La Villana Revierte el Reloj de Arena – Extra I: En el nuevo futuro, con alguien a quien ama (5)

Traducido por Maru

Editado por Sharon


—Es bastante normal en comparación con el señor Lohan.

—¿Cuándo se convertirá el señor Lohan en una figura así y se casará?

—Desafortunadamente, ya ha crecido.

—Oh, eso es muy desafortunado.

Lohan estaba sentado en el salón donde se llevaría a cabo la ceremonia, por lo que los nobles de Croa no ocultaron sus palabras.

Como no podían entrar al Palacio Imperial, cientos de miles de plebeyos se reunieron fuera de la puerta, animando a Aria y Asher. Su cariño por Aria era suficiente para desbordarse.

Además de eso, ¿cómo no podrían apoyar al príncipe que no se preocupaba tanto por la etiqueta, y que les mostraba misericordia?

Como no tenían intención de romper la tradición por completo, Aria y Asher salieron del carro y siguieron el camino lleno de tulipanes con lentitud. El aroma de la flor fresca llenó el Castillo Imperial cuando una brisa cálida sopló.

Con la mirada cálida de cientos de miles de personas que no escatimaron en felicitaciones, y ​​de los nobles que solo habían maldecido y abusado en el pasado, caminó al lado de Asher, tomados de la mano.

¿Está bien ser tan feliz? 

Aria respiró hondo, sintiendo que su corazón se hinchaba más de lo que esperaba. Parpadeó varias veces para recordarse que no era un sueño, y comenzó a sentirse ansiosa por la presión. Sus labios se secaron por la tensión.

—No te ves muy bien. ¿Sientes algún dolor? —le preguntó Asher al verla, preocupado. Las voces de la gente eran fuertes, pero pudo escucharlo con claridad.

—No, eso no es…

—¿Entonces qué…? —volvió a preguntar con una expresión sombría.

Parecía preocuparle que hubiera cambiado de opinión al ver su lado defectuoso que nadie más conocía. Si fuera otro momento, se habría dado cuenta al instante que no era el caso, pero estaba tan nerviosa como ella. No era un matrimonio político como el de Isis, la hija mayor del anterior duque Frederick, sino una boda con la mujer que amaba. Era natural que se preocupase al verla mostrar señales de ansiedad.

Viendo estas emociones pasar por el rostro de Asher, Aria notó que él también estaba nervioso y recuperó su estabilidad. Entonces le dio una sonrisa suave y apretó con fuerza sus manos entrelazadas.

—Me preocupa que hayas cambiado de opinión —comentó con naturalidad. Quería molestarlo como siempre y asegurarle que no tenía necesidad de preocuparse, pero Asher comenzó a hablar de manera apresurada porque pensó que iba en serio.

—No sé por qué estás preocupada por eso. Por supuesto que no… no sé qué tipo de desconfianza me he atrevido a dar, pero espero que no estés enojada y entiendas mis verdaderas intenciones. Nunca voy a cambiar incluso después de que muera y mi cuerpo y mi alma se hayan ido.

—¿Incluso después de tu muerte?

—Sí.

¿Cómo puedes estar tan seguro de eso? Era una excusa e insistencia ridículas. Sin embargo, ¿cómo puedo intimidarte mucho más que esto cuando declaras eso con tanta naturalidad?

Ahora que estaban cerca del salón donde se llevaría a cabo la ceremonia, ya no podían hablar. Ella no podía entrar con él mientras se sentía nerviosa, así que sonrió.

—¡Por favor, hazlo!

—No te preocupes. Lo haré incluso si me pides que no lo haga.

Habiendo aliviado sus preocupaciones, los dos continuaron caminando y entraron al pasillo. El interior del salón era muy silencioso y piadoso, a diferencia del exterior, donde las voces de cientos de miles de personas les hacían doler los oídos.

Los nobles y funcionarios de alto rango seleccionados de otros países, y Annie y Jessie junto a sus parejas, el barón Burboom y Hans, a quienes Aria les había preparado un asiento especial, estaban presentes.

Enfocando sus ojos, Aria caminó lentamente hacia delante con Asher. Una vez que caminara hacia el podio delantero y se pusiera una tiara en la cabeza, sería reconocida como la princesa heredera. Pensando en ello, volvió a sentirse nerviosa, y su espalda se estiro. Por suerte, nadie lo notó porque su postura era elegante y digna.

Los dos dejaron de caminar en cuanto llegaron al podio. Era el destino al que llegaron después de atravesar un camino realmente largo y arduo.

Era el momento en que la mujer considerada como la más vulgar del imperio y del continente, se transformaría en la más noble.

Recordando su pasado y lo sucedido hasta ahora, Aria miró lentamente hacia donde podía escuchar el sonido de pasos acercarse, tragándose sus emociones. Quería ver al sumo sacerdote que aparecería con la tiara que había preparado.

Sin embargo, había alguien más cuyo rostro había visto antes por unos segundos apareció. Era alguien que actuaría como sumo sacerdote por primera vez.

—El Emperador… ¿Su majestad?

Lo había visto brevemente cuando ejecutaron a los traidores. No era extraño que el emperador estuviera presente, sino que lo hiciera en este momento cuando siempre había mostrado cuidado en sus apariciones.

—Supongo que mi padre finalmente se siente aliviado. Hasta ahora, ha estado dentro del castillo por temor a ser amenazado por alguno de los nobles —le susurró Asher en una voz baja solo para ella al ver su sorpresa.

Había pasado mucho tiempo desde que los traidores habían sido ejecutados.

¿No significa esto que disfrutó de una vida cómoda en el Castillo Imperial, dejando todas las tareas difíciles a su hijo? Si hubiera ayudado a Asher, los rebeldes podrían haber terminado antes.

Aria pensó que le costaría mucho enfrentarse al emperador, pero ese pensamiento suyo era tonto. Y se le ocurrió que podría haber sido infeliz porque había vivido bajo un emperador así sin saber nada.

Poco después de llegar al podio, el emperador comenzó a pronunciar comentarios de felicitación preparados por él mismo al ver a la nueva princesa heredera, la mayoría de los cuales les deseaban un futuro brillante para el imperio y su prosperidad.

Está pidiéndonos que lo hagamos en su lugar porque no pudo lograrlo, pensó Aria, y Asher le tomó la mano en secreto.

—Mi padre dijo que dimitiría pronto y dejaría la capital.

¿Está diciendo que dejará el cargo después de darse cuenta de su peso? No, al recordar lo sucedido, es justo decir que él renunciará para salvar su vida. Dicen que la era pacífica ha llegado después de derrotar a los traidores, pero pueden volver a aparecer para amenazar al poder imperial en cualquier momento.

—Dame la tiara —dijo el emperador con voz solemne después de un discurso de felicitación. Tomó la tiara de la princesa heredera de un sirviente que esperaba detrás suyo y se la entregó a Asher. Parecía bendecido a pesar de no haber ayudado a construir un imperio tan pacífico.

Tan pronto como recibió la tiara, Asher se volvió hacia su novia, quien bajó un poco la cabeza para que él pudiera ponérsela. Con mucho cuidado, como si el tiempo se había detenido, Asher colocó el accesorio en Aria con un toque cariñoso, asegurándose de que nunca se cayera.

Incluso si no lo hacía, las criadas que estaban junto a ella se asegurarían de que no pasara, pero estaba decidido a no crear tal situación.

—¡Bendito sea el nacimiento de la nueva princesa heredera! —dijo el emperador en cuanto terminaron, haciéndole saber al salón que había nacido una nueva princesa heredera.

Todavía faltaba intercambiar los anillos y beber el agua bendita, pero esta acción ya había conmovido a los presentes, y Carin, Violet y Sarah, que estaban cerca, comenzaron a llorar.

Cuando Asher y Aria intercambiaron un anillo hecho de joyas del color de los ojos del otro, incluso Annie, que había estado al lado de Aria para satisfacer su propio interés, sacó su pañuelo para secarse las lágrimas.

No escatimaron en felicitaciones por el nacimiento de la nueva princesa heredera, compañera del príncipe heredero.

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