Pronto, utiliza el rostro del demonio – Arco 7 – Capítulo 5

Traducido por Shiro

Editado por Meli


El sexto príncipe pronto se mudó del dilapidado Palacio Occidental al Palacio Púrpura. Allí, uno vivía en la residencia principal mientras que el otro vivía en salón lateral del extremo este. Una gran distancia los separaba, y había varias paredes de por medio, lo que casi las hacía dos residencias independientes, conservando la distancia entre ambos.

Li Jin Tian envió a alguien para saber si deseaban remodelar el palacio y también les obsequió muchos tesoros.

El asistente que le robaba las comidas del sexto príncipe fue azotado hasta la muerte, evidenciando la atención que el emperador tenía en ese padre e hijo.

La deferencia de los sirvientes enviados al Palacio Púrpura, se notaba en sus rostros. Nadie se atrevía a tratar a Qi Xiu Jie como un delincuente, sabían que era alguien especial si había sido absuelto de sus crímenes y además era compensado por el emperador, quien solo mimaba a otro concubino.

Mientras prestaba atención a los acontecimientos en el Salón de Cultivo Mental y el Palacio Celestial, Zhu Yun Sheng comenzó a desarrollar su relación con el sexto príncipe. Li Jin Tian era tal y como estaba descrito en los datos: miserablemente enamorado de Gao Min. Todos los días, lo visitaba a él y a su hijo, ni siquiera faltando cuando su corazón ardía de ira; y nunca pasó una noche con las otras concubinas.

No podía renunciar a Gao Min y este era consciente de ello, por lo que actuaba con mucha audacia. Sin embargo, incluso los sentimientos más profundos podrían desgastarse, sobre todo si solo una de las dos personas hace todo en su poder por mantenerla, mientras la otra solo hace desaires. Era cuestión de tiempo que el amor se convirtiera en odio.

En cuanto a la búsqueda de su amante, como Zhou Yun Sheng vivía en el palacio interior y se encontraba bajo el constante escrutinio de Li Jin Tian y Gao Min, ese no era el momento ideal para actuar.

Pero cuando mi hijo ascienda al trono, ¿no será pan comido encontrar a esa persona?, pensó para sí a modo de consuelo, apenas consiguiendo reprimir su ansiedad.

Shiro
Ay, ZYS.. Encenderé una velita para ti. 🕯️

Ese día, Zhou Yun Sheng estaba acostado en el sofá leyendo, cuando su asistente personal se acercó deprisa y le susurró al oído:

—Maestro, la sirvienta principal del sexto príncipe quiere verlo con urgencia. Dijo que el sexto príncipe no se encontraba bien.

—¿Qué le sucede? —Arrojó a un lado el libro, se puso los zapatos y caminó hasta el anexo lateral sin mirar a nadie.

La sirvienta lo alcanzó con apremio, y con los ojos rojos y expresión asustada tartamudeó:

—¡C-Concubino, el sexto príncipe se ha vuelto loco! ¡Venga rápido y mire!

¿Loco? ¿Cómo puede un hombre bueno y sano enloquecer de pronto? 

Entonces recordó cómo Gao Min envenenó a Qi Xiu Jie usando a los espías en el palacio cuando el sexto príncipe se mudó. Tales acciones eran incompatibles con el honorable general Gao de la vida anterior; más en común tenían con una insidiosa concubina imperial.

Parece que fui demasiado descuidado, debí encargarme de esos espías hace mucho tiempo.

Mientras reflexionaba, el anexo lateral apareció en su vista. La sirvienta caminaba unos pasos adelante para señalar el camino, y en cuanto empujó la puerta final del pasillo, un fuerte olor a sangre fluyó.

Zhou Yun Sheng miró hacia adentro. Vio a Li Xu Dong con una largo látigo de púas en la mano y con tres esclavos arrodillados frente a él. Después de tantos golpes, los hombres de tonalidades negras y azules estaban al borde de la muerte.

—¡Concubino, ayuda! ¡El sexto príncipe está loco! —gritó el sirviente que logró verlo, escupió sangre y espuma por la boca, su aspecto era miserable.

El rostro del sexto príncipe estaba pálido, y la mano con la que agarraba el látigo no dejaba de temblar. Ya había tenido suficiente de esos sirvientes que no solo le robaron la comida y el dinero mensual que le asignaban, sino que también lo regañaron, golpearon y humillaron como a un perro. Era como si herirlo les diera un placer inigualable.

