No quiero ser amada – Capítulo 60: La tumba de madre

Traducido por Maru

Editado por Sharon


La sorpresa y el desconcierto dejaron a los sirvientes asombrados. Sus corazones se sacudieron mientras miraban la cara de su rey, antes de bajar rápidamente la cabeza.

Jeffrey rara vez lucía conmocionado. Esta vez lo estaba.

—¿Mi señora se convertirá en la reina de este país?

—Sí —respondió Igor, luego miró a Rihannan y le dijo—: Dije antes que estamos con poco tiempo. No puedo darte mucho tiempo. ¿Crees que terminarás en una hora?

Rihannan asintió con la cabeza.

—Sí, eso es suficiente. Aprecio su consideración.

—Bien. Entonces… —Igor levantó su pie y se movió hacia cierta dirección.

Los sirvientes suspiraron aliviados y enderezaron sus espaldas cuando ya no estuvieron de pie ante su presencia.

Rihannan sonrió amargamente.

—Así son las cosas. Entremos por ahora.

Rihannan le transmitió a Jeffrey los tristes y desalentadores eventos que ocurrieron en Crichton. Pronto descubrirían… que el rey y los nobles de Crichton la entregaron como un peón a cambio de evitar la guerra.

Bajo la dirección del mayordomo, ella miró alrededor de la mansión por primera vez. Estaba limpio y bien cuidado como si se hubiera ido ayer. Colocar a Jeffrey a cargo fue la mejor opción, después de todo.

—Gracias por todo este tiempo, Jeffrey.

—Naturalmente. Es mi trabajo, señorita.

Rihannan sonrió. Seguía siendo el mismo de siempre. Al igual que la mansión inmutable, Jeffrey tampoco había cambiado.

Ambos subieron la escalera. Cada rincón y grieta de la mansión estaba llena de recuerdos únicos de ella y su madre. Se eliminaron los rastros del conde, incluso sus retratos y estatuas no se veían por ningún lado. En lo alto de la escalera, Rihannan se dio la vuelta, recordando el momento en que alejó a su padre y su media hermana y recordando la hora en que despertó confundida, solo para darse cuenta de que había regresado al pasado.

No tenía idea de que volvería así.

Pensamientos amargos invadieron su mente como una plaga.

—Mi señorita, usted dijo antes que nunca se casaría ni tendría un hijo. Ahora se casa pronto. —Jeffrey se rio suavemente, interrumpiendo los pensamientos de Rihannan—. Si tiene un hijo hermoso más tarde, tráigalo aquí. Estoy seguro de que a la difunta condesa le encantaría ver a su nieto.

—Jeffrey, ¿has tenido noticias de Leticia desde entonces? —Rihannan cambió de tema y miró brevemente al viejo mayordomo.

Jeffrey sacudió la cabeza.

—No, en absoluto. La última vez que vino a este lugar fue durante el funeral del conde.

—Ya veo… —Rihannan asintió.

Leticia, ella estará bien. Donde quiera que vaya, Rihannan estaba segura de que usaría su mente astuta. Ella estará bien. No hay necesidad de preocuparse por ella.

—Jeffrey, me gustaría ver la tumba de mi madre por última vez.

♦ ♦ ♦

La madre de Rihannan, Anastasia Alessin, dormía tranquilamente en el lugar de descanso familiar. Junto a ella estaba el hombre que amaba. Una sensación de euforia privativa se apoderó del tembloroso corazón de Rihannan. La familia Alessin le suplicó que descansara a su lado, pero sabía que su padre se habría negado a yacer en la eternidad a su lado.

Por siempre, hasta la muerte, nunca se separaron.

Su madre lo amaba tanto que, de ser necesario, habría robado todas las estrellas de las galaxias, pero no fue suficiente. Ella lo trajo a su vida… absorbiendo su obsesión y llamándola amor.

Rihannan acarició la lápida con el nombre de su madre.

—Madre… Por favor, dime que hice un buen trabajo…

Enterrar el amor de su madre junto a ella y dejar Arundell días después de su muerte solo para regresar a la tierra donde nació… ¿Cometió un error en su elección?

Rihannan temía el futuro desconocido, temerosa de que hubiera desmantelado todos sus esfuerzos por puro error. Si solo su madre estuviera aquí para consolarla, tal vez, tal vez obtendría el coraje que no tenía. Pero esa respuesta no podía venir de un hombre muerto.

—Madre…

A medida que la cara de Rihannan se oscureció gradualmente, un ramo de flores apareció de repente frente a la lápida.

—Ellos aman las flores —dijo Basil.

Rihannan levantó la vista asombrada. Basil había aparecido repentinamente sin hacer ruido. Y junto a él estaba Igor. Él miró su rostro sorprendido por un segundo, antes de volverse hacia la tumba de la condesa y dijo:

—Por supuesto, no lo creo en absoluto, pero creo que a la condesa le gustarán esas flores…

Las flores que había traído eran crudas como si hubieran sido arrancadas de la hierba. La longitud de la flor no era adecuada, sino irregular y atada a una cuerda descuidadamente.

Al principio, Rihannan pensó que había sido Basil quien lo había hecho, pero luego notó que la suciedad manchaba la mano de Igor…

12 respuestas a “No quiero ser amada – Capítulo 60: La tumba de madre”

    1. AAAAAAAAA QUE RABIA
      Ese Igor se hace el bueno ahora y trata “bien” a Rihannan, y me da rabia porque sé que con el tiempo va a ganar mi simpatía y no se me hará posible odiarlo AAAAAAAAA

  1. No!, No caeré en tus encantos Igor, cada v z que sienta un palpitar en mi corazón por ti, te mandaré a la mierd*

    Vete a la mierdæ, Igor!

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