Una generación de militares – Capítulo 42: Las malas noticias imperiales

Traducido por Lucy

Editado por Sharon


En la capital de Qiong Yue, los signos de la llegada de la primavera eran abundantes. A primera hora de la mañana, en las puertas de la ciudad, había un flujo constante de gente que salía y entraba. Un carruaje con capota negra entró por la puerta norte, dirigiéndose hacia el mando de la guarnición, como era costumbre, para pasar la inspección. Cuando el ocupante del carruaje levantó la cortina, el comandante, en lugar de adelantarse para comenzar, se retiró de inmediato. El carruaje se dirigió ansiosamente hacia la Casa del Primer Ministro.

En el interior estaba Gu Yun con Su Ling, que intentaba persuadirla a susurros.

—Voy a ver si está bien, pero tú vuelve a la mansión del General para descansar.

Ella tuvo que regresar en cuanto escuchó las noticias, pero Su Ling terminó acompañándola porque el médico militar le aconsejó que era mejor que tratara sus heridas con los médicos de la capital. Estos días, había tenido dificultades porque su herida se había inflamado un poco. El hombre era tan terco que ni ocho vacas habrían podido empujarlo a ver al doctor.

Viajaron apresurados día y noche, así que ahora estaban agotados. A pesar de es, Su Ling todavía tuvo el valor de preguntar:

—¿Quieres que organice tu entrada al palacio?

Gu Yun pensó por un momento y negó con la cabeza.

—Todavía no, déjame averiguar primero lo que sucedió.

El carruaje se detuvo de repente. Gu Yun abrió la cortina, para ver que se habían detenido frente a la Casa del Primer Ministro. Su Ling comprendió que estaba ansiosa por saber qué había pasado.

—De acuerdo —susurró, sin saber qué más decirle. Ella volvió a abrir la cortina.

—Volveré a la mansión de inmediato, pero debes pedirle al médico que vea tu herida. Lo sabes, ¿no? —le recordó.

Su Ling asintió con una sonrisa; viendo su respuesta, Gu Yun se tranquilizó y bajó del vehículo para dirigirse a las puertas de la casa del Primer Ministro.

—Quiero ver a mi hermana mayor —le dijo al sirviente que salió a recibirla en la puerta.

—Señorita Qing, por favor entre.

No necesitó informarle a la señora Lou de la llegada de Qing Mo, pues ella ya les había avisado temprano que debían atender un asunto urgente.

El criado la llevó a la familia Lou. Cuando entraron en la residencia, Gu Yun vio a Zhuo Qing sentada en un banco de piedra cerca del lago, los ojos fijos en el lejano horizonte, como en trance, parecía estar pensando en algo…

Se acercó a ella sin vacilar, y pasando por alto las cortesías, se limitó a preguntar:

—¿Qué demonios está pasando?

Zhuo Qing se sobresaltó y se volvió a mirar. Detrás de ella encontró Gu Yun con un rostro serio y mortecino. Tenía un aspecto terrible y agotado. Debió haber pasado dificultades por apresurar su viaje de regreso a la capital, así que le dio una palmada al banco para indicarle que se sentara a su lado.

—El palacio pasó el mensaje de que el niño tenía fiebre alta el segundo día después del primer mes. La fiebre no lo abandonó desde entonces, y al séptimo día murió —susurró Zhuo Qing.

—¿De verdad fue por una enfermedad? —preguntó Gu Yun, sentándose.

La situación era demasiado sospechosa. Si en verdad enfermó, Zhuo Qing no le habría pedido que regresara tan rápido.

—Cuando recibí la noticia, fui de inmediato al Palacio del emperador y me apresuré a ir al Salón Qing Feng. Cuando llegué allí, el niño ya estaba muerto. Lo más probable es que la fiebre del bebé fuera causada por una neumonía con el pésimo estado de la medicina de esta época. No es imposible que la causa fuera un fallo respiratorio. Cuando llegué, el cuerpo estaba congelado. Su rostro era oscuro y tenía los labios morados. Los siete síntomas de muerte por insuficiencia respiratoria aguda estaban presentes, pero encontré que la mano del niño caía relajada sobre sus costados y, según la criada que lo acompañaba, no oyó que el niño sufriera de falta de aire, dificultad para tragar o hubiera llorado. El niño murió tan tranquilo… No me parece bien. Si la causa fuera una insuficiencia respiratoria aguda, habría sido muy doloroso; él habría luchado y llorado con energía.

