El Conde y el hada – Volumen 1 – Capítulo 5: El Conde Caballero Azul y la isla de las Merrows

Traducido por Den

Editado por Nemoné

Corregido por Gia


La Isla de Man tenía prominentes acantilados bordeando las costas. Las aves marinas revoloteaban sobre la pálida silueta verde de la isla, lo que la hacía parecer mágica, como si fuera el Mundo de las Hadas, Ibrazel (Isla de la Felicidad) del Conde Caballero Azul.

A causa de las turbulentas olas que la rodeaban, Lydia se había mareado por completo.

El único barco que partía hacia la Isla de Man era uno pesquero, y se balanceaba demasiado. Las olas alrededor de la isla eran muy violentas a lo largo del año. Les dijeron que era imposible cruzar esas aguas, a menos que fueras un marinero experimentado.

Cuando finalmente llegaron a la apartada isla, a la que solo los marineros iban, por recomendación del capitán, se dirigieron a la única posada del lugar.

—Esta es una decocción de medicina, pero alivia el mareo —dijo el señor Tompkins, un hombre que acababa de pasar la edad media y quien era el propietario de la posada. Les dio una calurosa bienvenida.[1]

—Gracias —dijo Lydia medio apoyada en el respaldo de un sofá, aceptando la taza de medicina.

—Me sorprende que solo esta joven se haya mareado. Es raro que alguien nuevo en esta isla esté en las mejores condiciones después de esa clase de viaje —dijo el propietario de la posada, sonriéndole a Edgar y a su grupo.

Lydia también se preguntó por qué ellos tres estaban bien. Lo podía entender si era Nico, un hada gato, pero Edgar, Raven y Ermine estaban tranquilos y serenos, mientras cruzaban esas olas que casi podían volcar la nave.

—Bueno, eso debe ser porque han pasado por experiencias más cercanas a la muerte. Nunca se podría comparar con un paseo en barco —susurró Nico, sentándose junto a Lydia.

—Nico, no tiene gracia.

—Oh, ya estás mejor.

De algún modo, consiguió tragar la agria medicina.

—Por cierto, señor posadero, ¿no hay un castillo aquí? —preguntó Edgar.

—Sí, lo hay. Si siente que esta posada es inadecuada, ¿le gustaría trasladarse ahí?

Edgar le dirigió una mirada cautelosa. Si estaba hablando del castillo, solo había uno, y ese era del Conde Caballero Azul. Por supuesto, su objetivo era buscar ese castillo, pero Edgar debía sospechar del posadero, quien repentinamente les permitiría utilizarlo.

—¿Cualquiera puede usar el castillo deliberadamente?

—Por supuesto que no. Solo el maestro del castillo de esta isla. Sin embargo, sir, ir a un lugar tan remoto como este debe significar que es el descendiente de la familia del conde, ¿me equivoco?

Dio justo en el clavo. Todos permanecieron en silencio, pero Edgar solo sonrió.

—Ya veo, debe de haber recibido incontables visitas de impostores afirmando ser el Conde Caballero Azul. No es de extrañar que esté acostumbrado a ese tipo de hospitalidad.

—Por cierto, mi familia ha servido como mayordomía del conde por generaciones, así que, si demuestra que es nuestro verdadero señor, entonces le estaré sirviendo a partir de ahora. Es un placer conocer a Su Gracia —dijo el posadero, sacando una llave del bolsillo de su abrigo—. Aquí está la llave del castillo. Por favor, siéntanse libres de usarlo. Hemos tenido un sinnúmero de personas que han roto puertas y ventanas, tratando de encontrar el legendario tesoro. La gestión se ha ido de nuestras manos al comenzar a entregar esto a aquellos que dicen ser nuestro señor. Y si perdona mi insolencia, me gustaría mencionar que el número, el tipo de muebles y objetos de valor en el interior están contabilizados. Por favor, no intente llevárselos. Tendrá que recordar que, incluso si quisiera , sería imposible sacarlos de la isla.

