Dama Caballero – Capítulo 35: Tengo celos

Traducido por Kiara

Editado por Nemoné


Elena y Carlisle bailaban con gracia y elegancia sin ningún desperdicio de movimientos, pero en los momentos en que se encontraban cerca, susurraban en una conversación.

— ¿Descubriste quién intentó destruir el Puente de las Flores?

El asunto le había estado molestando continuamente desde aquel día. Sin embargo, no podía preguntarle a Kuhn, ya que Elena, la mujer noble y Len, el guardaespaldas, eran personas diferentes. Esa parte de su identidad todavía estaba oculta.

Carlisle respondió en voz baja cuando sus cuerpos volvieron a estar cerca.

—Vamos a hablar de eso más tarde.

—Bien.

Su respuesta fue enigmática, pero Elena simplemente asintió.

Pronto la música terminó, y también lo hizo el baile. Elena y Carlisle se inclinaron el uno al otro como lo hicieron cuando salieron a bailar por primera vez. Cuando estaba a punto de partir, Carlisle la detuvo de nuevo.

—Escuché a una señora decir que te presentaría a otros caballeros. ¿Te reunirás con ellos?

Ella le dirigió una mirada extraña.

— ¿No te agrada la idea?

— ¿Qué harás si digo que no?

—Entonces no voy a ir. No tengo intención de hacer algo que no te guste.

Carlisle dio una repentina mirada de sorpresa ante su respuesta directa, y de inmediato una sonrisa adornaba su rostros.

—Tu respuesta me deja bastante satisfecho.

—Mi novio está justo delante de mí, así que por supuesto no necesito a nadie más.

—Me gusta esa palabra.

Sus palabras parecieron levantar su estado de ánimo. Elena no podía entender por qué estaría contento con tal cosa, pero ella siguió caminando hasta que se posicionaron frente a una de las mesas. En todo momento sintió las miradas de toda la habitación sobre ellos.

— ¿Tal vez deberíamos hacernos compañía el uno al otro un poco más?

—Sí. Debemos mostrar atracción mutua. Entonces podemos decir que nos enamoramos a primera vista como habías planeado.

Elena estuvo de acuerdo. Eso era exactamente lo que ella quería. Luego podrían proceder con la boda lo antes posible.

—La joven que estaba antes contigo, ¿era esa tu hermana?

—Sí, eso es correcto. ¿La viste? —respondió ella.

—Se parece a ti  —contestó.

—Oh no, ella es más hermosa que yo. También es encantadora y muy buena con sus manos.

Elena elogió a su hermana como si hubiera estado esperando la oportunidad toda la noche. Carlisle le dio una pequeña sonrisa.

—Sí, ella iría justo después de ti.

—Un poco más adelante mejor. Mirabelle es una chica tan encantadora —continuó rebatiendo Elena.

—Pareces muy protectora con ella.

—Sí. Ella es muy preciosa para mí.

Tenía una expresión soñadora en su rostro. Carlisle miró a Elena con cierta sorpresa, ya que nunca antes la había visto con una mirada tan cálida. Entonces murmuró en voz baja:

—Tengo envidia de ella…

— ¿Disculpa? —Elena realmente no había podido escucharle claramente por el bullicio de la multitud—. ¿Qué dijiste?

—Nada.

Ella estaba un poco curiosa, pero pronto se despidió. Se estaba poniendo nerviosa de nuevo ante la idea de dejar a Mirabelle sola y desprotegida ante las garras desconocidas de la alta sociedad.

—Creo que debería volver con mi hermana pronto.

—Adelante.

La pareja había estado conversando en susurros. Los nobles curiosos se reunieron gradualmente alrededor de ellos, preguntándose si estaban hablando de amor.

Elena habló, repentinamente consciente de la multitud circundante.

—Su Alteza, perdí mi fuerza en el momento en que entraste a la habitación, nunca había conocido a un hombre tan guapo como tú.

— ¿Qué?

Carlisle se quedó perplejo ante el repentino cumplido, y Elena rápidamente miró a los demás en respuesta, en cuestión de segundos comprendió lo que quería decir.

Elena continuó sin perder el ritmo de la conversación.

—He oído que has estado peleando en la guerra durante mucho tiempo. ¿Alguna vez fuiste lastimado gravemente?

—Uh —Carlisle se sorprendió ante el giro de la conversación. .

—Por favor, dime cuándo entrenas. Sería un gran honor verte usar la espada.