Lo habían empujado al suelo para que lamiera sus zapatos, obligado a que se arrastrara por debajo de sus entrepiernas, lo habían empapado con agua fría en invierno y forzado a pararse frente al viento en ese estado. Quiso resistirse, pero no pudo hacerlo. Como un príncipe de orígenes humildes y sin una madre concubina que lo protegiera, su posición era incluso inferior a la del asistente personal de una concubina imperial favorecida.

Ni siquiera manifestó su resentimiento en el rostro, de lo contrario, solo frío, hambre y un tortura más severa lo esperaría. Eso lo había hecho pensar que un día, cuando ya no pudiera soportarlo más, se suicidaría y se llevaría a esa gente con él.

Pero mientras sufría, lleno de desesperación, apareció el concubino Qi, como un rayo de sol que calentaba su corazón muerto, como un soplo de aire fresco que evitaba que se sofocara. Dijo que lo protegería, que ya no lo humillarían, y puso a su alcance la esperanza de poder hacerse fuerte.

Cuando el concubino Qi le dijo esas palabras, su sangre comenzó a hervir, a arder; y se sintió abrumado a causa de la alegría. Sintió que al fin tenía una familia, y que ya no tendría que temerle a nadie. Pero cuando notó que esos descarados asistentes lo habían seguido al Palacio Púrpura, ya no contuvo la hostilidad que durante tanto tiempo reprimió, y decidió acabar con sus vidas.

Sabía que su sed por la sangre era intrínseca. En la oscuridad de la noche, siempre imaginaba el sinnúmero de formas en las que torturía a quienes lo intimidaban. Algunos de esos métodos eran incluso inimaginables, sangrientos y crueles, pero a él lo hacían estremecerse de emoción.

Consciente de sus aterradores pensamientos, adoptó una apariencia cobarde para ocultar su verdadera naturaleza. No podía dejar que el concubino Qi viera ese lado horrendo de su persona, sin embargo, seguía siendo un niño, y no previó que una sirvienta lo espiara y llamara a la persona que menos esperaba.

Se sentía como un prisionero en la horca, solo esperando a que el concubino Qi le pusiera la soga alrededor del cuello.

Zhou Yun Sheng entró con parsimonia, le arrebató con su mano el látigo y le azotó el brazo. Las afiladas púas le rasgaron la ropa, dejando un moretón ensangrentado en su piel.

La sirvienta que se quedó por la puerta bajó deprisa la cabeza, pero una sonrisa extraña adornó su rostro.

El sexto príncipe pensó que el concubino Qi lo reprendería y expresaría su decepción, pero no esperó que lo azotara sin mediar palabra.

¿A eso llama protección, amor y dependencia mutua? ¿Soy solo una herramienta para ayudarle a recuperar su estatus?

El sexto príncipe apretó los dientes, para evitar llorar por la frustración. Jamás lloró, nadie nunca penetró su endurecido corazón. Solo esa persona que una vez le dio esperanza y ahora lo empujaba al abismo, haciéndolo sentir verdadera miseria.

—¿Sabes en qué te equivocaste? —estalló Zhou Yun Sheng y le pellizcó la mandíbula, haciéndolo mirar hacia arriba.

El sexto príncipe apretó y aflojó repetidamente los puños y, después de un momento de silencio, respondió con voz ronca:

—Sé qué hice mal.

—¿Por qué no me lo dices?

—No debería ser tan cruel.

—¡Tonto!

Le apretó la mandíbula, dejando en la piel la marca de sus dedos, el niño hizo una mueca de dolor, pero Zhou Yun Sheng fue implacable.

—¡Te rebajaste!, eres un príncipe y ellos esclavos; tú eres porcelana y ellos escombros. Si deseas deshacerte de ellos, solo inventa un cargo y ordena que los ejecuten. Así, alguien más los hará anhelar la muerte. No necesitas ensuciarte las manos ni ganarte la reputación de sádico. Además, te precipitaste, aún no te rodeas de subordinados leales y permites que aquellos con ambiciones perversas exploten tu debilidad e intenten separarnos. —Miró a la sirvienta de pie junto a la puerta—. ¿No te parece que lo que hiciste fue muy estúpido?

El sexto príncipe lo vio con ojos muy abiertos, perplejo. Zhou Yun Sheng le soltó la mandíbula y se limpió con disgusto las manos con un pañuelo.