—Eso es, en efecto, un buen trabajo. Si fueras mi mayordomo, estaría en buenas manos —dijo Edgar de manera insolente.

—Estoy honrado. Además, si planea dejar esta isla, por favor, no dude en hacérmelo saber. Estaré encantado de brindarle un barco.

—¿Y es así como hace que muchos se den por vencidos?

—Lamentablemente, hasta donde yo sé, los únicos que he conocido han acabado muertos en la costa a los tres días. Espero que eso no suceda, sir, y que este no sea nuestro último encuentro.

—Hmm, ¿eso quiere decir que todas las personas que han ido al castillo terminaron muertas? —preguntó Lydia.

—Sí, es verdad, señorita. Debieron de haber sido arrastrados al mar por las merrows.

Lydia recordó que el propietario les había dicho ayer que, cuando uno oye el canto de las merrows en el castillo, se dice que sus cuerpos son encontrados en la orilla al día siguiente.

—¿Ha visto alguna vez a una merrow? —le cuestionó.

—No conozco a ninguna merrow purasangre, pero todos los habitantes del lugar comparten su sangre. Es por eso que esta isla, desde tiempos remotos, no podía ser controlada por el propietario en ese momento, por lo que fue cedida al Conde Caballero Azul. Nos han dicho que los residentes de la isla, junto con las merrows, dieron la bienvenida a su nuevo maestro.

—¿Todos tienen sangre de merrow? Eso quiere decir que… propietario ¿tiene pies palmeados y escamas?

—No, solo una aleta en mi espalda.

—Impresionante. Entonces, eso es, para usted, ser un mayordomo de la familia del Conde Caballero.

Lydia se preguntó si Edgar pensó que el hombre estaba bromeando, debido a que solo parecía eso.

—No es de extrañar que oliera a pescado —susurró Nico en silencio.

♦ ♦ ♦

El gato verde vendrá de la cuna del spanky.

Baila con las pixies en la noche iluminada por la luna.

Ve más allá de la cruz de la silky.

Ten cuidado con el laberinto del pookah.

Sigue las pisadas del wyvern.

Gira a la derecha en el Fear Dearg.

Ve bajo los pies del dullahan.

Busca el tesoro del leprechaun.

Localiza la cama del clurichaun.

Sigue a la banshee.

Intercambia una estrella, por la estrella de la merrow.

De lo contrario las merrows cantarán su canción de lamento.

♦ ♦ ♦

El castillo estaba en un elevado acantilado en la colina de la isla. Tenía un diseño arquitectónico gótico y con un campanario, si se miraba hacia abajo, se podía observar sobre la isla de color verde pálido, lo que lo hacía integrarse perfectamente con el paisaje. Era un hermoso edificio, la perfecta e ideal casa señorial.

Lydia finalmente se había recuperado de su mareo y había llegado al castillo con los demás.

—Así que esta es la isla de las merrows. Lydia tenía razón decidiendo este lugar. No hay duda de que la espada está en el castillo.

Edgar la miró con una sonrisa satisfecha. Sin embargo, para ella, la verdadera dificultad empezaba ahí.

—Sí, esta isla es “El gato verde”. Es un espíritu verde cubierto de hojas. Mirando esta isla desde el barco, pensé que se veía exactamente como un hombre de hojas en una posición de cuclillas.

—Ya veo, eso cubre la primera parte del acertijo. Y lo siguiente es… ¿Qué es una spanky?

—Significa fuego fatuo.

—¿Solo necesitamos buscar un cementerio?

—No, creo que spanky representa a los espíritus de los niños que murieron antes de sus bautizos.

—Así que no estarían en un cementerio, sino que estarían enterrados en otro lugar —dijo Ermine, caminando hacia una puerta que estaba abierta.

El camino que continuaba desde la puerta, e incluso el jardín que se extendía al otro lado, era hermoso. Era inimaginable que el castillo hubiera estado vacío durante trescientos años.

