Dama Caballero – Capítulo 82: Detente ahí

Traducido por Kiara

Editado por Gia


Debido a la confusión en su mente, Elena había estado demasiado preocupada como para comer, mientras Carlisle seguía dedicándole miradas preocupadas. Después de terminar la cena, ambos regresaron a su habitación.

¿Por qué me mira con tanto cariño?, se preguntó Elena.

Recordó cuando su hermano le dejaba una taza de chocolate dulce después de que su padre se enfadaba con ella. Siempre que lo tomaba, se sentía de buen humor, pero la sensación que le producía la mirada de Carlisle contenía una dulzura más profunda que el chocolate.

El problema era que nada en Carlisle había cambiado; ni su mirada, ni su tono, ni siquiera su comportamiento.

¿Qué habría cambiado su percepción de él?

Mantén la mente despejada Elena. ¿No recuerdas lo que tienes que hacer?

La vida de los miembros de su familia dependía de ella. No tenía tiempo de buscar en otra parte. Sin embargo… no pudo evitar sentir una atracción hacia Carlisle. Ella no sabía cuándo había empezado. En algún momento, el sentimiento se incrustó profundamente en su pecho y brotaron raíces. Si ella lo miraba, sabía que su corazón latiría salvajemente.

Estoy empezando a ser consciente del sexo opuesto…

Elena negó enérgicamente con la cabeza. Tenía que resolver eso antes de que continuara creciendo con más fuerza. Necesitaba mantener su distancia con Carlisle…

—¡Ah! —Elena dejó escapar un grito ahogado involuntario. Cuando miró en el espejo, vio a Carlisle observarla directamente—. ¿Q-Qué estás haciendo aquí, Caril?

—No me respondiste sin importar cuántas veces te llamé.

—Ah… —Debía de estar demasiado perdida en sus pensamientos como para darse cuenta de que él la había estado llamando. Sin embargo, Carlisle no se había ido. Simplemente, se apoyó contra el marco de la puerta del tocador con los brazos cruzados mientras la miraba. Elena rompió el contacto visual con él y abrió la boca para hablar—: Bueno, ya te has asegurado de que estoy bien, puedes irte ahora.

—¿En qué estabas pensando? —preguntó Carlisle.

Hace un momento, Elena se había apartado de todo para enfocarse en sus pensamientos. Cualquiera tendría curiosidad al verla así.

—No era nada.

Carlisle la miró con dudas, pero afortunadamente no la presionó más. Continuó estudiando el rostro de Elena por un momento, luego se volvió y se alejó con sus largas piernas.

—Sea lo que sea, es hora de irse a la cama.

Elena recordó que estaban casados. Era imposible mantenerse alejada de Carlisle mientras intentaba encontrar la paz mental. Según los términos del matrimonio por contrato, tenían que verse en cada comida, y luego, se volverían a ver cada vez que se fueran a la cama.

Por favor, Dios…

Elena dejó caer su frente sobre su mano.

♦ ♦ ♦

Después de terminar en el tocador, dio unos pasos cautelosos hacia el dormitorio, y vio que Carlisle estaba sentado lánguidamente en el sofá, esperándola. Su apariencia ordinaria se sentía diferente a la habitual, a pesar de que no había cambiado.

—No tienes que esperarme despierto. Si estás cansado, puedes irte a la cama primero —habló Elena, manteniendo una voz casual.

—Está bien. No apagaré las lámparas hasta que vengas de todos modos.

—No te preocupes. Puedo ver bien en la oscuridad y encontraré el camino a la cama.

—Comprendo.

Carlisle no se opuso, y Elena estaba satisfecha de que él aceptara su solicitud. Podrían decidir cómo permanecer en esa habitación. Él se había levantado rápidamente del sofá, cuando Elena, de manera apresurada, alzó la mano para detenerlo.

—¿Por qué te levantas?

—Las luces…

—¡Oh! Las apagaré yo, así que, por favor, recuéstate —expresó Elena.

—No tienes que hacerlo.

—Por favor, déjame hacerlo —insistió ella.

Carlisle la miró inquisitivamente, pero finalmente cedió y volvió a sentarse en el sofá.