—¡Entonces sí es posible que haya juego sucio!

Tal y como pensé, es demasiado raro.

Zhuo Qing negó con la cabeza de mala gana.

—No lo sé. El niño era demasiado pequeño, puede haber habido otras complicaciones que le causaran la muerte, y ahora no puedo hacer pruebas patológicas ni una autopsia. No puedo sacar conclusiones.

—¿Dónde está ahora su cuerpo?

—Ya ha sido enterrado hace más de medio mes. A los niños que mueren no se les hacen grandes funerales y se les entierra hasta cinco días después en el Cementerio Real.

Gu Yun frunció el ceño.

—¿Cómo pudieron enterrarlo tan rápido cuando la situación es poco clara?

Zhuo Qing se frotó la frente. Estos últimos días había tenido un dolor sordo en la frente.

—Todos los médicos de la corte dijeron que había muerto de una enfermedad y que había tenido fiebre alta durante varios días. En Qiong Yue, todos los años mueren innumerables bebés con la misma causa. En su opinión, el asunto está claro —exclamó.

—¿Has encontrado algo más en su cuerpo? —preguntó con suavidad. Sabía que su amiga había estado bajo mucha presión. Ya que no tenían otras evidencias, esperaba que su cuerpo pudiera darles algunas pistas.

—Solo tuve tiempo de hacer el examen preliminar porque en ese momento vinieron la emperatriz, el emperador, la emperatriz viuda y las concubinas imperiales. Simplemente no tuve oportunidad de acercarme de nuevo al cadáver. De no ser porque Qing Feng, quien lo descubrió, envió un mensajero para informarme al instante, tal vez no hubiera podido ver el cuerpo del niño en absoluto. En realidad, solo con lo que pude averiguar de la investigación preliminar, no puedo hacer otra conclusión a menos que pueda hacer una autopsia.

Pero eso era imposible. Ella no tenía ninguna evidencia. Incluso si la muerte del niño era sospechosa, la familia imperial nunca permitiría que el hijo del emperador fuera diseccionado.

Sin embargo, la muerte del niño fue demasiado abrupta. Después de escuchar las noticias, el corazón de Gu Yun había estado en un estado de constante desolación.

—¿Cómo está ella ahora? —preguntó, pensando en la persona que debía estar más desconsolada que nadie ahora mismo, sola en el harem imperial.

—Es malo —suspiró Zhuo Qing, sacudiendo la cabeza. Solo había pasado medio mes, pero Qing Feng lucía demacrada y ya no parecía humana.

—Me gustaría encontrarme con ella.

Zhuo Qing asintió y se levantó.

—Yan Hong Tian me pidió que ayudara a Qing Feng durante sus momentos de duelo, por lo que me permitió entrar al Palacio tres días para hablar con ella. Arreglé para visitarla hoy, vayamos juntas.

—Bien.

En las manos de Zhuo Qing estaba la ficha imperial de Yan Hong Tian. Las dos mujeres entraron en el Palacio sin problemas y se dirigieron al Salón Qing Feng.

Cuando entraron, vieron la siguiente escena: bajo el árbol había una pequeña cuna de bebé, y junto a ella estaba Qing Feng vestida de seda blanca. Su larga cabellera no estaba recogida y estaba medio arrodillada junto a la cuna, mirando el interior con expresión aletargada. A su lado estaba la sirvienta llamada Fu Ling que la acompañaba siempre. Ella las vio llegar y se inclinó ligeramente.

—Princesa Imperial, la señora Lou y la señorita Qing están aquí para verte —le dijo con una voz muy gentil, como si temiera asustarla.

Solo había pasado medio mes desde la última vez que la vio, pero era como una persona diferente. Sus mejillas estaban muy delgadas, sus ojos apagados y su rostro pálido, sumados a su cuerpo frágil, hacían parecer que estaba a punto de desmayarse. Una ráfaga de tristeza infló su corazón.

—Hermana mayor —susurró Gu Yun.

Qing Feng tardó mucho tiempo en darse la vuelta, y su mirada quedó fija un largo rato en Gu Yun antes de poder reconocerla.

