Mi hermana, la heroína – Capítulo 31

Traducido por Sharon

Editado por Tanuki


Usamos la ayuda de Surfania para nuestro escape.

O quizás sea más acertado decir que pedimos la ayuda de la Familia Calibrachoa. Por el bien de las apariencias, Surfania pidió ir a ver el mercado de incógnito. Mishuli y yo sólo nos sumamos a su viaje.

Por supuesto, no es como si nosotras estuviéramos solas. Justo detrás nuestro hay dos sirvientes de la Casa Calibrachoa vestidos como nuestros guardias.

Tenemos una protección discreta.

Incluso las ropas de plebeyos que nos dieron para no destacar nos las dieron la Familia Calibrachoa.

Y todas estas preparaciones no las realizaron los padres de Surfania, sino su hermana.

También tomamos precauciones para que esta información no llegara a la Casa Noir.

Quizás padre lo hubiera permitido si le pedía ir al mercado de incógnito. Siempre y cuando seamos monitoreadas y protegidas por sirvientes.

Pero no creo que le hubiera dejado ir a Mishuli.

Padre es bastante suave cuando se trata de darnos lo que queremos, pero hay algunas líneas que no cruza. Esto está relacionado con el nacimiento de Mishuli, y hasta qué punto llegará para ocultar esta información y asegurarse de que ella está a salvo.

—¿Por qué estoy en un lugar como este…? El Sol es tan caliente, y estoy cansada de caminar… Quiero ir a casa… Quiero volver a leer…

Y así, le pedimos a Surfania, que sigue quejándose como la persona de interiores que es, que nos ayudara a realizar este plan.

Surfania parecía increíblemente molesta por tener que confiar en su hermana mayor. Aunque la hija mayor de la Casa Calibrachoa parecía muy satisfecha al ver a su hermana menor, que claramente está en medio de su fase rebelde, pedirle ayuda.

Aparentemente, ella suele dejar la casa disfrazada, así que pudo hacer los preparativos para nosotras fácilmente.

El resultado fue que Mishuli y yo pudimos salir exitosamente a visitar el mercado.

Y aunque esta es mi recompensa por ganar una apuesta, estoy agradecida con Surfania.

Aunque es bastante molesto escuchar sus quejas interminables mientras camina a mi lado.

—Surfania, deberías detenerte ahora. ¿No ves que estamos afuera? ¿En un mundo desconocido? Ganas si te diviertes.

—Sé sobre el mundo, lo leí en los libros. Es patético.

—Sí, sí.

Me encogí de hombros ante las palabras obstinadas de mi amiga casera.

—Bueno, ¿no dicen que todo es experiencia? Vamos a tomarnos de las manos, o podríamos separarnos.

—No quiero.

Surfania miro mi mano y frunció el ceño.

—¿Pero no ves esta multitud de personas?

—Oh, cállate. No soy una niña. ¿Piensas que podría separarme tan-? ¡Buwah!

Justo en el medio de su oración, la niña de nueve años que era Surfania fue golpeada por una mujer grande.

—Ah.

Mishuli gritó, pero esta mujer realmente es grande. Surfania se sorprendió por el golpe, y ahora hay una brecha entre nosotras.

Por supuesto, la ola de personas no ignoraría tal separación. Antes de que lo supiéramos, las personas se hicieron camino por allí. La ahora brecha aumentó más y más. No tuvimos opción de cerrarla mientras la distancia entre Surfania y nosotras aumentaba cada vez más.

—Hey, esp-

Surfania parecía oponerse desesperadamente a la corriente de personas, pero todavía sigue teniendo nueve años, además de ser una señorita que nunca deja su casa. No hay forma de que pueda vencer a la fuerte corriente de personas.

Fue empujada más y más lejos hasta que la perdimos de vista por completo.

—Hermana, creo que la Señorita Surfania se perdió.

—Quizás.

Es imposible que Surfania pueda regresar por su cuenta, y será muy difícil para Mishuli y para mí encontrarla en este mar de personas. Si las cosas continúan de esta forma, quizás nunca nos reencontremos de nuevo.

Pero en realidad, no había necesidad de preocuparse.

Miré hacia el sirviente de Calibrachoa que caminaba detrás nuestro, y quien me regresó una mirada que parecía decir “No te preocupes”.

Tan pronto como fue golpeada, uno de los dos sirvientes se apresuró hacia Surfania. Fue cuestión de tiempo hasta que la atrapó y la trajo de regreso.

Mishuli pareció notar lo que había sucedido entre el sirviente de Calibrachoa y yo, y se veía aliviada.

—¡Ah! La Señorita Surfania, ella está…

—Está de vuelta…

No pasó mucho tiempo antes de que el sirviente apareciera con Surfania de la mano. Y esta es, por supuesto, la razón por la que la voz de Mishuli se agudizó cuando la vio.

—Oh, odio esto… Quiero ir a casa…

Quizás se asustó después de separarse una vez, pero ahora Surfania está lloriqueando y quejándose con ojos húmedos.

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