Villana mimada por el príncipe vecino – Capítulo 50: El deber de la Realeza

Traducido por Sharon

Editado por Sakuya


Era tarde en la noche, y Aquasteed estaba solo en su oficina. Veía a través de una pila de documentos, poniendo su sello, separándolos en pilas para ser revisados de inmediato, o para guardarse.

Usualmente habría un guardia en la entrada, pero les permitió retirarse. Aquasteed era fuerte, por lo que no necesitaba protección dentro del Castillo.

—Príncipe Aquasteed, ¿quizás debería retirarse pronto?

—…Elliot.

—Creo que este trabajo puede terminarse mañana sin problemas. ¿Cuál es el apuro? —preguntó Elliot mientras entraba al cuarto. —Es medianoche, ¿se dio cuenta?

—Por supuesto que sí.

—Espero que ese sea el caso. ¿No estará la Princesa Tiararose preocupada por usted?

Aunque era tarde, Aquasteed siempre regresaba al cuarto donde Tiara le esperaba antes de medianoche. Elliot lo sabía, por lo que se acercó para saber cuál era el problema.

Sirvió algo de té y lo ubicó frente a su maestro, que estaba observando algunos documentos. Sabía que tenía frío, y su rostro lucía cansado.

—Lo sé —dijo Aquasteed, tomando un sorbo del té. Entonces se estiró y se reclinó en la silla, mirando a Elliot.

— ¿Qué sucede?

—…Lo viste también, ¿verdad?

— ¿Ver qué? Oh, ¿te refieres a la Princesa Tiararose?

Su brillante consejero comprendió de inmediato de qué hablaba Aquasteed.

Él se sentía decaído porque no pudo hacer nada durante el incidente en su cita. Desde el punto de vista de Elliot, ambos estuvieron impresionantes, pero sabía que, como un hombre, Aquasteed quisiera protegerla.

Tiararose fue bendecida por Pearl, la Reina Hada del Mar, y pudo crear una pared protectora de agua.

Con esta bendición, pudo rodearse de una capa de magia que absorbió el impacto.

La bendición de Aquasteed se especializaba en ataques. Era bueno que los regalos se complementaran entre sí, pero deseaba tener algo que pudiera protegerla… No podía evitar estos pensamientos.

—La he protegido hasta ahora, pero se volvió más fuerte.

—… ¿Está triste, Príncipe Aquasteed?

— ¿Triste? No creo que sea eso. —Puso el último documento en el escritorio y suspiró. —Eso es todo. Ahora todos tendrán que acceder a que Tiararose es digna de pararse a mi lado.

—Sí, estoy seguro de que ya lo hacían. No hay forma en que no lo sea, teniendo la bendición del Rey Hada del Bosque.

—…Para ser honesto, quiero encerrarla para siempre.

Elliot rio ante sus palabras.

—La Princesa Tiararose no es el tipo de mujer que se quedará sin hacer nada, permaneciendo encerrada… Pero tú lo sabes más que nadie.

—Sí, lo sé.

Quiero volverme más fuerte.

Quería fortalecerse para no desaparecer cuando se parase a su lado. Estaba orgulloso de Tiararose por ayudar a esa gente, pero quería protegerlos por ella.

Él era una masa de deseo posesivo, pero no podía evitar pensar de esta forma.

—Por ahora, lo mejor será regresar a tu cuarto, Príncipe Aquasteed.

— ¿Elliot?

—Philliane me dijo que la Princesa Tiararose todavía no se retiró a dormir.

—…Deberías haberme dicho eso antes.

Le había dicho que podía dormirse antes, pero dada su personalidad, era obvio que permanecería despierta esperándolo.

Aquasteed se apresuró fuera de su estudio y corrió a su cuarto.

—Ahh, ¿por qué no va con la Princesa Tiararose en lugar de quedarse pensando por su cuenta? Realmente no se preocupa por las apariencias.

Elliot limpió la taza de té vacía y murmuró sobre su problemático maestro.

—En primer lugar, si alguien como el Príncipe Aquasteed va a agonizar sobre su debilidad, entonces yo debo ser peor que un insecto.

Aunque no tenía el coraje de preguntarle qué tan fuerte pretendía ser. Pero estaba seguro de una cosa. El futuro del Reino se veía prometedor.

♦ ♦ ♦

Ella quería dormir un poco más… Pero la mañana siempre llegaba.

Tiararose miró a Aquasteed desde la cama mientras él se cambiaba.

Estaba bien que quisiera esperar por su regreso, pero le era algo difícil despertarse temprano como siempre. Aquasteed también debía estar cansado por la falta de sueño, sin embargo, su expresión era igual a la de siempre.

¿Realmente no está cansado?

Ella se sentía agotada.

—Ah, Tiara.

— ¿Sí? —Tiararose salió de la cama con un bostezo.

—Es sobre esta noche… —dijo con una expresión seria.

— ¿Qué sucede?

Tiara inclinó su cabeza a un lado y arregló su corbata. Se preocupó de que fuera a regresar tarde de nuevo.

Su mano se extendió para acariciar el cabello de él mientras decía:

—Por favor, no te esfuerces demasiado.

—Gracias Tiara. Padre me ordenó que cenara con él, al parecer tiene algo que discutir.

—Ya veo…

Aunque comían juntos, no era siempre. Algunas veces deberían cenar separados por asuntos relacionados al trabajo. Tiararose asintió, comprendiendo.

El padre del Príncipe Aquasteed… Sotiris Marineforest.

Era el Rey de Marineforest, pero nunca fue bendecido por ningún Rey Hada. Aunque las Hadas del Mar y del Cielo sí lo hicieron.

Sin embargo, había cosas que sabía, como gobernador del país.

Como le invitó a cenar, Aquasteed terminó su trabajo temprano y se dirigió a encontrarse con el Rey.

Las gruesas cortinas cortaban toda la luz del exterior, y la única iluminación del cuarto venía de las velas. Había una pequeña mesa en el gran cuarto que lucía fuera de lugar. Una comida caliente ya estaba a disposición.

Pero no sólo eso… todos fueron retirados del cuarto. No había ayudantes ni sirvientes a la vista.

¿De qué necesita hablar?

Aquasteed frunció el ceño ante la inusual escena frente a él. Al parecer, discutirían algo en secreto.

No, probablemente era el caso.

—Lamento que sea tan repentino, Aqua.

—No te preocupes. ¿Sucedió algo?

Cuando se sentó, el Rey se sirvió algo de vino. Mientras le observaba, los ojos del Rey se desviaron de repente a la mano izquierda de Aquasteed. Al parecer estaba inspeccionando cada dedo, pero él no tenía nada en ellos.

— ¿Sucede algo con mi mano?

Como usaba una espada, Aquasteed evitaba usar anillos o accesorios.

—Sólo me preguntaba, ya que fuiste bendecido por el Cielo y el Mar.

— ¿?

—Hay una historia que ha pasado de generación en generación en nuestra familia. Algo que sólo el Rey debería saber, y que no está escrito en ningún libro… Ni siquiera la Reina lo sabe.

—…

Aquasteed entendió por la seriedad en los ojos de su padre que lo que estaba por contarle, era verdad. No había ni una parte en él que se preguntara qué tonterías escupiría su padre.

Aunque no estuviera bendecido por ningún Rey Hada, no cambiaba el hecho de que era el monarca del país. No revelaría ninguna anécdota inútil.

Pero…

—Todavía no soy el Rey, ¿estás seguro de que debería saberlo?

—Eres amado por los Reyes Hada. No hay posibilidad de que no seas el próximo Rey.

—Padre…

Su padre estaba muy orgulloso de que su hijo pudiera conseguir algo que él no pudo.

—Se dice que el Rey de Marineforest debe recolectar tres anillos antes de volverse el verdadero Rey.

— ¿Anillos?

Ah, por eso estaba mirando mis dedos.

Dejando de lado el anillo que le dio a Tiararose cuando se casaron, Aquasteed no tenía conexiones con ningún accesorio. Por supuesto, no sabía a qué se refería Sotiris.

—Sin embargo, ningún Rey pudo descubrirlos hasta ahora.

— ¿Ninguno? —preguntó Aquasteed, y el Rey asintió en silencio.

Si no había registros de los anillos, ¿por qué la historia siguió siendo transmitida?, se preguntó Aquasteed. Era posible que fuera falsa.

Sotiris vio la sospecha en el rostro de su hijo, y dijo:

— ¿No lo crees?

Por supuesto que no le creería de inmediato.

—No hay prueba en ninguna parte de la existencia de estos anillos…

—Sí, es verdad —concordó el Rey. —Sin embargo… Hay Reyes que lo escucharon directamente de los Reyes Hadas.

—…Ya veo.

Si era verdad, si los Reyes Hadas afirmaron su existencia, entonces debía ser cierto. Aunque nadie hubiera podido encontrarlos hasta ahora.

—Se dice que el verdadero Rey podrá hacer el anillo con el poder que desea.

—De los Reyes Hadas…

Un poder digno de los Reyes Hadas y los dominios que gobiernan, pensó Aquasteed. El poder de un verdadero Rey.

Incluso Sotiris no conocía los detalles. Pasó por tantas generaciones que ahora habían perdido los detalles específicos.

¿Podré recolectarlos?

Hasta ahora fue bendecido por dos de ellos, pero Aquasteed no podía imaginar un escenario donde Keith le otorgara su bendición.

Por el contrario, era más probable que Grail, el Rey Hada del Cielo, bendijera a Tiararose.

— ¿Hay alguna condición para conseguir los anillos?

—Ser favorecido por ellos, pienso. No obstante, incluso los Reyes bendecidos no pudieron encontrarlos. Nadie sabe. —dijo Sotiris débilmente.

—Lo entiendo. Gracias por contarme esto… Ahora vamos a comer antes de que se enfríe.

—Sí.

Los dos comieron en silencio en el cuarto tranquilo. Ambos estaban perdidos en sus pensamientos, pensando en lo que podían hacer por este país y…

Si la historia es verdadera…

Un pensamiento apareció en la mente de Aquasteed.

4 respuestas a “Villana mimada por el príncipe vecino – Capítulo 50: El deber de la Realeza”

Responder a Abigail Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido