Princesa restante – Tomo II – Prologo

Traducido por Kavaalin

Editado por Sakuya


Era una noche tormentosa. Fuertes vientos huracanados estremecían las ventanas y el sonido de la intensa lluvia se mezclaba con el estruendo de los truenos. El resplandor de un relámpago iluminó la habitación por un momento a pesar de las pesadas cortinas que cubrían la ventana.

El Segundo Príncipe de Sommevesle, Guido, tenía diez años esa noche. Aunque era lo suficientemente grande como para manejar la tormenta, los impredecibles truenos y relámpagos todavía asustaban al joven príncipe, lo que le dificultaba dormir. Este simplemente se acostó en su cama y mantuvo los ojos cerrados, esperando a que amainara la tormenta.

No sabía cuánto tiempo había pasado cuando escuchó un suave golpe en su puerta. Guido se despertó y giró la cabeza hacia la puerta, preguntándose quién podría ser. Luego llegó otro golpe, aunque el sonido carecía de la nitidez de un golpe intencionado.

— ¿Quién es?

—Tengo las manos llenas. Guido, abre la puerta.

Al otro lado de la puerta estaba su medio hermano mayor por dos años, Friedhelm, el Primer Príncipe de Sommevesle. Guido siguió la orden de su hermano y encontró a su media hermana menor, Leticia, en la espalda de Friedhelm. La razón detrás del suave golpe era porque Friedhelm había golpeado con sus pies.

Leticia, o Leti, era la Primera Princesa y era cuatro años más joven que Guido. Ella estaba envolviendo sus delicadas manos alrededor del cuello de Friedhelm y tenía los ojos fuertemente cerrados, probablemente porque tenía miedo de los truenos.

— ¿Qué pasa?

—Bueno, no puedo permitir que Leti duerma sola en una noche como esta. Ella todavía es joven. Además, también me preocupaba que pudieras tener miedo de los truenos.

Leti tenía un hermano menor, Leonhardt. Quien nació un año después que Leti y su madre probablemente se quedaría con él toda la noche, dejándola sola.

— ¡Bien, durmamos juntos! La cama puede ser un poco pequeña para nosotros tres, pero aguanten esta noche. Leti dormirá en el medio.

Guido pensó que no era rival para su hermano mayor, quien era, en todo el sentido de la palabra, un hermano mayor. Friedhelm no olvidaba estar pendiente de Leti y de él incluso en una noche como esta.

— ¿El hermano Guido también va a dormir con Leti?

—Sí, así que todo estará bien, no es necesario tener miedo.

Guido le dijo suavemente a Leti y la ayudó a bajar de la espalda de Friedhelm y subir a la cama. La cama de Guido no era pequeña para que un niño de diez años durmiera solo, pero era un poco estrecha para tres niños. Pero pensó que cuanto más se acurrucaran, más segura se sentiría Leti.

Leti se durmió después de un rato, pero Guido no pudo. Los truenos gradualmente se hicieron menos intensos y Guido estuvo pensando en la tarea que le habían asignado en la tarde.

— ¿No puedes dormir?

—No. Estaba pensando en mi tarea.

Guido escuchó a Friedhelm suspirar acerca de que era demasiado serio.

— ¿Qué tarea es esa, suficiente para molestar a Guido, el niño perfecto y sabio como nuestra bisabuela?

—Es escribir una composición sobre mi sueño para el futuro. ¿Has escrito algo así, hermano?

—Oh, esa. Sí, lo hice. Pero fue algo que me hicieron escribir para agradar al abuelo Lauenstein. Probablemente sea lo mismo para ti, es algo para complacer a tu abuelo Eulenberg. Escribe qué quieres ser rey. Estoy seguro de que será suficiente para satisfacerlos.

—Lo haré. —Pero notó algo en la forma en que Friedhelm lo había dicho.

— ¿No quieres ser rey, hermano?

— ¿Quién sabe? Quiero decir, ser Rey es algo así como un destino en lugar de ser mi sueño. Es como convertirse en adulto.

Al escuchar las palabras pronunciadas en voz alta, Guido se dio cuenta de que tal vez, para él también era igual.

— ¿No puede el heredero ser Leti o Leon? De esa manera, podría ser — en el futuro.

Un trueno rugió, silenciando la voz de Guido por un momento. Luego, cuando el ruido disminuyó, Friedhelm dijo. —Yo también.

♦ ♦ ♦

[Traducido por Reino de Kovel, quien necesita marcas de agua cuando tienes notas ninja]

—do, príncipe Guido.

Guido abrió los ojos cuando escuchó una voz susurrando en sus oídos. Lentamente abrió los ojos y se sorprendió al ver el joven rostro de Leti envejecer. Pronto se dio cuenta de que había estado soñando hasta hace un momento.

— ¿Estás bien? ¿Hago preparar una habitación para que descanses?

—No, estoy bien.

— ¿Estás seguro? Es extraño para ti dormir plácidamente en un lugar como este.

Hoy realizarían una de sus fiestas de té habituales que Leti había sugerido tener. Guido fue el primero en llegar y estaban esperando a Friedhelm en un salón de la Villa Real. Guido había cerrado sus ojos y caído dormido en el momento en que Leti lo había dejado solo.

— ¿Dije…dije algo?

—No, nada en particular, pero estabas frunciendo el ceño bastante fuerte y pensé que estabas teniendo una pesadilla, así que…

Una criada entró, informándoles de la llegada de Friedhelm. Leti se levantó y salió de la habitación para darle la bienvenida, dejando a Guido atrás, así que no lo escuchó decir que su sueño era, de hecho, una pesadilla.

♦ ♦ ♦

— ¡Oye! ¿Te está yendo bien? —Friedhelm saludó a Leti con una vitalidad innecesariamente desbordante y ella le devolvió el saludo con una sonrisa perfecta, porque estaban en presencia de otras personas, específicamente de los caballeros de Friedhelm. Después de los saludos, Leti lo condujo, solo, al salón donde Guido estaba esperando.

—Estoy bien. Pero el príncipe Guido, por otro lado, no se ve tan bien. Incluso se quedó dormido durante unos minutos en mi habitación, yo que soy su enemiga.

—Eso es serio. Él no es alguien que permitiría que lo atacaran mientras duerme… y aquí estaba yo, pensando que se estaba sintiendo bien después del funeral de la Reina Sofía.

Estaban a solo unos pasos del salón, pero se detuvieron. No querían que Guido escuchara esta conversación.

—Han pasado dos meses desde la muerte de la Reina Sofía. Probablemente esté sintiendo el dolor y la soledad ahora que las cosas se han calmado.

Hace dos meses, las campanas de luto sonaron en todo el castillo. Fue alrededor de un mes después del incidente con la Energía Fantasma.

La madre de Guido, la Segunda Reina Consorte, Sofía, ya había estado enferma por un tiempo. Todos estaban preparados para su inminente fallecimiento. Pero para su verdadero hijo, todavía había demasiados recuerdos que causaban pena y dolor.

—Mejor háblale bonito hoy. No se muerdan el cuello el uno al otro. —le advirtió Leti.

La reina Sofía había dejado a Guido al cuidado de Leti. Leti había entendido que ella quería que fuera cooperativa cuando Guido se volviera rey. Pero a pesar de eso, a Leti aún se le hacía difícil despreciar la petición de la reina Sofía.

— ¿Pero ese no és el trabajo de su prometida, la dama Eleonor?

—Deja de hacer esa obvia expresión turbada. Si notara que sus hermanos están preocupados por él, eso podría convertirse en su sostén, aunque soy consciente de que no lo hará.

Guido era serio y denso. No se daría cuenta de que alguien está realmente preocupado por él a menos que se lo dijera claramente. Pero tampoco era alguien que pudiera ignorar fácilmente a cualquiera que estuviera preocupado por él. La racionalidad de Guido al controlar sus emociones era uno de sus puntos buenos, pero también era malo.

—Eso es lo máximo que podemos hacer por el Príncipe Guido… porque no estamos en buenos términos el uno con el otro.

—Bueno, sí, por supuesto. Estoy siendo “obligado” a asistir a esta fiesta para dar mis recomendaciones para el futuro esposo de la Princesa Leticia. No me importa Guido… No me importa para nada.

—Y el Príncipe Guido también está asistiendo solo para detener tus planes.

Leti y Friedhelm se tranquilizaron mutuamente acerca de sus posiciones actuales.

—Si alguien de Kleinschmidt estuviera aquí, sería una fiesta de té con todos los representantes de la parte superior del Reino.

—Entonces, vamos a tener una solo nosotros tres. Kleinschmidt cayó en desgracia después de todo.

—Bueno, supongo que tienes razón. —Leti estuvo de acuerdo con Friedhelm.

Dentro de la estructura social de Sommevesle, había tres familias consideradas especiales entre las familias nobles; estas eran los Lauenstein, facción de Friedhelm, los Eulenberg, la facción de Guido y los Kleinschmidt, actualmente caídos. Estas familias eran conocidas colectivamente como los Tres Grandes Marqueses. Eran especiales incluso entre los otros marqueses, a pesar de tener el mismo título, porque habían descendido de la familia real.

Entonces, ¿por qué no se los consideraba parte de la familia real a pesar de su linaje y simplemente se los trata como nobles especiales?

El bisabuelo de Leti, el Rey Administrador Karlheinz, creó un decreto que despojó a los tres ducados de su elegibilidad para heredar el trono y lo degradó de duques a marqueses como castigo por abusar de su poder y usarlo para sus ganancias personales.

—El bisabuelo nos dejó algo problemático. Podría haber sido una decisión sabia en ese momento, pero ahora, no es más que un problema para nosotros.

Exactamente como dijo Friedhelm, la forma en que se veían las cosas cambió a medida que pasaba el tiempo.

—Querer ser de la realeza nuevamente es un deseo frustrante. Solo cosecharon lo que sembraron. Deberían haber estado satisfechos con el trato especial que estaban recibiendo.

—Bueno, como si su Pureza Real pudiera entendernos.

A Leti, con un Rey como padre y una Princesa de madre, a veces se la llamaba “Princesa de pura sangre”.

—Pero tú también eres de pureza real.

—La mitad, sí. La otra mitad es del linaje maldito de los Lauenstein que perdieron su derecho al trono. Ahora bien, Princesa Restante, ¿sería tan amable de mostrarme la habitación donde tendremos nuestra fiesta de té privada?

Leti miró fríamente a Friedhelm por su chiste sin gracia.

—Repítelo de nuevo y gritaré ¡No! ¡Hermanito, detente! ¡Soy tu hermana! Con todas mis fuerzas, revolviéndome el pelo y desvistiéndome un poco para dar el toque final.

— ¡Deja eso! ¡Eso no sería una broma en absoluto!

Princesa Restante no era más que un desagradable apodo para Leti. Sus dos excelentes hermanos, ambos provenientes de uno de los “Tres Grandes Marqueses,” hicieron de la sucesión del trono un problema complicado. La competencia entre los dos príncipes empeoró a lo largo de los años y el Rey quedó profundamente herido por ello. Entonces, para evitar que la contienda empeorara, al Rey se le ocurrió una novedosa idea. Eligió a Leti como la heredera al trono. En otras palabras, Leti recogió la corona que cayó de los dos príncipes, una corona restante, por lo tanto, ella era la Princesa Restante.

Pero a pesar de todo el conflicto, Leti sabía que sus dos hermanos se cuidaban profundamente el uno al otro. Es solo que se habían convertido en los símbolos de la guerra política entre sus familias por lo que tenían que fingir lo contrario.

—Esta es la tercera fiesta de té. Supongo que es hora de que escuche sobre lo que está pasando dentro de la cabeza de nuestra próxima reina.

—Estas fiestas de té están destinadas a erradicar todos los rumores que circulan sobre una inminente guerra civil. Sería un gran problema si los reinos vecinos piensan de esto como una oportunidad para ellos.

—Estoy de acuerdo con eso… Entonces, ¿en qué tan buenos términos debemos de estar?

En este momento, Friedhelm y Guido se veían solo por obligación y nada era realmente diferente con su relación.

—Dime, ¿cómo planea la próxima reina resolver la disputa entre los dos príncipes? ¿Harás que las dos partes se reconcilien entre sí? ¿O los mantendrás en jaque con alguna cláusula? ¿O te alzarás e intervendrás con el problema de los Tres Grandes Marqueses?

—Pensaste que te diría, a mi enemigo político, ¿cuáles son mis planes para el futuro?

—Sé que lo harás. Haz de eso una de tus tareas. Esperaré tu respuesta.

Leti sintió que Friedhelm la estaba probando. Si le daba una respuesta a medias, entonces su hermano, quien era más apto para ser rey, sin duda se alzaría para oponerse a ella.

Leti sabía, más que nadie, que su enemigo más difícil estaba justo a su lado.

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