Vida feliz – Capítulo 77 – Historia extra 6: El sufrimiento de Cecil (1)

Traducido por Soyokaze

Editado por Ayanami


Hoy es el gran día.

Empecé con mis preparativos…, pero tengo la seguridad de que alguien se pondrá de mal humor; sin embargo, no me voy a echar atrás.

—Gilles, quiero que Cecil-kun tome una píldora, así que préstame algo de tu ropa, ¿sí?

Fui a su cuarto antes de que Cecil-kun viniera a enseñarle a Ruby como su tutor particular. Al entrar, encontré al meticuloso Gilles apoyado en su escritorio redactando la composición de un texto de magia algo difícil. Su escritura fluía con total naturalidad y escribía totalmente concentrado en lo que hacía; sé que así es su carácter, pero todavía me asombra verlo.

No le sorprendió mi visita, pero ante mi petición, levantó su rostro y me dirigió una mirada sospechosa. Ayer, su actitud estaba tranquila, pero hoy cambió en un instante a una de suma alerta, tal como esperaba.

—¿Por qué quieres que el joven Cecil la tome? —Me preguntó con recelo.

Para ser honesta, no esperaba que aceptara prestarme su ropa así de fácil, así que no me sorprendió su reacción.

Estoy consciente de que se preocupa constantemente por mí, especialmente de que haga cosas que estén fuera de lugar. En ese momento me hubiera gustado quejarme de su sobreprotección excesiva, pero estoy consciente de que últimamente lo he estado molestando demasiado con mis peticiones, así que opté por no decir nada.

—Quiero salir con Cecil-kun. Calculo que cuando crezca tendrá más o menos tu estatura, así que creo que tu ropa le quedará bien.

—¿A dónde planeas ir?

—Es un secreto. Te pido de favor que te quedes en casa, no puedes venir con nosotros.

Como esperaba, Gilles se puso rígido. ¡Pero, a éstas alturas, no puedo echarme para atrás! Sé que no estoy siendo justa con Gilles, pero no importa qué, no puedo dejar que venga conmigo.

—¿Por qué? Al menos debo ir como tu escolta…

—Cecil-kun será más que suficiente por hoy.

La suave voz de tenor de Gilles se fue volviendo cada vez más profunda; eso era evidencia de que se estaba poniendo de mal humor. Su pluma fuente, que se movía a toda prisa, se detuvo y la tinta que escurría por la punta cayó gota a gota, formando una gran mancha en la hoja de papel.

Estoy muy agradecida de que siempre esté a mi lado y me proteja; sin embargo, que nunca se aparte de mi lado tiene sus inconvenientes. Especialmente para lo que quiero conseguir hoy, por eso, no debe venir conmigo por ningún motivo.

—¿Y bien, Gilles…?

—Si son las órdenes de la señorita Liz, no tengo nada que objetar…

En verdad no me gusta darle órdenes y quiero respetar su voluntad.

Pero hoy no.

Y es que es algo que había planeado desde hace mucho y esperé el momento adecuado para hacerlo. También obtuve el permiso de mis padres en secreto de Gilles; incluso estuve haciendo los preparativos necesarios: conseguí un mapa y una carta de presentación.

Bueno…, voy a involucrar a Cecil-kun, pero si es él, considero que, de alguna manera, aceptara mi petición de venir conmigo. Aunque no lo parezca, es un caballero y no creo que se niegue.

Me apena mucho ocultarle mis planes sólo a Gilles, pero no hay de otra.

Gilles mostraba una mirada algo reacia. Seguro sigue mis órdenes ya que no cruza nuestra línea de amo-sirviente. Por eso no puede desobedecerme.

Siento un sentimiento de culpa cuando lo veo sacar un juego de ropa mientras suspira. Me disculpo con él en mi interior, pero juro que le explicaré todo cuando llegue el momento correcto.

Casi me olvidó… Tengo que asegurarme de todo para que no haya imprevistos.

—Gilles, por favor, cierra los ojos y levanta los brazos.

—¿Eh?

—No te fijes. Sólo levanta los brazos y no abras los ojos hasta que te diga.

Tomé las ropas de Gilles y le ordené que cerrara sus ojos. Gilles me obedece sin comprender mis intenciones.

Entonces, cerró sus ojos y levantó sus brazos con resignación, pero no es como si quisiera hacer que me obedeciera.

—No vayas a abrir los ojos ni siquiera un poco…

—Como ordenes…

Tengo que prevenir que vea algo, ya que de seguro querrá comprobar con disimulo lo que estoy tratando de hacer.

Entonces, saqué varios listones largos de mi bolsillo y traté de envolver el cuerpo de Gilles de tal manera que no se diera cuenta. Pero mi idea no es adornarlo, si eso fuera, le daría uno para su cabello.

En fin. Por ahora me concentré en tomar las medidas de su cadera y su pecho; y además, con sumo cuidado, confirmé el largo necesario de cada listón y procedí a cortarlos con unas tijeras sin hacer demasiado ruido.

Después le pedí que bajara sus brazos sin abrir sus ojos y procedí a medir el ancho de sus hombros y el largo de sus brazos. No tengo nada parecido a una cinta métrica como la que usan los sastres, así que no me queda más que tomar sus medidas básicas usando este método.

Terminé de tomar las medidas necesarias, después procedí a recoger los restos de los listones que habían caído al piso y los guardé en mi bolsillo para ocultar la evidencia. Con esto terminé los preparativos de lo que me faltaba, ahora sólo queda pedirle a Gilles su ayuda.

—Liz-sama… ¿puedo abrir mis ojos?

—Sí, muchas gracias por tu cooperación

—¿Qué planeas hacer…?

—Es un secreto.

Entonces, le sonreí, cuando lo hice, Gilles soltó un sonido como si se hubiera resignado.

♦ ♦ ♦

—¡Cecil-kun! —Lo llamé con una sonrisa y lo saludé agitando mi mano.

Hoy, había venido como instructor particular de Ruby. En el momento en que me encuentro con él, yo ya había tomado la pastilla, así que lo recibí con mi apariencia adulta y, como ni mi estatura ni mi cara habían cambiado demasiado, de seguro se dará cuenta en un instante de que soy yo.

Me acerqué a él. Como de costumbre, Cecil-kun cargaba un libro de texto en una de sus manos; al verme, sus ojos dorados se abrieron sorprendidos y, en consecuencia, dejó caer el libro. Se notaba que su confusión era grande.

—¿Liz…?

—No me preguntes si soy yo. ¡Llámame con convicción!

Y yo que pensé que me reconocería sin problemas, me siento un poco decepcionada. Y es que mi cambio no es extremo: mi rostro no cambió demasiado, sólo crecí un poco en el mejor de los casos.

—Es que la Liz que conozco es menos…

—Puede que creas que estoy un poco más rellenita, pero aunque lo dudes, soy la verdadera.

Se veía reacio y, por un momento, quedó desconcertado ante mi crecimiento y se apartó un poco, como si estuviera incómodo. Bueno, no es como si no entendiera lo que quiso decirme. En fin, se me quedó viendo fijamente y sus mejillas enrojecieron, haciéndolo ver puro e inocente.

Bien, en términos de edad sigo siendo una niña, pero no es como si hubiera crecido en demasía, al menos no al grado de no reconocerme.

Bueno, de todas formas, hubo un cambio en mí, así que no puedo hacer nada si él albergaba dudas con mi identidad, así que mejor le expliqué:

—Digamos que use un producto mágico para volverme adulta, ¿sabes?

—¿Cómo puedes usar un producto tan sospechoso?

—Je, je. Haré que tú también lo experimentes. No, más bien quiero que cooperes conmigo y también te vuelvas un adulto. ¿Me harías ese favor?

Entonces, sonreí deliberadamente y Cecil-kun, que pareció tener una mala premonición, retrocedió.

Sonrió crispando sus labios, así que entendí que estaba planeando escapar. Claro que no iba a dejar que lo hiciera, así que le declaré firmemente:

—¡No dejaré que huyas! ¡Te perseguiré hasta los confines de la tierra de ser necesario! —Me abalancé sobre él y lo derribé, pero él aligeró la caída con magia de viento.

—¡No digas cosas tan tenebrosas y bájate! ¡Pesas!

—Ah, disculpa.

Mi cuerpo había quedado encima de sus piernas a la altura de sus muslos y, todo mi peso, estaba completamente apoyado en sus piernas, así que la mitad de su cuerpo seguramente estaba dormida y quizás no era porque le molestara mi peso en realidad

Hice una mueca para expresar mi insatisfacción, pero al levantarnos, agarré con fuerza la camisa de Cecil-kun para evitar que escapara. Pensé en abrazarlo, pero si lo hacía, podría haber sido contraproducente, ya que sé que él tiene una especie de contenedor que mide su paciencia cuando lo hago, así que sólo me aferré lo más que pude para no rebasar esa capacidad.

—Es algo que sólo te puedo pedir a ti, Cecil-kun… ¡Por favor, por favor!

Cuando miré a Cecil-kun con una mirada de súplica y le rogué, el rostro de Cecil-kun se distorsionó. Entonces, chasqueó la lengua y volteó su rostro hacia el otro lado.

Puede que mi presión hacia él haya sido un poco extrema, pero tenía que jugar todas las cartas que tenía disponibles contra el tsundere Cecil-kun y evitar el riesgo de perder la partida.

Cecil-kun es amable, así que es más probable que me ayude si le suplico con toda sinceridad.

—Te ayudaré si tanto insistes…

—¡Eres genial Cecil-kun! ¡Sabía que podía contar con mi hermano mayor! —Exclamé alegre al conseguir mi propósito y, emocionada, lo abracé con fuerza.

—Actuar como tu hermano ya se acabó, ¡así que no me abraces!

¡Como esperaba! Si se lo pedía con una cara sonriente y le suplicaba con todo mi ser, no se negaría y me haría un favor. Sólo lo presioné hasta el nivel permisible, haciendo que su cara se pusiera completamente roja.

—Bien, toma esta ropa, ve al cuarto de allá y tómate la pastilla. ¡Ah! Y no olvides desnudarte por completo antes de hacerlo.

—¿Por qué debería?

—Por alguna razón la ropa desaparece cuando te tomas la pastilla. No te preocupes, no voy a espiarte.

Realmente, no tengo interés en verlo completamente desnudo, pero sí me gustaría verlo de la mitad para arriba para ver qué tan desarrollados están sus músculos. Por ejemplo, Gilles no lo parece, pero cuando se quita la camisa, su musculatura te hace perder el aliento.

A fin de cuentas, no tengo el pasatiempo de espiar por mucha curiosidad que tenga, así que sólo le entregué la pastilla y la ropa que tomé prestada de Gilles, luego me recargué de espaldas en la pared, a un lado de la puerta y me limité a esperar a que terminara. Si lo espero aquí, estaré preparada para afrontar cualquier imprevisto que se presente, ya que no sé cómo reaccionará cuando la pastilla surta efecto.

No hay duda, a Cecil-kun no le gustó la idea de quedar completamente desnudo en un instante, en una casa ajena que no es la suya. Por eso, de mala gana, se apresuró a entrar al cuarto que le indiqué.

Poco después de que entró, se escuchó un quejido complicado desde adentro y una exclamación:

—¡¿Es en serio?!

Así que asumí que su crecimiento había concluido. Esperé un poco más y, cinco minutos después, toqué la puerta y le pregunté:

—Cecil-kun…, ¿ya terminaste?

—Ah, sí… —me respondió murmurando como si dudara.

¿Será que la ropa no fue de su talla? 

Supuse que Cecil-kun tendría aproximadamente la misma talla que Gilles cuando creciera; pero ahora me pregunto si no será que Gilles es más bajo que Cecil-kun, aunque tengo mis dudas ya que la estatura de Gilles es más alta que el promedio.

Le avisé que abriría la puerta. La abrí lentamente y entré. Quizás, él estaba por salir, ya que me lo encontré enfrente de la puerta al momento que la abrí.

—Wow…

—¿Qué? Si tienes alguna queja sólo dilo.

—No es eso, es sólo que pensé que eres muy guapo de adulto. ¡Qué desperdicio de belleza!

—¿Qué? ¿Desperdicio?¿Por qué desperdicio?

Se suponía que era un elogio, pero parece que él no lo vió así y se mostró insatisfecho.

Lo sabía, Cecil-kun, se pondrá más guapo de lo que pensaba a medida que crezca.

