Cenicienta – Capítulo 19: Noche bajo la luz de la luna en la hierba (3)

Traducida por Den

Editada por Sakuya


Estaba feliz de que el General Brennan me escuchara, pero tan pronto como le mostré el collar, el carruaje se sacudió con fuerza y volé.

*¡Heep!*

Soné como una rana aplastada, pero intenté tragarme el sonido. Tengo que preguntarle a madre cómo gritar como una dama la próxima vez que tenga una oportunidad. ¡Tengo que dominarlo rápidamente!

Pero no me agarré a nada.

Caí sobre algo duro.

Podía sentir dos manos en mi cintura, firmes.

Un aroma desconocido me irritó la nariz.

Qué refrescante. El olor del jabón y un olor a tierra como un bosque verde.

Miré directamente a unos ojos color avellana. Parecía un poco incómodo. Qué nariz tan fuerte… Quiero tocarla.

— ¿Hmm?

Fui atrapada por el General en el momento en el que el carruaje se sacudió y me envió volando. Y ahora, estaba sentada a mitad de camino al regazo del General.

¿Qué es este milagro?

Mientras intentaba mantener el equilibrio, parece que rodeé el cuello del General con mis brazos. Rápidamente aparté mis manos y me controlé.

—Es un poco inestable —dijo por encima de mi cabeza, sosteniendo mi cintura con más fuerza y más cerca mientras el carruaje se sacudía otra vez.

— ¡Heek!

¡Oh no! ¿Otro sonido extraño? Bueno, de repente él agarró mi cintura con fuerza,  no se podía evitar, ¿verdad?

—… —fue todo el sonido que hizo el General. Se giró y pude ver un sonrojo en su rostro y sus orejas.

Una extraña tensión llenó el ambiente.

El carruaje se detuvo, y el cochero se acercó a la puerta.

—Lo siento, Sir, pasamos por unas cuantas rocas. ¿Se encuentran bien?

El General se aclaró la garganta y dijo:

—Estamos bien. Puedes continuar.

Poco después, el carruaje se sacudió suavemente cuando el cochero se subió y continuamos de nuevo nuestro camino.

Debería bajar de las rodillas del General ahora, pero, sentía como si no pudiera moverme ni decir nada. Escuchaba el traqueteo de las ruedas del carruaje al pasar por la carretera pavimentada.

Pero incluso el General no parece querer soltarme. Dejar que me sentara en su regazo, ¿no le dolían las piernas? O, ¿no se entumecen? Debería bajarme rápido.

—General Brennan, debo ser pesada. Debería sentarme.

No es un problema de ligereza, era descortés sentarse en el regazo de alguien y vergonzoso.

Sin embargo, al General Brennan no parecía molestarle. Pensé que me soltaría.

—Realmente no eres pesada —dijo mirándome. Era agradable que finalmente me mirara pero me miraba como si estuviera hambriento de al… go… pero, ¿no va a bajarme?

—No será bueno si te caes si pasamos por otra piedra.

Pero el General pareció pensativo por un momento, entonces me levantó y así acabé sentada con mis piernas en el asiento del carruaje.

—Así, mis piernas no se entumecerán.

Su cara todavía estaba un poco roja.

—Sí… —respondí tan bajo como el sonido de un mosquito.

No había forma de que yo pudiera discutir.

9 respuestas a “Cenicienta – Capítulo 19: Noche bajo la luz de la luna en la hierba (3)”

      1. Yo creo que eso fue el mayordomo del General, Xavier. Le diría, tu cochero pasa por cada piedra que encuentres cuando el general y la hija del vizconde estén dentro del carruaje.

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