Voy a vivir mi segunda vida – Historia Paralela: Lynette y Fie

Traducido por Army

Editado por Sakuya


Esta es una historia de cuando Lynette todavía era una niña, de una época en la que recién comenzaba a servir a Fielle.

—¿Por qué un niño lleva el uniforme de una sirvienta?

—Oh, ella. Ella es de una ‘Familia de Sirvientes Distinguidos’

Army
Bueno… creo que fallé en darle nombre a la princesa Fielle y Fii, en realidad su nombre es Fie, no pensaba que afectaría mucho el nombre de Fii, pero bueno… leí la versión y después de mucha deliberación, a partir de esta historia su nombre será Fie, espero que les guste y adiosito

—Oh, ¿eso?

Las sirvientas que chismeaban sobre Lynette mientras pasaba por ahí eran al menos diez años mayores que ella.

¿No tiene ella la misma edad que la señorita Fielle? Es un poco cruel echarle tantas cosas encima, ¿no?

—Además… Es un poco preocupante que el cuidado de la señorita Fielle quede en manos de un simple niño. ¿No habría sido mejor asignarle una sirvienta adulta en este caso?

Naturalmente, sus palabras llegaron a oídos de Lynette.

Hmph. ¿Un adulto como tú? Ni siquiera puedes recordar los pasos para preparar una taza de té adecuada.

Para Lynette, que había recibido todo tipo de educación apropiada para una sirvienta desde una edad temprana, la pereza de las sirvientas de este país era algo que no podía soportar presenciar. No realizaban bien sus tareas: desde la limpieza hasta el cuidado de la ropa, su trabajo dejaba mucho que desear.

En particular, la metodología que empleaban para preparar té era muy deficiente. Sabían poco sobre los tiempos de reposo o la importancia de calentar una taza antes de usarla para servir el té. El té que prepararon no tenía fragancia y la temperatura que utilizaron estaba por debajo de la óptima para las hojas. En resumen, fallaron por completo en sacar los sabores apropiados de las hojas.

Sin embargo, ni Su Majestad el Rey, ni Su Alteza la Reina, realmente se preocuparon por estos defectos. Como tal, la calidad de las sirvientas empleadas en Daeman comenzó a disminuir constantemente.

Lynette se había horrorizado cuando llegó por primera vez al palacio.

La mayoría de sus habitantes hacían su trabajo de una manera notablemente descuidada. De vez en cuando había algunas personas que realizaban su trabajo con más cuidado, pero a menudo lo hacían con el ceño fruncido. Era evidente que preferirían estar en otro lugar.

Aunque eran sus mayores de la misma profesión, Lynette no pudo encontrar a nadie a quien admirar como modelo a seguir. De hecho, lo único afortunado que le sucedió a Lynette desde que llegó al palacio fue que le asignaron cuidar de la señorita Fielle.

Quizás fue una forma grosera de decirlo, pero tanto el Rey como la Reina de Daeman no tenían ni idea del concepto de “calidad”. Bebieron el té en el que Lynette había vertido su corazón en hacer sin notar nada o bebieron como si fuera el tipo habitual de té de mala calidad que se les ofrece.

De hecho, Lynette no había sido contratada por sus habilidades o personalidad, en cambio, fue contratada porque se decía que provenía de una “Distinguida Familia de Sirvientes”, y porque tenía aproximadamente la misma edad que Fielle.

Sin embargo, en medio de todo eso, solo la señorita Fielle comentó sobre el té de Lynette. Ella sonrió y dijo—: Fue muy delicioso. ¡Es la primera vez que tomo un té tan delicioso!

Aunque tenía aproximadamente la misma edad que Lynette, estaba claro que Fielle era sabia más allá de su edad, y conceptos fáciles de entender como el valor inherente de las cosas, tanto tangibles como intangibles. Como tal, Lynette podía ver el valor de servir a Fielle como sirvienta. En todo caso, estaba contenta de haber sido asignada para trabajar con una persona así.

Con estos pensamientos llenando su mente, Lynette se dirigió a un abrevadero cercano.

Además de estar a su cuidado, también tenía que mantener los estándares personales de limpieza y aseo. No obstante, Lynette, que estaba ocupada atendiendo las necesidades de la señorita Fielle, apenas tenía tiempo para lavar su propia ropa. Como tal, Lynette dejó su ropa a los otros sirvientes, y todo lo que tenía que hacer era recordar recogerla después de haberla lavado.

Al llegar al abrevadero, se encontró cara a cara con una pila de ropa desorganizada que había sido lavada y secada; para ser precisos, su pila.

Mi corbata se ha ido…

Lynette inmediatamente se dio cuenta de esto y rápidamente entendió que era una forma de intimidación por parte de los otros sirvientes.

La razón de esto era simple: todas las sirvientas de este país habían querido servir a la señorita Fielle, y era natural que no les gustara la joven que había sido elegida sobre ellas.

La corbata de Lynette, en particular, le fue otorgada en reconocimiento a su servicio a la princesa y estaba hecha de una tela especial. Aunque tenía un repuesto disponible para usar, Lynette no quería perder un artículo tan importante.

Probablemente no tuvieron las agallas para tirarlo… En cambio, probablemente la hayan escondido donde yo no pensaría en mirar.

Llegando a esa conclusión después de analizar con precisión la naturaleza cobarde y mezquina de las sirvientas, Lynette comenzó a buscar su corbata.

