Princesa Bibliófila – Volumen 3 – Arco 2 – Extra 2: El baile de los hombres: El réquiem de Glen

Traducido por Maru

Editado por Sakuya


Alguien debió haberme maldecido este año. Esa fue la única explicación de toda mi desgracia.

Pensando en el pasado, no había tenido mucho tiempo para descansar desde todo el alboroto de la primavera pasada.

Desde que eso se aclaró y cierta dama noble se involucró románticamente con nuestro príncipe, pensé que el resto del círculo íntimo de su alteza (incluyéndome a mí) podría ser recompensado con algo de paz a cambio de toda la ansiedad que habíamos sufrido hasta este momento.

Estaba equivocado. En todo caso, nuestros problemas se habían multiplicado después. Aun así, nunca soñé que sería testigo de algo tan aterrador como lo que vi hoy.

Un terrible silencio había descendido sobre la habitación, como si ningún ser vivo dentro se atreviera siquiera a respirar. Nadie dijo una palabra. No podían. No, a menos que quisieran ofrecerse a sí mismos como primer sacrificio.

—… Glen.

¡Mierda, por supuesto que sería yo! Grité por dentro.

El hombre que llamaba mi nombre era el demonio encarnado o, como todos lo veían, el apuesto príncipe de Sauslind. Volvió su mirada hacia mí, una rabia no mostrada hirviendo dentro. Casi podía sentir los vapores de aquí.

—Finaliza tu compromiso de inmediato y persigue a esa plaga entrometida de regreso a Miseral —gruñó.

—¡¿Qué?! Espera un… ¡Espera! ¿Qué tiene que ver lo que dijo la señorita Elianna con mi compromiso? —Le grité. Momentos atrás, dicha señorita había dicho algunas palabras explosivas y nos dejó estupefactos mientras salía corriendo de la habitación. No pude evitar sentirme resentido con ella por eso.

Chris estaba siendo inusualmente abierto con sus emociones mientras me miraba.

—¡Cómo si hubiera alguna otra razón por la que ella haría esto! ¡Para que Eli diga algo así, significa que alguien debe haberle estado alimentando con chismes sin sentido!

—¡Por eso te dije que hablaras con ella! ¡No me pidas que te arregle las cosas cuando tu deseo de mantener las apariencias es lo que te metió en problemas en primer lugar!

—Tenía mis razones. —Él frunció el ceño—. Además, todo esto empezó gracias a ti y a todas tus citas. Cásate con esa pequeña plaga y llévala contigo a Miseral. Puedes vivir el resto de tu miserable existencia ahí con ella.

—¡Estás siendo un tirano, Chris!

Mientras los dos nos chasqueamos de un lado a otro, Alexei suspiró e interrumpió:

—Su alteza, ¿no deberías seguir a la señorita Elianna?

El príncipe saltó, volviendo a la realidad. Casi pateó su silla mientras salía volando por la puerta.

Inmediatamente se me hundieron los hombros, como si estuviera obsesionado por- (no, no voy a usar esa palabra) plagado de agotamiento. Me dejé caer sobre la mesa frente a mí, la cara primero.

Mientras recordaba todos los eventos que habían ocurrido desde el comienzo de la primavera, maldije a los dioses por mi desgracia. El verdadero factor decisivo había sido mi posible compromiso con esa escuálida niña de diez años. Ahora estoy reflexionando sobre mis elecciones de vida. Decidí que cuando llegara el año nuevo maldito, me abstendría de mi habitual ser mujeriego tanto como fuera posible.

Así que, por favor, Dios, pon fin a mi agonía. No es justo para mí ser el sacrificio número uno cada vez que desciende el señor demonio.

Dios, te lo ruego…

Ese día de invierno, hice mis oraciones desesperadas y sinceras a los dioses.

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