El contrato de la Princesa y la Duquesa Monstruosa – Capítulo 76

Traducido por Ichigo

Editado por Lucy


Dijo que era linda. Leslie sintió que le subía el calor a las mejillas y empezó a abanicarse. La Duquesa sonrió con adoración y continuó alimentando a Leslie.

—Recuerda, Leslie. Hay más ignorantes que toman el sonrojo como un “sí” que los que no.

—Tiene razón, Leslie. ¡Y habrá hombres que se hagan pasar por amables o sinceros para seducirte! —añadió Sairaine en voz alta, y Bethrion asintió con la cabeza.

—Hay gente buena, pero igual de mala.

—Sí, como el joven de veinticinco años que se declara a una niña de doce.

Ruenti mordió con saña la pata de un ave asada mientras hablaba gruñendo.

—Como aún eres muy joven e inexperta, no podrás diferenciarlos bien. Pero si se te acercan extraños, deberías darles una patada —aconsejó Bethrion con seriedad, y Leslie asintió con atención.

—Y si alguien se te declara, dinos quién es, Leslie. Como tu padre, comprobaré si es una buena persona para ti o no.

Sairaine sonrió con alegría mientras, al igual que su hijo, partía el ave asada por la mitad. ¿Por qué parece que va a ir a hacerles una pequeña visita? Leslie no pudo asentir con tanto entusiasmo como antes.

Durante todo este tiempo, la duquesa cortó trocitos del plato de ave favorito de Leslie y se los dio de comer. Tal como dijo Madel, el ave era la misma, pero el sabor era diferente, distinto al que ella había comido antes. La salsa que le habían puesto encima le sentaba mejor que la otra.

—Um, entonces…

Leslie masticó con afán y tragó saliva para hablar. Miró a los tres hombres y a la duquesa y preguntó.

—¿Qué clase de hombre se consideraría bueno?

Bethrion y Ruenti fruncieron el ceño ante la pregunta. Era obvio que no habían previsto semejante pregunta y no tenían una respuesta sólida. Pero Sairaine era diferente. No dudó en responder, y lo hizo con seguridad.

—¡Tendrá que ser más fuerte que tu padre!

Bethrion y Ruenti, siguiendo el ejemplo de Sairaine, añadieron con prontitud.

—Tan alto como yo.

—Y tan inteligente como yo, tal vez incluso más. Así podrá mantener una conversación real conmigo.

En resumen, un hombre “bueno” sería más fuerte que Sairaine, más alto que Bethrion y más inteligente que Ruenti.

¿Existe alguien así…?

Leslie era ingenua y tenía muy poca experiencia en la interacción romántica con alguien del sexo opuesto. Sin embargo, ella sabía una cosa: encontrar a alguien que pudiera satisfacer los criterios con éxito sería imposible.

—¿Podré casarme?

Todo el mundo dice que solo serás feliz cuando te cases… Se preguntó Leslie y miró a la Duquesa. La Duquesa no ha dicho nada sobre lo que hace a un “buen” hombre.

Al darse cuenta de la curiosidad de Leslie, la Duquesa sonrió y rozó sin preocupación con los dedos el caballero plateado de Leslie mientras hablaba.

—Leslie, lo único que debes buscar en un hombre es…

¿Fuerza? ¿Poder? ¿Estatus? ¿Fama y riqueza? Todas las miradas se centraron en la Duquesa y se contuvo la respiración. Despacio, la Duquesa sonrió aún más y dijo:

—Lindura.

♦ ♦ ♦

—Cariño…

Sairaine miró a su esposa con los ojos llenos de lágrimas, que amenazaban con derramarse en cualquier momento.

—¿Hmm?

Pero los ojos de la duquesa estaban fijos en los documentos en los que estaba trabajando. Los daños causados por la inundación eran mucho mayores de lo que se había informado en un principio. Ahora la duquesa tenía que ponerse al día con un montón de trabajo imprevisto. En consecuencia, no había podido enseñar y supervisar la formación de Leslie a pesar de haber dicho que lo haría.

Por supuesto, la Duquesa lo único que quería era estar con Leslie. Prefería pasar tiempo con su hija que trabajar, aunque era una adicta al trabajo. Por desgracia, distracciones no faltaban, y Sairaine era una de ellas. Desde el fiasco de la cena, se había instalado en el estudio sin intención de dejar que se centrara en el trabajo.

—Querida…

La duquesa trató de ignorar los quejidos de su marido. Pero cuanto más los ignoraban, más fuerte y desesperado se volvía él. Por fin, los ojos de la Duquesa abandonaron los documentos y viajaron hasta encontrar a su marido en el largo sofá. Estaba sentado en el reposabrazos más cercano a la Duquesa, plegándose todo lo que podía como un triste cachorro llorón.

—Querida, ¿te casaste conmigo porque era lindo? —preguntó Sairaine con lágrimas en los ojos, y la Duquesa guardó silencio.

Un hombretón, que era dos veces más alto y más grande que la media de los hombres, estaba casi sollozando. Era un espectáculo bastante aterrador.

El silencio, sin embargo, se rompió en breve cuando la Duquesa sonrió y negó con la cabeza.

—No, me casé contigo porque eres apuesto.

—¿De verdad?

—Por supuesto. Fuiste el hombre más valiente y fuerte que he visto durante la guerra.

Ya lo creo. Fue uno de los pocos que sobrevivió después de luchar contra mí; el último hombre en pie.

—Lo sabía. Soy bastante fuerte. Viví una pelea contigo y solo conseguí esto. ¿Cuántos hombres pueden hacer eso?

Sairiane se irguió y levantó el pecho, haciéndose más alto con orgullo hinchado, y se dio un golpecito en el costado de la cara. Tenía una larga cicatriz desde la mejilla hasta la parte inferior de la mandíbula. Era una cicatriz antigua, y se alegró de mostrarla.

Una cicatriz de mi querida esposa, ¡que es fuerte y hermosa! ¡Es su marca, me marca como suyo!

Como un perro orgulloso de su pelaje, Sairiane levantó la barbilla. La Duquesa se rió ante la reacción tan simpática y esperada de su marido.

Satisfecha con la respuesta de la Duquesa, Sairaine no tardó en salir del estudio con un alegre rebote en sus pasos. Por fin, sola, volvió a concentrarse en los documentos.

Al cabo de un rato, la Duquesa tendió una cuerda junto a su escritorio para llamar a Jenna. Necesitaba té fuerte para terminar el trabajo que tenía por delante. Justo antes de tirar de la cuerda, la puerta se abrió y alguien entró en el estudio.

—Madre.

La segunda visita de la noche era Leslie. Leslie llevaba un vestido de noche color crema y el pelo trenzado en coletas. Bostezaba y se frotaba los ojos con sus manitas. La duquesa acogió a la niña de inmediato, lo cual era muy diferente de cómo trataba a su marido, y la miró con una sonrisa.

—Bienvenida, Leslie.

—Buenas noches…

El pequeño cuerpo de Leslie se balanceaba de izquierda a derecha por el sueño. ¿Cómo se quedaba despierta toda la noche para estudiar?

Se preguntó la duquesa y observó a la niña con afectuoso asombro. Luego, le ofreció a Leslie una carta que se le había olvidado entregar en la mesa.

Leslie la aceptó perezosa con los párpados cerrados.

—Es de los templos. Se han decidido las fechas del examen para la candidatura de Arabella.

Los ojos de Leslie se abrieron de par en par en un instante y se volvieron claros y concentrados. El sobre ya estaba abierto, pues la duquesa ya lo había leído de primera mano.

[El examen para calificar a los candidatos a primeros sacerdotes se celebrará el último día del solsticio de invierno en el templo Shinraph…]

—¿Templo Shinraph?

Leslie fue informada de la hora del examen, pero no de que se celebraría tan lejos. El Templo Shinraph estaba al menos a un día de viaje de la capital. Pensaba que se celebraría en la capital.

—Hace falta un día de viaje para llegar allí, ¿verdad?

—Sí, así es.

La Duquesa asintió con una leve sonrisa.

—A caballo, se tarda medio día, y en carruaje, un día entero de viaje. El examen se llevará a cabo allí, poniéndote a prueba en… aritmética simple, teología, lengua sagrada y conocimiento común.

Aritmética, teología, lengua sagrada y conocimiento común. Las cejas de Leslie se fruncieron mientras las repetía en silencio. Tengo que centrarme en esas asignaturas a partir de ahora.

—No tienes que preocuparte, hija mía. Aprobarás el examen sin dificultades.

El corazón de Leslie aleteó y dio un vuelco. Los colores enrojecieron sus mejillas mientras un agradable calor la invadía por las seguridades de la duquesa. Sus palabras de confirmación fueron todo lo que necesitó para sobrecargarse de confianza y disipar cualquier duda en su mente.

—Tengo una pregunta, madre.

La duquesa sostuvo la mirada curiosa de Leslie y la instó en silencio a preguntar.

—Antes había un buen equilibrio de candidatos de todas las clases, pero poco a poco cambió a solo los nobles, ¿verdad?

—Correcto.

—Entonces, ¿por qué se molestan en hacer un exámen cuando la única calificación real tiene que ver con de qué preciosa sangre se hereda…?

Sería más fácil y rápido elegir entre las Casas nobles existentes, en las que los rangos se distinguen con claridad. ¿Por qué? La Duquesa sonrió de nuevo y respondió.

—Hace mucho tiempo, se elegía a los candidatos basándose solo en el estado de sangre. Uno de ellos, por desgracia, era bastante poco inteligente. La niña debía recitar la bendición según el guión al comenzar la ceremonia. Pero a mitad del recital, el niño se detuvo y gritó: “¡Su Majestad, el emperador Angrampel! Por favor, ¡enriquece el imperio y halo prosperar como nunca!” de frente al Emperador. El emperador de entonces no era, por supuesto, el emperador Agrampel. Fue durante el reinado del Emperador Rowtten.

