Dama Caballero – Capítulo 34: Cegados por su belleza

Traducido por Kiara

Editado por Nemoné


El baile real se llevó a cabo en el Palacio Freesia, que contaba con el salón de baile más grande en los terrenos imperiales. Elena y Mirabelle, guiadas por el sirviente, pasaron por un laberinto de espléndidas habitaciones, y ya podían oír el jolgorio de la fiesta.

Otro guardia de la puerta estaba colocado en la entrada del salón de baile, y cuando vio a Elena, sus ojos se agrandaron. El criado se dirigió primero a él.

—Estas son las nobles hija de la casa Blaise.

El guardia no pudo apartar los ojos de Elena mientras abría la puerta.

Las puertas del salón de baile era tan grandes como las puertas del palacio, se abrieron lentamente para revelar el reluciente salón. Elena y Mirabelle se deslizaron dentro, capturando los ojos de los nobles y haciendo que murmuraran entre ellos. Era lo mismo tanto para hombres como para mujeres. Los que no notaron a Elena al principio se sorprendieron cuando pasó a su alrededor, y el zumbido se hizo más fuerte.

— ¿Quién es esa joven?

—Oh, mira ese collar. ¡Es un diamante rojo!

— ¿Dónde se hizo ese vestido?

Al igual que en el exterior del palacio, la brillante apariencia de Elena atrajo la emoción de los espectadores. Tal vez fue sólo natural. Aunque el vestido de Elena era simple, uno no podía dejar de admirar la calidad del trabajo. Desde su vestido hasta las joyas que adornaban su cuerpo, todo fue finalmente elegido para resaltar su belleza. Mientras que otras mujeres se habían vestido espléndidamente con la mejor ropa para el baile, fueron Elena y Mirabelle las que se destacaron con notoriedad sobre todas ellas.

La aparición de las hermanas rápidamente cambió los ánimos en el salón de baile. La repentina afluencia de atención presionó por todos lados, avergonzando a Elena mientras se dirigía a una de las esquinas de la habitación.

Me vestí con cuidado, así que, ¿qué sucede?

Se preguntó si había algo extraño en su rostro, pero confiaba en que Mirabelle le hubiera dicho si se trataba de eso. Nunca había recibido tanta atención en su vida.

Elena se instaló en el borde del salón de baile, ignorando la mirada de público, levantó una copa de vino sobre de una de las mesas. El líquido era ligeramente alcohólico, por lo que no tuvo que preocuparse demasiado y tomó unos sorbos. De repente, vio la cara sonriente de Mirabelle a su lado.

— ¿Es el baile como esperabas?

Mirabelle había estado esperando el baile real con ansia, y por sobre todas las cosas anhelaba ver al misterioso Príncipe Heredero.

—Bueno, todavía no lo sé, pero me encanta que todos te estén mirando. ¡Por alguna razón me hace sentir orgullosa de mí misma!

Mirabelle sonrió entusiasmada y Elena sonrió por lo linda que era su hermana. Si Elena era una hermosa rosa, Mirabelle eran delicadas flores de aliento de bebé. Aunque los dos eran algo similares, Elena inmediatamente llamó la atención, mientras que Mirabelle tenía una gracia más sutil. Pero las rosas no eran lo única cosa que eran hermosas. Mirabelle todavía era joven, pero cuando madurara, seguramente también se convertiría en una dama muy bella.

Elena miró con ternura a su hermana.

—Es por ti. Gracias por hacerme lucir bella.

—Jeje, tú realmente podrías ser la Madonna del baile.

—Realmente no lo estoy esperando.

—Tch, ¿por qué no?

Mientras las dos estaban agradablemente absortas en su conversación, una mujer familiar se les acercó.

—Oh, señorita Blaise. Te ves tan radiante que casi no te reconozco.

Los ojos de Elena se volvieron hacia la mujer que se acercaba. Era Marissa Holland, la principal figura de la sociedad del sur y la esposa del difunto Marqués Holland. Había pasado mucho tiempo desde que la vio por última vez en la fiesta del té. Elena le otorgó a Marissa una mirada de bienvenida.

—Es un placer verla de nuevo, señora.

—Quizás me apresuré a asistir al baile real. Mucha gente del sur también vino.

Elena miró a su alrededor, y de hecho vio algunas caras familiares. Cuando sus ojos se encontraron, hizo una leve reverencia a los otros niños nobles, que también inclinaron sus cabezas en retorno. Marissa se volvió hacia Mirabelle.

—Esta pequeña joven también se ha vuelto más hermosa desde la última vez que la vi. Lo sentí entonces, pero no me di cuenta de cuán verdaderamente hermosos son los Blaise. Hazme saber si tienes algún secreto para compartir.

Elena respondió ante el cumplido.

—Me halaga.

—Sí, el marqués sigue siendo hermoso.

