una bebé muy extraña.

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