Además, Cecil-kun va a ser más alto que Gilles… Estoy sorprendida. Si los pusiéramos a los dos juntos y los comparamos, no hay duda de que Cecil-kun ganaría. Puedo asegurar que Gilles pondrá una expresión complicada a futuro cuando se dé cuenta, por eso decidí que no le diría nada sobre eso.

Cecil-kun, desde un inicio, tenía facciones bien proporcionadas, mucho menos inocentes y muy viriles; sin embargo, no eran rudas como un macho, eran más bien elegantes, así que su crecimiento acentuó esos rasgos.

 —¿No me veo raro…?

Cecil-kun fue a mirarse en el espejo, y al verse, se sintió algo contrariado y su expresión se mostró desconcertada.

Es comprensible, si creces así de repente, ese tipo de reacción es normal. Yo misma lo sentí hace cinco años cuando la señora Elsa me hizo tomar la pastilla sin previo aviso.

—No te ves raro. Al contrario, eres bastante apuesto y lindo.

—Si eso piensas, entonces, gracias…

No me canso de verlo, incluso la ropa que tomé prestada de Gilles le queda muy bien. La talla de la ropa es más chica, pero no hay mucha diferencia en realidad, por lo que no es un gran problema. Eso sí…, voy a mantener en secreto de Gilles que las mangas le quedan un poco cortas a Cecil-kun. No sé por qué, pero siento que Gilles odiaría perder en altura.

Tal vez, debido a que lo estaba elogiando sinceramente, sintió vergüenza y apartó la mirada un poco. Bien…, comprendo que, si se nos dice que somos lindos así de la nada, de seguro eso haría que nos pongamos de mal humor.

Cecil-kun me sonrió sólo un poquito y parecía estar contrariado. Así que lo elogié a propósito, sabiendo que no le gustaría. Es demasiado fácil burlarse de él, pero eso sí, si él se burlara de mí (especialmente de mí), lo odiaría terriblemente, así que espero que nunca lo haga, ya que no tendría cara para reclamarle.

—E-eso se aplicaría a ti…

—¿Eh?

—T-tú también eres li-linda, ¿no lo crees?

—E-eh… —balbuceé con una voz tonta.

¡Es que sus palabras me tomaron por sorpresa y no pude evitar parecer estúpida!

Lo importante aquí es que Cecil-kun no es de los que hablan de la apariencia de otros, menos para quedar bien. Lo que él valora es el interior.

¡Ah! Pero no hay que malinterpretar. No es como si a Cecil-kun le diera igual la apariencia externa, él simplemente no es de los que manifiesten su opinión acerca de la apariencia de alguien. Menos si se trata de mí.

No puedo creer que tales palabras salieran de la boca de Cecil-kun. ¿Qué soy linda? ¿Es en serio?

E-esta situación es demasiado inesperada y no puedo evitar sentirme avergonzada.

Gilles usualmente me hace elogios, así que con él estoy acostumbrada; sin embargo, si alguien que no acostumbra hacerlo, me hace un cumplido, no puedo evitar quedarme sin habla.

Cecil-kun no es de los que dice ese tipo de cosas usualmente, debe estar muy conmovido emocionalmente para hacer tal cosa.

Mientras pensaba, me armé de valor y levanté mi cara para mirarlo, aún cuando mis mejillas estaban rojas por la confusión, vi que la cara de Cecil-kun estaba todavía más roja que la mía. Él cubrió su rostro con su brazo para ocultar su rubor y volteó su cara hacia el otro lado.

Lo más seguro es que haya notado que dijo cosas que no suele decir… Parece que lo dijo sin pensar, como una contramedida, con el objetivo de que me sintiera avergonzada por el elogio de antes, pero creo que él fue el que se avergonzó más.

Sin embargo, no puedo negar que su contramedida no haya hecho efecto en mí…, lo hizo y bastante.

—Cecil-kun…

—¿Ahora qué…?

—Muchas gracias.

Cecil-kun se sentía avergonzado y mientras no sabía bien qué hacer, se relajó un poco, me sonrió y sólo se limitó a responderme:

—Ah, hum.

Fue entonces, cuando pensé que su actitud tsundere de hoy era extremadamente más linda que la de otros días.

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