Marissa se cubrió la boca cortésmente y sonrió, luego se volvió con algo de curiosidad.

—Pero el collar que llevas… es un diamante rojo, ¿verdad?

Lo único que las mujeres nobles no se perdían en las reuniones eran los vestidos y las joyas.

Elena asintió simplemente, entendiendo que sería un tema de conversación. No había razón para mentir. Marissa probablemente también conocía el tipo de gema incrustada en el collar, pero la conversación era el sello distintivo de los círculos sociales.

—Parece que tengo razón. Puedo decir que es una joya preciosa. Te queda muy bien.

Mientras que otros podrían haberse preguntado dónde compró Elena el collar o si lo recibió como regalo por parte de un hombre, Marissa no hizo más comentarios. Ella podría haber pensado que era grosero entrometerse tan profundamente. Debido a su naturaleza sabia, era una figura tan poderosa en la sociedad del sur.

Elena respondió abiertamente.

—Me complace que pienses que me conviene. En realidad es un poco más pesado de lo que pensaba.

Marissa sonrió ante la humilde pero inteligente respuesta de Elena.

—Oh qué brillante, jovencita.

Mientras conversaban entre ellos un sonido de marcha constante surgió, y pronto apareció la Guardia Real en una plataforma. Su aparición detuvo la actividad en el salón de baile. El heraldo proclamó con voz atronadora:

— ¡Sus Majestades el Emperador y la Emperatriz han llegado!

Señaló la aparición de Sullivan, el duodécimo emperador del Imperio Ruford. Avanzó a zancadas, sin mostrar signos de enfermedad más que una cara un tanto pálida. Su enfermedad no era conocida por muchos hasta el momento de su muerte, y no se veía muy diferente de lo habitual.

Sullivan entró en el salón de baile con un aire suave y apacible, a diferencia de las auras implacables habituales de los emperadores anteriores. El conjunto de los nobles hizo eco en el coro.

— ¡Salve a sus Majestades el Emperador y la Emperatriz! ¡Gloria eterna al Imperio Ruford!

Antes de sentarse, Sullivan se dirigió a los muchos nobles reunidos aquí.

—Estoy feliz de ver a muchos de ustedes presentes. Esta noche presentaremos oficialmente a nuestro Príncipe Heredero.

Tal vez debido a la forma agradable de hablar de Sullivan, el ambiente en el salón de baile pareció iluminarse nuevamente. Junto a Sullivan había una mujer de mediana edad de pie en pose regia. Aunque la emperatriz Ophelia ya tenía cierta edad, todavía era admirada por su belleza.

—Su Majestad, debe estar feliz de tener al Príncipe Heredero de vuelta.

Sin embargo, Ophelia tenía una expresión amarga en su rostro.

—Sí, me siento aliviado ahora de que el hombre que será el futuro pilar del Imperio haya regresado.

—Me alegra saber que tu corazón está tranquilo.

En la superficie, parecían ser una pareja armoniosa. El emperador habló de nuevo a los nobles.

—Ahora, permítanme presentarles al Príncipe Heredero, la estrella del baile de hoy. ¡Acércate!

En el momento en que sus palabras terminaron…

Carlisle caminó constantemente hacia adelante, vestido generosamente con un uniforme, y tomó su lugar junto a su padre, el emperador Sullivan.

En un momento pareció que todos dejaron de respirar. Elena también. Ella sabía que Carlisle era atractivo, lo supo desde el momento en que se conocieron, pero hoy parecía abrumar la habitación. Sus fríos ojos azules no mostraban signos de aprehensión a pesar de la atención de los nobles hacia él, su rostro inexpresivo y aires de soberbia solo sirvieron para conmover los corazones de las mujeres. Pronto los numerosos nobles hablaron al unísono.

—Salve el Príncipe Heredero.

El emperador Sullivan miró a su hijo con orgullo y luego se volvió para dirigirse a la habitación de nuevo.

— ¡Todos, por favor disfruten del baile!

La música y las conversaciones se reanudaron, y Elena vio al emperador Sullivan presentando a Carlisle a los nobles mejor clasificados. El príncipe parecía un poco diferente en este tipo de ambiente. Elena pronto escuchó los comentarios de las damas en el salón.

—No sabía que el Príncipe Heredero sería tan guapo.

—Lo sé, podría desmayarme.

— ¿No conoces la profecía sobre el Príncipe Heredero? La primera mujer que se case con él será miserable por el resto de su vida.

—Es por eso que seré su segunda esposa, tonta.

Todas las jóvenes comenzaron a balbucear sobre Carlisle, y Elena no pudo evitar sentirse un poco extraña por su popularidad. No eran solo las otras mujeres. Mirabelle también tenía una expresión aturdida en su rostro.

—Wow, esperaba que el Príncipe Heredero fuera como un príncipe de cuento de hadas, pero… realmente es muy guapo.

Elena asintió con rigidez ante las palabras de admiración de Mirabelle. Carlisle era más popular de lo que ella esperaba. Pero aparte de eso, también se sintió bastante aliviada.

Gracias a Dios.

En su última vida, Carlisle fue asesinado antes del baile. El afligido Sullivan dio la bienvenida a los nobles de una manera muy diferente a como lo hacía ahora, y les informó que no se uniría al jolgorio. Recordó la decepción de Mirabelle. Ahora, sin embargo, Carlisle estaba aquí y tenía la atención de todos. Se sentía un poco esperanzada en experimentar un futuro que ella misma cambió.

Marissa, que estaba cerca, se acercó a Elena de nuevo.

—En esta noche, hay muchos caballeros que quieren ser presentados a usted. ¿Nos dirigimos a la pista de baile? Le aseguro que los hombres provienen de buenas familias.

Construir conexiones personales era una necesidad en la sociedad aristocrática. Elena sabía que las intenciones de Marissa eran las correctas, pero se sentía incómoda al dejar a Mirabelle sola.

Marissa volvió a hablar con una sonrisa, tal vez notando su vacilación.

—El baile comenzará pronto, y deberíamos encontrar a nuestros compañeros.

Muchas veces los compañeros de baile a menudo se convirtieron en amantes más tarde. Y cuantas más veces se le pedía a una dama que bailara, más atención conseguía. Elena recordó que uno o dos hombres le habían pedido que bailara en su vida anterior, pero igualmente se había negado porque no quería dejar sola a su hermana.

Mirabelle parecía saber lo que Elena estaba pensando y la empujó hacia adelante.

— ¡Vamos, hermana! Te estaré viendo desde aquí.

—Pero…

Estaba a punto de hablar cuando, de repente, los ojos de Marissa y Mirabelle se abrieron sorprendidos. No fueron los únicos. Todos en los alrededores se volvieron hacia ella con una expresión de asombro.

Elena estaba a punto de preguntar qué estaba pasando, cuando de repente todos se inclinaron al unísono.

— ¡Es el Príncipe Heredero!

Se giró y vio a Carlisle de pie detrás de ella.

—Ah …

Elena estaba congelada como una estatua.

Carlisle miró a la hermosa joven que tenía delante y luego le ofreció la mano.

— ¿Te gustaría bailar?

— ¿Eh?

Elena se sorprendió ante su inesperada petición. Aún más sorprendidas estaban Mirabelle y Marissa, con los ojos como si estuvieran a punto de estallar. Elena rápidamente se recompuso y tomó la mano que Carlisle le ofrecía.

—Sí, Su Alteza. Sería un honor.

Y así se dirigieron hacia el centro del salón de baile. Todavía era un poco temprano para bailar, pero la música cambió tan pronto como Carlisle y Elena intercambiaron lazos.

El baile entre Carlisle y Elena comenzó ante la vista de todos en la sala. A Elena le enseñaron los bailes de la corte cuando era joven, pero Carlisle tenía la aptitud de un excelente bailarín, a pesar de haber pasado todo su vida en el campo de batalla.

Carlisle acercó la cintura de Elena a él, y le susurró al oído.

—Pensé que me habían quitado mi lugar si llegaba un minuto tarde.

—Por supuesto no…

Incluso si ella bailara con otro hombre, sería una exageración decir que fue tomada. Los bailes de salón son disfrutados plenamente incluso por personas casadas.

—Te lo diré de antemano. Si otro hombre baila contigo, no tendrá una buena vida en el futuro.

— ¿Por qué?

Carlisle respondió con una sonrisa astuta.

—Solo recuerdalo.

Las dos figuras se mecían debajo de la gran lámpara araña como en un cuadro. Los otros nobles pronto intervinieron con sus compañeros y comenzaron a bailar también. Rápidamente el centro del salón de baile se llenó de hombres y mujeres importantes de la sociedad, sin embargo entre todos ellos, los más impresionantes fueron Elena y Carlisle. Su belleza y movimientos encantaron a todos los presentes.

4 respuestas a “Dama Caballero – Capítulo 34: Cegados por su belleza”

  1. Muchas gracias por el capítulo, ya Caril marcando territorio, quisiera levantar una oración por el pobre hombre que trate de sacar a bailar a Elena, después de la advertencia hecha por Caril, pero, sobre todo, ver la cara de Helen cuando vea a Elena siendo coronada Madonna del Baile. Algo que debo mencionar es que Elena ya cumplió con la profecía, dado que es claro que Carlisle amo mucho a Elena, aunque falleció, seguramente pensaba mucho en ella, y vivió una vida miserable y una muerte horrible, así qué ahora debe ser feliz y seguramente la profecía ya no le afectará, eso sospecho.
    Saludos

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