Elena amplió sus ojos en advertencia ante la rigidez de Carlisle. Los nobles que ahora escuchaban en secreto su conversación seguramente difundirían rumores pronto. Los rumores abundaban en la sociedad y, a menudo, se desviaban de su significado original, y el escándalo entre el Príncipe Heredero y esta joven se convirtiria en su próximo entretenimiento.

Elena necesitaba echarles algo de carne. Cuanto más difundidos sean los rumores, mejor. El único problema era que Carlisle parecía estar luchando para seguir su ejemplo.

Un joven noble con un rubor rojo en sus mejillas se acercó a Elena. Tímidamente extendió su mano hacia ella.

—Si no te importa, ¿puedo pedir un baile?

No era raro que las damas populares bailaran con varios hombres durante la noche, pero ella no había bailado con nadie más y solo le había prometido a Carliste la oportunidad. Y con él justo enfrente de ella era obvio que se negaría.

—Lo…

Estaba a punto de responder, pero Carlisle habló antes que ella.

—No.

Era solo una palabra, pero su magnitud era enorme.

Tanto el noble que pidió el baile, como la multitud de espectadores que observaban en secreto, miraron a Carlisle con sorpresa, quien tomó la mano de Elena entre las suyas, y luego continuó con una suave expresión en su rostro.

—La señorita solo bailará conmigo.

El zumbido entre los nobles solo se hizo más fuerte y el joven, avergonzado, dejó la escena. Pero fue Elena la que más se sorprendió.

Increíble, realmente es muy bueno en esto.

Nemoné
Amiga date cuenta. Es bueno en eso porque el sentimiento es verdadero

Hace un momento, Carlisle estaba tan rígido como una piedra, pero cuando llegó el momento desempeñó el papel de enamorado a la perfección. El rumor se extendería bien y sin problemas.

Si eso hubiera sido una conversación real…

Se sintió bastante caliente bajo su vestido de repente. Ella reprimió sus fantasías, y luego habló para que las otras personas cercanas pudieran escuchar.

—Su Alteza, si tiene sed, ¿le gustaría un vaso de vino?

—Gracias.

Elena y Carlisle se alejaron de la mesa y se dirigieron a un área relativamente más vacía del salón de baile.

—Eres bueno en esto, ¿verdad? Todos lo creyeron. No creo que debamos preocuparnos por algo más.

—Sí. Realmente parecías celoso.

Carlisle miró a Elena con una expresión incomprensible.

Los dos continuaron moviéndose de un lugar a otro, asegurándose deliberadamente de que fueran vistos juntos para que los rumores extendieran sus alas aún más.

—Voy a ver a mi hermana…

Ella se dio la vuelta, pero de repente se quedó paralizada en su lugar, sus palabras se alojaron en su garganta, había visto la espalda de una figura familiar.

Hombros altos y anchos. Masculino, de mediana edad, con un aire de fuerza a su alrededor, y su pelo, que era blanco la última vez que lo vio, ahora estaba oscuro como la ceniza. El hombre dejó escapar una risa profunda, y su piel se volvió de gallina con ese simple sonido. Podía imaginar su cara y su barba peluda sin tener que enfrentarlo… pero ahora su apariencia entró en su cabeza como una imagen.

Era Paveluc, el hombre que Elena había estado cazando durante décadas para vengar a su familia asesinada. Todo su cuerpo temblaba no con miedo, sino con furia que había permanecido dormida durante mucho tiempo.

—Había cortado su brazo izquierdo en aquel momento, pero ahora…

Ahora su brazo estaba en perfecto estado.

El corazón de Elena comenzó a martillar contra sus costillas cuando Paveluc giró la cabeza. Su propósito en la vida era la venganza. El hombre que ella quería matar estaba de pie justo delante de ella.

Pave… luc…

En un momento vio todo rojo, como si su sangre saliera de sus venas. No había nada más que quisiera que cortarle la garganta en el acto. Si Paveluc muriera ahora, su querida familia nunca volvería a estar en peligro.

Los ojos de Elena recorrieron el área, buscando un arma. Ella fue consumida por un solo pensamiento.

Mátalo.

Ella no podía dejar pasar la oportunidad. Sería mejor para el futuro eliminarlo de inmediato. La tez de Elena se blanqueó mientras gradualmente perdía su razón.

—Mi señora.

Oyó una voz que la llamaba. Elena parpadeó aturdida por la dirección de la voz.

— ¡Elena!

El sonido de alguien que la llamaba por su nombre la hizo entrar en razón. Carlisle la estaba mirando con gran preocupación.

— ¿Qué pasa? —preguntó.

