Traducido por Maru
Editado por Sharon
Ahora que Mielle sabía que Annie ya no podía enviarla de regreso a prisión sin el permiso de Aria, decidió no escuchar lo que decía, sino pelear con ella.
—¡Estás loca! ¿A quién estás mirando? —le increpó enojada. Con la Flor Inductora en sus manos, ya no era la misma de antes.
Ese tipo de comportamiento despertó la ira de Annie, y la relación entre las dos se volvió tan mala que no podía empeorar.
No importaba cuánto lo hubiera permitido Aria, no era un acto que tuviera que hacer con su maestro frente a ella. Después de ver a Annie arremangarse como si estuviera a punto de iniciar una pelea, Aria se interpuso entre las dos.
—Annie, necesito que me ayudes a prepararme para salir. Y, Mielle, ¿puedes traerme una taza de té esta tarde?
—¿Si…? ¡Sí!
Aria siempre había bebido té, pero solo había una razón por la que le pidió que lo preparara. Era una señal para que preparase el veneno.
—¡Empezaré a prepararlo de inmediato! —le respondió Mielle con alegría.
—Que así sea.
Luego desapareció como un aire.
—¿Por qué Mielle se está preparando para la hora del té a partir de ahora?
No había visitantes, y en el mejor de los casos, Aria y algunas sirvientas estaban presentes. La expresión de Annie parecía preguntarle a qué se debía el alboroto. Sería suficiente prepararlo con algunas horas de antelación, incluso si se hacía con mucho cuidado.
—Tendremos un invitado —le explicó Aria con rostro sonriente.
—¿Un invitado?
—Sí. Mielle le hará feliz verlo.
Annie, que estaba curiosa por el comportamiento de Mielle cuando se enteró de que iba a tener un invitado, borró la pregunta de su rostro.
—Ah, es así. Por cierto, ¿quién diablos es el invitado que le gustará a Mielle? ¿Hay alguien así?
—La hay, por supuesto.
Claro, Mielle no sabe que la persona visitará.
—De todos modos, necesito tomar el té por la tarde, así que tengo que ponerme en movimiento. ¿Puedes ayudarme a prepararme?
—¡Sí, señorita! Por cierto, ¿puedo unirme a usted a la hora del té, si no le importa? Me pregunto a quién está esperando Mielle.
—Sí, hazlo. No es nada nuevo —le respondió Aria al escuchar la ingenua pregunta.
En primer lugar, la atracción principal a la hora del té no podría comenzar sin Annie. Como ella no sabía que había un plan para molestarla, la sirvienta la ayudó a vestirse mientras tarareaba.
Una vez cambiada, Aria visitó el edificio del barón Burboom. Sin embargo, no tenía espacio para avanzar ya que los invitados acudían en masa al próspero negocio del barón. Incluso había estudiantes de la academia y empresarios que querían unirse a las reuniones.
—Me da vergüenza servirla de esta manera.
El barón inclinó la cabeza y se disculpó con Aria, que abrió mucho los ojos cuando se bajó del carruaje porque no sabía que estaba demasiado lleno.
—No, a diferencia de mí, usted se ocupa de su propio negocio.
En realidad, era ella quien debía disculparse. El barón la había ayudado a esconderse desde el principio, así que era natural que también manejara a aquellos involucrados con Aria.
—Va a afectar su trabajo regular, así que será mejor que compremos un edificio adecuado.
—Estoy muy bien. No me importa —negó con firmeza, quizás preocupado por el cuidado excesivo que Aria le daba. Luego, agregó con una pequeña risa—: Me alegro de que la señorita Aria no haya traído a Annie.
—No es solo por el barón. Siento la necesidad de hacerlo. No puedo alquilar la oficina del barón para siempre.
Debido al crecimiento exponencial de su riqueza, necesitaba a alguien que la administrara; ella compraría un nuevo edificio, contrataría a alguien y él administraría su trabajo y su propiedad.
—Entonces, ¿debería investigar edificios disponibles?
—¿Tiene tiempo para hacer eso?
—Por supuesto que sí.
—Creo que no.
La voz de Annie, quejándose de que el barón estaba demasiado ocupado para verla, pasaron por su mente. No solo eso, sino que con solo ver el edificio del hombre, estaba segura que era la decisión correcta.