Leslie se tapó la boca conmocionada e hipó. Nombre equivocado. ¡Se suponía que era el emperador Rowtten! Los ojos de Leslie se abrieron de horror.

El emperador Rowtten era famoso por haber matado a su propio hermano biológico cuando su padre había coronado a su hermano en vez de a él. Entonces, se amotinó y mató a todos sus hermanos y sucedió al trono con sangre. El hermano menor que fue coronado, por supuesto, fue Agrampel.

Entonces, ¡decir el nombre de Agrampel para bendecir al Emperador Rowtten!

Quiero decir, ¿cómo podrían no saber quién era el Emperador reinante?

—A veces, la gente comete los errores más tontos.

La Duquesa habló con una risita en la voz como si hubiera leído la mente de Leslie.

—Así comenzaron los exámenes para calificar a los candidatos. Poco a poco, las cosas fueron subiendo de tono, y se convirtió más en una competición, haciendo el examen cada vez más difícil.

Leslie comprendía ahora el propósito de los exámenes, a pesar de que el estatus se había convertido en el factor determinante.

Pero otra pregunta surgió en su mente. ¿Cómo había aprobado Eli el examen?

Leslie conocía demasiado bien la estupidez y la falta de rendimiento académico de Eli. Eli se esforzaba por traducir dos frases sencillas en la lengua sagrada y no conocía la historia más allá de lo que el público sabía sobre el emperador actual y su predecesor. Incluso así, apenas arañaban la superficie.

—Debido a las altas exigencias del examen, existe una vía trasera para convertirse en candidato. Requiere una gran suma de donaciones a los templos o adquirir una carta de recomendación de la corte imperial.

La duquesa habló sin preocupación, y Leslie se dibujó la cara con los dedos, sorprendida. ¿Cómo sabía lo que estaba pensando?

¿Puede leer la mente, o las palabras aparece en mi cara?

—Pero la señorita Sperado no podrá hacerlo esta vez. Había perdido el favor de la corte imperial y, desde luego, no dispone de fondos para sobornar a los templos con semejante cantidad de donativos.

La Duquesa sonrió feliz mientras observaba a Leslie, que seguía tocándose la cara con asombro.

—¿Responde eso a tus preguntas, Leslie?

Las manitos de Leslie cayeron sobre sus rodillas y empezó a retorcerse los dedos con torpeza. Parecía que aún le quedaba algo por preguntar. La duquesa no metió prisa a la niña y esperó con paciencia. Pronto, Leslie habló en voz baja mientras lanzaba miradas curiosas a la duquesa.

—Um, madre. ¿De verdad te casaste con papá porque era lindo?

—Si, así es.

A diferencia de la vez que Sairaine preguntó, la duquesa respondió de inmediato y con sinceridad. Sonrió con adoración y asintió también.

La cabeza de Leslie se ladeó con curiosidad mientras pensaba despacio en Sairine. Pero pronto, asintió comprensiva tras reflexionar sobre los comportamientos habituales de Sairaine.

El silencio llenó la habitación mientras Leslie pensaba y aceptaba la respuesta. Pronto surgió otro tema, pero esta vez fue la Duquesa quien hizo la pregunta.

—Ahora que lo pienso, antes dijiste que querías casarte.

Solo quiero una vida normal. Quiero leer libros, comer comida deliciosa, conocer gente, casarme con una buena persona y tener mis propios hijos.

—¿Puedo preguntarte por qué me has dicho eso, Leslie?

La duquesa sintió curiosidad. Nada en las actitudes y comportamiento de Leslie insinuaba su deseo de matrimonio. No estaba desesperada por tener pareja ni soñaba con chicos como las demás chicas de su edad. De hecho, Leslie parecía desinteresada en casarse. ¿Por qué decía eso, entonces? La duquesa estaba muy intrigada.

—Bueno… Todo el mundo que conozco dice que debería hacerlo.

Leslie susurró con timidez. Eli, Ria y las demás doncellas del Marqués siempre se lo decían cuando llegaba a cierta edad. Decían que el matrimonio era una obligación para alcanzar la verdadera felicidad. Era un objetivo vital y una condición. Por eso, Leslie creció creyendo que debía casarse cuando fuera mayor.

La duquesa rió con simpatía ante la respuesta de Leslie.

—Pero no tienes por qué hacerlo.

—¿No tengo?

Leslie miró a la duquesa intrigante.

—Si hay alguien a quien amas y con quieres pasar el resto de tu vida, puede ser preferible que te cases con esa persona. Pero si no hay nadie así, no deberías forzar tu mano al matrimonio solo porque todo el mundo te dice que lo hagas.

No hace falta casarse, ¿eh?

—¿Dirías que nunca te habrías casado si no hubieras conocido a papá?

—Sí, eso creo.

Una respuesta inmediata siguió sin vacilar. La duquesa sonrió con alegría y se encontró con los ojos curiosos de Leslie.

—No sentía la necesidad de casarme.

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