—Nada. —respondió, negando con la cabeza, y limpiándose el sudor frío de la frente con el dorso de la mano.

— ¿Estás bien?

—Sí.

Elena estaba bien. Ella obligó a su corazón acelerado a calmarse.

Por un momento estuvo tentada de matar a Paveluc. Cuando ella volvió a tener ese pensamiento, notó que los riesgos eran demasiado grandes. Si algo salía mal, se convertiría en una de las criminales más buscadas por intentar asesinar a una figura importante dentro de la Corte Imperial. Ella no podía arriesgar la vida de su familia en una apuesta tan arriesgada. Estaba completamente segura de que Paveluc moriría a través de sus manos pero no en este momento.

Elena apretó y aflojó el puño para sofocar su sed de sangre.

Algo tocó su mejilla. Levantó la vista y encontró a Carlisle ahuecando su rostro con una  mano suave.

— ¿Su Alteza?

—No te ves bien.

Su rostros estaba bastante cerca cuando bajó la cabeza para mirar directamente a sus confundidos ojos.

—Tal vez deberías descansar un poco.

Carlisle tomó a Elena por su delgada muñeca y comenzó a alejarla.

Paveluc, que había estado conversando con los otros nobles, giró la cabeza para mirar la conmoción cuando Carlisle pasó a su lado. Los ojos negros de Paveluc eran tan profundos como un abismo y tan tranquilos como el mar nocturno. El noble que le había estado hablando continuó.

—Qué dulce es ser joven. Regresar de la batalla y estar con una mujer así.

Había un tono burlón en su voz. Paveluc miró en silencio a la espalda de Carlisle e inmediatamente preguntó:

— ¿De qué familia es la joven?

—Bueno, mi señor, he escuchado a la gente susurrar sobre ella, y creo que es de la mansión Blaise.

Los ojos de Paveluc brillaron ante la palabra “Blaise”. Reconoció el nombre del informe de Batori.

—Casa Blaise…

♦ ♦ ♦

— ¿Qué estás mirando, mi príncipe?

Ante el tono crítico de la emperatriz Ofelia, Redfield, el segundo príncipe, volvió su mirada hacia el otro lado.

Redfield Ger Khan Ruford, el segundo hijo del duodécimo emperador, nacido de la emperatriz Ophelia.

—Nada. No hay nada interesante.

Redfield era un joven apuesto con el cabello tan rojo como el atardecer. Su lujoso traje hecho a medida era una figura sólida, y muchas mujeres lo miraban con interés. Como segundo príncipe, contó con el apoyo total de la Casa Anita, una de las familias más grandes e influyentes de la ciudad capital. Por esa razón, él era un objeto de envidia para muchos jóvenes nobles.

—No te preocupes por cosas inútiles. Aprovecha esta oportunidad para establecer tu posición entre otros nobles.

—Sí, madre.

Sin embargo, a pesar de su respuesta, no pudo apartar la vista de Elena mientras ella desaparecía junto con Carlisle. Redfield se quedó mirando su ondulado cabello rubio, y una sonrisa macabra se formó en sus labios.

4 respuestas a “Dama Caballero – Capítulo 35: Tengo celos”

  1. Muchas gracias por el capítulo, vaya, ahora queda claro por qué la Emperatriz Ophelia odia a Carlisle, por que ocupa el lugar que puede ocupar su hijo y por la sonrisa que hizo seguro es un HdP, no tengo Pruebas, pero tampoco Dudas. Y por el otro, Elena, es que estás ciega!!! Dos errores garrafales,
    Primero.- No fue actuación de Carlisle!!! Él asesinara a cualquiera que trate de bailar contigo, porque te ama, mensa!!!
    Segundo.- No puedes matar a Paveluc ahora. Eso lo tendrás que hacer de forma discreta, sospechó que tendrás tú oportunidad cuando vaya a buscar el anillo que posees, paciencia, solo paciencia!
    Saludos

  2. Me da el soponcio cuando Elena esconde sus sentimientos y se hace la toMta con los EVIDENTES sentimientos y el intento de acercamiento de una manera romántica de Carli

  3. Bueno, supongo que el se murió en la otra vida…haciendo recuento de datos, el anillo se lo dio Carslile??? El segundo príncipe no es nombrado por Elena, será que terminó como la emperatriz, traicionados por Paveluc?

  4. HAHAHAHA el comentario de Nemoné es lo que más me ha hecho reír.

    Amiga date cuenta.

    El pobre Carlisle se quedó como deslumbrado, escuchando las palabras que le hubiese escuchar de parte de ella con sinceridad, no fingidas.

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