Vida feliz – Capítulo 61: Punto de vista de su Alteza el príncipe

Traducido por Soyokaze

Editado por Ayanami


Creo que, a estas alturas, ya es muy tarde para arrepentirme por haberla involucrado.

—No tienes por qué estar tan angustiado, así que, por favor, no te preocupes —me dijo Liz, y sonriendo encogió sus hombros.

Pero no puedo evitar preocuparme, ya que debí haber actuado de acuerdo a la clase de peligro al que nos estábamos enfrentando.

Llevaron a Liz como rehén para controlar a Welf, pero yo debí haber hecho alguna maniobra de despiste para que su atención se concentrara en mí, debí aprovechar el hecho de que, el enorme apego que siento hacia Liz, era muy conocido.

Para empezar, si no hubiera habido una rebelión, Liz nunca habría resultado herida.

—No es como si estuviera molesta, ¿sabes?

—Pero te involucré en todo esto. 

—Fue un problema generado por el sumo sacerdote y el vizconde Alfred, ¿no? Ellos fueron los que ocasionaron la revuelta. Además, tampoco es como si mis heridas vayan a permanecer en mi cuerpo para siempre.

Liz decía que estaba bien, mientras abrazaba la chaqueta que llevaba puesta sobre sus hombros. Era obvio que no era de ella, ya que le quedaba muy holgada, seguramente es de su sirviente.

Para ser sincero, me molesta que la esté usando sabiendo que es de esa persona, pero no puedo hacer que se la quite, ya que parece ser importante para Liz. Para empezar, no puedo quitarle la chaqueta a una mujer que fue agredida, sería muy desconsiderado de mi parte.

Me siento impotente. ¡Qué frustrante!

Una existencia que debe ser protegida: supongo que ese término aplica cuando se trata de los miembros de la familia real, pues eso es precisamente lo que debería hacerse. Sin embargo, en mi caso, como hombre que soy, es inexcusable, aunque sea miembro de la familia real. Y es que ya soy un adulto y todavía tengo que estar siendo protegido por la espalda de alguien más, y para empeorar las cosas, a pesar de estar asustado, tengo la obligación de actuar orgulloso y seguro de mí mismo. ¡Esto no es cosa broma!

Después de todo, quienes pusieron fin a la rebelión fueron Liz, ese sirviente y el hijo legítimo de los Steinbert. La rebelión en sí, había sido controlada por Welf, pero fueron esos tres quienes lograron asegurar la captura del líder. 

Aunque todo eso había sucedido frente a mis ojos, seguí siendo protegido por la espalda de Welf.

No pude hacer nada por mí mismo y eso es frustrante… A pesar de que la chica que me gusta estaba en peligro, no pude hacer nada más que quedarme viendo. Sólo pude hacer eso: ver su figura haciendo frente al peligro con sus propias fuerzas siendo protegida por otro.

—Soy patético…

—Habría sido demasiado arriesgado enfrentarte tú sólo a la rebelión impulsivamente, así que no hacer nada fue lo mejor que pudiste hacer. También me sentí molesta cuando mi padre me pidió que no hiciera locuras.

—Aun así, debí hacer algo.

—Alteza, lo que hice fue imprudente. Valentía e imprudencia son dos cosas completamente diferentes. Afortunadamente, salí ilesa, pero eso no quita que lo que hice fue muy peligroso. Por eso, Alteza, insisto: lo correcto fue que no hicieras nada —dijo Liz, sonriendo amargamente.

Pero no es como si sus probabilidades de ganar hubieran sido cero cuando ella actuó de esa forma… Seguramente, tenía plena confianza en que ese tipo iba a venir a ayudarla, por eso hizo lo que hizo.

Liz confía más en su sirviente que en mí y no puedo hacer nada al respecto. Sin duda es patético.

Al ver la expresión de mi rostro, Liz mostró una cara incómoda. A pesar de que me dijo eso, seguía pensando de otra manera así que seguro era molesto para ella. 

Supongo que lo mejor para todos los que estuvieron presentes fue quedarse quietos, en lugar de hacer cosas innecesarias que podrían haber hecho que la situación empeorara.

—Alteza… Últimamente, tus acciones han sido dignas de elogio, o más bien, ya no te jactas de ti mismo como solías hacerlo en el pasado. ¡Es algo admirable!

—Eso es porque ya soy un adulto. Me di cuenta de que ya no estoy en edad de seguir comportándome de forma inmadura.

Comprendo muy bien que no debo imponer mi voluntad a Liz, como solía hacerlo en el pasado, pero quiero que Liz me quiera. No puedo evitarlo, esos son mis verdaderos sentimientos.

—Bien, me alegra mucho que hayas madurado, pero, ¿no te está costando trabajo convertirte en un chico bien portado? —Me preguntó Liz pícaramente.

—Entonces… Te diré que es lo que puedes hacer por mí: ¿qué tal si te conviertes en mi novia para controlarme cuando esté siendo egoísta? 

—Lo lamento, pero eso…

Tal como lo pensé, me rechazó. Sin embargo, no fue un rechazo definitivo, así que no pierdo mis esperanzas.

Liz lo sabe, así que me permite hacer lo que quiera y eso es, de cierta forma, cruel de su parte. Ya que la amabilidad, en ocasiones, también puede ser despiadada.

—No creo que sea necesario controlarte, ya que tu egoísmo, es algo muy tuyo, Alteza así que no pienso que esté del todo mal.

—En ese caso, dirán que estoy siendo autoritario.

—Tu comportamiento ya de por sí era algo autoritario Alteza. Bueno, eso hacía que te vieras lindo cuando eras niño.

No pude refutar nada cuando me dijo eso, ya que tenía razón.

Liz sonrió burlonamente, cuando no supe qué contestarle, puso sus manos en sus labios. Su gentil sonrisa se veía mucho más madura de lo que yo creía.

A pesar de que me convertiré en adulto primero, ¿cómo es posible que sea Liz la que esté madurando más rápido?

—Alteza, tú eres tú, así que, aunque te sientas patético, no tiene importancia, ya que, para mí, desde un inicio, nunca pensé que lo fueras, ni una sola vez.

—Pero… ser protegido por una mujer… ¿Cómo no va a ser eso patético?

—Tales pensamientos no son más que prejuicios, así que, por favor, deshazte de ellos. Recuerda que vas a ser el siguiente rey, así que te tienes que hacer a la idea de que en muchos casos necesitarás ser protegido, te guste o no.

Bajé la cabeza y me mordí los labios ante la suave reprimenda que usó Liz para persuadirme.

Mi posición como príncipe heredero me irrita…

Si no lo fuera, me pregunto si Liz estaría a mi lado. Solo así, ¿sería ella capaz de mirarme como a una existencia igual a la suya? 

Sé que no tiene caso hacer suposiciones que no tienen significado, pero me es imposible deshacerme de ellas, así que, simplemente, apoyé mi cabeza en el hombro de Liz con una sonrisa incómoda. Ella, al principio, se sorprendió por un instante, pero después me aceptó y su expresión cambió a una de “¡Qué le vamos a hacer!” Sin embargo, sentí un leve estremecimiento en su cuerpo.

Siento que Liz se está alejando rápidamente de mí. Y yo… sólo aprieto suavemente sus manos y pretendo no saber nada.

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