Aria negó con la cabeza lentamente, pensando que su lealtad era demasiado. Si le dejaba todo al barón Burboom, terminaría muriendo por agotamiento.
—Está bien. No es tan difícil y hay un edificio en el que ya he pensado. Tengo algo que hacer en este momento, así que lo compraré más tarde y decidiré lentamente.
Además, no estaba aquí para eso. El propósito era firmar un documento recomendando a una persona para cubrir la vacante en el palacio imperial. Había recibido una carta oficial pidiéndole que recomendara a aquellos que se habían desempeñado bien en la academia como funcionarios de bajo rango
Y la lista incluía a Hans, quien había muerto en un accidente de carreta en el pasado pero que ahora logró el mejor desempeño en la academia con el apoyo total de Aria y sus propios esfuerzos, y se convirtió en una persona importante de la que Aria no pudo mantenerse alejada. Además, también era cercano a Jessie.
Aria comprobó que su nombre estaba incluido en el documento, y lo firmó admirando todas las cosas que se habían cambiado a causa del reloj de arena.
—¿Lo vas a enviar al Castillo Imperial ahora mismo?
—Sí.
—Entonces envía otra carta también. Quiero que se lo envíes al príncipe heredero.
—¿A… su alteza? ¿Por qué no lo entrega usted mismo?
—Tengo una cita esta tarde, un imprevisto que no esperaba, así que quiero que los envíes a los dos.
—Ya veo.
Como el barón Burboom se había ocupado de los asuntos de Aria sin decir nada antes, esta vez también envió a su sirviente al príncipe heredero sin preguntar más.
Más tarde, mientras hablaba con empresarios prometedores sobre sus negocios y trabajaba en sus horarios, llegó su respuesta.
«Entendido. Pero estoy un poco molesto porque encontraste a alguien que no soy yo, así que te pido que lo expliques más adelante».
Aria se rio un poco en la linda respuesta, y regresó a la mansión después de terminar sus asuntos. Mielle debía estar esperando su regreso, porque fue la primera cara que vio tan pronto como el carruaje se detuvo.
—Mielle, ¿estás lista?
—¡Sí! Por supuesto. Si solo traigo el té, se acabó —asintió alegre.
—Sabes que tienes que controlar la cantidad, ¿verdad? Va a ser un gran problema si es demasiado —le susurró.
—No te preocupes —respondió con confianza—: Confía en mí.
—Bueno, tienes que tener cuidado. No sabes quién va a tomar ese té.
Mientras Aria se cambiaba la ropa y descansaba un rato, se sirvieron refrescos en la mesa del jardín en el segundo piso. Normalmente unificaban el color de las tazas a la hora del té, pero esta vez era un color diferente para indicar qué té estaba envenenado. La taza de té de Annie estaba llena de coloridos adornos florales, del estilo que sabía que le gustaría.
—No dejes que Annie vea la taza de té vacía —le pidió a Aria, ya que había envenenado el fondo de la taza de antemano.
Al escucharla, Aria entendió cuánta cantidad había puesto. Si buscaba darle dolor estomacal, habría sido difícil de notar a simple vista. Pero si le decía tal advertencia, entonces…
—Cuán arrepentida estarás cuando te enteres más tarde.
A pesar de varias advertencias, Mielle decidió hacerlo ella misma. Después de haber arruinado su propia vida tomando varias decisiones equivocadas, merecía destruirla de la misma manera.
—No es difícil.
Pan comido.
Aria se levantó de su asiento cuando se dio cuenta de que era hora, y escuchó un carruaje acercarse.
—Entonces, ¿vamos a bajar para ver la divertida vista que has preparado?
Aria dio un paso adelante, esperando ver el final de Mielle, quien había tomado una decisión tonta tras otra hasta llegar a este punto.
♦ ♦ ♦
La mesa del jardín en el segundo piso se veía demasiado pequeña para la hora del té, tal vez porque Mielle se había preparado por completo. Por otro lado, el propósito no era disfrutar de la bebida.
Aria, quien fue la primera en visitar el jardín en el segundo piso, tomó asiento después de revisar la taza de té envenenada. Por si acaso, tenía el reloj de arena con ella, ya que si sucedía algo malo, podría perder la vida.