—Vengan —ordenó con frialdad—. Estas cuatro personas le faltaron el respeto al sexto príncipe. Arréstenlas y azótenlas hasta la muerte.

Aunque Li Jin Tian ya no amaba a Qi Xiu Jie, sentía una gran culpa y hacía lo posible para compensarlo. Por esa razón, el interior y el exterior del Palacio Púrpura tenía numerosos guardias imperiales, todos bajo su mando.

Los guardias, empuñando espadas, irrumpieron en la habitación, y los tres esclavos y la sirvienta, que lloraba, fueron arrastrados.

—Padre concubino… —dijo y lo repitió sin cesar.

Cuando el sexto príncipe volvió a la realidad, estaba embargado por la alegría, su corazón congelado latía de nuevo, cada vez más rápido.

Se sentía tan ligero como una pluma, como si pudiese flotar hasta el cielo. Tomó la mano de Zhou Yun Sheng, como si eso lograra que sus pies permanecieran firmes sobre la tierra, como si la persona frente a él fuese lo único que lo pudiese mantener anclado al mundo terrenal por el resto de su vida.

¿Cómo podría el padre concubino odiarme o abandonarme? Es mi familia, siempre me amará. Tiene razón, me comporté de manera estúpida.

—¿Por qué te comportas ahora como una niña pequeña? ¿Qué sucedió con toda esa sed de sangre? —Retiró la mano con disgusto y continuó—: ¿Te atreves a ir y ver la ejecución?

—Por supuesto que me atrevo —respondió de inmediato.

Se comportaba como un cachorro que movía la cola y daba vueltas alrededor de su dueño; la violencia y crueldad previas habían desaparecido por completo.

A decir verdad, Zhou Yun Sheng estaba muy satisfecho con el temperamento del sexto príncipe.

¿No era un requisito ser cruel y despiadado para ascender al trono en la antigüedad? Li Shi Min, Wu Ze Tian, Zhu Di, Yong Zheng… Ninguno fue un filántropo. Donde hay sangre, hay ambición. Eso es algo bueno.

Shiro
No cabe dudas, nuestro Li Xu Dong es un completo y total M. ewe En otro orden de ideas, todos a los que menciona de verdad fueron emperadores de China, aunque no sé si fueron sanguinarios o no. OwO

—Anda, pues. Después de ver la ejecución, recuerda volver para que me acompañes a cenar.

Incluso él, se sentía solo viviendo en un palacio tan grande, en especial durante las comidas.

El sexto príncipe sintió como si hubiese recibido la mayor recompensa. Hizo un sonido de asentimiento y se dio la vuelta para irse.

♦ ♦ ♦

Gao Min entró al Salón de Cultivo Mental con expresión sombría.

—El sexto príncipe ejecutó a cuatro personas sin razón alguna, ¿lo sabías? —cuestionó sin saludar.

—¿Fue sin razón alguna? ¿Sabes qué tipo de vida llevaba hasta hace no mucho? —replicó Li Jin Tian.

Investigó y se enteró que su propio hijo había sido tratado con dureza. Sin mencionar la muerte del duodécimo príncipe, si continuaba siendo negligente, más príncipes parecerían, hasta que solo quedara el quinto príncipe.

¿Gao Min está haciendo esto intencionalmente o no?

Los ojos de Gao Min destellaron, pero se negó a responder. Resultaba obvio que sabía todo al respecto.

Li Jin Tian estaba muy decepcionado. Antes del renacimiento, Gao Min era imponente, benévolo y correcto, pero se volvió una persona fría, egoísta y viciosa. A excepción del quinto príncipe y la familia Gao, nadie más le importaba.

¿Quién hizo que se convirtiera en esta persona? Quizás yo soy el culpable.

—Respecto a nombrarme como el general para la campaña de Xiyi, ¿ya lo has pensado? —Gao Min cambió de tema.

—¿No puedes quedarte aquí conmigo?

Gao Min ansiaba salir de ese palacio asfixiante, volver al sangriento campo de batalla y tener grandes logros. Ya se había humillado lo suficiente en la vida anterior, y tenía la firme convicción de que el poder y la riqueza era lo único que podía proteger sus intereses.

¿Ambición?, pensó al ver la expresión de su concubino. Sonriendo con cansancio, agitó la mano y dijo:

—Adelante, haz lo que quieras.

Por ahora te dejaré ir para que puedas volar, pero, un día, te romperé las alas.

Una alegría sin igual embargó a Gao Min, quien le agradeció con sinceridad y se fue deprisa.

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