Traducido por Lucy
Editado por Lugiia
Fui acosada en la escuela media y en la secundaria. No fui violada por una banda o forzada, pero mis compañeros me odiaban.
En ese momento, no sabía por qué. Era bastante buena estudiando y pensaba que mi personalidad no era mala.
Cuando estaba en mi segundo año de la universidad, descubrí muy tarde la razón detrás del acoso.
—Oh, ¿Kim Soo-hee? Es buena para mover su cola frente a los hombres.
—Así es. Oh, es una zorra.
No podría describir lo miserable que fui cuando escuché en secreto conversaciones entre mis compañeras que creí que nos habíamos vuelto muy cercanas desde que entré en la universidad.
Pero me sentí acusada sin razón alguna, ya que, hasta entonces, había estado soltera. Oh, no. No puedo creer que esté poniendo excusas para esto. Qué triste.
De todos modos, me llamaron una zorra con un millón de colas que persigue hombres.
Hasta los veintitrés años, ni siquiera sabía que era de esa manera.
Cuando cumplí veinticinco, empecé a darme cuenta del significado de la palabra poco a poco.
No era mi intención, pero se me acercaron hombres de mucha importancia.
Nunca les pedí que me compraran un bolso de lujo o productos cosméticos necesarios. Al principio me sentí agobiada y los rechazaba, pero, a medida que fui creciendo, empecé a disfrutar de estos tratos.
Puede que haya sido una zorra con un millón de colas, como decían mis compañeras de la universidad.
Sin embargo, después de cumplir veintiséis años, cambié de opinión.
Tal vez lo hice cuando conocí a Jin-Soo. No tenía dinero y no era particularmente guapo.
Pero incluso si no tenía muchas cosas con las que complacerme materialmente, siempre me sentía cómoda y feliz.
Era mejor comer con él en una habitación individual que recibir cortejos a través de regalos de numerosos hombres.
Puedo decir con completa seguridad que esos fueron los días más felices de mi vida.
Sin embargo, mi vida se arruinó. Un hombre al que le gustaba en el pasado, incluso podríamos decir que me amaba, me apuñaló en ese momento.
—Si no puedo tenerte, moriremos juntos.
Eso es todo lo que llegué a escuchar antes del incidente. En una noche oscura, algo afilado y frío atravesó mi cuerpo una y otra vez, causando un dolor constante.
Una voz escandalosa llegó a mis oídos, seguida de una risa espantosa.
—Te amo. Te amo.
Mi visión se volvió cada vez más borrosa.
—Tu eres la mala. Esto no hubiera pasado si no me hubieras dejado.
Ignoré el resto de las palabras que el hombre tenía para decirme ya que todo mi cuerpo se estaba quedando sin energía.
—No…
De repente, el rostro de alguien vino a mi mente.
—No quiero mo…
Quiero vivir. En ese momento, comencé a recordar un mensaje de Jin-Soo.
HOY SALÍ TEMPRANO, ASÍ QUE HICE ESTOFADO DE DOENJANG. APRESÚRATE. TE EXTRAÑO.
Jin-Soo me está esperando en casa.
Tengo que volver.
Traté de levantarme, pero no pude. Quería apresurarme y decirle: “Yo también te extraño”.
—Quiero… vivir.
Cuando el rostro de Jin-Soo no desaparecía de mi mente, me di cuenta que nunca le dije que lo amaba.
En realidad, nunca había sentido tanto amor por él, pero mientras se acercaba mi final, le eché mucho de menos.
La inutilidad y la desesperación al no poder ver mi propia esencia fue más doloroso que el hierro frío atravesando mi cuerpo.
La voz del hombre volvió a escucharse.
—Te amo.
Las lágrimas comenzaron a caer cuando sentí con seguridad que iba a morir.
Pero quería decir una cosa.
En lugar de lanzar todo tipo de maldiciones al hombre que me apuñaló, en lugar de gritar una y otra vez, lo que logró salir de mi boca fue:
—Jin-Soo, te a…
Pero, antes de que pudiera terminar, me quedé dormida.
De verdad estaba soñando. Con eso, me pareció que no estaba muerta.
Cuando logré visualizar un techo alto, una lámpara LED que probablemente es de último modelo, escuchar una cálida melodía y sentir una suave y dulce fragancia haciéndome cosquillas en la punta de la nariz…, me di cuenta de que todo estaría bien.
Y, en efecto, lo estaba, pero había un problema.
Esta no es mi casa.
Recobro la compostura mientras pienso que me han secuestrado y, aunque mi mente sigue en blanco, grito con fuerza:
—¡Bua! ¡Bua! ¡Bua!
¡¿Qué es esto?! No puedo articular nada.
Cuando me di cuenta de la situación, no pude evitar sorprenderme.
Increíble. Esto debe ser un sueño.
Cerré los ojos mientras mantenía esa creencia en mi mente, pero cuando los volví a abrir, todo seguía como antes.
No, no, tiene que ser un sueño.
Esta vez, intenté pellizcar mi mano… y, para mi sorpresa, mi cuerpo no se movió tal como esperaba.
Con eso, caí en cuenta que este cuerpo no era como el mío. Ahora, era un bebe. No puedo creer que algo tan ridículo esté sucediendo.
De repente, escuché una voz en algún lugar.
—Otra niña. Qué vergüenza.
No lo sabía entonces, pero ese era mi padre.