¡Vamos a romper este compromiso! – Capítulo 45: El regalo

Traducido por Kavaalin

Editado por Nemoné


—Lilina, ¿qué le gusta a Sana?

¿Qué estás diciendo después de entrar en la habitación de una persona sin tocar primero, hermano mío?

—Hermano… Debes tocar a la puerta antes de entrar. ¿Preguntas qué es lo que le gusta a Sana? ¿No sería mejor preguntarle a ella misma?

—Bueno, fuiste tú la que me dijo que le agradeciera. Además, pienso que sería mejor que fuera una sorpresa.

Así que quieres sorprenderla. ¿Qué querrá preparar? Supongo que podía ayudarlo un poco.

—Bueno, le gustan las flores. Sé que suele ayudar a cuidar del jardín. Por cierto hermano, tú has tenido bastantes oportunidades para interactuar con ella, ¿no deberías saber qué es lo que le gusta a Sana?

Al escuchar mis palabras, mi hermano se sumergió en sus pensamientos. De ser posible, me gustaría que lo hicieras en tu propia habitación. ¿Por qué tenía que venir justo cuando me iba a acostar? Que sueño tengo…

—Ah… ¿Mm…? ¡Lo tengo!

— ¡¿Hye?!

Su grito me sorprendió por lo que dejé escapar un sonido extraño.

Qué vergonzoso.

— ¡Lilina, ya lo decidí!

—Hermano, no tienes que gritar… ¿Qué fue lo que decidiste?

—Es un secreto, así que tendrás que esperar para verlo.

Hermano, ¿por qué tanto secretismo después de haberme molestado para que te ayudara?

Mi hermano se fue de la habitación sin decirme qué iba a hacer.

♦ ♦ ♦

Habían pasado dos días desde eso y mi hermano todavía no regresaba a casa. El joven Alex me había dicho que después de que se fuera de mi habitación había ido directamente a hablar con él. Como tomaría al menos tres días para que todos se recuperaran, se tomarían un descanso y él saldría mientras tanto. El joven Alex le preguntó a dónde iba, pero mi hermano se negó a decirle. ¿Qué tan lejos habría ido?

Por cierto, Sana se había convertido en la ídola de los caballeros. Las dos personas que la habían visto luchar les habían contado emocionados sobre el suceso. Y, los caballeros crearon el, emm, club de los que quieren ser azotados por el látigo de la señorita Sana o algo así. Por otro lado, aquellos que habían visto como la señorita Ange derrotaba al monstruo crearon el club de los que quieren ser golpeados por la vara de la señorita Ange.

Era impresionante. Los nombres ya eran bastante raros, pero que realmente quisieran ser golpeados… Les había dicho a Sana y a la señorita Ange que si las molestaban demasiado, bien podían golpearlos como tanto querían. Por cierto, parecía que también se había formado uno para mí, pero este fue rápidamente desmantelado.

Mientras estábamos nosotras ocupadas con eso, parecía que mi hermano por fin había regresado. ¿Qué tendría preparado?

Cuando fui a darle la bienvenida… ¿Qué? Mi hermano estaba hecho polvo. No tenía ninguna herida de gravedad, pero tenía el cuerpo lleno de moretones. Y, por alguna razón, su armadura estaba cubierta de hollín. Los caballeros estaban muy sorprendidos y decían el comandante fue derrotado y no puedo creer que el comandante pudiera terminar así… Lo primero era tratar sus heridas así que me lo llevé de regreso a mi habitación.

—Dime, hermano, ¿qué demonios pasó? —pregunté mientras aplicaba en sus heridas la medicina especial súper concentrada.

— ¿Mm? ¿A qué te refieres?

— ¿Como que a qué me refiero…? ¡Obviamente a estas heridas! Y aunque no tengas ninguna herida grave, ¿se te olvidó que hace sólo unos días estuviste a punto de morir? ¡¿Qué diablos estuviste haciendo?!

—Ah, bueno, fui a buscar el regalo para Sana.

Aaah, no tiene caso. ¿Qué tiene pensado hacer?

—Hermano, ¿qué le trajiste a Sana?

—Te lo enseñaré después de dárselo a Sana. Quiero que ella sea la primera persona que lo vea.

Vaya, mi hermano había dicho algo sensato por una vez en su vida. Bueno, no había nada que pudiera hacer. Tendría que esperar.

—Aunque también te traje algo a ti, por haberme ayudado con esto.

Recibí lo que mi hermano había sacado. ¿Eh? Esto era… ¿Qué? ¡No puede ser!

—Hermano, estas son…

—Son bastante bonitas, ¿no? Me costó bastante poder recogerlas. Podrías usarlas en tu espada.

—Eh, ¿no me digas que el regalo de Sana es…?

—Oh, no sigas indagando o al final terminaré diciéndote qué es… ¡Bien! Gracias por tratar mis heridas. Por cierto, no vi a Sana por ningún lado, ¿sabes dónde está?

—Sí. Si buscas a Sana, se encuentra en su habitación haciendo un poco de bordado. Estoy segura de que es un regalo para alguien.

— ¿Para quién…?

Mi hermano murmuró de mal humor. Yo no seré quien se lo diga. Que los dos arreglen sus problemas solitos.

En ese momento alguien llamó a la puerta.

—Señorita Lilina, es Sana.

Oh, justo a tiempo.

—Entra.

Sana dijo permiso y entró. Se sorprendió al ver a mi hermano.

—Joven Ricardo… ¿Por qué vuelve a estar herido? Y esta vez son quemaduras…

Sana se acercó a mi hermano mientras decía eso. Mi hermano parecía bastante contento. Sacó algo de la bolsa en su cintura.

—Sana, muchas gracias por lo del otro día. Pensé mucho sobre qué te gustaría pero esto es todo lo que se me ocurrió. Ten.

Diciendo eso, mi hermano le entregó su regalo. Era… las barbas de un monstruo tipo dragón. Me impresionaba que fuera capaz de conseguirla. Por cierto, lo que me regaló a mí eran escamas.

—Creo que te ves muy genial cuando luchas con el látigo y esto es lo que se me ocurrió. Deberías ser capaz de hacer un muy buen látigo con esto.

Así es. Con esto serías capaz de crear un látigo de la mejor calidad. Aunque un dragón no era un monstruo al que pudieras enfrentarte solo.

—No fui capaz de derrotarlo, pero pude obtener un poco de su barba y algunas escamas. No esperaba que fuera a escupir fuego.

Mi hermano comenzó a reír, pero este no era un asunto del que pudieras reírte. Era un milagro que hubiera regresado con vida. Por cierto, Sana no había dicho nada, ¿qué pensaría sobre esta situación?

Cuando la miré estaba… llorando. Y mi hermano había entrado en pánico.

— ¿Eh? Sana, ¿no te gustó? ¡Lo siento! Debí simplemente haberte dado un ramo de flores… Por favor, no llores. Te regalaré otra cosa.

—Liz… —Sana dijo algo entre lágrimas.

— ¿Eh? ¿Qué? Vamos, limpia esas lágrimas. Lilina, ¿no tendrás algún pañuelo?

Mi hermano estaba desesperado. Era bastante divertido de ver.

—Joven Ricardo… estoy tan feliz que… las lágrimas salieron solas…

Sana estaba intentando arduamente de transmitir sus sentimientos.

—El joven Ricardo hizo algo tan increíble por mí. Incluso resultó herido. Estoy feliz, pero no quiero que el joven Ricardo se lastime. Así que la próxima vez… por favor, lléveme con usted.

Sana es… maravillosa.

—Bien, la próxima vez mataremos a ese monstruo los dos juntos.

¿Era sólo yo la que creía que Sana y mi hermano hacían una increíblemente bonita pareja? Por cierto, no hace falta decir que el club de los que quieren ser azotados por el látigo de la señorita Sana fue destrozado una vez que mi hermano se enteró de su existencia.


Kavaalin
¿Podrá ser que Sana y Ricardo sean lo que nos proporciones el romance en esta novela? Porque a Lilina no se le ve ni en lo más mínimo interesada…

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