Bajo el roble – Capítulo 19: Desobediencia al rey 

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke


—Creo que la temporada de lluvias está a punto de comenzar —expresó Riftan, que estaba a punto de atar los caballos, cuando dio un breve vistazo al cielo.

Las nubes en el cielo se retorcian con un ominoso patrón, Max pensó que parecian un remolino. Riftan volvió a asentir con la cabeza, sabiendo que tenía razón, y el caballero que había arrojado un tronco al fuego estuvo de acuerdo con él.

—Me deprimo de solo pensarlo. Es horrible pasear por estas montañas bajo la lluvia. Mi armadura se siente tan pesada e inútil, y la tierra se llena de lodo.

Los otros caballeros se quitaron la armadura, gruñendo mientras se calentaban las manos junto al fuego.

—Deberíamos de haber llegado a Anatol antes de que eso ocurra.

—¿Qué diferencia haría eso? ¿Has olvidado? Tan pronto como lleguemos a Anatol, tenemos que irnos a otro reino en solo unos días —indicó otro caballero.

El hombre con el ceño fruncido echó un vistazo a Max, que estaba mirando al fuego.

—Me está costando más debido a este horrible viento… ¿No sería divertido enojar al rey Rubén si nos demoramos un poco más?

—Bueno, la temporada de lluvias está por comenzar. ¿Qué podemos hacer al respecto? —Riftan ató las riendas de su caballo al poste y se dejó caer al lado de Max. El caballero rubio Ricardo estaba sentado en silencio junto a su caballo con una mirada inequívocamente deprimida en su rostro.

—¿El guerrero que derrotó al dragón rojo ahora se niega a responder al llamado del rey debido a la lluvia? ¡No puedes hacer esperar a Su Majestad! ¡Ya hemos perdido suficiente tiempo con este trabajo inútil!

La voz del hombre la golpeó como un látigo en la espalda, sabía que el comentario era para ella. El rostro de Max se puso pálido y el de Riftan rojo de ira.

—Uslyn Ricardo… Ten cuidado con lo que me dices —agregó Riftan luego—. ¿Quién dijo que desobedecería al rey? Sólo me retrasé un poco.

El hombre apretó los labios como si estuviera a punto de comenzar a gritar de nuevo, luego, de repente, le dio la espalda y se hizo un pesado silencio. El único sonido que se escuchó fue el crepitar de la leña. Uno de los caballeros, conocido por sus acciones impertinentes, de repente habló.

—Estoy de acuerdo con nuestro líder. No quiero mojarme bajo la lluvia como un perro sarnoso. Hemos pasado por esto durante tres años, y estoy listo para regresar a mi antigua vida.

—¡Patético bastardo! ¡Con este viento…!

—Lord Ricardo y sir Nirta tienen un punto. Deberíamos dar a conocer el poder de los Caballeros Pendragon en la capital tan pronto como podamos —argumentó Ruth, quien hasta entonces había estado sentado en silencio en una esquina. Entonces, un caballero llamado Hebaron se levantó triunfante.

—Mira eso. Incluso el mago dice que tengo razón.

—Solo está lloviendo un poco. Puede que tengamos un poco de tiempo antes de que la temporada de lluvias comience.

Ricardo parecía molesto pero Ruth parecía complacido. Había sentido una liberación palpable en la tensa atmósfera y secretamente suspiró aliviado. Con este argumento, todavía no habían decidido cuándo partirían hacia Anatol y el territorio de Croix.

Max recordó un mapa del continente de Roviden que vio un día en la biblioteca del castillo. La finca de Riftan en Anatol, se encontraba en una pequeña península, que se extendía como la cabeza de una serpiente hacia el extremo suroeste del mar del sur de Siria. Le dijeron que estaba rodeada de montañas escarpadas y campos abiertos al sur.

La capital de Whedon, Drakium, estaba ubicada en el extremo noroeste, muy por encima de Anatol. La ruta más rápida desde Aranthal, donde comenzó la batalla contra el dragón, hasta la capital real era ir directamente por el río Wiserium. Ella solo tenía un débil conocimiento de geografía, pero parecía claro que estaban tomando el camino más largo.

Todo es mi culpa… ¡He traído la ira del rey sobre nosotros! Pensó Max.

Max comprendió vagamente por qué Uslyn Ricardo estaba tan nervioso. Riftan había rechazado la propuesta del rey, la mano de su hija en matrimonio. Cuanto más pensaba en este problema, más se revuelto se sentía su estómago.

No, no es por mí… tiene que haber otra razón. ¿Qué otro caballero en este mundo pospondría la llamada de un rey para llevar a su esposa a casa? Pero pronto se deshizo de sus pensamientos oscuros. No tenía sentido culparse de todo a sí misma.

Cuando el pilar central era débil, un hombre con una gran extensión de tierra y con el poder militar necesario para mantenerlo y protegerlo era mucho más poderoso que el rey. Whedon era, después de todo, más estable que las otras seis naciones.

Además, Rubén III es un rey fuerte y tenía la lealtad de cientos de respetados caballeros. Tal persona no podría ser eliminada tan fácilmente.

—Ahora, mantengan el ánimo y comamos.

El caballero asignado al servicio de alimentos comenzó a cortar uniformemente los trozos de queso y a distribuir una simple comida: queso, carne fría y pan. Comieron el pan marrón rancio con el vino entregado por Riftan. Pronto todos se quedaron dormidos.

Tal vez fue por puro agotamiento, pero Max estaba demasiado inquieta para dormir. Mañana se mudaría a un nuevo hogar. ¿Qué tipo de lugar sería Anatol? Pensó en su destino, y sus pensamientos vagaron en direcciones inesperadas. Estaba tan asustada hace unos días, pero ahora sentía un rayo de esperanza en la esquina de su corazón.

Quizás puedas comenzar una nueva vida en este lugar. Pero se obligó a suprimir cualquier expectativa. Estaba aterrorizada de ser decepcionada de nuevo.

No solo había sobrevivido a la crisis del divorcio, sino que también había escapado del abuso de su padre. Su marido, que al principio parecía una persona terrible, ahora no parecer tan malo. No, él es una persona amable y ella vio pequeños pero sorprendentes cambios que ocurren todos los días. Sabía que la diosa de la suerte no sonreía a menudo.

Max se llevó la manta hasta el cuello y prometió mantener la mente abierta sin importar lo que sucediera.

♦ ♦ ♦

Llegaron a las estribaciones al día siguiente al mediodía. Cuando entraron al valle, Max notó una pequeña torre de vigilancia escondida detrás de los árboles. Cuatro guardias fueron enviados a toda prisa a saludarlos. Con la guía de los guardias, pudieron entrar y sentarse a comer.

Después de comer su primera comida caliente en semanas, un estofado caliente y papas al horno, subieron a sus caballos para continuar el viaje. Max salió del carro y cabalgó con Riftan, ya que tenían que viajar lo más rápido posible antes del atardecer. Nunca antes había estado en un caballo porque siempre había estado demasiado nerviosa. Mientras se sostenía firmemente a la silla de montar con una postura encorvada, Riftan la sostuvo con un brazo y la apoyó contra su pecho.

—Estamos tomando un atajo, por lo que será un viaje difícil. Apóyate contra mí para que puedas estar un poco más cómoda. —Los otros caballeros se quedaron en un grupo cercano con Riftan mientras cabalgaban por un camino desconocido e implacable.

—¡Señor! ¡Hay cinco hombres lobo por delante!

Cuando el caballero principal gritó, todos los caballeros sacaron sus espadas al unísono. Por miedo, Max agarró la melena del caballo. Riftan gritó y quiso dirigirse hacia el campo de batalla, pero sabía que estaba agobiado con Max y decidió quedarse.

—¡No dejes que vengan por aquí!

—¡No te preocupes, nos mantendremos firmes!

Un caballero llamado Hebaron corrió hacia adelante salvajemente con un grito penetrante. Al mismo tiempo, los gritos de las feroces bestias resonaron, Max se estremeció y contuvo el aliento, enterrando la cara en el pecho de Riftan.

—Todo terminará pronto, solo cierra los ojos.

Ella cerró los ojos y se cubrió los oídos como una niña, según las instrucciones. Sin embargo, no pudo evitar el sonido de las espada chocando violentamente o el grito de la bestia enojada perforando su tímpano.

—¡Capitán! ¡Sobre nosotros!

Después de escuchar el grito de otra persona, inconscientemente levantó la cabeza y lanzó un grito agudo. Un monstruo negro en las ramas corría hacia ellos como un rayo. Pero antes de que la criatura pudiera alcanzarlos, fue cortada en dos en el aire. Miró al monstruo negro que yacía en el suelo, incapaz de entender lo que había sucedido.

Riftan escupió sangre de su boca y salpicó el borde de su túnica.

—Gabel, ¿no sabes contar? No había cinco, sino seis hombres lobo.

El caballero replicó.

—Los hombres lobo negros tienen poderes de sigilo y pueden esconderse fácilmente.

Riftan chasqueó la lengua, espoleó al caballo para avanzar y vio monstruos con cuerpos humanos y cabezas de lobo enredadas en las raíces de los árboles como serpientes. Los caballeros se limpiaron la sangre de sus espadas y se subieron a sus caballos una vez más.

Max estaba sorprendida por lo duros que eran. Hace unos años, leyó sobre hombres lobo en un libro. Se describió claramente que tenían huesos tan duros como el hierro y una piel tan fuerte y dura como una armadura de púas, lo que hacía imposible penetrar. ¿Cómo había matado Riftan a una bestia como esa tan fácilmente?

—Seguro que habrá más de estas bestias por aquí, así que apurémonos. —Ruth miró a los otros caballeros y todos asintieron al unísono.

Los caballos corrieron lo más rápido posible y Max apretó los dientes para evitar morderse la lengua. Pasó por alto el camino de montaña cubierto de rocas y árboles cuando pasaron los picos.

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