Un lirio que florece en otro mundo – Día 10, tarde en la noche: el pasado y el presente de una cierta familia

Traducido por Kiara

Editado por Tanuki


—¿Por dónde debería empezar? —dijo María tranquilamente.

Necesito alcanzar a Fuuka rápidamente, ¿pero es realmente lo correcto? Pensamientos como ese estaban presente en la mente de Miyako. No estaba segura sobre ir a buscarla, así que decidió escuchar la historia.

—Pensé que era un ángel. O, en palabras del continente, una Xian Nu.

—Así es como me pareció a mí —dijo María, la compañera de Shan Li y madre de su hija Aisha. María percibió el olor de su té de frambuesa.

♦ ♦ ♦

Diez años antes de esa época, la guerra civil se desató en el Continente de Neese.

Había una mercenaria, llamada María. Esa mercenaria, fue aclamada como “la bruja de la Calamidad”, “la mejor asesina” y “la masacre andante”, recibió un golpe en una batalla y estaba en retirada.

Mierda… ¡Nuestro líder es inútil!

Un hombre al que sólo le importaba su propia carrera había tomado el mando de su banda de mercenarios. Como pertenecía al ejército regular, su mando era un espectáculo para la vista y tomó las vidas de un número incalculable de mercenarios. No fueron víctimas de la batalla, sino víctimas de su mando.

La batalla acabó con mi pelotón. No habrá más sobrevivientes, pensó María, observando sus propias heridas que eran graves

—Que decepción. Verdaderamente decepcionante.

Perdió a su familia en la guerra cuando era una niña. Los restos de la resistencia la acogieron y le dieron a elegir: el campo de batalla o el burdel. Le dijeron que las mujeres eran afortunadas; que tenían una opción.

Así que María vivió como un soldado. La fortuna la mantuvo con vida cuando la resistencia se derrumbó, y luego se convirtió en mercenaria. Su propia suerte la guió a la vio a través de innumerables batallas.

Siempre había alguien que empezaba a llamarla el “Ángel de la Matanza” y otros nombres parecidos, pero todo eso terminaría en este día.

—Realmente nunca he tenido nada que pueda llamar a una familia.—murmuró para sí misma en un tono de voz, extrañamente despreocupado dada la situación en la que se encontraba.

Cubierta de sangre, se arrastró a sí misma, antes de caer a la sombra de una roca.

En ese momento.

—¡Por favor, deténgase! —una voz chillona resonó.

Instó a su frío y lánguido cuerpo a ver qué pasaba, y encontró una chica. Estaba desarmada y rodeada de bandidos. Sostenía un bebé en sus brazos.

—¡No nos mates! —gritó la niña, protegiendo al bebé en sus brazos.

Viendo la resistencia de la niña, María se dio cuenta de algo. Nunca había luchado para proteger a alguien más. Siempre lo había hecho para sobrevivir.

Y entonces, pensó para sí misma, si voy a morir de todos modos, entonces esta vez. Sólo esta vez.

—Piérdanse, malditos.

Antes de que se diera cuenta, su espada corta estaba en su mano. Decidió proteger a esta chica, una extraña cuyo nombre ni siquiera conocía.

♦ ♦ ♦

—¿Has vuelto en sí?

La siguiente vez que abrió los ojos, se encontró envuelta en una manta.

Su herida le causó un fuerte dolor, pero aún estaba viva.

Qué suerte la mía. He sobrevivido de nuevo —pensó Maria— ¿me has cuidado?

La chica asintió con la cabeza. El bebé que llevaba en un cabestrillo en la espalda se durmió suavemente. Parecía que ya no estaban en peligro.

—Bien, tengo que ir a un lugar —susurró la niña. Después de un momento de silencio, dijo en un tono que parecía que María sentía—. Si no te importa… ¿podrías cuidar un rato de mi hija?

—¿Qué?

—Ella —dijo la niña, señalando al bebé en su espalda. —Me facilita la movilidad.

Era la primera vez que María sostenía un bebé, pero aceptó con gusto.

El bebé era cálido y suave, y tan frágil. Tenía un olor dulce.

♦ ♦ ♦

—¡Te digo que María era mi héroe! —dijo Shan Li, mientras mezclaba mermelada de frambuesa en su té de frambuesa.

—¡Oh, Mamá! —Aisha se rió de las risas avergonzadas de su madre.

—Pertenezco a un clan llamado linaje de savia de montaña. Es por eso que todavía parezco tan joven a los treinta años.

—Bien, no sólo pareces joven, no pareces mayor de quince años.

—Por esa razón, en el continente, la gente siempre está detrás de los niños de mi clan.

Según Shan Li, las clases nobles mantenían a los miembros de la familia savia de montaña a su lado como un símbolo de estatus. Cuando conoció a María, estaba corriendo por su vida con su recién nacida de la mansión de un noble que la había secuestrado para mantenerla como concubina.

—Realmente pensé que estaba en las últimas.

El país vecino estaba en medio de una violenta guerra civil, y las clases altas sólo se preocupaban por sí mismas. Mientras la niña Shan Li trataba de escapar con su bebé, estaba claro lo que el destino le esperaba: la muerte.

Pero justo cuando pensaba eso, apareció una mujer de gran estatura. Aunque ella misma estaba empapada en sangre, derrotó a los bandidos uno por uno. Después de despachar a los hombres que rodeaban a Shan Li, se desplomó en el suelo.

—Así que pensé, “Oh no, tengo que ayudarla” —se rió Shan Li—. Entonces encontré una cueva. Pedí prestada alguna medicina y comida de un pueblo cercano y vendí los objetos de valor que llevaba encima para comprar otras cosas y empezar a ganar dinero.

—¡¿Entonces fue cuando te convertiste en un comerciante?! —pregunto Miyako.

—Sí. El comercio es divertido. Es una forma de vida —, Shan Li se hinchó el pecho con orgullo.

—Así es como es, de todos modos. Fue el destino… ¿o tal vez amor a primera vista? Ese tipo de cosas —dijo María con una pequeña risa.

Al verla de cerca, Miyako notó que viejas cicatrices cruzaban los brazos y mejillas de María. Miyako no pudo reconciliar la risa de Shan Li y la amable sonrisa de María con la historia que acababa de escuchar.

Cada uno tiene sus propias circunstancias, y cada familia tiene su pasado.

Por más obvio que sea, era una novela para Miyako.

—¿Puedo preguntar una cosa?

—Cualquier cosa —respondió María.

—Shan Li, ¿por qué decidiste salvar a Maria en ese entonces? —Era una pregunta franca.

Si bien era cierto que María la salvó cuando estaba necesitada y por ende tenía una deuda con ella, pocos se apresurarían a ayudar a un soldado vestido con el uniforme manchado de sangre de un ejército derrotado. Shan Li podría haberla ayudado sólo para que María actuará como si hubiera metido la nariz donde no debía. En el peor de los casos, Shan Li podría haber terminado muerta. Incluso si no se puso tan mal, quedarse allí no era más que un riesgo para ella.

—Eso es simple —dijo la mujer de treinta años con la apariencia de una joven.

—Porque quise hacerlo.

—¡Eso es…!

—Y estoy tan feliz ahora por eso —dijo Shan Li, antes de bajar la voz y continuar—. ¿No piensas igual, Miyako?

La cara de Fuuka apareció en su mente. Vio el trágico personaje detrás de su pantalla, la villana de un juego otome. Ella era la persona más trabajadora, una persona de buen corazón que priorizaba a los demás sobre sí misma.

—Ella lo sabe todo. Es pésima cocinera. Le encanta ayudar a otras personas. Es terca y odia estar sola, se esfuerza mucho y es amable y linda, mi querida Fuuka —Miyako se preguntaba—, ¿por qué decidí llevármela conmigo? ¿Por qué sentí lástima por ella? ¿Por qué quería salvarla? ¿Lo hacía por ella? No, no es por eso.

¡Quería ser yo quien la salvara! Por eso la perseguí!.

—Disculpen, señora Shan Li, señora Maria, pequeña Aisha, pero tengo que irme.

Eso trajo sonrisas a Shan Li y Maria. Era la sonrisa de una pareja que había encontrado una forma pacífica de vivir después de perseverar juntos a través de innumerables problemas y dificultades.

—Ese es el espíritu —dijo María.

—Desde el principio, siempre ha sido por mí deseo de salvarla. Si ese es el caso, iré a tomar su mano cuantas veces tenga que hacerlo. La perseguiré hasta el fin del mundo. Como me arrepiento de mi última vida en la que intenté sonreír y aguantar con todo hasta que me derrumbé por exceso de trabajo, he decidido vivir más egoístamente esta vez. —Pensó Miyako.

—¡Umi!

El espíritu respondió con un maullido.

Ella miró por la ventana. La noche había llegado. Una luna llena colgaba en el cielo nocturno. Aisha había estado roncando suavemente durante un rato. Fuuka se había ido unas doce horas antes.

Si Fuuka hubiera tomado un carruaje de un solo caballo, eso sería una cosa. Pero si hubiera tomado un carruaje de tres caballos o algo más rápido, ya estaría casi en la capital.

Tengo que apurarme a seguirla.

Ningún carruaje saldría tan tarde en la noche. Pero Miyako tenía a Umi.

—¿Qué pasa? ¿Has aceptado finalmente lo que querías hacer y venir… a confiar en mi poder?

Realizando su deseo de acariciar a Umi mientras movía su tupida cola, Miyako ordenó a la poderosa Undine.

—Sí. Por favor, Umi. Te ordeno como tu maestro: ¡llévame donde está Fuuka!

Inmediatamente, una luz imbuida del poder del agua pura inundó la habitación, y la Undine tomó su verdadera y divina forma.

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