Cenicienta – Capítulo 27: Celos (4)

Traducida por Den

Editada por Sakuya


Los ojos del Príncipe se abrieron con sorpresa ante las acciones del general Brennan. Padre balbuceó, Madre se rio con la mano sobre la boca, Marie chilló, Oliver continuó sirviendo el té, el chambelán se congeló.

No podía mantener mi cabeza en alto. Me cubrí la cara con las manos y oculté mi cara roja.

—General Brennan, por favor bájame… —dije tímidamente.

— ¿Lo encuentras desagradable?

¿Es esta la única opción para él? Dijo la misma cosa en el teatro la noche anterior. Pero no es eso, ¡estoy avergonzada, no disgustada! Pero, quizás, la vergüenza que siento aquí es un poco diferente. Intenté pensar en una manera de resolver esto con mi cerebro que tuvo un cortocircuito.

—Me puedes poner en tu regazo… cuando estemos solos… —le susurré.

Poco después, el oficial del general Brennan vino a buscarlo para una reunión urgente, por lo que tuvo que irse.

Después de que se marchara, una atmósfera incómoda llenó la sala.

Fue Stephan-sama quien rompió el incómodo silencio.

—Es la primera vez que veo a Brennan tan dócil. Normalmente es igual de feroz que un tigre.

Con un fuerte suspiro, se sentó de nuevo en la silla. El aura de “debo condenar a la mala mujer” se había ido. Ahora estaba tomando el excelente té de Oliver.

—Esta ocasión… parece que saque conclusiones precipitadas. Espero no haberte sorprendido. —dijo el Príncipe mirándome con una cara cansada.

—No, está bien. —respondí. No me importó su actitud de antes pero, el Príncipe parece una buena persona. Incluso si me había sorprendido, no podía decírselo al Príncipe.

—Es porque Brennan es una de las personas en las que más confío, y la sangre se me subió a la cabeza cuando escuché que una mujer estaba tratando de atraparlo. Ha sucedido antes. Para hacer las paces, puedes pedir cualquier cosa de mí.

Parece que el Príncipe no es alguien que se disculpa adecuadamente, estoy sorprendida. Estaba a punto de declinar cuando dijo:

—Todavía no estoy bien con eso. Para que a Brennan le preocupe una mujer lo suficiente como para ponerla en su regazo, es desagradable de ver. Solo di una cosa.

Al mirar sus brillantes ojos, estaba un poco preocupada. Parecía tener una personalidad contundente. No quería deberme nada. Yo tampoco quería que me debiera nada, pero no creo que lo entienda. Mientras pensaba, se me ocurrió una idea.

—Bueno, realmente no quiero nada pero…  ¿Príncipe Stephan puedo pedirle un favor? ¿Podemos ser amigos?

— ¿Qué? —tenía una expresión de asombro en su rostro. Padre se encogió en su asiento. Madre sostuvo su abanico sobre su cara.

—Bueno, como sabes, mi familia no es bien querida, por lo tanto no tengo ningún amigo. Y sabes mucho sobre Brennan y quiero que me cuentes sobre él, así que, pensé que lo mejor era ser amigos.

Quiero saber las historias que Brennan no me contaría.

—…Pero como se esperaba, no es posible. —dije para nadie en particular. Sería malo si la hija de un Vizconde se juntara con el Príncipe Heredero. Parecería como si tuviera un motivo oculto y crearía malentendidos.

No podemos tener una fiesta de amor del general Brennan. Realmente quería tener una. Me reí tratando de ocultar mi tristeza y mi vergüenza.

El chambelán entró corriendo a la habitación, parecía tener prisa.

— ¡¿S-Stephan-sama?!

Pero el Príncipe levantó su mano para detenerlo.

—Suena divertido. Seamos amigos de ahora en adelante, está bien. Debes llamarme Stephan.

Lo miré sorprendida. ¿Estaba mi cara un poco roja? Me giré hacia padre; parecía que había comido algo amargo. Mi madre escondió su rostro con su abanico y cayó en aparente agonía.

¿Um…?

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