No obstante, no pudo calmar su corazón.

¡Uf! ¡Casi no tengo tiempo para hacer esto!

Ser la sirvienta personal de la princesa Fielle significaba que Lynette tenía muy poco o nada de tiempo para sí misma. Si no cumplía con sus deberes a tiempo, eso equivaldría a causar problemas a su Ama.

—Y es por eso que esas chicas son de tercera categoría, nada más…

El comentario venenoso y rencoroso de Lynette no se dirigió a nadie en particular. Sin embargo, en ese momento, sintió un golpeteo rítmico en su hombro.

—¿Es esto lo que estás buscando?

La corbata que Lynette había estado buscando se encontraba en las manos de la persona.

—Ah, sí. Muchísimas gracias.

Lynette se movió para recibir la corbata de manos de su benefactor desconocido, quien rápidamente se la entregó. Fue en este momento que Lynette notó que las manos pertenecían a una niña de su edad.

Levantando la cabeza, Lynette fue recibida por un mechón de cabello rubio, exactamente el mismo tono de rubio que lucía la realeza de este reino.

Lynette conocía a esta chica. Ella era la otra princesa de Daeman, Fie, la hermana gemela de su maestra Fielle.

Antes de que Lynette llegara al palacio, su madre pensó que era prudente mostrarle un retrato de ella; sin embargo, era relativamente de mala calidad y estaba desordenado, y no se parecía en nada a la persona real que estaba frente a ella.

Lynette razonó que, además de su Ama y ella misma, la única otra chica de su edad que residía en el castillo real no podía ser otra que la Princesa Fie.

Aunque Lynette sabía de la existencia de Fie como “la otra princesa”, normalmente no se la encontraba por ningún lado. Cuando el rey y la reina tomaron el té con Fielle, Fie no estaba presente. Cuando la familia real cenó, ella también estaba desaparecida.

Tampoco estuvo presente en los bailes y reuniones a los que asistió la princesa Fielle.

En cambio, el lugar donde Lynette había puesto los ojos en Fie por primera vez, era en este oscuro abrevadero que las otras sirvientas estaban ansiosas por dejar atrás una vez que hubieran terminado su trabajo.

La primera impresión que Lynette tuvo de Fie no fue exactamente positiva; para empezar, sus gestos eran algo groseros. Además, decididamente no se parecía a una princesa.

Para empezar, aunque Fie llevaba un vestido, tenía un diseño bastante anticuado. Normalmente, sería habitual que las princesas tuvieran las últimas tendencias de moda en su armario.

El Rey, la Reina y la Princesa Fielle tenían numerosos vestidos y túnicas. Obsequios de las familias reales de los reinos cercanos. No obstante, el vestido de Fie solo parecía viejo y desgastado, como si fuera uno heredado de alguien que lo había dejado atrás hace mucho tiempo.

Además de todo eso, estaba mal arreglada. Normalmente, los vestidos de la realeza se mantuvieron y lavaron por separado con un estricto ojo para los detalles, hasta el punto en que incluso las sirvientas a medias de Daeman hicieron un trabajo aceptable. Sin embargo, la ropa que vestía esta princesa probablemente fue arrojada a la pila de ropa que contenía la ropa de los sirvientes, así de gastada estaba la prenda.

Para empeorar las cosas, la princesa en cuestión lo usó sin una pizca de elegancia. A diferencia de su Ama, la Princesa Fielle, que podía usar y presentar un vestido típico de la realeza con un aire de elegancia incomparable, esta otra princesa no podría ser más diferente.

Fie ladeó la cabeza hacia un lado, dándose cuenta de que ella era el tema de la intensa mirada de Lynette. Sin pensar, Lynette extendió la mano y enderezó un pliegue en su manga.

—Por favor, use su vestido correctamente. Tú también eres una princesa, después de todo.

Al escuchar las palabras de Lynette, la otra princesa pareció un poco sorprendida, antes de volverse hacia la sirvienta, sonriendo mientras lo hacía.

—Gracias. Tendré más cuidado.

A veces había que dar consejos. Incluso si lastimara el orgullo de otro individuo, era por su propio bien. Aunque Lynette todavía era una niña, su sentido de la comprensión social estaba bien desarrollado.

Sakuya
Pero como que es medio ignorante al no darse cuenta del porque no la había visto en bailes, en la cena, lo de su ropa, etc…

Aunque nunca tuvo que advertir a su Ama sobre asuntos como este, la Princesa Fielle siempre aceptaba humildemente los consejos de Lynette sobre otros asuntos. No obstante, con el rey y la reina, un consejo similar a menudo se veía recompensado con un visible gesto de disgusto, aunque la princesa Fielle siempre intervenía para calmar la situación en tales casos.

De hecho, una persona como la princesa Fielle era extremadamente rara. Por eso Lynette habría asumido que la otra princesa se había ofendido por sus palabras. Un ligero rubor cruzó sus rasgos al darse cuenta de que su naturaleza franca se había mostrado una vez más. Sin embargo, Fie acababa de sonreír y darle las gracias por sus consejos y acciones.

Está bien, siempre que lo entiendas.

—Me iré ahora…

Sin poder disculparse honestamente por su etiqueta (o falta de ella), Lynette rápidamente recuperó su corbata y salió del abrevadero.

Llena de un extraño sentimiento en su corazón, Lynette se abrió paso por los pasillos del castillo con la intención de regresar con la Princesa Fielle.

Sin embargo, la detuvo la voz de un hombre.

—Hola Lynette. Parece que estás trabajando duro y haciendo un buen trabajo, aunque solo eres una niña.

Lynette inmediatamente sintió repulsión y cierto grado de miedo en respuesta al dueño de esta voz grasienta y desagradable.

—Gracias por sus palabras de elogio, Conde Jaruge.

Luchando por ocultar su disgusto, Lynette se volvió hacia el Conde, bajando la cabeza mientras recitaba su línea, casi como una máquina en sus movimientos.

—¿Qué te parece? Acabo de hacer que las sirvientas preparen té. ¿Quieres tener un poco conmigo?

—Lo siento, pero tengo que volver al lado de la princesa Fielle

—Sólo un poco está bien. Tienes que descansar después de todo, ¿verdad?

—Lo siento mucho, pero no debo hacer esperar mucho a la princesa Fielle…

—Ya veo… De hecho, estás ocupada. Si tienes tiempo en el futuro, prepárame un té también. Pasemos un… tiempo elegante juntos.

—Sí, si el tiempo lo permite. —Lynette inclinó la cabeza una vez más y se dio la vuelta para salir del pasillo.

El Conde Jaruge era un pariente de la Reina, y era un constante visitante no deseado en el palacio, descuidando sus propios territorios como resultado.

La reputación del conde entre sus sirvientes tampoco era precisamente estelar, y era particularmente conocido por causar problemas a sus sirvientes con mandatos egoístas. Como era pariente de la reina, no había nadie que lo amonestara en el castillo real.

Pero, el motivo de Lynette para no gustarle y temerle, no tenía nada que ver con la forma en que trataba a sus sirvientes, sino porque él, un hombre de más de 30 años, la miraba con ojos lujuriosos.

Aunque Lynette pensó al principio que era solo su imaginación, a medida que pasaba el tiempo, estaba cada vez más segura de sus sospechas.

—Estoy deseando que llegue. —El conde puso despreocupadamente una mano sobre la espalda baja de Lynette y los pelos de la nuca se erizaron.

—Sí…

Aunque Lynette había pensado en al menos dar una respuesta, su voz se había agotado. Decidida a no quedarse en ese lugar, siguió adelante, moviendo un pie delante del otro.

Fue entonces cuando Lynette decidió discutir este tema con su madre. Sin embargo, la respuesta de su madre fue así—: Tiene que ser tu imaginación. ¡Finalmente te asignaron como sirvienta personal de la señorita Fielle! No debes causar ningún problema. Solo ten paciencia por ahora.

Sakuya
Tu madre es una idio… ¬_¬

Tengo que soportarlo…

Mientras Lynette continuaba caminando, las lágrimas brotaron de sus ojos y luchó por contenerlas. No podía mostrarle a la señorita Fielle su cara llorando.

Definitivamente estaría preocupada por ella. Después de todo, era imposible para ella discutir esto con la princesa Fielle.

Está bien… Es cierto que soy la sirvienta personal de mi Maestra Fielle y estoy muy ocupada… Estaré bien mientras rechace todos sus avances…

Lynette repitió sus pensamientos en su mente una y otra vez.

Había pasado una cierta cantidad de tiempo desde ese incidente. Lynette había pasado días ocupados, pero tranquilos sirviendo a la princesa Fielle.

Sin embargo, ciertos rumores habían comenzado a extenderse entre las otras sirvientas.

Lynette no prestó atención a esto. Después de todo, ella había recibido entrenamiento como sirvienta desde una edad temprana y poseía una variedad de conocimientos y habilidades. Mientras tuviera confianza en sus habilidades, no tenía la intención de tratar de entablar amistad con las otras sirvientas que parecían contentas con chismorrear sobre ella.

Las otras sirvientas, por su parte, menospreciaron a Lynette por ser más joven que ellas. Y debido a que ninguna de ellas sabía más que Lynette acerca de ser sirvienta en primer lugar, sus celos colectivos continuaron creciendo.

A pesar de esta disonancia en su corazón, Lynette continuó sirviendo a la Princesa Fielle con todo su ser a medida que pasaban los días.

Un día determinado, se celebró una fiesta en el castillo real. No fue exactamente un día especial, sino solo un evento para que los orgullosos padres de la princesa Fielle la muestren a los nobles visitantes de los reinos circundantes, con la esperanza de forjar algún tipo de vínculo con ellos en el futuro.

De hecho, para las sirvientas, que tenían que preparar todo entre bastidores, no era una ocasión para alegrarse.

La princesa Fielle, aunque cansada por sus constantes compromisos, entretuvo apropiadamente a sus invitados hasta altas horas de la noche, su sonrisa nunca se desvaneció de su cara.

Y así, además de estar preocupada por su Ama durante la mayor parte del evento, Lynette estaba disgustada por cómo el Rey y la Reina de Daeman no parecían preocuparse mucho por la condición de la Princesa Fielle.

Aunque ella era la sirvienta personal de la princesa, la fiesta tenía muy poco personal, por lo que Lynette tuvo que dejar el lado de la princesa Fielle a mitad de la fiesta para ayudar en el transporte de grandes cantidades de comida y bebida, además de otras tareas detrás de escena.

