Ya no te amo – Capítulo 41

Traducido por Melin Ithil

Editado por Sakuya


El invernadero en el palacio, atelier Rose, es un anexo al aire libre construido exclusivamente para fiestas de té de la alta sociedad, al cual no cualquiera tenía acceso, se podía contar con los dedos de las manos quiénes estaban capacitados para usarlo; la emperatriz, que rara vez participa en actividades al aire libre y, la princesa que está en otro país. Las otras personas que podían solicitar usarlo eran el príncipe y las familias del duque y los tres marqueses.

La Emperatriz y la princesa no estaban en el palacio y no hay más miembros del ducado Wistash, por lo que la fiesta de té se trataba de una merienda formada únicamente por los hijos pequeños del marqués de Ambroise, el marqués de Wig y el marqués de Solen.

Después de llegar al Rose Atelier, Niveia se cuestionó seriamente cómo sería un buen cambio de humor, pero más que eso, siendo Arendt como era, le desconcertaba que creyera que sería bueno. Sabía que sería una situación extremadamente incómoda. Para empezar, la joven marquesa Wig era una mujer que disfrutaba molestarla, era una firme creyente de que todas las personas tienen lo que merecen. No estaba particularmente enamorada de Valor, pero le desagradaba el hecho que alguien como Niveia, que era hija de una sirvienta, formara pareja con el duque.

Ya no estoy con Wistash, pero ahora que soy la prometida del emperador, debe aborrecerme más.

No había algo en específico con la marquesa Ambroise, al igual que muchos otros nobles, cuando veía a Niveia, cubría su rostro con un abanico y la miraba con desprecio con sus ojos que parecían decirle “patética”. Ahora que estaba tan cerca de obtener el título de emperatriz, seguramente no serían tan descaradas con sus insultos, pero sus miradas serían las mismas.

Solo será un momento y luego nos iremos.

Haría lo posible por que fuera llevadero. Se sentó primero y dio un ligero saludo.

—Tomen asiento, señorita Wig, señorita Ambroise. —Estaba consciente de su nueva posición, sin embargo, aún tenía una espina en su confianza. Para evitar que se le notara, habló primero.

—Gracias, su majestad.

La respuesta que tuvo fue curiosa. “Su Majestad”, un título que escuchó por primera vez en su vida, no supo cómo reaccionar a eso.

—Estoy encantada de poder compartir un poco de su tiempo, majestad. Pronto dejará su ciudad natal, así que espero que este día sea reconfortante para usted.

—No sabe lo feliz que estaba cuando me enteré que su majestad pidió tener una fiesta de té en el Rose Atelier. Sé que, cuando esté en Vinfriet, extrañará Thierry, por eso mientras esté aquí, quisiéramos ayudarle en todo lo que necesite.

—… ¿A mí? —Preguntó sin darse cuenta, debido a que la situación era incómoda.

Tanto Wig como Ambroise se reían juguetonamente. Sabía lo que significaba esa sonrisa, era una sonrisa que decía “lo siento, no sé qué decir.”

¿Por qué?

—Su majestad pronto será enviada a otro país, seguramente está consternada.

—Debido a la gran carga que se le impuso a su majestad, queremos que esté cómoda los días que le queden aquí, sabemos que tiene mucho que empacar.

—Hasta ahora no me había gustado la hospitalidad con la que había sido tratada. —Respondió con desdén.

Era la primera vez que tenía una conversación pacífica con otros nobles. No solo era la plática, el simple hecho de convivir con otros, sin tener que estar por obligación.

No creo que ellas o Vetrlang estén preocupados por mí.

Era solo una acción hipócrita el fingir estar preocupado por ella ahora que se iba a Vinfriet.

Es solo eso.

Él le había dicho que sería un buen cambio, ahora creía entender porque lo dijo. Trató de ocultar su cinismo antes de volver a hablar.

—Debido a que me concedió un espacio para poder convivir con buenas personas, deberé darle un agradecimiento especial a mi padre.

—Oh, su majestad. ¿Por qué no le prepara un pequeño regalo? Hoy en día, es popular meter flores en cristales.

—Oh, tengo un catálogo que recién acabo de ver, ¿su majestad gustaría darle un vistazo?

—Gracias, me agradaría que me lo mostraras.

Un padre que se preocupaba abiertamente por ella en múltiples sentidos, amigos con los cuales elegir un regalo y conversar con amabilidad. Era una cruel y hermosa fantasía de lo que había estado esperando toda su vida. Cosas que había deseado que le parecían imposibles de tener, cambiaron con tan solo voltear la mano en tan solo unos días.

La sinceridad y el cariño de una persona ahora parecían algo tan barato.

No puedo creer que me sintiera tan frustrada por que el anexo fue demolido.

Ahora que veía las cosas así, llorar y reír no parecían gran cosa. ¿Qué importaba todo eso? Como quería restarle importancia a todo eso, se acomodó en su asiento y dejó salir una alegre risa.

Valor, que la miró como si estuviera poseída, apareció a unos pasos.