—Has vuelto —dijo Qing Feng con calma—. Siéntate.

Su voz ronca sonaba muy débil, y casi desapareció en el viento. No estaba llorando, ni gritaba sus penas para que la escucharan, simplemente ignoraba a todos y a todo lo que la rodeaba.

—Los muertos no pueden volver a la vida —la consoló Gu Yun—. Llora, pero no descuides tu salud.

Qing Feng actuó como si no hubiera oído nada y continuó mirando la cuna del bebé sin pestañear. De vez en cuando, una sonrisa surgía en sus labios, pero esta no reflejaba más que amargura.

El corazón de Gu Yun se encendió de repente de furia.

¡¿Quién es tan despiadado para atacar a un niño y atormentar a una madre hasta este punto?! Si de verdad fue un homicidio, buscaré justicia para ellos.

—Ven aquí un momento.

Fu Ling no entendía por qué la llamó Qing Mo, pero Qing Feng no la detuvo, así que tuvo que acompañarla al otro lado del patio.

—¿Quién fue la primera persona que encontró al niño? —le preguntó en cuanto estuvieron solas. Fu Ling la miró con ojos perdidos.

—Esta sirvienta.

—Dime una vez más todo lo que sepas y hayas observado el día del incidente. Quiero saberlo. No omitas ningún detalle.

Fu Ling dudó un momento y se dio la vuelta para buscar a Qing Feng que no estaba lejos, pero Gu Yun se movió a un lado para bloquear su línea de visión.

—Di la verdad.

El tono de Gu Yun era normal, pero llevaba una fuerza que la gente no se atrevía a desobedecer. La sirvienta hizo una pausa y lo pensó durante mucho tiempo, hasta finalmente responder.

—Después de la fiesta del primer mes, el tercer príncipe se infectó con una fiebre fría. El médico vino del Palacio al mediodía durante todos los días para diagnosticar y tratarlo. Ese día, temprano, aún no era la hora, cuando el médico de la corte Hu Tai vino…

—Ni una palabra más. Retírese.

Fu Ling obedeció al instante con el regaño de Qing Feng. Asustada, la complexión de la sirvienta palideció un poco y se retiró.

Qing Feng tenía una expresión lívida; ya no se veía su anterior indiferencia, sino que parecía estar ocultando alguna clase de pista.

—¿Por qué no la dejas hablar? —le preguntó Gu Yun, acercándose, pero Qing Feng desvió la mirada. No se atrevía a ver los ojos de su hermana pequeña.

—El hijo del emperador se ha ido. No quiero que se vuelva a mencionar este asunto —respondió ella débilmente. Sus palabras eran puntuadas, y sus acciones mecánicas, lo que hizo que Gu Yun sospechara aún más.

—Si la causa de muerte no hubiera sido una enfermedad, ¿dirías lo mismo? —presionó.

Al escucharla, Qing Feng levantó la cabeza de forma abrupta y la miró fijamente. Con un destello de profundo dolor en sus ojos y su voz ronca que sonaba trágica y ansiosa, dijo:

—¿Cómo podrías hacerlo? Todos los médicos imperiales dijeron que murió por una enfermedad. ¿Quién puedo hacer que investigue? Aunque no haya sido así, los problemas del harén no son de incumbencia del Ministerio de Justicia. Al final, quienes deben investigar son Lou Su Xin y Xin Yue Ning. ¡¿Qué sentido tiene investigar cuando mi hijo está muerto?!

Estaba tan agitada que su frágil cuerpo no era capaz de soportarlo. Comenzó a toser con fuerza, al punto en que tuvo que agarrarse del pecho y sentarse.

—El niño ha sido enterrado pacíficamente. Este asunto está fuera de tu control —dijo en un tono terco y fuerte—. Estoy cansada. Ya pueden irse, ¿bien?

Zhuo Qing y Gu Yun se miraron rápidamente. No volvieron a agitarla y juntas salieron del Salón Qing Feng.

—Ya sabe que hay algo sospechoso en esta situación y tiene una pista, pero no quiere involucrarnos —dijo Gu Yun en tono solemne. Zhuo Qing asintió de acuerdo.