Aproximadamente una hora después de la fiesta, se descubrió que no había suficiente vino para todos.

—No hay suficiente vino. No recuerdo haber visto dónde está… ¿Dónde está almacenado?

—Oh, esa sería la tercera habitación desde el pasillo del sótano central.

Una sirvienta cercana, al escuchar la pregunta de Lynette, respondió en consecuencia. Lynette, sin embargo, frunció el ceño en respuesta.

—¿No es solo una habitación normal…?

La habitación en cuestión también estaba algo lejos.

—Nadie lo está usando en este momento, por lo que se decidió que mientras dure la fiesta, se utilizaría como trastero.

—Te acaban de contratar, así que probablemente no lo sepas, pero siempre hemos hecho esto.

Aunque la respuesta de la sirvienta estaba claramente destinada a burlarse de ella, esto era parte del curso para ellos, y aunque Lynette generalmente no confiaba en nada de lo que decían, esta respuesta en particular no le parecía sospecha.

—¿No puedes traerlo?

Lynette había pensado que la sirvienta simplemente lo recuperaría ella misma, pero en cambio, sonrió, sacudiendo la cabeza.

—Eso no servirá. No podemos dejar exactamente nuestras posiciones.

No obstante, no parecía así en absoluto. En todo caso, las sirvientas presentes parecían tener mucho tiempo libre. Pero, Lynette no era partidaria de las discusiones cuando el tiempo era esencial. Y no quería depender de sus colegas holgazanes en ningún caso.

—Entiendo. Iré a buscar el vino en su lugar.

Lynette decidió recuperar el vino por su cuenta. Preparó una pequeña caja y un carrito y se dirigió hacia la habitación donde se almacenaba el vino.

Sin embargo, entendió mal las verdaderas intenciones diabólicas de sus compañeros de trabajo.

Ella había pensado que simplemente estaban holgazaneando y presionando sus deberes sobre ella como siempre lo hacían, simplemente porque no les gustaba porque tenía la mayor habilidad como sirvienta, aunque era una simple niña.

Lynette confundió el comportamiento de las sirvientas con una especie de mentalidad de manada, que se manifestaba en nada más que pequeños actos de acoso y actos leves de travesura. Como tal, no sabía cuán profundos y retorcidos eran sus celos hacia ella.

Por eso Lynette entró en la habitación especificada sin pensarlo dos veces, mientras pensaba para sí misma que las otras sirvientas carecían de sentido de la responsabilidad. La habitación estaba completamente a oscuras.

¿Por qué están apagadas las luces…?

Si se trataba de un almacén de vino, debería haber estado adecuadamente iluminado.

No se podría realizar ningún trabajo de otro modo.

Lynette estaba de pie en medio de la oscura habitación momentáneamente confundida, cuando la puerta se cerró repentinamente detrás de ella.

Casi de inmediato, una presencia desconocida rodeó con sus brazos su pequeño cuerpo.

—Finalmente estamos solos ahora… Estoy tan contento, Lynette.

Al escuchar esa voz, todo el cuerpo de Lynette se congeló, una ola de escalofríos recorrió sus pies hasta su columna vertebral.

Justo al lado de sus oídos, estaba la voz del Conde Jaruge. Las rodillas de Lynette empezaron a temblar y ya no podía gritar.

—¿Por qué? ¿Por qué…?

Sus pensamientos eran un lío confuso. Lynette no entendió este giro de los acontecimientos; más exactamente, no pudo procesar nada de eso.

En el fondo, lo sabía. Aunque entendió, decidió no aceptarlo. Las sonrisas que las otras sirvientas le habían mostrado mientras le decían dónde se guardaba el vino pasaron repetidamente por su mente.

No podía creerlo. Ella había pensado que simplemente no les agradaba, pero nunca había pensado que harían tal cosa.

No quería creer que ahora estaba abrazada por el Conde en una habitación a oscuras, lejos del lugar de la fiesta.

Sin embargo, no importa cuánto lo hubiera negado en su corazón, la situación actual no cambiaría.

Tengo que escapar…

Aunque Lynette pensó en escapar, su cuerpo simplemente seguía temblando y no pudo reunir la fuerza para hacer nada.

¡Alguien, por favor! ¡Ayuda! ¡Madre…!

Lynette pensó en el rostro de su madre, y las palabras, solo ten paciencia, aparecieron en su mente. No era el rostro de una madre que estaba preocupada por su hija, sino una que estaba puramente preocupada por la posición social de Lynette.

Lynette se preguntó si su madre la ayudaría en esta situación. Esa sola pregunta era una que ella no deseaba responder, porque llenaba su corazón con pavor.

Señorita Fielle…

Por un momento, el rostro de la princesa Fielle llenó la mente de Lynette. Sin embargo, ella también era la anfitriona de esta fiesta y, por lo tanto, estaría ocupada. No había forma de que apareciera para salvarla.

En ese momento, finalmente a Lynette se le ocurrió que nadie vendría a su rescate en absoluto. Lágrimas de desesperación corrieron por sus mejillas.

—Sí, sé una buena chica. Quédate quieta y no hagas ningún ruido.

Con algo entre una sonrisa y una mueca, las manos del Conde Jaruge comenzaron a moverse por el cuerpo de Lynette.

¡¡NOOOOOOOO!!

En ese momento, Lynette comenzó a agitar sus brazos en la oscuridad salvajemente esperando agarrar algo, cualquier cosa, con sus pequeñas manos.

Un sonido sordo de gong llenó el aire, junto con el sonido de lo que parecía ser alguien cayendo al suelo. Los brazos que habían atrapado a Lynette la soltaron.

En la oscuridad buscó desesperadamente la puerta de la habitación, tanteando las paredes en busca del pomo de la puerta. Lynette lo encontró por fin, lo giró con manos temblorosas y la puerta se abrió. Al parecer, estaba desbloqueada.

Salió corriendo al pasillo iluminado, tras lo cual sus rodillas rápidamente cedieron. Sin embargo, no había nadie en el pasillo. Lynette no estaba segura de si era una mera coincidencia o si era obra del Conde.

Yo… tengo que escapar…

Aunque eso era lo que había pensado, no le quedaban fuerzas en las piernas para pararse.

—¡¿Cómo te atreves… Lynette…?!

De más allá de la oscuridad de la puerta emergió el Conde Jaruge, y al ver su rostro, el corazón de Lynette casi se detuvo.

Su habitual mirada lujuriosa ahora estaba claramente entremezclada con el color de la ira. Una sola línea de sangre goteaba de su frente.

—Realmente has hecho algo malo, ¿no es así? Pensar que una simple sirvienta como tú se atrevería a herir a un pariente de la Reina, a un conde…

—Pero… Pero eso es porque tú…

—Solo quería llevarme bien contigo, eso era todo. Pero te fuiste y malinterpretaste, ¿no? Y luego ejerciste violencia sobre mí. Esta lesión, y lo que tienes en tus manos, son prueba más que suficiente.

En sus manos había una especie de adorno de bronce, junto con una buena cantidad de sangre del Conde en su superficie.

Lynette no podía creer que estuviera en esta situación. No obstante, si ella lo creyera o no, no podía negar que ahora se encontraba en una posición de extrema desventaja.

No tenía ninguna prueba de que el Conde la agrediera en el cuarto oscuro. La evidencia que estaba disponible ahora, además de la diferencia en la posición social entre los dos, ilustra claramente el resultado de este evento.

Estaba segura de que nadie creería lo que tenía que decir. Para los habitantes de este castillo, si la parte culpable impone sus pecados a alguien de posición social más débil, entonces eso es todo.

Lynette ya sabía que sus compañeras sirvientas nunca admitirán haber cometido ningún delito, y mucho menos defenderán su carácter. De hecho, deshacerse de ella sería ventajoso para ellas.

La princesa Fielle puede responder por ella, pero la idea de que su Ama disca con sus padres llenaba el corazón de Lynette con un dolor inimaginable. No había forma de que pudiera hacerle algo así a la princesa Fielle.

—No creo que una persona tan peligrosa como tú pueda ser la sirvienta personal de la princesa Fielle… Tengo que informar esto a la Reina. Estás bien con eso, ¿no?

Lynette se congeló al escuchar esas palabras. El rostro de su madre apareció en su mente una vez más.

—No debes causar ningún problema.

Eso era lo que le había dicho la madre de Lynette cuando la eligieron como sirvienta personal de la princesa Fielle.

—Nunca dejes ir tu posición. Eres la estrella de la esperanza para nuestra ‘Distinguida familia de sirvientes’. Pase lo que pase, debes hacer bien tu trabajo.

La madre de Lynette sabía que, si ella causaba algún problema a alguien, sería removida de ese codiciado papel.

—No… cualquier cosa menos eso… Por favor, no se lo digas a la Reina… —Lynette le suplicó seriamente al Conde, a pesar de lo aberrante que fue hacerlo.

¿Por qué le pasó algo así? ¿Por qué tenía que obedecer a alguien así? Sin embargo, Lynette no pudo traicionar las expectativas de su madre.

Al escuchar las palabras de Lynette, la sonrisa pervertida del Conde Jaruge volvió a su rostro. Esa sonrisa hundió a Lynette en el suelo.

—Oh, no te preocupes. No haré nada malo… Solo tienes que hacer exactamente lo que te diga. Si haces eso, me olvidaré de este asunto.

Lynette asintió de mala gana, tragando saliva mientras lo hacía. Con una sola mano sobre su herida, el Conde parecía estar enfatizando su herida mientras se acercaba lentamente a su presa.

Lynette ya no tenía forma de escapar de esta situación. Aunque había escapado a un lugar con luz, una oscuridad ineludible comenzó a invadir su visión. La voz del Conde comenzó a desvanecerse en la distancia. Si no podía escapar físicamente, al menos, quería que su mente corriera hacia algún lugar muy, muy lejano.

—¿Qué estás haciendo?

Para Lynette, que estaba decidida a sellar su mente, esa voz en particular le pareció extraña y curiosa. Se suponía que no debía haber nadie más que el Conde y ella.

—¡P-Princesa Fie!

La voz asustada del Conde finalmente llamó la atención de Lynette.

En el pasillo, la silueta familiar de una niña comenzó a caminar hacia ellos. Tenía el pelo rubio como la princesa Fielle, y el mismo vestido viejo y gastado que antes; de hecho, era la otra princesa del reino.

Oh… ella lleva el vestido un poco mejor ahora…

El vestido que llevaba la princesa Fie tenía las mangas correctamente bajadas, sin arrugas. El miedo, el aborrecimiento y el odio que Lynette había sentido en respuesta al Conde se evaporó de repente al ver la forma de la Princesa Fie.

En cambio, todo en lo que podía pensar era en cómo había mejorado su sentido del vestir.

Lenta pero seguramente, la Princesa Fie se dirigió hacia ellos. Lanzando una mirada a Lynette, que todavía estaba en el suelo, y luego al Conde, la Princesa Fie abrió los labios una vez más.

—Así que. ¿Qué estás haciendo?

El que respondió primero fue el conde Jaruge.

—¡Este niño ejerció violencia sobre mí! Mira, tengo pruebas. Al hacer algo como esto, pierde su derecho a seguir siendo una sirvienta… Y eso es un poco triste, así que acordamos que si le doy una lección lo perdonaré todo… ¿No es así, Lynette?

El Conde se apresuró a pensar en una excusa para engañar a la Princesa Fie. Lynette no tuvo más remedio que asentir; tal era su posición en todo este problema.

Ella era la que estaba en una desventaja abrumadora. Incluso si fuera evidente para un observador ver lo que había sucedido, la cicatriz en el conde todavía permanecería, y potencialmente podría poner en peligro su posición como sirvienta personal de la princesa Fielle. Aunque todo esto fue culpa del Conde, todo el incidente fácilmente podría ser contraproducente para ella.

Lynette no quería perder su puesto, por su madre y su familia. Incluso si el conde era obviamente el culpable.

—Sí… —Lynette asintió con la cabeza, una expresión vacía en su rostro.

—Entonces nos pondremos en camino. Ven, Lynette. —Cuando el Conde se dispuso a marcharse, Lynette lo siguió.

—Mmm. Evidencia, eh. Muéstrame.

Sin embargo, la Princesa Fie extendió una mano hacia Lynette, exigiendo ver el objeto en cuestión. Parecía que la princesa quería inspeccionar el artículo.

En respuesta a esto, Lynette miró con temor al Conde, pero este último no pareció expresar objeción alguna, por lo que Lynette le entregó el objeto a Fie obedientemente.

—¿Vez? Mi sangre está en ese objeto —dijo el Conde.

La Princesa Fie miró de cerca la estatua un par de veces, girándola en sus manos, antes de finalmente decidir dirigirse al Conde.

—Conde, déjame ver tu herida también.

¿Qué piensa hacer… esta chica?

Lynette pensó, confundida.

Al infligir una herida al conde, su vida y su vida en sociedad habían terminado. Incluso si fuera la otra parte la culpable, siempre que fueran de noble cuna, ella sería severamente castigada.

Además, el Conde tenía pruebas en sus manos. Lynette pensó que todo había terminado. Todo lo que tenía que hacer era soportarlo un poco. Sí, aguanta un poco. Entonces se acabaría.

Con eso, podría proteger la posición que su madre tenía en tan alta estima. Y esa era la razón por la que Lynette había querido terminar de una vez, por temor a que su corazón se hundiera en la oscuridad para siempre.

—¿Qué?

El Conde, confundido por las demandas de la Princesa, se arrodilló para mostrarle a la niña su herida.

—Hmm… ¿Entonces estás diciendo que esto es prueba de que la sirvienta te ha golpeado?

—Sí, es como ves.

Sin previo aviso, la princesa Fie levantó la estatua de bronce sobre su cabeza y luego, con todas sus fuerzas, la hizo girar sobre la cabeza del Conde.

—¡Guh!

Fie se había balanceado con considerable fuerza. La sangre salpicó de su herida, y el Conde ahora estaba sentado en el suelo, sujetándose la cabeza por el dolor.

Lynette no podía creer la secuencia de eventos que se desarrollaban ante sus ojos.

Aún presionando la herida en su cabeza, el Conde finalmente se levantó, mirando amenazadoramente a la Princesa Fie y Lynette.

—¡¿Qué estás haciendo?! ¡No creas que te saldrás con la tuya! ¡Ustedes dos! ¡Una vez que le diga a la reina que has sido violento conmigo, serás despedida de tu puesto de sirvienta personal de la princesa Fielle!

—¿Es eso así? —Al escuchar esas palabras, la Princesa Fie sonrió—. Pero, sabes… Hay pruebas de que te golpeé, pero ¿dónde está la prueba de que Lynette también lo hizo?

Los ojos del Conde se agrandaron al darse cuenta.

La herida que supuestamente Lynette había causado, ahora fue reemplazada por la herida mucho más grande causada por la princesa Fie. Era evidente para todos ver que la Princesa Fie sostenía una estatua de bronce muy manchada de sangre.

Cualquiera habría llegado a la misma conclusión después de ver esta escena.

—Bueno, si aún no has tenido suficiente, ¡puedes tener uno más!

Balanceando la estatua una vez más, Fie rápidamente renovó su ataque. El despiadado swing de la princesa hundió la estatua en la gran cabeza del Conde.

—¡Eeeeee! ¡Détente! ¡Guhhh!

Lynette solo podía mirar lo que estaba sucediendo ante ella con incredulidad. Al escuchar sus gritos, sirvientas y soldados llegaron rápidamente a su ubicación. Lo que los saludó fue la visión de la Princesa Fie ejerciendo una cantidad considerable de violencia sobre el Conde Jaruge.

—¡Esto es terrible!

—¡Detenla!