Cuando miró la taza de té, vio un poco de agua clara que ya estaba derretida. Podía verlo a simple vista. Era suficiente veneno para matar a alguien.
No sé si no sabes el significado de una pequeña cantidad o si quieres matar a Annie.
El pecado de Annie no era tan grave. Era una tontería por su parte simplemente quitarle la vida a Annie solo porque la había estado acosando.
Cuando Aria las llamó a tomar el té después de tanto tiempo, Jessie y Annie se apresuraron a su lado. Mielle les sirvió el té fingiendo que no sucedía nada.
—Ha pasado mucho tiempo desde que tuvimos la hora del té.
—Es porque nuestra señora ha estado ocupada últimamente.
—Debes haber lamentado eso, ¿verdad?
—¡Sí! Nada puede ser más feliz que tomar el té con usted —respondió Jessie alegremente, y Annie también se echó a reír, comprensiva.
Nadie había tocado el té todavía porque Aria no lo había bebido. Mielle había estado mirando la taza de té envenenada todo el tiempo para ver cómo conseguir que Annie la bebiera. Mientras mantenía una conversación tan breve, Aria, que estaba empacando el reloj de arena que había puesto sobre la mesa, volcó la taza de té de Annie, fingiendo haber deslizado su mano.
—¡Ugh!
—¡Annie! —El té caliente se vertió en el vestido de Annie, y la sorprendida Jessie se levantó de un salto.
Mielle también estaba en una situación que nunca había esperado, así que se quedó mirando a Annie que gritaba sin saber qué hacer.
—¡Oh, Dios mío! Annie! ¡Necesitas cambiarte de ropa ahora! Mielle, ¿la ayudarás?
—¿Sí…? —repitió Mielle, sintiéndose avergonzada. Tenía que hacer que Annie bebiera el té, no entendía cómo terminó así la situación.
—¡Venga! ¡Annie se va a quemar! ¿Estás diciendo que está bien?
—¿Sí? ¡Sí…!
Pero poco después, ante la voz apresurada de Aria, Mielle ayudó de mala gana a Annie a salir del jardín.
Estoy segura de que Aria tiene algo en mente.
—¿Está bien, señorita?
—Estoy bien.
Aria respondió a la preocupada pregunta de Jessie con un asentimiento. Como si se sintiera aliviada, limpió el té derramado y limpió la mesa.
Ya es hora de que venga.
Tan pronto como Aria lo pensó, un sirviente apareció en el jardín en el segundo piso con Caín. En la carta que le había enviado había aclarado que no quería que lo mantuvieran esperando, sino que lo enviasen al jardín directamente.
Por su parte, Caín entendía que no estaba en una buena posición, por lo que no sabía por qué Aria lo había llamado a la mansión.
—Estás aquí. Te invité porque Mielle dijo que prepararía el té. Como es la primera reunión que prepara, pensé que sería mejor que te unas a nosotros —le explicó, y Caín asintió con la cabeza.
—Ya… veo.
—Siéntate. Mielle tiene un pequeño problema y ya se ha ido, pero el té ya está listo —le dijo Aria, guiándolo al asiento que Annie acababa de desocupar—. Debes haber tenido dificultades para llegar. Bebe té y alivia tu fatiga hasta que Mielle regrese.
No había un largo camino desde el Castillo Imperial hasta la mansión, por lo que no tenía fatiga, pero Caín, que se sonrojó ante la cálida bondad de Aria, asintió con calma sin responder.
♦ ♦ ♦
—Oh, casi me meto en problemas.
A pesar del té caliente que acababan de servir, Annie no se molestó mucho, porque no era otra que Aria quien lo había derramado.
¿Cómo me atrevería a enojarme con ella?
Era obvio que no se enojaría incluso si la empujara al fuego.
Además, llevaba un traje interior de tela gruesa porque todavía hacía frío, por lo que no sufrió quemaduras graves, y estaba segura de que Aria compraría uno nuevo como disculpa, muy caro y lujoso. El rostro de Annie se iluminó. Sus manos cambiándose de ropa eran ligeras y suaves.
—¿Por qué estás ahí parado tan distraída?