—Este y tu caso es totalmente diferente —susurró—. No es un simple caso de asesinato, involucra una lucha de poder. Yan Hong Tian no es ningún idiota. Es el segundo de sus hijos que muere, ¿entonces por qué ha ignorado el asunto hast ahora? Uno de sus privilegios es su derecho a hacer controles e investigar. Los conflictos de intereses son más complejos de lo que imaginamos. En resumen, no debes actuar de manera precipitada.

Gu Yun, por supuesto, comprendió lo que estaba queriendo decirle, pero eso no evitó que soltara una maldición.

—¡Esto es realmente problemático!

Zhuo Qing palmeó su mano y bajó aun más la voz.

—Sé que eres una persona que distingue entre lo que está bien y lo que está mal, pero tus emociones no están equivocadas. El asunto aquí es que el harén imperial no es un lugar blanco o negro, sino gris. Nada es claro, así que no puedes confundirte. Cuando conocí a Qing Feng, ella tenía un espíritu terco, pero ahora ya comprende lo que debe hacer para sobrevivir en el harén. Nosotras tampoco podemos hacer nada más que movernos con cuidado. Ya que no podemos ignorar este asunto, nos encargaremos en secreto. Si ella no quiere que intervengamos, entonces observaremos en silencio, y encontraremos el momento que necesite ayuda. No la dejaremos pasar por esto sola.

—El Palacio Imperial es enorme, al igual que el número de eunucos y doncellas entrando y saliendo. En realidad es un lugar tranquilo y pacífico en general. Cada uno de los sirvientes tiene la misma expresión, y avanza al mismo paso, siempre haciendo reverencias y nunca se atreven a hacer un sonido fuera de lugar. El Palacio está adornado con riquezas magníficas y honor, pero en el interior, la sociedad donde se aprecian los mejores tesoros y el mayor poder, es en realidad una atmósfera asfixiante y fría, sin rastros de humanidad. Un lugar que les permite a las personas respirar, pero siempre con dificultad —comentó Gu Yun. Después, se quedó un tiempo, reflexionando, antes de añadir—: Haremos como dices.

Ella creía en las leyes de justicia, pero nunca entendería la ley de la política.

♦️ ♦️ ♦️

Gu Yun y Zhuo Qing visitaban a Qing Feng una vez cada tres días. Ella, como de costumbre, se pasaba el día mirando la cuna, pero poco a poco iba adquiriendo una mente sobria, y a veces decía dos frases. Gu Yun tampoco la agitaba, sino que interrogaba en privado a los eunucos y doncellas del Salón Qing Feng.

El palacio era un lugar terrible que hacía a la gente muy cautelosa y recelosa. No importaba lo que Gu Yun preguntara, la respuesta que los sirvientes daban casi siempre era: “No sabemos nada”.

♦️ ♦️ ♦️

Dentro del Pabellón Lingyun, Gu Yun estaba continuamente pensando en los asuntos de Qing Feng. Estaba ayudando a Su Ling a vendar sus heridas pero como no estaba prestándole atención a su fuerza… Su Ling lanzó un gritó ahogado.

¿Me está ayudando o intenta asesinarme?

Gu Yun volvió en sí y se disculpó con una sonrisa.

—¡No era mi intención! Pero tus heridas se están curando muy rápido.

Cuando regresó herido, se desmayaba todo el tiempo y no podía moverse con facilidad. Habían pasado menos de diez días y la herida estaba sanando bien. Su expresión facial también había regresado a la normalidad.

—Di la verdad, ¿no preferirías que mi herida sanara muy lento? —replicó Su Lin en una voz fría. Era cierto que se había curado más rápido de lo normal, y no sabía por qué.

—Por supuesto que no, solo tengo envidia —contestó ella, aclarándose la garganta.

—Señorita Qing —la llamó un joven desde afuera.

—Entra.

En cuanto recibió el permiso, el mensajero entró.

—Hay un hombre fuera. Dice que es la persona que está buscando.

¿La persona que estaba buscando?, pensó Gu Yun confundida, ¿A quién estaba buscando? 

El rostro de Su Ling a su lado claramente decía: “¿Y yo cómo voy a saberlo?”

—Pídele que entre.

Gu Yun era demasiado perezosa para adivinar; solo tenía que esperar a ver al hombre para descubrir de qué se trataba.