—Mi padre no es una buena persona, usando un truco tan obvio para engañar a Joachim y que se sienta apreciado. —Desde un lado, el príncipe chasqueó su lengua.

Era claramente una puesta en escena, pero no entendía porque, no era de los métodos preferidos de Vetrlang. Más que eso, si ella no hubiera vuelto a comprometerse, estaría pensando en formas para rescatarla de lo que sea que pasara, pero ¿qué podía hacer si faltaban tres días para su boda? Él entendía a Vetrlang mejor que nadie y sabía que todo eso no se ajustaba a su forma de ser.

—¿Ha escuchado algo sobre Joachim XII?

—Dicen, apareció en el baile de ayer al último minuto, tuvo una conversación rápida con su suegro y poco después de eso, ordenó que jóvenes nobles hicieran un tiempo para asistir al invernadero.

—Ya veo.

—Honestamente, no creí que él realmente se hubiera enamorado de ella, pensé que la había elegido solo para ser un espantapájaros de la emperatriz madre, pero no sé qué pensar cuando veo esto.

—Sería una prueba de que Joachim XII no miente. —Respondió reduciendo deliberadamente su tono. No quería llamar la atención de Niveia y obstaculizar su tiempo de disfrute. Era la primera vez que su expresión parecía tan feliz. Hace un momento estaba tan avergonzado que no podía soportar la idea de monopolizarla nuevamente. No sabía por qué, cuando se aferró a él y solo miraba sus sentimientos con crueldad, ella era realmente una persona encantadora y fue él quien terminó con eso. Una voz baja surgió de una triste expresión de arrepentimiento.

—… Creo que Joachim XII, la atesora mucho.

—Claro que lo hago, es la persona que estará a mi lado, ¿por qué no habría de hacerlo?

En ese momento, intervino una voz refrescante.

Cuando Valor levantó la cabeza, Arendt, vestido con una capa de terciopelo negro, se acercó con una cortés sonrisa junto a Rudiger.

—Tiene una buena vista desde aquí, príncipe.

—Oh, su majestad, un honor encontrarlo aquí. ¿Está visitando la explanada?

—Vine después de ver a su padre. ¿Es el duque Wistash a su lado?

—Veo la gloria de Vinfriet.  —Bajó la cabeza un momento después.

Rudiger, de pie junto a su señor, también inclinó la cabeza para saludar al príncipe. Los saludos fueron informales, pero suficientes para transmitir su presencia.

La charla en el invernadero se detuvo. Estaban un poco más lejos y Niveia les estaba dando la espalda, pero la palabra Vinfriet llamó su atención.

—¿Joachim? —Mirándolos con una expresión de sorpresa, hizo una voz increíblemente pura.

—Niveia, ¿cómo estás? —La llamó y se acercó a ella con una sonrisa brillante como si fuera natural.

Ella pudo notar que él también lucía contento. Su peculiar sequedad seguía ahí, pero el tono de su risa y el parloteo de hace un rato permanecía intacto.

Si hubiera sido antes, lo primero que ella habría mencionado, sería el nombre de Valor. Y el duque lo sabía mejor que nadie. Lo que notó sólo cuando se convirtió en solo otra persona para ella, lo sintió como granos de arena que caían de sus manos.

—Queridos amigos, si no les importa, tendré que dejarlos, duque.

—… Está bien. —Casi sin poder controlar sus deseos, dio un paso atrás.

♦ ♦ ♦

Finalmente se fue.

Suspiró en secreto, mirando de reojo a Valor, que se alejaba. De hecho, sabía de su existencia mucho antes de que él la notara. ¿Cómo no podría saberlo? En los últimos 10 años, solo había estado siguiéndolo. Incluso si no quería, su cuerpo ya estaba acostumbrado a reconocer la presencia de Valor. Gracias a esto, ahora se sentía en un cojín de espinas.

—¿Te sientes demasiado incómoda?

—¿Eh? —Se despertó con la voz que escuchó desde un costado—. Después de unirse a ella, la vio mirarla con ojos ansiosos. Con una mirada similar a la de un amante enfermo, con ojos amorosos. —No es así—. Ella negó con la cabeza.

—Me preguntaba si todavía estabas de mal humor, estaba preocupado. —Como si se alegrara desde el fondo, entrecerró los ojos y se rió.

Debido a esto, las otras señoritas que estaban sentadas con ellos, estaban emocionadas.

No quiero que sea como con Valor. 

Era sorprendente que los ojos de la señorita Ambroise, lucieran como si no tuviera corazón.

Se llevó la taza a la boca y miró a las otras jóvenes que miraban a Arendt como si fuera una aparición. Era un sentimiento fabuloso.

Debo haberme visto así cuando veía a Valor.

No se sentía envidiosa u orgullosa de sí misma por que fuera a tener un hombre tan atractivo como esposo. Simplemente, sabía que era popular y era consciente del hecho. Era así en Thierry, se preguntaba si sería igual en Vinfriet.

Tal vez sea todo un drama…

6 respuestas a “Ya no te amo – Capítulo 41”

Responder a Diana G. Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido