Un lirio que florece en otro mundo – Día 4: Buenas ventas y cocina típica

Traducido por Kiara

Editado por Tanuki


Un pequeño suspiro se le escapó a Miyako mientras pensaba en la situación del baño, o como ella lo llamaba, “Fuuka es demasiado sexy”.

No, me gusta bañarme con Fuuka… Lo hago, pero no puedo evitar sentirme culpable, por no poder mantener mis ojos lejos de su cuerpo, pero el problema es que no se como podría hacer en la casa. Miyako, era una antigua oficinista, no tenía esas habilidades. Es un dolor tener que caminar hasta las aguas termales naturales, pero no tengo ninguna idea mejor.

A la mañana siguiente, mientras Miyako pensaba en esto, una voz alegre llegó a sus oídos.

—¡Hola! Estoy aquí para entregar el paquete diario de hoy. Es… espera… ¡Tengo unos mariscos preciosos!

El mercader viajero del continente, Shan Li, las visitó de nuevo al mediodía y felizmente sacó un enorme pez rojo. Como siempre, parecía una chica tan joven que decir que treinta años parecía una mala broma.

Los cuatro mil años de historia del continente no son sólo para mostrar, pensó Miyako al ver el gran pez que colgaba de las manos de Shan Li y se retorcia.

—¿Un pez? No puedo cocinar eso…

—¿Qué pasa, Miyako?

Cuando Fuuka apareció por detrás de Miyako, Shan Li la saludó con una con la mano y señaló el pescado en su mano.

—¿No prometiste comprar mi paquete de oferta diario? Tal vez debería decir que ustedes dos están pasando el rato aquí.

Shan Li agitó el gran pez delante de ellas y sonrió como un gato. Les dijo que la mula que tiraba de su carruaje descendía del conejo rojo, el caballo más rápido que había visto el continente. Así que si llegaba el momento, Shan Li podría informar a toda la familia de Miyako sobre su estadía en ese lugar en un abrir y cerrar de ojos.

—¡Eres pura maldad!

—¿Dijiste algo?

—No, nada… —gimoteo Miyako, al parecer a ella no le quedaba ninguna opción—. Oye, ¿Miyako?

—¿Qué pasa, Fuuka?

Cuando Miyako se dio la vuelta, vio que Fuuka había cogido un libro en algún momento.

Cocina Local de Atika, estaba escrito en la portada.

Oh sí, había encontrado ese libro en la estantería. Es un libro de recetas bastante viejo. El hecho de que ella incluso lo tuviera demostraba todo el esfuerzo que ponía.

—¿Cocina local…?

—Eso es. La forma básica de distribución en el comercio es la producción local para el consumo local. Si quieres adquirir algo fresco y barato, es mejor limitar tu enfoque a lo que se encuentra cerca. Y ese pescado parece ser uno que se puede encontrar en el mar en Atika.

—Vaya, realmente sabes todo, Fuuka.

—Es sólo algo que vi en la guía del campo de la mansión, nada más. Este es tu lugar de nacimiento y no sabes nada.

—Fuuka, tu cara se ha puesto roja. No estás avergonzada, ¿verdad?

—¡¡Miyako!!

—Perdón por haberte molestado —dijo Miyako entre risas— eres tan linda cuando hinchas tus mejillas de esa forma —pensó Miyako.

Fuuka miró a Miyako, y luego comenzó una especie de negociación con Shan Li en lenguaje continental.

Miyako se encontró completamente fuera de lugar.

—Así que eso es todo. Tomaremos el pescado, señorita Shan Li.

—Genial, gracias por tu patrocinio.

Vieron a Shan Li irse que las saludaba desde su carro cuando se iba. Fuuka sostenía el espléndido pescado en sus manos, como si no fuera nada.

—¿Qué es eso, Fuuka?

 —Lo que parece, una piedra.

—Fuuka, ¿Para qué necesitas eso?

♦ ♦ ♦

Miyako salió de la cabaña con las cosas que le habían dicho que preparara. Era un cubo de madera, en el que estaban las verduras, el pescado y la sopa. Miyako había quitado limpiamente las tripas y escamas del pescado y lo había hervido antes en una olla con las verduras. El cubo lleno de sopa causaría una gran impresión a cualquiera.

—Sí, está bien. Las cosas están saliendo bien por mi parte.

Después de avivar el fuego, Fuuka sacó algo con unas pinzas y se puso de pie… Era una piedra calentada.

Ella había tomado la piedra lisa que le habían comprado a Shan Li, que debía ser un pisapapeles, y la limpió. Luego la calentó en la fogata por más de una hora, y aunque no lo pareciera, estaba muy caliente.

—Apuesto a que esto realmente te quemaría si lo presionara contra ti, Miyako.

—¿Qué quieres decir con eso? ¡No me asustes!

—Estoy bromeando. Sólo porque me quitaste todas las oportunidades de mi vida, no significa que tenga derecho a quemarte con una piedra caliente. Además haré la vista gorda al hecho de que me has secuestrado y me tienes prisionera.

—¡Podría haberte secuestrado, pero no eres prisionera!

—Como me arrastraste hasta el campo, bien podría ser un prisionero. Miyako, ¿podrías traer ese cubo de madera aquí, por favor?

—Si, seguro.

Miyako colocó el cubo en el suelo. Después de que Fuuka le dijera eso, empezó a sentir que podría haber hecho algo malo, pero si Miyako se hubiera casado con Klause Reinhalt, Fuuka habría tenido un final trágico.

Y de todos modos no hay manera de que me casara con ese hombre histérico cuya única cosa en la vida que amaba, era su cara bonita.

—Muy bien, aquí va —dijo Fuuka.

—Está bien. Fuuka, ¿me vas a decir qué vas a hacer con esa piedra o…?

 —Parece que eso salió bien —dijo Fuuka.

Dentro del cubo en el que Fuuka tiró la piedra calentada, la sopa hirvió en una fracción de segundo. Un olor agradable llenó la cabaña.

—Me han dicho que comer esto mientras está caliente, es lo más importante de la cocina de Atika… así que puedo manejar esto.

—Eres increíble, Fuuka.

Aunque Miyako hizo la mayor parte del trabajo preparando lo que iba en el cubo, pero algunas cosas era mejor no decirlas.

—Fuuka está haciendo el esfuerzo de averiguar sobre la cocina local de mi patria, es realmente linda —pensó Miyako, acunando su cabeza.

—Pero, esto podría ser un problema —dijo Miyako—. Hicimos demasiado… es suficiente sopa, o mejor dicho, estofado calentado a la piedra, está cantidad es demasiada para el estómago de dos niñas.

Miyako empezó a pensar mientras masticaba el pescado.

Estofado calentado a la piedra… Sopa calentada a la piedra. Piedra calentada, agua. Piedra calentada, agua hirviendo… ¡Un baño!

—¡Fuuka! ¡Podríamos ser capaces de construir un baño aquí!

—¿Qué?

—¡Sé que haré un gran trabajo! ¡Haré todo lo posible para que te sientas feliz!

Ansiosa por poner en práctica su idea, Miyako no sabía que su plan de usar la piedra calentada para hacer un baño causaría un incidente. Tampoco sabía que un espía enviado desde la capital estaba tratando de encontrar su cabaña.

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