Los soldados aterrorizados separaron a la Princesa Fie y al Conde.

El conde ensangrentado se balanceaba de un lado a otro mientras sostenía desesperadamente su herida, sus palabras goteaban con odio.

—Te atraparé por esto…  te haré pagar por hacerme esto…

La respuesta de la princesa Fie fue rápida y fría.

 —¿Pagar? ¿Pagar cómo? Soy una princesa, lo sabes.

En el castillo, su posición era algo extraña. Ella era una princesa que no era vista ni tratada como una princesa. Sin el amor del Rey y la Reina, ella tampoco tenía el apoyo de nadie más.

Sin embargo, fue como ella dijo: de hecho, Fie era una princesa de este reino. Ella no fue tratada como debería ser una princesa, esto no podría ser negado. Si bien algunas sirvientas se ocupaban de sus necesidades básicas, la ropa que vestía era vieja y estaba descuidada, y ni una sola vez fue educada sobre las formalidades sociales.

Aun así, ella era una heredera de sangre real; en términos de posición social, todavía era legítimamente una princesa. Incluso los ciudadanos y magistrados de Daeman tuvieron que cumplir sus órdenes tan pronto como insistió en su condición de princesa.

Fue entonces cuando Lynette finalmente se dio cuenta: si Fie realmente hubiera querido ser tratada más como debería ser una princesa, podría fácilmente exigir ese trato.

De hecho, hubiera sido sumamente sencillo hacerlo. Todo lo que tenía que hacer era quejarse y ser egoísta. Si hacía eso, los sirvientes, los magistrados e incluso la nobleza tendrían que inclinarse ante sus palabras.

Podría haber sido tratada mucho mejor. Si hubiera pedido vestidos hermosos, al menos podría obtener una buena cantidad para el uso diario. No obstante, Fie no deseaba ser tratada como una princesa por quienes la rodeaban.

Para ella, eso simplemente le estaría causando problemas a las personas que la rodean.

Así que no dijo nada, por muy mal que la trataran.

No obstante, en este momento, la Princesa Fie finalmente había utilizado y declarado su posición como princesa.

Es… es por mí…

—¿No sabes… que, entre una princesa y un conde, uno es mucho más importante? No me gusta cómo se ve la cara de este hombre. Me desagrada. ¡Échalo de aquí! Además, ¡no quiero volver a verlo nunca más en este castillo! ¡Esta es una orden de tu princesa!

Las palabras de la princesa Fie fueron arrogantes, pero llenas de poder. Era evidente para todos que, entre una princesa y un conde, la primera tenía más poder. Un conde o duque sería impotente, al igual que el conde había utilizado su posición social para dominar a Lynette.

Pero, no fue tan simple, en términos de posición, era cierto que Fie tenía más poder. Al usar descaradamente su poder social sin la confianza de quienes la rodeaban significaba que Fie tendría que pagar el precio, es decir, el resentimiento de los demás.

Los soldados siguieron las órdenes de Fie y se llevaron al Conde. Sin embargo, sus ojos estaban fríos.

—Debe estar loca para hacer algo como esto…

—Debe haber desarrollado una personalidad retorcida porque el Rey no la ama… Da miedo…

—Qué arrogante princesa… Totalmente diferente a la princesa Fielle.

Los soldados chismorreaban sobre Fie mientras salían lentamente del pasillo.

No…

Sin embargo, Lynette lo entendió.

La princesa Fie, por su parte, también sabía que esto sucedería. Sabía que, si asumía la culpa de esto y usaba su posición social para salirse con la suya, su reputación disminuiría aún más.

Aun así, lo había hecho con la esperanza de ayudar a Lynette.

—Déjanos. Estás bloqueando el camino con tus pasos.

A pesar de los rumores audibles a su alrededor, la Princesa Fie mantuvo su expresión, su máscara de ser una princesa arrogante. Lentamente, los sirvientes y soldados reunidos comenzaron a dispersarse.

Después de un tiempo, solo quedaron la princesa Fie y Lynette.

Arrodillándose ante Lynette, Fie sonrió gentilmente; para Lynette, fue la sonrisa más gentil que jamás había visto.

—Siento que tuvieras que pasar por eso en este castillo… ¿Deberíamos volver a donde está Fielle?

Su sonrisa era tan amable como la de la princesa Fielle, y sus cálidas manos agarraron a Lynette y ambas dejaron ese pasillo atrás.

Fie acompañó a Lynette hasta el lugar de la fiesta, y pronto la sirvienta se reunió con su ama una vez más.

—Probablemente Fielle también esté cansada de esta fiesta. Eres su sirvienta personal, así que quédate a su lado y apóyala. Estoy segura de que Fielle también estará más feliz de esa manera

Al decir eso, Fie le dio un ligero empujón a la espalda de Lynette, y luego, decidiendo claramente no entrar al lugar de la fiesta, Fie se dio la vuelta para irse.

Todo lo que Lynette pudo hacer fue bajar frenéticamente la cabeza en dirección a Fie.

—Um, señorita Fie… ¡Muchas gracias!

La princesa Fie parecía un poco aturdida. Luego, con un—: Sí, de nada—asintió a Lynette.

En lo profundo del lugar estaba la estrella de la fiesta, la princesa Fielle, y su madre la Reina. Rodeadas de otros nobles, fueron bañadas por el cálido resplandor de una lujosa cena.

