Crié a un dragón negro – Capítulo 42: El primer perseguidor

Traducido por Den

Editado por Hime


—¿Cuántos minutos faltan hasta que lleguemos a Lunazel? —tosió Noah, intentando cambiar de tema.

—Ni siquiera estamos a mitad de camino. Ahora bien, ¿estás haciendo esto justamente tres segundos después de jurar que me contarías todo? Respóndeme: hace dos años, cuando transmigraste al cuerpo de Eleonora Asil, dijiste que fuiste inmediatamente a Sorrent. Entonces ¿cómo supiste de la existencia de Lenia Valtalere? ¿Y por qué crees que es la mente maestra detrás la desaparición del huevo? —Kyle la miró fijamente, bombardeándola con preguntas. Ella se estremeció ante su mirada penetrante.

—¡La vi en mis sueños! ¡En mis sueños! —espetó.

—¿Soñaste con Lenia Valtalere haciendo la impronta con el dragón? ¿Realmente piensas que creeré algo a…?

Pero de repente el tren se sacudió y todos los compartimentos se agitaron. Noah saltó de su asiento y agarró rápidamente a Muell, quien casi se cae de su regazo. El viento sopló y el periódico cayó en cascada al suelo.

—Este tren… Qué viaje más horrible. Los ferrocarriles de Lunazel están demasiado viejos —se quejó Noah mientras volvía a colocar a Muell sobre su regazo, sujetándolo con fuerza. Cuando levantó la mirada, notó la extraña expresión en el rostro de Kyle.

—Sir, ¿qué sucede?

—Señorita Noah, póngase la capucha y cúbrase la cara.

—¿Eh? —frunció el ceño, pero aun así siguió su orden y se cubrió rápidamente la cara con la capucha de la capa.

En ese momento, llamaron a la puerta. Ambas miradas se dirigieron rápidamente en la dirección de la que provenía el sonido. Alguien sonreía detrás de la ventana de su compartimento: una mujer que llevaba un pañuelo azul brillante atado alrededor de su cabeza, y un delantal del mismo color. Sus manos sostenían una gran bandeja llena de diferentes cosas. Volvió a llamar a su puerta.

—Debe ser una empleada distribuyendo los periódicos y la comida —murmuró el investigador, mirando a la mujer.

—Oh, ¿en serio? —Noah colocó a Muell a su lado, levantándose de su asiento.

Qué oportuna. Estaba comenzando a tener hambre. Todavía falta aproximadamente una hora para llegar allí, así que me gustaría beber algo… 

Sujetó la manilla de la pequeña ventana de su compartimento y la bajó. De repente, una mano la detuvo. Kyle puso el pie detrás de la puerta, sacudiendo la cabeza a la vendedora. La mujer le sonrió y se alejó.

Cuando estaba completamente fuera de vista, Noah suspiró y se volvió hacia él, que seguía mirando fijamente por la ventana mientras sostenía un revólver plateado en su mano.

—¿Por qué me detuviste? —le preguntó.

—No deberías ser vista. ¿No te dije que tengas cuidado? Te levantaste sin avisar —dijo con tranquilidad mientras quitaba su pie de la puerta.

—No se detuvo. Siguió adelante —murmuró Noah en voz baja mientras miraba por la ventana.

—Sí.

—Nuestro compartimento está justo en la mitad del tren y hay una pareja de ancianos al lado.

—Así es —confirmó Kyle.

La mujer desapareció en el compartimento delantero del tren, pasando por otros sin llamar a sus puertas.

—¿Desde hace cuánto lo sabes? —Noah tragó saliva.

—Desde que la escuché acercarse. No se sirven comidas en los trenes de viajes cortos.

—Dijiste que era una empleada.

—Quise decir que estaba disfrazada de empleada.

Noah lo fulminó con la mirada. Él seguía mirando por la ventana mientras hacía girar el revólver entre sus dedos. El rostro inexpresivo del investigador hizo que a ella le resultara difícil adivinar lo que pensaba.

—Se lo dije, señorita Noah: muchos la estarán buscando. No solo porque sea la maestra del dragón, sino porque está en el cuerpo de Eleonora Asil —pausó por un momento—. El asesino de Eleonora, quien logró asesinar a la bruja más poderosa de Laurent sin dejar ningún rasguño en su cuerpo… debería ser más cuidadosa con esa persona, o mejor dicho, nunca se encuentre con ella.

Noah permaneció en silencio.

—De hecho, no sé si está bien decir “persona”. No sabemos cuántos están involucrados en su muerte.

—He estado bien hasta ahora, pero… bueno, no ha pasado nada en los últimos dos años —suspiró, consolándose a sí misma.

—Hasta ahora has estado muerta en Sorrent. Estabas a salvo en ese entonces, pero ahora, cuando de repente emerges al mundo, la historia cambia.

Ella escuchó atentamente sus palabras.

—De todos modos, creo que ya lo sabes. Ahora bien, ¿dónde estábamos? —sus ojos violetas brillaron mientras miraban fijamente los ojos azules de la bruja, y volvió a atacar—. Entonces ¿cómo supiste sobre Lenia Valtalere?

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