La Villana Revierte el Reloj de Arena – Capítulo 126: No hay piedad (5)

Traducido por Maru

Editado por Sharon


Hasta hace apenas un año, había sido una niña alegre que había estado cubierta de pecas, pero ahora estaba lejos del pasado, luciendo como una verdadera baronesa.

Por supuesto, algunas sirvientas envidiosas le mostraron su lealtad a Aria en busca de una vida mejor como la de Annie, pero Aria ya no tenía intención de hacerse cargo de las sirvientas que habían ayudado a Mielle en el pasado, mientras se reía del comportamiento de las plebeyas que no se habían dado cuenta de esto.

Mielle, que estaba mirando esto desde la esquina sin decir una palabra, suspiró y apartó los ojos por la ventana. En el pasado, el lugar de Aria había sido suyo, pero ahora no lo era, así que tenía una sensación de ardor.

Nadie miraba a Mielle así. No, más bien, la trataban como a un ser humano invisible. Solían adularla, y decir que Aria era una persona vulgar.

En ese momento, vio un carruaje espléndido entrar en la mansión. Supuso que debía tratarse del príncipe heredero, quien intentaba mostrar su preferencia hacia su hermana.

—¡Uh, ha llegado el carruaje de su alteza!

Otras sirvientas también alzaron la voz con los ojos bien abiertos mientras veían por la ventana abierta. Como resultado, los últimos retoques se apresuraron, y Aria pudo salir del cuarto lista antes de que él se bajara del vehículo.

—¿Has venido?

—Pensé… que bajabas del cielo.

Aria se rio un poco en su respuesta que parecía sincera y no como una exageración. A diferencia de la sonrisa pretenciosa que acaba de hacer, era sincera.

—Oh, Dios mío, mira la ropa de su alteza el príncipe heredero… —comentó una sirvienta que estaba observando la escena desde lejos a una de sus compañeras.

—¿Los dispuso como un conjunto? Es como un set.

—Creo que sí. El bordado en el cuello es el mismo.

—Entonces, ¿se lo envió como regalo a nuestra señora?

—Oh, Dios mío, con esas espléndidas apariciones, los invitados se confundirán sobre quién se va a casar.

Como dijeron las sirvientas, la ropa de Asher tenía el mismo bordado que Aria. Notándolo, ella pasó la mano de Asher, que cortésmente se acercó para dejarle tocar su cuello.

Las yemas de sus dedos tocaron el hermoso hilo de oro bordado sin ninguna desalineación. Como a ella le gustó, e hizo una sonrisa suave, la sonrisa de Asher también se hizo más profunda.

—¿Nos vamos? —le preguntó de nuevo, extendiendo la mano, y Aria asintió, abrazándolo con suavidad.  Cuando estaba a punto de acompañarla directamente al carruaje para salir de la mansión, Aria se detuvo, como si hubiera algo que se hubiera olvidado.

—Espera un minuto.

—¿Tienes algo que hayas olvidado?

—No, no es un artículo, pero es una persona.

Los ojos de Aria se dirigieron hacia Mielle, que se encontraba a poca distancia. Como si estuviera esperándola, Mielle dio un paso adelante y bajó la cabeza ante Asher.

—He decidido ir con Mielle. Es un cambio para mi estado de ánimo.

Como resultado natural, la cara de Asher, que acababa de llenarse de alegría y satisfacción, se puso rígida. Su expresión parecía preguntar por qué esa criminal interrumpía su tiempo privado con su amada.

No solo él, sino que los sirvientes rodeándolos también suspiraron y maldijeron a Mielle, que estaba tratando de intervenir entre Aria y Asher.

No importaba cuánto Aria le hubiera recomendado, debería haberla rechazado.

¿Cómo te atreves a intervenir entre nosotros que hace tiempo que no nos vemos?

Ante los fríos ojos azules de Asher, Mielle se encogió. Sólo entonces lamentó haber accedido a participar en la boda.

—¿Asher? —pronunció Aria, quien había estado esperando esta reacción desde el principio, en un tono de fingida confusión.

—¿De verdad tienes que viajar con ella en el mismo vagón? Quería ir a solas contigo.

Hasta ahora, siempre habían viajado solos, y si los acompañaban sirvientes, usaban otro carruaje. Asher la miró fijamente a los ojos y Aria se quedó sin habla por la sorpresa, porque no había creado esta situación para que pusiera tal expresión.

—¿Aria? —la llamó Asher, y ella recuperó el sentido.

—Debo haber sido un poco descuidada. Nunca había hecho eso antes. Lo siento, Mielle, pero ¿te gustaría ir en el carro de Annie? Les he ordenado que le den a Annie el carruaje más espectacular de la mansión, por lo que no debería ser incómodo. Además, terminarás mudándote con ella de todos modos.

Estaba segura de que el barón Burboom recogería a Annie, pero en lugar de señalarlo, fingió no saberlo. La responsabilidad repentina hizo que Annie pusiera una expresión sombría, pero no dijo nada y solo apretó los labios con fuerza.

¿Cómo puedo quejarme cuando me está dando el carruaje más espléndido de la mansión?

Aunque no fuera este el caso, no podría decir nada luego de ver el rostro satisfecho de Asher. En su lugar, dirigió su irritación hacia Mielle, que estaba arruinando su tan esperada cita.

—Entonces Annie, por favor cuida bien a Mielle —sonrió Aria, como si no supiera de la irritación de su doncella que quedó sin palabras por la sorpresa, y se subió al carruaje con Asher. Él, notando la sonrisa significativa que su amada dio por la ventana, le preguntó si había sucedido algo bueno.

—Sí, solo he tenido cosas buenas últimamente. Creo que seguirá siendo así en el futuro, y que pronto sucederá algo divertido —dijo Aria. Y Asher sonrió y rio mientras sus palabras lo ruborizaban.

—¿Está relacionado conmigo? —le preguntó con una mirada llena de expectativas. Esperaba que cuando tratándose del “futuro” de Aria, naturalmente sería incluido.

En su lugar, Aria negó con la cabeza, así que le mostró una expresión confundida.

—¿Qué te hace tan feliz?

—No tiene nada que ver contigo, pero creo que mi trabajo tan esperado finalmente llegará a su fin.

—Si es algo que has estado esperando…

Como sabía todo sobre la situación de Aria, omitió sus palabras. Por alguna razón, pensó que podría tener algo que ver con mantener viva a Mielle.

—Es como supones. Es una venganza por la mujer que me dio muerte. Lo último que he deseado está por llegar —continuó.

—Ya veo… ¿Puedo preguntar qué vas a hacer?

—No hay nada especial. Simplemente le devolveré exactamente lo que me hizo.

Las palabras de Aria le recordaron a Asher el pasado que había confesado y la desgracia que Mielle le había infligido. Aria solo pudo ver la verdadera naturaleza de Mielle al borde de una horrible muerte, y entendió que la situación que le costó la vida había sido creada por su hermana.

En ese entonces, se había metido en una trampa sin siquiera saber que se iba a destruir. Tan pronto como se dio cuenta de que eso era lo que Aria había preparado y esperado, tomó su mano suavemente con algo de pesar.

—¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?

—No, solo quiero que no me odies.

Aunque había muerto por culpa de Mielle, todavía estaba viva en este momento. Esto no significaba que lo que había experimentado desaparecería, pero podría tener piedad de Mielle, que no tenía nada más que perder o dónde caer.

Sin embargo, Aria no quería hacer eso. Aunque la frecuencia era más baja que antes, solía despertarse con una sensación de frío alrededor del cuello, preguntándose si ese momento fue una mentira y dudando que solo haya sucedido en sueños.

Tenía que devolverle a Mielle el mismo dolor para demostrar que este momento no era una mentira. Simplemente perder su vida no fue suficiente. Tenía que ver con claridad que no era otra que Mielle quien fue engañada por las criadas hasta enloquecer.

Así sentiría que su vida estaba en el lugar correcto, no como una mujer malvada que había terminado con su vida estúpidamente en el pasado, sino como una Aria recién nacida y reconocida.

—Como te dije, no hay forma de que te odie por eso. Más bien, estás organizando todo con tanta habilidad que me siento aliviado —dijo Asher, mientras sostenía la mano preocupada de Aria con más fuerza—. Estoy un poco preocupado de que no haya nada que pueda hacer para ayudar.

—No te preocupes. Todo va bien. Cuando esto termine, todo volverá a la normalidad.

Mis pesadillas también llegarán a su fin.

—Si me necesitas en cualquier momento, házmelo saber. Sea lo que sea, estoy dispuesto a ayudarte.

—Gracias. No te he visto en mucho tiempo, pero estoy haciendo que el ambiente sea extraño.

—No es extraño. No importa cuál sea la historia, disfruto cada momento contigo.

—Yo también.

Aria recuperó su sonrisa de nuevo y le dio una mirada iluminada. Solo podía sonreír así de brillante porque realmente estaba llegando hacia el final. Pronto todo estaría arreglado y ella tendría una nueva vida.

♦ ♦ ♦

—¡Por tu culpa!

Annie, que había sido incapaz de moverse durante un tiempo después de que el carruaje se fue, pronto expresó su ira sobre Mielle. Pensó que usaría un vestido preparado por el barón Burboom e interpretaría a la mujer noble, ¡pero tenía que llevarse a un intruso así!

—No quiero seguirte, Annie —dijo Mielle también con mucha frialdad, sin querer acompañar a Annie.

Como no podían transmitirle estas palabras a la verdadera causante de esta situación, apretaron los dientes con aguda hostilidad hacia la otra. Desafortunadamente, el barón Burboom llegó a la mansión antes de que las cosas se resolvieran.

—Estás aquí —le preguntó el barón Burboom con una mirada sorprendida, encontrándose con una gran multitud en el jardín.

—¡Barón Burboom!

Annie se apresuró a cambiar de rostro y sonrió ampliamente para saludar al barón Burboom. En esta excitante situación, los sirvientes comenzaron a observar a Annie, el barón Burboom y Mielle, conteniendo la respiración sin regresar a la mansión.

—Eres tan hermosa como pensaba.

—Gracias… Tú también te ves genial.

—Es un gran cumplido.

Luego del intercambio de halagos entre los amantes, el barón Burboom se adelantó, queriendo marcharse. Si hubiera sido como siempre, Annie habría levantado la barbilla y habría tomado su mano con una actitud jactanciosa, pero ahora todavía tendría que tratar con el asunto de Mielle.

Aria se había ido después de pedir un favor, pero Annie no podía llevarse a Mielle con ella; de hacerlo, su cita sería perturbada.

Con el silencio extendiéndose, Jessie tocó la espalda de Annie y le habló con cautela.

—Annie, nuestra señora te pidió que fueras con Mielle. No provoques problemas innecesarios… Resulta que Mielle también es una buena chica.

Habiendo estado consolando a Mielle en su angustia, terminó sintiendo simpatía por ella. Al ponerse de su lado, Annie no tuvo otra opción y, poniendo los ojos en blanco, largó un pequeño suspiro como si hubiera tomado una decisión.

—Lo siento, señor barón, pero debemos llevar a una criada.

—Ya veo. Puedes hacerlo.

Pensé que ibas a decir algo sobre interrumpir nuestro tiempo. 

A diferencia del príncipe heredero, que se había quejado y suplicado ante Aria, el barón Burboom accedió de inmediato, y el descontento de Annie creció.

—Vamos, Mielle —la llamó con voz dura, y el barón la miró con asombro.

—¿Mielle?

La mirada del barón de Burboom se puso rígida cuando vio a la mujer de los rumores siguiendo a su novia.

¿Por qué acompaña a Annie? 

No, lo que parecía estar preguntando en realidad era por qué se convirtió en su doncella.

Annie se dio cuenta de esto, pero estaba tan irritada con Mielle y decepcionada con el barón Burboom que no agregó ninguna otra explicación, y no se intercambió ninguna conversación en el carruaje hasta que finalmente llegaron a la boda de Sarah.

♦ ♦ ♦

A pesar de haber partido tarde, el carruaje de Annie y el barón Burboom llegó a la mansión del marqués Vincent antes que el de Aria y Asher. Esto se debió a que el barón Burboom, que no soportó el silencio, instó a su conductor.

También fue gracias a que Aria y Asher deliberadamente rodearon la capital una vez. Entonces Annie, que salió del carruaje de mal humor, se distrajo con el elegante carruaje que acababa de entrar en la mansión del marqués.

—Oh, Dios mío, mira ese carruaje. ¿De quién es?

—¿No es el carruaje del príncipe heredero? ¡Mira el emblema!

—¡Oh, es verdad!

—Entonces, ¿allí están su alteza el príncipe heredero y la señorita Aria?

—Esta es la primera vez que asisten a un lugar como este, ¿verdad?

—¡Estoy más emocionado!

Era bastante natural que todos los ojos estuvieran puestos en el carro más espléndido del imperio. Los visitantes que habían llegado primero clamaban por cómo se verían las dos estrellas. Una vez se reunieron, miraron asombrados la figura de Aria, que se bajó del vagón escoltada por Asher tomando su mano y no pudo ocultar su admiración.

—Oh, Dios mío… no sé si es por su mayoría de edad, pero está literalmente brillando.

—Ya ni siquiera es una mujer noble, pero ¿cómo puede ser tan hermosa?

—Esa es una belleza natural, independientemente del estado.

Miraban a Aria y a Asher mientras envidiaban sus atuendos a juego. Mirándolos desde un lugar apartados, Mielle comentó en un tono bajo para que solo Annie la escuchara.

—Ambas son plebeyas, pero ella es tan diferente a ti.

—¿Qué?

Por supuesto, Annie estaba enojada por lo que escuchó, y el barón Burboom, que no tenía conocimiento de la razón, abrió mucho los ojos la miró.

—¿Qué pasa?

—¡Eso es…!

¿Cómo puedo decir que me enfadé porque me compararon con la señorita Aria?

Era un comentario muy sarcástico pero no incorrecto. Annie se vería como una tonta si dijera la verdad. Entonces, cuando no pudo decir nada, pudo ver a Mielle sonriendo con satisfacción. Parecía hacerle feliz poder intimidar a Annie un poco.

Cómo te atreves. ¡A diferencia de ti, que caíste al abismo, ahora seré baronesa! 

—¡Mielle! La señorita Aria está aquí, así que ve a verla —dijo Annie en voz alta, teniendo una buena idea. Pronunció su nombre a tal tono que todos a su alrededor miraron en su dirección y se sorprendieron.

—¿Dijo Mielle…? —murmuró alguien, preguntando si lo que escuchó era correcto. Y Annie volvió a llamarla.

—¡Mielle! ¡Mielle! ¿Qué haces sin contestar?

Fue en un destello que los ojos de la congregación se volvieron agudos. Los ojos asesinos de todos comenzaron a enfocarse en la mujer malvada, que se había atrevido a echarle el pecado a Aria y trató de vender el imperio.

—¡Mielle!

La voz llegó a Aria, que estaba muy lejos, cuando Annie volvió a llamar su nombre en el tranquilo jardín.

Mielle palideció porque todos la criticaban y Annie sonrió con tranquilidad, como si no le incumbiera. Aria se mordió el labio y logró ocultar sus sentimientos porque sintió que iba a estallar en carcajadas ante la escena que estaba más allá de lo que había esperado.

—¡Cómo puede una mujer tan malvada estar en un lugar tan sagrado…!

—Ella no tiene vergüenza.

—No me digas que va a hacer algo para dañar a Lady Sarah esta vez.

—Supongo que eso es lo que ella está tratando de hacer. Ella se ve viciosa.

Nadie podría soportar tal torrente de abusos. Mielle, que se había puesto pálida, se agarró la cabeza y empezó a temblar como si estuviera a punto de caer, y el barón Burboom a su lado se sintió avergonzado sin saber qué hacer. Aria, que había estado viendo esto por un tiempo, se rio.

¿De qué tienes tanto miedo? En el pasado, me has criticado repetidamente. No hace mucho, invitaste a las señoritas a la mansión para insultarme o apareciste en mi fiesta de cumpleaños para avergonzarme diciendo que no te invité.

Pensando en esos recuerdos, Aria se preguntó si debería dejar que esto continúe  hasta que Mielle se desmayara, pero pronto decidió dejar el entretenimiento ocioso al ver el rostro avergonzado de Sarah.

—¡Mielle! Llegaste aquí primero. Es un tan esperado día festivo, pero no te ves tan bien —la llamó, tomando la mano de Asher, y comenzó a avanzar. La multitud le abrió un camino al verla.

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