Sus ojos no parecían registrar la presencia de la princesa Fie, y Fie tampoco hizo ningún esfuerzo por ser notada por la reina.

Al llevar a Lynette al lugar, se volvió silenciosamente y se fue.

Quizás fue por miedo a la Princesa Fie, pero después de este incidente, el Conde nunca volvió a mostrar su rostro en el palacio.

Un año después había intentado hacer algo similar una vez más, esta vez fue expuesto por sus acciones y despojado de su título de conde. Parecía que su supuesta conexión con la Reina no era muy significativa después de todo.

Las sirvientas que habían tendido la trampa a Lynette nunca fueron buenas en lo que hicieron, y finalmente comenzaron a desaparecer del palacio.

Sin embargo, lo que es más importante, una cosa sobre todo lastimó el corazón de Lynette, y esa fue la reputación de Fie, que cayó rápidamente entre los habitantes del castillo. Aunque Lynette había hecho todo lo posible por defender a Fie, la princesa simplemente negó con la cabeza y le impidió hacerlo.

Para empezar, la existencia de Fie era oscura. Lynette no estaba muy segura de si era algo bueno o no, pero los rumores negativos sobre ella pronto se detuvieron y se desvanecieron.

Sin embargo, incluso con los pecados del Conde expuestos, las acciones de Fie nunca fueron reivindicadas, y Lynette solo pudo apretar los dientes ante esta injusticia.

Después de este evento, Lynette solo tenía un deseo.

Deseo servir a la señorita Fie.

Después de este incidente, Lynette había expresado sus deseos a su madre, pero solo tenía el mismo tipo de palabras que decir.

—¿En qué estás pensando? Si sirves a ese tipo de princesa, ¡nunca te perdonaré! ¡Tú es la esperanza de nuestra ‘Distinguida familia de sirvientes!’ ¡La princesa Fielle es la mejor persona a la que puedes servir! Ella ciertamente se casará con un rey de un gran reino, y cuando eso suceda, serás ascendida a jefa de limpieza! ¡Es por eso que te hemos criado y educado, ¡y ahora finalmente tienes esta oportunidad! ¡No digas estupideces y haz todo lo que puedas para proteger tu posición!

Pero la Princesa Fie no es una mala persona…

Por primera vez en su vida, Lynette comenzó a sentir una pequeña oleada de rebelión contra su madre.

Para empezar… ¿Cuál es el valor de ser miembro de una “Distinguida Familia de sirvientes”?

De hecho, su “Distinguida Familia de sirvientes” no era muy “distinguida” en absoluto.

Si realmente hubieran sido distinguidos, no habría necesidad de que ella se convirtiera en sirvienta en primer lugar. Tampoco habría sido necesario que pasaran muchas horas de su infancia en el entrenamiento de etiqueta de sirvienta o técnicas para preparar té.

No había necesidad de que participara en métodos de entrenamiento tan discriminatorios y anticuados; todo lo que le había traído eran amenazas de alguien como el conde y susceptibilidad a órdenes irracionales y degradantes.

La verdad era que la llamada “Familia Distinguida de Sirvientes” no era más que la familia de un barón. Era una familia de categoría noble que simplemente proporcionaba sirvientes capacitados a la realeza u otra nobleza de categoría superior.

Y así fue con orgullo que Lynette abrazó su valor como sirvienta personal.

Si bien era cierto que la princesa Fielle era una persona cariñosa y maravillosa, Lynette no tenía dudas de que simplemente seguiría brillando incluso sin sus servicios. Después de todo, la princesa Fielle se veía hermosa con cualquier vestido y estaba fuertemente protegida por muchas personas a su alrededor.

Lynette sintió que la Princesa Fie también era una persona cariñosa y maravillosa. Sin embargo, ni una sola persona se paró a su lado para ofrecerle apoyo. No había nadie para lavarle la ropa, administrar su guardarropa u ofrecerle apoyo o ayuda para que pudiera brillar como la princesa que por derecho era su estatus.

De hecho, las técnicas que le habían enseñado a Lynette seguramente serían útiles para la Princesa Fie. Fue con estos pensamientos que había pedido que la transfirieran a su servicio. No obstante, su deseo nunca fue concedido.

Al parecer, el rey y la reina finalmente habían llegado a comprender el valor de Lynette y se negaron a sacarla de la lista de sirvientas de la princesa Fielle. Al enterarse del incidente, la madre de Lynette casi se volvió loca de rabia.

Pensando que la niña que ella había criado con tanto esmero ahora era lo suficientemente fuerte como para morder la mano que la alimentaba. Aun así, Lynette mantuvo ese deseo en su corazón.

Un día, deseo convertirme en la sirvienta personal de la princesa Fie.

Y así, hasta el día de hoy, ese había sido el sueño de Lynette.


Army
Que hermosa historia, estoy moqueando por ellas, aunque la obligaron a servirle a Fielle, ahora si tiene lo que es una verdadera amistad y muy bien hecho por ese maldito pedófilo… pero tardó todo un maldito año para que se hiciera justicia

4 respuestas a “Voy a vivir mi segunda vida – Historia Paralela: Lynette y Fie”

  1. Como odio ese país, es una pena que aún nuestra prota tengo una mala fama como princesa pero estoy feliz por ella por ser reconocida como Heath. Gracias por el capítulo

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