Reencarné en una mujer egoísta – Capítulo 46: Preocupación y reflexión

Traducido por Sharon

Editado por Sakuya


—Fuu… —suspiré mientras acariciaba la espalda del niño que estaba acurrucado a mi lado.

A la mañana siguiente, cuando sentí que mi cuerpo por fin se recuperó, Wirbel llegó volando a mi cuarto con un rostro lleno de preocupación.

Estaba calmando a Wirbel, que se arrojó a mis brazos llorando, y su cuerpo comenzó a relajarse hasta que sentí su respiración relajarse por completo.

—Se durmió, ¿huh?

—Sí, debe haberse agotado después de llorar. También cuidó de mí hasta tarde en la noche.

—Debe haberse sentido aliviado de verla con buena salud, Señora. Ayer estaba tan ansioso que comencé a sentirme inseguro yo también.

—Ya veo. Entonces será mejor dejarlo dormir por ahora —dije, y Berta lo levantó en sus brazos para llevarlo a su cuarto. Hecho eso, regresó con un carro de té y preguntó—: Señora, el Capitán del Escuadrón y Gill-san quieren verla. ¿Se encuentra bien para llamarlos?

—Sí. Hice a todos preocuparse, ¿verdad?

Cuando Berta dio la señal, el Capitán del Escuadrón, y los caballeros Carl, Dominic y Gill, que estaban a cargo de las minas y la ciudad, entraron.

—¡Señora! Estoy feliz de verla a salvo. ¡De verdad me dio un susto de muerte por unos momentos!

—Muchas gracias, me encuentro bien. ¿Sucedió algo inusual en las minas?

Después de preguntar eso, me di cuenta que había dicho algo que no era necesario. Era obvio que había sucedido algo extraño. Cualquiera podría notarlo.

—S-Sí, creo que ya lo ha escuchado, pero… Esa g-gema era… —respondió el lamentable Gill en pánico, cubierto de sudor frío.

—Es cierto, lo lamento. No me refería a eso. Yo, por supuesto, entiendo que la desaparición de la gema de la pared no es su responsabilidad. Me refería si la desaparición de una joya tan grande no provocó el colapso de las minas, o si interfiere con el trabajo de alguien.

—Hemos observado la situación por un tiempo, y no parece haber cambios. Esta mañana reasumimos las operaciones mineras.

Entendiendo que no estaba culpándolo, Gill recuperó la compostura.

—Ya veo. Si sienten el más ligero de los peligros, suspendan el trabajo de inmediato, ¿bien? Todos están usando lo que les entregaron antes, ¿verdad?

—¡Sí! ¡Todos están agradecidos con su consideración, señora! —dijo Gill, mirándome con su usual expresión de adoración.

No, no fue nada impresionante…

Pensé, qué sería necesario para los trabajadores de una mina, y recordé los cascos. Cuando verifiqué, me di cuenta que no estaban usando nada en sus cabezas, tal y como esperaba, así que como siempre, la Compañía Becker los produjo.

Cuando le dije a Becker que también hiciera máscaras, me preguntó qué clase de objeto era con ojos brillantes.

Ya que me miró con asombro cuando le expliqué que eran para que los trabajadores no inhalaran polvo, les expliqué que inhalar demasiado polvillo podría dañar el cuerpo a largo plazo. Parece ser que hay muchas personas que incluso ahora resultan heridas por las minas, pero nadie pensó que el polvo podría ser la causa.

—Esto venderá… —me había dicho Becker con espíritu comercial y una sonrisa ominosa.

Después de explicarle que también previene infecciones como la gripe, sus ojos brillaron aún más. Bueno, ya que es útil para las personas, el entusiasmo de Becker podría ser bueno por esta vez.

Dicho eso, hice que distribuyeran los cascos y máscaras a las personas. Estaba preocupada por los gases. Escuché que podrían surgir gases dañinos en los trabajos de minería, así que estaba pensando en un método para evitarlo.

Tengo un ligero recuerdo de personas usando pájaros para notar el peligro [1], pero como no pude juzgar su validez, le envié una carta a Gill para consultarle.

La respuesta llegó sorprendentemente rápido: al parecer hay un monstruo que consume gases peligrosos.

¡¿En serio?!, pensé al leer su respuesta. Por alguna razón, existen monstruos que limpian el aire.

Las personas están conscientes de que las minas ocasionalmente producen gases dañinos, así que comenzó a circular una historia sobre monstruos que pueden prevenirlo. Siendo ese el caso, pensé que deberían haberme avisado desde el principio, pero como son muy caros, entendí por qué Gill no dijo nada.

Siendo ese el caso, la respuesta era sencilla.

Se los dije muchas veces, ¡pero tengo dinero! Y también un intermediario (Becker), así que lo envié de inmediato para comparar los monstruos. Estos purificadores son lindos y muy obedientes, al punto en que contribuyen con el estado mental de los trabajadores. Gill me envió una carta de gratitud.

—¡Señora, estoy terriblemente arrepentido!

Levanté mi cabeza al escuchar tales palabras de repente, y me encontré al Capitán de Escuadrón y sus dos caballeros con la cabeza gacha.

—Cielos, no fue su culpa. Por favor, levanten sus cabezas.

—¡No, no debimos dejarla entrar a las minas sin confirmar si era peligroso! Fue un terrible descuido. Además, también estaba el peligro del colapso de los túneles, no es un lugar en el que usted deba poner un pie, Señora. ¡Debí haberla detenido! —declaró el capitán con una expresión seria llena de arrepentimiento.

—Para nada. Los trabajadores confirmaron la seguridad, y me explicaron que las minas estaban bajo un efecto mágico para evitar derrumbes. El incidente no fue su culpa.

—¡No! ¡Debimos confirmarlo por nuestra cuenta! Aunque no hubiera podido detenerla, por lo menos debí acompañarla, señora.

Verlo con una expresión tan seria me hace sentir arrepentida.

Que me haya encontrado en peligro debe haber sido intolerable para el Capitán, que juró lealtad con sinceridad a la Casa Flaksburb. Sin embargo, fue algo inevitable. Nadie podría haberlo esperado.

Y, si hay una persona que debería llevar la culpa, debería ser yo.

Fui completamente descuidada y no pensé en los peligros.

No debí haber tocado la gema sin pensarlo. Debería haber pensado que algo así podría suceder, porque sabía que podría ser el tesoro nacional, “Pyroxene”, la joya preciosa de las leyendas.

Si esa gema hubiera absorbido mi poder mágico por completo, podría haber muerto.

Morir es muy aterrador, pero al pensar que podría haber dejado a Wirbel solo en este mundo, mi cuerpo comenzó a temblar.

Ser incapaz de quedarme a su lado para protegerlo, o abrazarlo con amor… Aunque es algo tarde, me aterró mi propio descuido.

—No, fue mi error. Debería haber tenido más cuidado.

—¿Señora…?

Viendo mi expresión cambiar de repente, el Capitán me miró ansioso.

—Estoy bien… Vamos a ver, ¿qué te parece si tomamos esto como una lección para ambos sobre ser más cuidadosos en el futuro? Ambos cometimos un error, ¿no crees? —le pregunté, recuperando la compostura. 

Al instante, el Capitán, Carl y Dominic se arrojaron sobre una rodilla y bajaron sus cabezas.

Me sorprendió un poco tal reverencia repentina, pero me hace feliz que nuestros vínculos se hayan afianzado con esta situación.

—Señora, entonces… Es difícil preguntar, pero eso, ese chico, no, eso… —vaciló Carl, desviando la atención a la persona a mi lado.

—Ah, este niño.

Las miradas de todos estaban concentradas en un punto: había un cuerpo blanco y negro acostado como si fuera natural.

—Escuché que tú lo trajiste.

—¡¿Eh?! S-Sí, se aferró a usted y no la soltó… Además, no pude dejarlo atrás después de ver esos ojos… —dijo Carl en tono de disculpa.

Bueno, no es como si no entendiera sus sentimientos. Uno no puede ir contra esos ojos como joyas cuando están humedecidos. Además, no puedo culpar a Carl por no dejarlo atrás con tantos problemas.

—Dominic, ¿escuché que pudiste sentir mi poder mágico en este niño?

—Sí, incluso ahora puedo sentir su poder fluyendo por su cuerpo, señora —asintió Dominic alternando su mirada entre el panda y yo.

—¿El flujo del poder mágico?

—Sí, su poder mágico recorre el cuerpo de la… Umm… ¿Bestia Sagrada?, y luego regresa a usted amplificado, señora.

—¡¿Amplificado?! —exclamaron varias voces.

—¿Está diciendo que el poder mágico anormal de la Señora está aumentando aún más?

—Eso es… Qué aterrador…

—¡¿Eh?! ¿¡Eso no es peligroso?!

Entiendo sus sentimientos, pero están siendo groseros.

—¡Ho, tal y como se esperaba de la señora! —añadió Gill una admiración innecesaria.

¿Amplificación? Amplificación, ¿huh…? ¿Está aumentando un poder mágico infinito? Incluso yo estoy asustada.

¿Qué debería hacer…? ¿Arrojarlo lejos? No, tirar el panda no es bueno.

Estoy preocupada. En estas situaciones, no tengo más opción que confiar en padre como siempre, ¿huh?

También está el asunto de la gema, y que llegaré a casa con un panda…

Ah, ¿estará bien traer a la pequeña celebridad que es el panda a la capital? Aunque quería uno cuando era pequeña, es un pensamiento poco realista.

Madre siempre me dijo que los pandas en la casa traerían problemas.

En efecto, ella estaba en lo cierto.


[1] En efecto, los mineros llevaban canarios en las minas para detectar los gases nocivos. Los dejaban colgando en sus jaulas a lo largo del camino, y en el momento en que estos dejaban de cantar, sabían que había algo peligroso en el aire. Lamentablemente, eso significaba la muerte del canario.

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