Su Ling siguió vendando su herida mientras Gu Yun salía del patio, mientras el joven conducía al visitante dentro. Desde donde estaba, pudo inspeccionarlo en secreto. Era un hombre de más de treinta años, de complexión media y apariencia ordinaria. Su rostro era tan normal, que cualquiera lo olvidaría después de pasar a su lado. De pies a cabeza, era un transeúnte completamente común y corriente.

—¿Y tú eres? —preguntó Gu Yun, vacilante. No recordaba si lo conocía, o si lo estaba buscando. Lo miró con cuidado para evaluarlo.

El hombre también la estaba observando. A diferencia de ella, que lo estuvo mirando en silencio, él lo hacía con arrogancia. Su mirada se detuvo en su rostro por un largo rato.

—¿Quieres tratar tu cara?

Yue Sheng se había apresurado a entrar en la Oficina del General por simple curiosidad. Quería saber qué clase de mujer era para que aquel chico distante e indiferente le visitara un día tras otro para rogarle ayuda, y ahora la tenía frente a él.

¿Por qué luce tan ordinaria? Al final, no sé qué es lo que piensa Ao Tian.

¿Tratamiento de la cara? Gu Yun abrió los ojos con sorpresa.

—¿El maestro de Ao Tian?

No, ¿lucía más como el hermano mayor de Ao Tian pero era su maestro? Había escuchado que Ao Tian fue adoptado por su maestro cuando era un niño, por lo que siempre pensó que “el experto único de este mundo” era como el anciano Su Qing.

¿Cómo podía ser este el maestro de Ao Tian? ¡Oh, ya veo! Pensándolo bien, el legendario Doctor Fantasma Yi Rong Zhu es extremadamente excepcional. ¿Podría ser…?

Gu Yun adivinó ahora que estaba usando un disfraz. Recordando la manera extraña en que le habló antes, se rió por lo bajo, arrepentida.

—Ha hecho un magnífico trabajo en ese disfraz.

—¿Quién te ha dicho que estoy usando uno? —preguntó Yue Sheng en un tono frío, y levantando una de sus pequeñas cejas.

¿No lo es?, pensó decepcionada. Había querido preguntarle cómo hacía para ocultarse tan bien.

Aunque su corazón estaba lleno de críticas, su boca no pronunció ninguna. Ahora estaba preocupada de haber hecho enfadar al experto.

¡Cielos! No puedo hacerle enojar, o se irá.

—La herida no es demasiado profunda. Tardará un mes en recuperarse.

Esta persona no era de corazón frío. Al ver sus cicatrices, no tardó en decirle que no era intratable.

—Te equivocas. Me gustaría que vieras y curaras a mi hermana —lo corrigió. Al escucharla, la expresión de Yue Sheng se oscureció.

—Solo ayudaré a una. Esa es la condición —respondió con voz fría y enfática. Gu Yun lo miró confundida.

—Lo sé —respondió con sencillez. No se había atrevido a esperar que él fuera a curar a más de una persona.

—En la tierra bajo este cielo, nadie más que yo puede curar esa herida.

Bueno, que hombre más engreído. Era difícil, pero debería soportar su actitud por ahora.

—Eso es realmente muy bueno.

No dijo nada más durante un largo rato. Pensando que él no había entendido lo que estaba diciéndole, Yue Sheng reaccionó con enojo.

—Ayudaré a tratar su rostro, pero entonces esa será la cara que llevarás el resto de tu vida. Entiéndelo bien, incluso si ese niño intercede por ti de nuevo, no seré persuadido —añadió con brusquedad.

Gu Yun se quedó perpleja. ¿Por qué necesitaba aclarar algo como eso?

—Puedes estar seguro de que mientras realices el tratamiento para mi hermana mayor, mi rostro no te preocupara —lo tranquilizó con una sonrisa generosa.

Como Qing Mo había estado hablando con él por tanto tiempo, Su Ling se preocupó, se puso la túnica y la fue a buscar al patio. Cuando Yue Sheng lo vio llegar, le dio una mirada enojada.

—¿Le diste mi píldora? No entiendes su valor y no la tratas como un tesoro.

Era una medicina muy rara que tardó diez años en hacerse, ¡y ella la había usado para tratar una herida de carne! ¡Estaba furioso!