Al contrario de Annie, Mielle parecía confundida. Era una respuesta bastante natural, ya que se había encontrado con una situación inesperada justo antes de realizar un acto peligroso e insidioso.
Sentía la misma ansiedad cuando algo salía mal en el pasado, y comenzó a preocuparle que Aria hubiera cambiado los asientos cuando Annie se fue.
¿Qué más puedo elegir?
—Estoy bien vestida, así que volvamos —dijo Annie, una vez se aplicó los medicamentos y se cambió de ropa.
Tengo que volver rápido. Será gran problema si solicita un reemplazo porque su té está frío, pensó Mielle, y aceleró el paso.
Afortunadamente, las acciones y los pasos de Annie fueron tan rápidos que pudo regresar al jardín sin demora, y la ansiedad de Mielle disminuyó gradualmente.
—¡Señorita! Me cambié de ropa y volví.
Casi fue herida, pero mostraba mucha felicidad. Entró al jardín con una gran sonrisa, pero se detuvo con la misma postura al abrir la puerta.
—¿Eh? —sonó extraña.
—¿Qué está pasando? —preguntó Mielle, que la estaba siguiendo.
Cuando revisó el interior, estaba tan sorprendida que se olvidó incluso de respirar: allí se encontraba Caín, quien no tenía ninguna razón para estar aquí. Encima estaba en el asiento del té envenenado.
—Mielle —la saludó aliviado, sin saber lo que tenía enfrente suyo.
¿Por qué está Caín aquí? ¡Y frente a la taza de té envenenada…!
—¿Ahora estas aquí? ¿Estás bien sin quemaduras? —le preguntó Aria a Annie en tono preocupado, mirando a Mielle congelarse estúpidamente de reojo.
—¡Oh, sí! ¡Señorita! Afortunadamente, no me lastimé. Solo mi vestido resultó dañado.
Describiendo el vestido como “dañado” a pesar de solo haber sido mojado con agua caliente, Annie regresó a su asiento limpio con paso ligero.
—¿En serio? Lo siento. Es mi culpa, así que te daré un vestido nuevo.
—Oh, se lo agradezco mucho.
Era obvio para Aria que Annie estaba pensando en qué vestido pedir, pero la doncella, fingiendo que no era el caso, señaló a Caín, que estaba sentado a su lado.
—Por cierto, ¿por qué está aquí? —le preguntó.
—Oh, pensé que sería mejor que mi hermano se uniera a nosotros, ya que Mielle ha preparado este lugar durante mucho tiempo —le respondió Aria, bebiendo un sorbo del té frente a ella, y Caín asintió y la imitó.
Como resultado, Mielle, que había estado de pie como una tonta, saltó al jardín, sorprendida.
—¡No! ¡No puedes beberlo! ¡No! —gritó a toda prisa, pero ya era demasiado tarde. Esto se debió a que el té envenenado que había preparado con todo su corazón para Annie cambió de destino y atravesó el cuello de Caín.
La taza que sostenía él cayó al suelo y se rompió en el acto. El rostro de Caín palideció de inmediato. El veneno de la flor inductora, que podía matar a un ser humano en la menor cantidad si se usaba incorrectamente, comenzó a atacarlo como si se hubiera encontrado con un oponente largamente esperado.
—¡Yaaah! —gritó Annie, sorprendida al ver a Caín caer de lado, sangrando por la boca, con el sonido de una tos. Jessie palideció y dio un salto hacia atrás.
Ante una situación que nunca había imaginado, Mielle se acercó a su hermano y empezó a llorar, comprobando su estado.
—¡No! ¡Hermano! ¡Hermano! ¡¿Por qué estás aquí?!
—Mi… Mielle… ugh… Mielle…
Caín parecía estar en una situación crítica. Todos dejaron de respirar y miraron con caras de asombro mientras la sangre salía de su boca.
—¡Oh, Dios mío! ¡Alguien! ¡Que alguien le ayude! ¡Llamad a un médico! —pidió ayuda Aria, levantándose su asiento al escuchar los llantos de Mielle.
Incluso Aria, que había esperado que ocurriera una situación terrible, se quedó sin palabras por un momento porque la cantidad de veneno era significativa.