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Shi Jin saludó al personal del club en el turno de noche y se fue, llevando un recipiente desechable lleno de dumplings todavía humeantes. Se dirigió hacia un jeep militar estacionado en la entrada que sobresalía como un elefante rosado y era imposible de perder.
Xiang Aoting se bajó y se paró junto al auto, mirándolo acercarse.
Shi Jin se detuvo a dos pasos de su hermano y le entregó el recipiente. Seguí leyendo “Barra de Progreso de la Muerte – Capítulo 40: Costa de la Isla Creciente.”
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Pronto, Shi Jin se arrepintió de haber hecho una apuesta con Lian Jun.
—Esto es imposible, ¿cómo pude perder? ¡Claramente, conté las piezas!
Shi Jin golpeó el aire con frustración, haciendo una mueca. Seguí leyendo “Barra de Progreso de la Muerte – Capítulo 39: Pastel de Huevo”
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—¿No lo haces? ¿Qué comes, rollitos primavera[1]? ¿Tangyuan[2]? No hay problema, puedo hacerlo.
Shi Jin tiró con fuerza, ejerciendo toda su energía, pero, en este momento, su condición física era demasiado pobre para hacer que Li Jiuzheng se moviera. Al final, se rindió y abrazó el brazo de su hermano. Volvió la cabeza hacia Lian Jun. Seguí leyendo “Barra de Progreso de la Muerte – Capítulo 38: Lo Siento.”
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En la Ciuad B, Lian Jun había descubierto al sospechoso y, gracias a la llamada de Shi Weichong, identificaron la posición de Li Jiuzheng.
Gua Nueve dejó de escribir y dijo: —El teléfono del objetivo está en una carretera cerca de la ciudad L y se mueve rápidamente. El objetivo lo apagó después de la llamada; es imposible seguir rastreando.
Shi Weichong levantó una mano para limpiarse la cara y se dejó caer contra el sofá. Su última esperanza de que se tratara de un malentendido desapareció. Seguí leyendo “Barra de Progreso de la Muerte – Capítulo 37: Lazo Familiar”
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Como era de esperar, alguien le disparó, probablemente, un miembro de Black Rose.
Shi Jin estalló en un sudor frío. Se estabilizó y dio un suspiro de alivio, pero notó que su barra de progreso seguía en la zona de la muerte. Sus pupilas se encogieron. Sin pensarlo, rodó detrás de un bote de basura de la calle.
No un segundo después, una bala rozó el bote de basura. Shi Jin dejó escapar un gruñido amortiguado y se agarró el hombro. Seguí leyendo “Barra de Progreso de la Muerte – Capítulo 36: La voluntad de Dios”
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La víspera de Año Nuevo era un día lleno de ruido y emoción. En una pequeña plaza, no muy lejos de una zona residencial, un osito de peluche marrón con un lazo atado al cuello salió de un baño público con una mochila. Adorablemente, giró la cabeza hacia la izquierda y hacia la derecha, mirando a su alrededor con curiosidad.
Los visitantes de la plaza lo notaron rápidamente y se volvieron uno tras otro. Algunos niños animados gritaron de emoción y gritaron: “¡Oso, oso!” Mientras arrastraban a sus padres en su dirección, queriendo abrazar al gran oso de peluche. Seguí leyendo “Barra de Progreso de la Muerte – Capítulo 35: Francotirador”
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A diferencia de Fei Yujing, después de la muerte de Shi Xingrui, el quinto hermano Li Jiuzheng fue el que tuvo más contacto con el “Shi Jin” original.
Li Jiuzheng era un niño prodigio que comenzó a estudiar medicina desde muy joven. Aunque no era necesario que viajara por el mundo como Fei Yujing, estaba tan ocupado como él. Por lo general, no solía haber contacto con él durante seis meses al año porque, si no estaba poniéndose al día con su trabajo escolar, estaba investigando. Al llamarlo, nueve de cada diez veces su teléfono estaba apagado. Más tarde, abrió su propio hospital privado. Entonces, respondió a las llamadas, pero aún era difícil reunirse con él porque siempre tenía algunos pacientes en estado crítico que salvar. Cuando le preguntaban si tenía un momento libre, su respuesta siempre era un invariable “No”. Seguí leyendo “Barra de Progreso de la Muerte – Capítulo 34: 100 comidas”
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Después de eso, Xu Chuan cerró la boca y bajó la cabeza, dejando de mirar a Shi Weichong y Shi Jin. Parecía que la conversación había terminado y no estaba dispuesto a hablar más.
Shi Weichong intentó provocarlo con unas pocas oraciones, pero fue en vano.
Xu Chuan había sido el consejero de Shi Xingrui durante muchos años y estaba al tanto de la situación actual de su familia. Como abogado consumado, las burlas no lo iban a molestar; era imposible hacerle hablar si no quería. Seguí leyendo “Barra de Progreso de la Muerte – Capítulo 33: Pulseras de plata”
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Aturdido por el aluvión de preguntas, Shi Jin miró los documentos, miró la cara de Lian Jun e intentó recordar su proceso de pensamiento en ese momento. Finalmente, respondió débilmente:
—Lo olvidé…realmente, no quise ocultártelo… Seguí leyendo “Barra de Progreso de la Muerte – Capítulo 32: Lo Olvidé”
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Como dicen: “la enfermedad llega repentinamente como un deslizamiento de tierra, pero va lentamente como un hilado de seda”.
La fiebre de Shi Jin era feroz y persistente como un incendio forestal. No disminuyó por mucho tiempo. A pesar de que cada vez que el tío Long le administraba un medicamento antipirético, bajaba, unas horas más tarde aumentaba una vez más. Esto sucedió una y otra vez; nada funcionaba. Seguí leyendo “Barra de Progreso de la Muerte – Capítulo 31: Furia”
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Para su paz mental, Shi Jin planeaba observar a Lian Jun en secreto y determinar si realmente estaba enojado. Lian Jun, sin embargo, no le dio esta oportunidad. Después de descubrir que Shi Jin había vendado sus heridas, pero no había descansado como se suponía que debía hacerlo, simplemente, lo agarró por la ropa, movió la silla de ruedas mientras lo arrastraba y, personalmente, tiró a Shi Jin fuera de su habitación y cerró la puerta.
—¿Por qué me echó? No iba a perturbar su descanso. —Shi Jin no estaba dispuesto a rendirse. Dijo, un poco amargamente: —A Gua Nueve se le permite esperar en el sofá de la habitación exterior cuando Lian Jun toma una siesta. Seguí leyendo “Barra de Progreso de la Muerte – Capítulo 30: Enfermo.”
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Rong Zhouzhong se sentó junto a Xiang Aoting, intercalando a Chen Qing entre ellos y Shi Weichong. En este punto, el escenario “Lian Jun almorzando con su viejo amigo” estaba completamente arruinado.
Cuando confirmó que Lian Jun estaba más o menos seguro, Shi Jin decidió que era suficiente y dejó de hacer un alboroto. Le devolvió la chaqueta a Xiang Aoting y, con el pretexto de conseguir la vajilla para sus hermanos, salió de la habitación interior y encontró a Gua Dos. Seguí leyendo “Barra de Progreso de la Muerte – Capítulo 29: Sueño.”
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El hotel estaba lejos del restaurante elegido para la reunión. Cuando Lian Jun dijo que había llegado y colgó, Shi Jin todavía estaba a veinte minutos en coche.
Shi Jin, como si estuviera sobre alfileres y agujas, seguía inquieto en su asiento.
Xiang Aoting, quien lo notó mirando por la ventana con una expresión ansiosa, no pudo resistirse a preguntar: Seguí leyendo “Barra de Progreso de la Muerte – Capítulo 28: Autógrafo.”
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Xiang Aoting y su equipo, se escondieron en una granja abandonada cercana. Cuando los tres autos salieron con alta velocidad uno tras otro, y se escucharon disparos, supieron que algo andaba mal. Cuando estaba a punto de averiguar qué sucedió, recibió el mensaje de texto de Shi Jin.
En un instante, su expresión cambió. Sacó el localizador y verificó la posición de Shi Jin. Confirmó que se movía rápidamente, le ordenó a los otros miembros del equipo que actuarán y corrió hacia el auto escondido detrás de una gran pila de leña. Seguí leyendo “Barra de Progreso de la Muerte – Capítulo 27: Cena.”
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Ese no fue el final de la diversión, las cosas se estaban volviendo más interesantes.
Después de darle el dinero, el Pecoso Yuan sacó un arma de algún lugar y la puso en la mano de Shi Jin. Dijo persuasivamente:
—Esto es para tu defensa personal. Xiao Yuan, para ser honesto, mis amigos están involucrados en un negocio sucio. Querían que me uniera, pero no estuve de acuerdo. Como resultado, amenazaron despreciablemente a mi familia… Seguí leyendo “Barra de Progreso de la Muerte – Capítulo 26: 00J.”