Solo le echó un vistazo a Su Ling, pero enseguida supo que le había dado la píldora Gan Jin que Ao Tian le dio a ella. En verdad era un médico hábil que merecía su reputación.

—Me iré de aquí —dijo con rabia Yue Sheng, poniéndose de pie.

—¿A dónde vas?

¡Madre mía! Él de verdad era una persona nerviosa. Este “experto único en el mundo” de verdad pensaba así. Se dio cuenta que era una persona muy terca y difícil de manejar.

—A tratar la cara.

Lo mejor sería completar el tratamiento rápido e irse antes de que ella volviera a enfurecerlo.

¿Ahora?

De repente, Gu Yun se congeló. Curar el rostro de Qing Feng había sido un deseo egoísta que tenían Zhuo Qing y ella. Había escuchado que, en ese momento, la idea de desfigurarse había sido de Qing Feng, por lo que era probable que no quisiera curarse ahora. Además, estaba de muy mal humor por la muerte de su hijo. Era probable que no fuera el momento para un tratamiento facial. Si esta persona iba a visitarla de repente, Qing Feng podría estallar de ira y alejarlo.

—Debe estar cansado de su viaje —sonrió Gu Yun, tosiendo para aclararse la garganta—. Podemos retrasarlo dos días.

Quería retenerlo por un tiempo, pero Yue Shang no la dejó. De hecho, ahora estaba impaciente.

—¡Por donde quiera que voy hay tantas tonterías! O empiezo el tratamiento ahora o puedes encontrar a alguien mejor cualificado que yo. Tú eliges.

—¡Vamos ahora! —se corrigió ella con rapidez.

¡Lo que sea! Explicarlo no funciona, y no puedo dejar que se vaya.

Pero no tenía el talismán imperial. ¿Cómo se suponía que le haría entrar al Palacio? En cuanto se dio la vuelta, ella se dirigió a Su Ling.

—Iremos por adelantado, pídele a Yan Ming Shu que envíe rápidamente a un joven con Qing Ling y le informe que nos reuniremos en la puerta norte del Palacio —le susurró. Entonces, recordó algo más y añadió—: Yan Hong Tian no sabe nada de esto. ¿Podemos meter a este hombre al harén?

¡Claro que no! Ningún hombre podía entrar o salir del harén sin permiso. Incluso los oficiales de corte de mayor rango solo podían entrar si se los convocaba. Su Ling solo pudo pensar que esta mujer era demasiado ilusa a veces.

—Ve a la puerta del Palacio Imperial. Yo iré a ver al emperador y se lo explicaré.

Hasta ahora, el emperador se había mostrado cariñoso con las hermanas Qing por sus apariencias. Ahora había una oportunidad de recuperar esas bellezas increíbles. Era improbable que fuera a negarles el tratamiento cuando era por el beneficio de Qing Feng.

—Muy bien.

♦ ♦ ♦

Gu Yun y Zhuo Qing se encontraron en la puerta del Palacio Imperial, pero como estaban con Yue Sheng, los guardias les impidieron entrar y se negaron a ceder durante media hora. En ese momento, un eunuco llegó corriendo, y le susurró al oído de los guardias imperiales.

Solo fue en ese momento que se les permitió entrar. Cuando llegaron por fin al Salón Qing Feng, ya era por la tarde.

Hoy, Qing Feng se veía bien. Cuando las vio entrar, se acercó para hablarles, pero se detuvo cuando vio al hombre que las acompañaba.

—¿Quién es este hombre? —les preguntó alarmada.

Zhuo Qing era más cercana a ella, por lo que Gu Yun le hizo una señala para que fuera quien lo explicara.

—Es un médico —le explicó con cautela. El semblante de Qing Feng cambió rápidamente.

—Estoy bien. No necesito un médico, pídele que se vaya —replicó con voz gélida.

Gu Yun sabía que su amiga estaba en medio de uno de sus ataques de jaquecas, así que la miró de reojo. Mientras ambas pensaban cómo podían convencer a Qing Feng, Yu Sheng intervino.

—Tienen una actitud bastante terca las tres… Cuando me vaya, podrías recuperar tu bonito rostro.

¿Qué significa eso? La mirada interrogante de Qing Feng se dirigió a Zhuo Qing, quien le explicó con suavidad.

—Nosotras le pedimos que viniera. Quiere ayudarte a curar tu rostro.

Las dos creyeron que Qing Feng enloquecería cuando escuchara eso, pero al contrario, ella borró su anterior indignación de su expresión.

—¿De verdad puede tratar mi cara? —preguntó con seriedad. Zhuo Qing asintió.

—Sí.

—Bien, entonces hazlo.

Su franca y rápida respuesta sorprendieron a Zhuo Qing y Gu Yun. Cuando los ojos de Qing Feng brillaban con un destello de codicia, Yu Sheng lo notó de inmediato.

¡Qué interesante!, pensó con una sonrisa.

—Tu cara, al contrario que la de tus hermanas, tiene heridas más profundas. Es importante que sepas que el tratamiento va a doler.

Comparada con sus hermanas, esta mujer sufría una herida más viciosa. Dos cicatrices profundas que le habían quitado una séptima u octava fracción de su buena apariencia. Aunque ahora quisiera ser curada, le sería imposible regresar a cuando era una belleza sin igual.

—Mientras consiga la cura, no importa si sufro —respondió Qing Feng sin vacilar.

—¡Bien!

Le gustaban este tipo de personas que aceptarían cualquier precio con tal de conseguir sus objetivos, las mujeres dispuestas a todo. ¡No solo curaría su rostro, sino que la haría tres grados más hermosa que antes!

—¿Será sometida a qué tipo de sufrimiento? —bramó una voz masculina agresiva con gran frialdad desde el interior del patio.

—¡Larga vida a Su Majestad! ¡Larga vida, larga vida!

Yan Hong Tian acababa de entrar en el Salón Qing Feng, por lo que los eunucos y las doncellas se arrodillaron en el suelo. Qing Feng también se inclinó como parte de la ceremonia, mientras Gu Yun y Zhuo Qing la seguían con torpeza. Yue Sheng se mantuvo de pie, sin mostrar intenciones de saludar.

—¿Puedes arreglar su rostro?

Sus ojos negros y oscuros recorrieron el rostro ordinario de Yue Sheng. Aunque habló con una voz normal, su tono transmitía la misma presión que una tormenta.

Yan Hong Tian era famoso por sus cambios de humores, por lo que Zhuo Qing y Gu Yun comenzaron a preocuparse por el Doctor Fantasma. Sin embargo, él mantuvo su expresión de siempre al responder.

—Si así lo deseo, aunque todo su rostro estuviera podrido, podría darle una solución. El tratamiento durará tres meses, por lo que además de esa sirvienta de ahí y yo, nadie más podrá verla. Si no accedes, no voy a curarla.

—¿Eso nos incluye? —preguntó Yan Hong Tian, sus ojos volviéndose aun más oscuros.

—Por supuesto.

Qing Feng ahora estaba sudando frío por Yue Sheng. Por la personalidad del emperador, él nunca permitiría que alguien desobediente lo tuviera fácil. Lo sabía porque cuando entró al Palacio ella también lo enfrentó varias veces.

—Bueno, te prometo que a partir de hoy, durante tres meses, tanto en el interior como en el exterior, ¡ninguna persona podrá pisar el Salón Qing Feng! —dijo Yan Hong Tian con una risa fría—. Y si no puedes curarla, te mataré.

Y con ese discurso, se dio media vuelta y se marchó con un resoplido.

Yue Sheng, sin mostrar una pizca de miedo en su rostro, se mantuvo observando esa ruel espalda alejarse.

—Descargando su ira de una manera tan extrema, no es de extrañar lo que sucede con su heredero —se burló con frialdad—. Ustedes dos también se van.

Gu Yun y Zhuo Qing también fueron despedidas por Yue Sheng. Y así, fueron expulsadas del Salón Qing Feng.

♦ ♦ ♦

Durante medio mes, Gu Yun no entró en el palacio, pero eso no la detuvo de buscar pistas en secreto sobre la muerte de su sobrino. Después de comprobarlo por completo, descubrió que el Palacio era una fortaleza inquebrantable. ¡Era imposible entrar! Todas las personas del interior eran buenas escondiéndose y planeando. Gu Yun había investigado muchos casos a lo largo de los años, pero esta era la primera vez que se sentía tan frustrada.

—¿En qué estás pensando?

De repente, sintió una opresión en la cintura y el sonido de una voz masculina familiar en sus oídos. Al parecer, le gustaba ponerle las manos en la cintura. Al principio era incómodo e irritante, pero ahora parecía haberse acostumbrado.

—No, solo espero al milagro que sucederá en tres meses —respondió con tono descuidado, reticente a decir mucho sobre la investigación.

Su Ling se rió.

—El próximo mes, después de que volvamos de las ofrendas de sacrificio, podrás ver a tu hermana y habrá un milagro.

En general, siempre la escuchaba preocuparse por la condición de Qing Ling, pero en este último tiempo, solo parecía estar pensando en Qing Feng.

—¿El próximo mes? —repitió Gu Yun, sobresaltada—: ¿Eso no es en unos días?

—Bueno, así podrás prepararte antes. —Al ver que Qing Mo no tenía buena expresión, Su Ling le susurró—: ¿Por qué no estás contenta? ¿No estabas interesada en el escudo de armas?

Sí, la placa de los ocho trigramas. Ella pronto podría ver el “bagua”. Debería estar contenta, ¿por qué se sentía horrible en su corazón entonces?. Gu Yun inclinó ligeramente la cabeza.

—Es primavera. El paisaje de Fengshan es muy bonito. Iremos a dar un paseo por el campo y una excursión al Festival de Qingming —la consoló Su Ling, pensando que no estaba interesada en el sacrificio.

Con el ambiente arruinado, al escuchar su agradable risa, el corazón de Gu Yun comenzó a dolerle.

—Quiero ir a decirle a mi hermana que no estaré en la capital durante un tiempo —le dijo, soltándose de su agarre con cuidado.

Por su parte, Su Ling creyó que ella estaba ansiosa y que tenía prisa por despedirse de su hermana, así que no se preocupó por su impaciencia.

—Bueno, adelante.

Gu Yun no montó a caballo, sino que caminó hasta la casa del Primer Ministro. Un portero la vio y la llevó de inmediato al Pabellón Hua Ting. En la mansión, un entorno desconocido, Gu Yun sintió una cierta tranquilidad. No supo cuánto tiempo estuvo sentada antes de oír una voz perpleja que venía de atrás.

—¿Qué pasa? ¿Te sientes mal?

—Dentro de unos días, iré con Su Ling a Fengshan para los sacrificios. Si no ocurre nada más, podré ver el disco de los ocho trigramas —se lamentó Gu Yun.

—¿Así que no estás contenta? —preguntó Zhuo Qing con una sonrisa—. ¿Te preocupa que puedas volver pero no quieras hacerlo?

—No lo sé.

En el pasado, si hubiera tenido la oportunidad de regresar, habría estado emocionada, pero hoy, después de escuchar a Su Ling hablar sobre las ofrendas, su corazón entró en pánico por laguna razón.

—¿Quieres volver? —le preguntó a Zhuo Qing en voz baja. Ella sacudió su cabeza.

—Ya he tomado una decisión. Hay alguien aquí que no puedo abandonar y dejar atrás.

En ese caso, no solo estaría renunciando a Su Ling, sino a ella.

No quiero regresar… ¿Eh?

Zhuo Qing se compadeció y no la presionó para que respondiera. Agarrando la mano fría de Gu Yun, sonrió.

—Yun, sea cual sea la decisión que tomes, te apoyaré. Ya sea que nos volvamos a encontrar en el futuro o no, siempre serás mi mejor amiga.

—Por favor, no llores —la regañó Gu Yun.

El rostro de Zhuo Qing parecía serio.

—¡Basta! ¡Soy yo quien quiere verte llorar!

—¡Maldita sea!

Ambas rieron y sonrieron para manejar la angustia. Sí, era cierto. Las dos podrían ver el futuro sin importar si se despedían. A través del tiempo y el espacio, siempre y cuando se tuvieran a la otra, era suficiente.


Lucy
¡Y con esto termina mi participación en esta novela! Espero que disfruten el próximo capítulo, que será el último con Gu Yun como nuestra protagonista <3

Sharon
¡Un capítulo más para el final! Ya casi puedo ver la meta… Para los que quieran saber sobre la situación de Qing Feng y su hijo, los invito a pasar por su historia, Misterios en el haren imperial, también en kovel

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