Elena no quería que Carlisle se acercara demasiado a ella. Para apagar las lámparas, tendría que acercarse a la cama donde estaba acostada, junto con sus confusos sentimientos, los cuales podrían alterarla nuevamente. Fuera de la vista, fuera de la mente. Si bien algún contacto era inevitable, como pareja casada, quería la mayor distancia posible para poder recuperar la compostura.

—Las apagaré —mencionó Elena.

Apagó apresuradamente todas las luces del dormitorio. Normalmente, dejaba una lámpara de noche encendida, pero quería la oscuridad y la ilusión de dormir sola. Compartir un dormitorio con alguien, a quien estaba empezando a ver como un hombre, la hacía sentir incómoda de muchas maneras.

El dormitorio se oscureció. Elena caminó hacia la cama, evitando a Carlisle y el sofá tanto como pudo.

No pierdas el tiempo pensando en él y trabaja en cómo vas a vivir en el palacio.

—¡Ay! —Estaba tan preocupada por evitar a Carlisle, que su pie chocó contra un adorno y un quejido se escapó de sus labios.

Nunca hubiera cometido ese error en circunstancias normales. Su visión y sus sentidos habían sido perfeccionados en el campo de batalla ante la amenaza de una espada o una flecha.

Debo parecer una tonta.

No podía creer que hubiera hecho una cosa tan estúpida, y se inclinó para sujetar su dolorido tobillo. Al mismo tiempo, la frustración la invadió.

Qué demonios estoy haciendo…

En su última vida, no tuvo el lujo de tener habitaciones individuales para dormir en la batalla, y había dormido entre hombres que no conocía en los barracones. De repente, pareció irónico que ella estuviera tratando de evitar a Carlisle.

Elena se pasó la palma de la mano por la mejilla con desaliento.

Escuchó el sonido de pasos en la oscuridad. Cuando miró hacia arriba, vio una silueta oscura, con ojos azules brillando tenuemente a través de la oscuridad. Por un momento, Carlisle pareció un animal salvaje, un jaguar en busca de su presa.

—¿Estás herida?

Solo por su tono, sabía que a él no le gustaba que se lastimara. Elena rápidamente escondió su tobillo magullado y respondió con voz indiferente:

—Estoy bien. No necesitas preocuparte.

—No creo que estés bien.

Mientras hablaba, se acercó a Elena. Rápidamente, le tendió la mano.

—Detente. —Carlisle se quedó paralizado en el acto. Elena no había tenido la intención de evitarlo de esa manera. No quería estar tan consciente de Carlisle. En esa situación, en la que la vida de su familia estaba en juego, no tenía tiempo para entregarse a ese nuevo sentimiento—. Estoy bien, de verdad. No te acerques más —dijo avergonzada.

Aunque estaba oscuro, Elena casi podía sentir una sonrisa en la boca de Carlisle.

—No te creo —expresó él. Los pasos de Carlisle se reanudaron nuevamente. Y luego, vino su voz, más baja y ronca que antes—. Te lo dije, si alguna vez hay un momento en el que eres demasiado consciente de mí, tienes que ocultarlo… —En menos de tres pasos, y sin que ella pudiera notarlo, él estaba frente a frente—. Porque no podré soportarlo.

—¡Caril!

Antes de que Elena pudiera decir algo, los brazos de Carlisle pasaron por debajo de su cintura y rodillas, levantandola abruptamente en el aire. No importaba lo delgada que fuera, una mujer adulta era una carga pesada. Sin embargo, Carlisle no parecía tener problemas, y Elena lo miró sorprendida.

—¿Cuántas veces vas a decir eso, cuando ya has roto dos cosas a la vez?

Carlisle caminó hacia la cama, llevando a Elena en sus brazos, a pesar de que la distancia era corta, sintió una extraña y peculiar sensación de cosquilleo… Él la colocó con cuidado sobre el colchón, pero no terminó ahí.

Carlisle tomó su esbelto tobillo debajo de su camisón.

—Dime si estás herida. Llamaré a un médico de inmediato.

Ella se sorprendió por la calidez que le brindaban sus manos. La temperatura corporal de Carlisle era más alta de lo que esperaba.

—No tienes que llamar a un médico a estas horas. Estoy bien —respondió Elena.

—No lo creo.

Al mirar los ojos penetrantes de Carlisle, no pudo evitar sentir, una vez más, que él era un hombre que cruzaba cualquier barrera sin problema. Cuanto más trataba de evitarlo, más se enredaba. Elena apartó su confusión antes de hablar.

—Estoy bien, de verdad. No quiero estar rodeada de gente a estas horas. Si cuando me despierte mañana, todavía me duela, podremos llamar al médico.

Carlisle frunció el ceño con desaprobación, pero cedió.

—Asegúrate de hacerlo. —Carlisle vaciló por un momento, luego tiró de la manta hasta el cuello de Elena. Ella lo miró con sorpresa cuando él le rozó la frente con la mano—. Es tarde, así que duerme ahora.

Finalmente, Carlisle se alejó.

Mientras Elena observaba su silueta alejarse y luego recostarse en el sofá, sintió que sus pensamientos se volvían aún más confusos que antes.

Esa sería una noche larga.

♦ ♦ ♦

Zenard había estado muy ocupado últimamente.

Había reunido a todos los sirvientes que trabajaban en el palacio del príncipe heredero por orden de la princesa, y luego, fue regañado por no informar de la planta a Carlisle.

Cuando lo busqué, usted ya había ido al palacio imperial para visitar al emperador y a la emperatriz.

Zenard pensó que su trato fue injusto, pero no pudo evitarlo. Por ahora, se centró en recopilar información sobre la planta, incluso a altas horas de la noche. No había fecha límite, pero quería completarlo lo antes posible por respeto a Elena.

Es una buena pareja para el príncipe.

Cuando Zenard la conoció por primera vez, quedó atónito por su deslumbrante belleza y, más tarde, llegó a admirar su carácter meticuloso y su inteligencia. Puede que Elena no se de cuenta, pero Carlisle había cambiado inmensamente desde que la conoció. Sabía muy bien cómo era el carácter de Carlisle en las fronteras del Imperio Ruford, por lo que podía decir, con seguridad, que el príncipe se había vuelto más humano que antes.

—Si el príncipe va a ser tan amable como lo es ahora, necesitará tanta ayuda de la princesa como sea posible.

Lo único que podía poner a descansar a una bestia enojada era la belleza. Una sonrisa inusual se dibujó en el rostro de Zenard mientras pensaba en la princesa heredera.

De repente, alguien llamó a su puerta.

—Adelante —indicó.

Uno de los hombres de Zenard, encargado de recopilar información, entró en la habitación.

—Encontramos lo que buscaba. Por favor, revise este informe.

Zenard, inmediatamente, comenzó a mirar el material que había traído el hombre.

«Planta Manera. Una planta rara que crece sólo en el reino de Sibena, en el sur. Si se cuida bien, brotarán flores rosadas, y es muy aromática. Sin embargo, las mujeres se volverán infértiles si se exponen a la fragancia durante un período prolongado».

Zenard se sorprendió por el pasaje que acaba de leer. Tuvo una premonición siniestra al saber que la emperatriz Ofelia la había enviado, pero no se dio cuenta de que ese era su objetivo. Elena no había mencionado ni una sola palabra al respecto.

¿Sabe la princesa heredera de esto?

Elena ya sabía que la planta solo crecía en el reino de Sibena, así que lo más probable era que no fuera ignorante. Sin embargo, se quedó con la planta… Fue realmente intrépida, y Zenard sintió otra oleada de admiración, mas otra frase llamó su atención.

«Hay otra planta llamada Vanera, que es gemela de la Manera. Se dice…».

Una luz seria brilló en los ojos de Zenard mientras leía la información.

4 respuestas a “Dama Caballero – Capítulo 82: Detente ahí”

  1. Muchas gracias por el capítulo, cuando Elena se recordó cual era su objetivo, yo pensé:
    Casarte, ser feliz y devorar al Dragón de tú marido, mendigo cochinita que soy!!!
    Saludos
    Muy felices fiestas y mis mejores deseos a todos y cada uno de los miembros del Reino de Nivel, espero se la pasen genial en compañía de su familia y seres queridos. Que Dios los bendiga

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