Las personas de esa isla debían haber cuidado de esta, por el bien de su maestro, el cual creían que regresaría.

—Pero este castillo es una casa señorial de campo. Incluso si hubiera una tumba de un niño, ¿de quién sería?

—No lo sé. Aunque esas tumbas podrían haber existido antes de que el castillo fuera construido.

—O podría ser solo una piedra conmemorativa.

Edgar y Ermine caminaban uno al lado del otro. Ermine estaba vestida con ropa de hombre, pero incluso con aquella vestimenta sencilla y con su cabello corto hasta los hombros, no se ocultaba su radiante belleza femenina.

Al mirar a ambos, caminando tan cerca que sus hombros se podían tocar, Lydia recordó lo que vio la noche anterior, y eso la hizo ser la única en el grupo de quien su cara se volvía roja. Se preguntaba qué habría pasado entre ellos después de eso.

¿Estuvieron juntos hasta la mañana?

—Lo primero es lo primero, vamos a dividirnos y a buscar la llamada “cuna del spanky”. Lydia, vendrás conmigo.

—¡¿Eh?!

Se sobresaltó debido al repentino llamado. Era como si supiera lo que estaba pensando, lo que la hizo sentir avergonzada.

—¿P-Por qué tengo que ir contigo?

—Porque te perderías.

Raven y Ermine se separaron, yendo a diferentes direcciones del jardín.

Lo más probable era que la razón por la que Edgar no quitaría sus ojos de Lydia, podría ser porque Nico lo escuchó a hurtadillas.

En la posada, Nico dijo que iría a algún lugar y dejó el grupo. Además, fue idea de Nico traer un grupo de brownies desde el continente a esa isla. Parecía que fue con ellas para asegurarse de que pudieran encontrarse con sus familiares a salvo. Y, mientras él estaba en ello, dijo que iba a recolectar información sobre las merrows de esa isla, y averiguar qué clase de papel tenían en la protección de la espada del conde.

Las brownies eran hadas que vivían en la misma isla. Podrían saber algo sobre las merrows que los humanos no. Si los pequeños clanes de hadas eran también residentes de esa isla, debían haber vivido en el feudo del Conde Caballero Azul, al igual que las merrows.

Estaba contenta de que su accionar al ayudar a las hadas en la casa del propietario aportara algún tipo de auxilio. Sin embargo, Nico no estaba tan interesado en hacer ese trabajo como Lydia. Sentía una extrema animosidad hacia Edgar.

No era solo porque casi fue arrojado a la chimenea, sino por que el pelaje de su cola se quemó. Las hadas eran seres devotos hacia pequeñas cosas triviales. No olvidaban sus rencores, por lo que debía estar deseando que Edgar se metiera en algún problema y sufriera. Recoger información debía ser para eso.

Se preguntaba si Edgar se había dado cuenta de que Nico no era un ordinario felino. Incluso si no creía que los gatos pudieran hablar, todavía era cuidadoso. Es más, se enfadó cuando el gato los escuchó y, por supuesto, todavía tomaba precauciones con Lydia.

Si ese fuera el caso, decidió estar a su lado, como él deseaba, y averiguar lo que estaba escondiendo. Tomando aliento para reanimar su valentía, Lydia decidió seguirlo.

—Oye, ¿no estás asustado?

—¿De qué?

—Los falsos condes, quienes trataron de robar la espada, han sido ahogados en el mar por las merrows. Oíste al señor Tompkins decir que todos fueron asesinados.

—Si me preguntas, pienso que eran idiotas. Debieron de caer en las trampas colocadas para proteger y atrapar a quienes venían a robar la espada.

—¿Así que dices que no es culpa de las merrows? ¿Y estás seguro de que no caerás en esas trampas?

Mirándola, le dirigió una sonrisa ganadora.

—Si algo me llegara a pasar, ¿estarías triste por mí?

—¿Eh? ¿Por qué no se lo dices a Ermine?

—¿Ermine? ¿Por qué?

—Porque… es tu amante.

Por alguna razón, sintió que su voz lo estaba culpando, lo que hizo que Lydia se avergonzara y bajara la mirada.

—No lo es. Puedes estar aliviada.

—¡Por qué debería estar aliviada por eso!

—Solo espero.

¿Qué está pensando?, pensó Lydia, frunciendo el ceño.

—Escucha, tienes que dejar de decir algo como eso para molestar a la gente.

—No pretendía molestarte. Entonces cambiemos de tema. ¿Cuál es tu tipo de hombre ideal?

No ha cambiado de tema en absoluto.

Estaba frustrada. Sabía que Edgar estaba bromeando cuando actuaba como si estuviera interesado en ella; sin embargo, se sintió conmovida por sus palabras. Quizás era porque no estaba acostumbrada a la adulación.

—Una persona seria y honesta… Es inapropiado abrazar y besar a una persona que no es tu amante.

—Hmm, así que estabas mirando.

Se perjudicó a ella misma diciendo eso, por lo que se puso aún más roja. Edgar, por su parte, la miró divertido, pero no la molestó más.

Lentamente caminaron por el sendero del jardín.

—Ermine es una valiosa amiga para mí. Quiero hacer todo lo posible para hacerla feliz.

El perfil de su cara, que estaba mirando hacia delante, era inusualmente serio. Dijo que no eran amantes, pero incluso Lydia podía decir que era especial para él. No era alguien con quien bromeara o jugara. Abrazarla no tenía ningún significado obsceno detrás de eso.

Con la imaginación y experiencia limitada de Lydia, no era rival para esas personas. Sin embargo, eso podría haber sido normal para alguien como ella, quien podía ver hadas, pero no podía hacer amigos.

—Ya veo, así que es alguien importante para ti. Hmm, no era como si los estuviera espiando. Solo pasaba por tu habitación… Lo siento, no tenía derecho a decir algo como eso. Todavía no te entiendo del todo, pero, creo que la gente a tu lado debe ser muy feliz.

Mirando a la distancia, parecía estar sumido en sus pensamientos, pero sin cambiar de expresión, se volvió lentamente hacia Lydia.

—¿Tienes alas?

—¿Eh?

Fue una pregunta tan extraña y repentina.

—Solo pensé que podrías estar escondiendo hermosas alas de mariposa en tu espalda.

Justo entonces, sintió un sentimiento completamente diferente de cuando era llamada una niña cambiada.

Probablemente debe haber aceptado a Lydia como alguien de otro mundo, por cómo tomaba las palabras de la gente sin dudar de su significado, y por no saber cómo guardar las apariencias frente a otros. También por cómo decía las cosas directamente desde su corazón.

Aunque sus frases fueran embarazosamente extravagantes, no se sintió ofendida al ser comparada con una hada, haciendo que fuera capaz de aceptar cómo aparecía ante los ojos de Edgar, un ser mítico.

Cuando estaba al lado de él, sentía ocasionalmente que podía renacer en una persona diferente a cómo era ahora. Incluso si intentaba pensar en Edgar como un malvado, había sentimientos encontrados dentro de Lydia cada vez que intentaba convencerse a sí misma.

Cuando se detuvo, Lydia también paró. En el rincón del jardín parecía que había algo como un pequeño altar. Había una pequeña estatua de un ángel encima de este. No había duda de que era la tumba de un niño.

—“Esto es para los hijos de las sirenas que descansan en paz aquí”. Parece ser una piedra conmemorativa, pero me pregunto qué quiere decir con los hijos de las sirenas.

—¿Recuerdas que nos dijeron que había sangre de merrow corriendo por las venas de mucha gente de la isla? Estos deben ser los niños que no pudieron sobrevivir porque la sangre de las merrows en ellos era demasiado fuerte. Y si era en los viejos tiempos, entonces ellos probablemente no pudieron ser bautizados.

—Ya veo. Si fuera una isla apartada como esta, entonces todos los residentes de la isla estarían emparentados. Si los matrimonios consanguíneos continuaron, entonces podría comprender cómo empezaron a aparecer ciertas enfermedades y deformidades.

—¿Estás diciendo que no se debe a las merrows…? Bueno, no sé toda la verdad, pero los residentes de la isla creen en las merrows. ¿No estás intentando convertirte en el señor feudal de esas tierras?

—¿El lord tiene que creer en las hadas para estar cualificado? No creo que eso importe. Si son sirenas o enfermedades, si la gente de la isla tiene escamas, aletas o nada, entonces es así como es aquí.

Como es. No cree en sus historias, pero las acepta como son. Sentía que acababa de oír algo inimaginable. No lo cree si no puede verlo, pero aunque parezca como escamas o aletas, dice que no tiene problemas para aceptarlo como realidad. Lydia miró a Edgar con asombro.

Los humanos que no creen en hadas, no reconocen a los seres que no pueden ver, en cambio, escogen creer que no existen. Es por eso que rechazan a aquellos que pueden ver hadas. Sin embargo, según Edgar, él mismo no cree en la existencia de las hadas, pero no le importa si existen. Es por eso que no se burla de Lydia.

—¿Tal vez es así como piensas del espíritu dentro de Raven…?

—¿Raven? Ah, ¿te habló sobre eso?

—Sí, dijo que era un espíritu aterrador y que nació bajo su control.

—Hmm, eso es raro. Parece que Raven se ha interesado en ti. Debe ser porque también tienes una profunda conexión con las hadas.

No había forma de que le guste, pensó Lydia, pero guardó silencio.

Solo le advirtió que no hiciera nada que pudiera molestar a Edgar.

—No sé si hay un espíritu dentro de Raven. Solo necesito saber qué tipo de persona es, qué necesita y qué puedo hacer.

Es por eso que asumió la responsabilidad del espíritu también, pensó.

No tiene miedo, pero eso también podría significar que tiene un corazón fuerte. No importaba si el mundo aún no lo sabía, todavía tenía una serenidad imperturbable. Su actitud clara era hacer lo que podía hacer.

Para alguien, tener un control fuerte y claro de la realidad podría parecer fácil, pero en realidad era muy difícil, debido a que los corazones de las personas pueden ser fácilmente asustados y corrompidos. Había oportunidades para que los espíritus malignos se aprovecharan de personas así. Pero para alguien como Edgar, los espíritus malignos no podrían influir en él.

Aun si no podía ver hadas, Lydia, esperaba que pudiera ser el verdadero descendiente de sangre del Conde Caballero Azul. Si lo fuera, entonces ella estaría ansiosa por ayudarlos.

—De todos modos, no hay ningún error de que esta es la cuna del spanky. Lo que significa que lo siguiente es «Baila con las pixies en la noche iluminada por la luna», ¿qué significa eso?

—Ah, hmm, creo que significa el círculo de hadas hecho por las pixies. En una noche de luna hay marcas en la hierba cuando las hadas bailan.

—Un círculo, eh, ¿algo como eso?

Edgar apuntó hacia donde había piedras alineadas en un círculo, en la hierba, a unos pasos de ellos.

—Sí, sí, creo que sí.

Cuando se acercaron, Edgar no tuvo cuidado y audazmente entró en el círculo.

—¡Ah!

Lydia soltó un grito asustada, por lo que se dio la vuelta.

—¿Qué pasa?

—Nada, no era un círculo de hadas real…

—¿Qué hubiera pasado si lo fuera?

—A veces las hadas se llevan a la gente.

—Hmm, es interesante, pero más importante, Lydia, mira eso. El escenario cambia si te pones aquí.

Lydia entró en el círculo cautelosamente. Y entonces, los árboles que pensó que fueron plantados al azar en los jardines, estaban todos alineados para hacer un claro. Más allá de ese claro abierto podían ver el edificio que había estado ocultado por las ramas de los árboles.

En el castillo, había una puerta que parecía estar dándoles la bienvenida. No, acercándose, era la pintura de una puerta. Solo había una ventana para dejar pasar la luz.

—Ahora no hay forma de entrar.

—En cualquier caso, la llave que tenemos solo abre la puerta principal. Entremos desde ahí y busquemos la ubicación desde el otro lado de la pared.

Los dos estaban a punto de dar media vuelta, cuando, de repente, el arbusto cercano se movió de forma poco natural. Quienes aparecieron desde el otro lado fueron hombres vestidos en trajes negros.

Primero salieron los hermanos Gossam. En el grupo estaba Huxley, quien se paró enfrente de Edgar y Lydia, bloqueándoles el camino. Volvió la cabeza para mirar a su alrededor y, después de asegurarse de que Raven y Ermine no estaban, sonrió victorioso.

—Hola, John, nos encontramos de nuevo.

—Realmente eres persistente —dijo Edgar, levantando una de sus cejas para mostrar su irritación.

—Parece que la “estrella de la merrow” está en algún lugar del castillo. Continuaremos desde aquí y la encontraremos. Será mejor que no te resistas y la liberes.

—¿Liberar? Es extraño que tú lo digas.

—Secuestraste a la señorita Carlton. Y ahora la estás obligando a venir contigo. ¡Un ladrón ha secuestrado a la hija de un profesor universitario! Así es como te ve la sociedad.

—Pero, ¿sabes? Lydia, si hubieras sido capturada por él, quién sabe lo que te habría hecho. ¿No crees que fue mejor que vinieras conmigo? —respondió Edgar.

—¡Un ladrón no tiene derecho a decir tal cosa! Señorita Carlton, no debería creer en lo que ese hombre dice.

No creería a ninguno de los dos.

Lydia estaba un poco impresionada por el pensamiento de que esos dos hombres pudieran actuar como si fueran inocentes.

—¡Raven, aquí! —gritó Edgar.

Huxley y sus hombres se pusieron en guardia y escudriñaron su alrededor.

No soplaba el viento, sin embargo, los árboles de su alrededor se mecían haciendo un ruido, el ruido de sus ramas al moverse. Justo cuando estaban buscando la fuente, uno de los hombres, de una esquina del grupo, soltó un grito y cayó al suelo.

—Maldita sea, ¡no se asusten! Es solo un hombre.

—Lord Edgar, por aquí.

No se había dado cuenta que Ermine estaba justo detrás de ellos. Condujo a Edgar y a Lydia a un camino de tierra. Estaban a penas unos metros de Huxley y sus hombres cuando…

—¡Lydia!

La voz que la llamó era muy familiar. Quién corría en su dirección era su padre.

—¡Papá! ¿Por qué estás tú…?

—Me dijeron que fuiste secuestrada…

Lydia dio un paso enfrente con sus brazos extendidos hacia su padre, pero Edgar la detuvo agarrándola por los hombros.

—¿Eres…? ¿Eres el secuestrador? ¡Suelta a mi hija!

—Es un placer conocerlo, señor Carlton. Estuve bajo muy buen cuidado gracias a su hija —habló Edgar tranquilamente y lo saludó como si fuera un día soleado en el parque.

—¿Qué estás buscando? Haré lo que quieras. ¡Solo no lastimes a mi hija!

—Lamento mucho haberlo preocupado, pero voy en serio con ella. Por favor, padre, permítame pedirle la mano de su hija.

—¡¿Qué demonios estás diciendo?!

Siguió adelante y agarró el hombro de Lydia, empujándola a su lado.

—Entiendo que primero debería haber pedido su aprobación sobre nosotros. Sin embargo, me he vuelto loco por ella y perdí el control de mí mismo.

—¿Eh?

—Si no estuviera a mi lado, y no calmara el calor de mi amor, moriría en un abrir y cerrar de ojos.

¿Podía haber alguien que, después de decir algo tan embarazoso, se salga con la suya?

—Espera, espera un momento… —pausó Carlton.

El padre de Lydia, quien al parecer estaba en un estado desconcertado, el cual incluso su hija nunca había presenciado, siguió abriendo y cerrando la boca.

—¿Realmente quieres a una chica como ella…?

—¡Papá!

—Es la mujer más preciada para mí. Es la única que puede salvarme con su profundo amor.

—Alto ahí Edgar, ¡estás haciendo sonar esto completamente diferente!

Lo que lo iba a salvar, por supuesto no era el amor de Lydia, sino su habilidad para encontrar la espada.

—Bueno, es verdad que Lydia es la hija perfecta. Sin embargo, joven, ¿no crees que es irresponsable como hombre arrastrar a una joven soltera solo porque no puedes controlarte?

Parecía que Carlton estaba a punto de colapsar por la situación, pasando de estar en contacto con un secuestrador, a encontrarse con un soltero que estaba loco por su hija.

—Sí, estoy de acuerdo. Lamento mi descuido.

—¡Esto está mal! —exclamó Lydia.

—¡John, suéltala! —gritó Huxley.

Para Lydia, francamente, apareció como el salvador para esa caótica situación. Por supuesto, eso era solo su mera imaginación porque Huxley estaba apuntando hacia Lydia con una pistola.

—Espera, estás apuntando hacia Lydia.

—Lo entiendo perfectamente, profesor. Sin embargo, tampoco este hombre puede permitir que su hija muera, debido a que es un ladrón obstinado, codicioso y todavía no ha encontrado la gema.

—Gossam, puedo imaginar lo que debes haber dicho para convencer al señor Carlton, pero no deberías hacer algo que revele algo tan despiadado para conseguir esa gema.

Cuando Edgar miró a Huxley con una sonrisa como esa, su perspicacia y gracia se volvieron más prominentes. En ese momento, lo hizo parecer como si fuera el ganador del duelo.

—Date prisa y suéltala —ladró Huxley, con una voz irritada.

Carlton los miró a ambos con inquietud. Tal vez para intimidar a Edgar, Huxley puso su dedo en el gatillo.

—Oye, ¡no lo hagas! —gritó Carlton.

La pistola que apuntaba a Edgar, también apuntaba hacia Lydia, quien estaba justo a su lado. Tratando de detener eso, Carlton agarró el brazo de Huxley.

—Ermine, cuida a Lydia —susurró Edgar.

—Sí, milord.

Con una simple respuesta, Ermine tiró del brazo de Lydia. Lo último que Lydia vio fue a Edgar sacando el estoque de su bastón. Al mismo tiempo, oyó un disparo. Quería mirar hacia atrás, pero Ermine tiró de ella hacia los arbustos, así que no supo qué sucedió más allá de eso.

Sin embargo, tan pronto como salieron a otro camino de tierra, Ermine se detuvo. Se puso delante de Lydia, protegiéndola, y comenzó a retroceder, estaban completamente rodeadas por los hermanos de Huxley.

♦ ♦ ♦

Lydia, junto a su padre, estaba encerrada en una habitación del castillo.

Los hombres de Huxley habían tomado medidas extremas y rompieron una de las ventanas del edificio, entrando al castillo y ocupando posición en un rincón del lugar. Parecía que intentaban acorralar a Edgar y Raven, quienes lograron escapar. También planeaban robar la “estrella de la Merrow”.

Carlton fue engañado por Huxley, bueno, en realidad por los hermanos Gossam, y fue traído ahí por ellos. Después de descubrir aquello, soltó un suspiro desanimado.

—Eso quiere decir que Gossam me estaba utilizando.

—Papá, lo siento por involucrarte en esto.

—No, también fuiste arrastrada a esto. Debería disculparme. Lo siento, no sabía que mi investigación de gemología causaría algo como esto.

Quién sabe lo que causó todo esto. Podría haber comenzado cuando Gossam trató de usar a Edgar en su experimento de investigación, o cuando Edgar decidió usar a Gossam. Sin embargo, ese no era un problema en ese punto.

Lydia se acercó a Ermine, quien estaba tumbada en un sofá.

Ella y su padre no estaban heridos, debido a que los hermanos debieron haber pensado que no eran una amenaza, pero Ermine fue golpeada, y ahora tenía las manos atadas y yacía inconsciente. Quería desatar sus cuerdas, pero Huxley dijo que si hacía algo así, entonces la golpearía aún más.

Lydia usó su pañuelo y limpió la sangre del labio de Ermine.

—Así que, sobre ese joven de antes…

—No, no es lo que piensas, papá, él solo te estaba engañando, lo único que hice fue aceptar una oferta de trabajo como Doctora de Hadas para ayudarlo.

—Oh, gracias a Dios. ¿Estás segura que no es una escapada?

—¡Por supuesto que no! No soy esa clase de hija.

Aliviado, el profesor hizo una mueca de tristeza y se acomodó las gafas redondas que le llegaban a la nariz.

—Incluso si es un ladrón, ser llamado “padre” por un secuestrador es demasiado para mi débil corazón. Si era verdad e ibas en serio, estaba preocupado de si era correcto que lo desaprobara.

—Oh, Dios mío, papá. ¿Estás diciendo que no te importaría que mi pareja sea un ladrón mientras lo elija?

—Pensé que debería haber tenido una muy buena cualidad sobre él. Por supuesto, sería problemático si la única parte buena de él era su aspecto.

—Nunca elegiría a mi marido por su aspecto.

—Aunque hay una cosa que me molesta… ¿No es un aristócrata?

—Sí, eso es lo que dice, y mirando la forma en la que habla y cómo actúa, todo sobre él lo hace parecer uno. Sin embargo, papá, ¿estás diciendo que es un problema para él ser más un noble que un ladrón?

—En ocasiones, pueden ser más oscuros y retorcidos que meros ladrones… Aunque eso puede ser solo mi prejuicio, pero, bueno, no importa si estaba bromeando.

—Él va en serio. —No se dieron cuenta de que se había levantado, pero Ermine había abierto los ojos solo un poco y los interrumpió con un leve susurro—. Lord Edgar habla en serio cuando dice que la necesita, señorita Carlton. Está dispuesto a amarla, si eso es necesario para hacer que haga lo que quiere.

Si no supiera sobre su verdadera historia, entonces Lydia habría disfrutado felizmente ese dulce sueño que Edgar le había mostrado, y le habría creído completamente y estaría bajo su control.

—Ermine, ya lo sé. Sé que soy una herramienta para encontrar la espada para él.

—No, señorita Lydia, todavía hay cosas que le estamos escondiendo. Quizás, tuvo suerte de ser capturada por nuestros enemigos de esta manera.

Bajó la mirada, como si estuviera en una profunda tristeza.

—No quiero que lord Edgar se vuelva una persona fría y despiadada… Él es alguien amable y compasivo, pero se ha deshecho de su corazón por nuestro bien. No puedo soportar más ver cómo engaña y lastima a otras personas.

Nico había dicho que Edgar todavía estaba ocultándole algo, tal vez a eso se refería.

—¿Qué planea hacer Edgar conmigo, Ermine?

Ermine frunció el ceño, como si tuviera un dolor de cabeza, pero se sentó y, con una mirada intensa, finalmente habló.

—Hay objetos indispensables para obtener la espada del Conde Caballero Azul. Pero al parecer, se hicieron muchas copias de esa moneda de oro con el acertijo de las hadas, por ello, hubo muchos visitantes en esta isla, quienes buscaban la gema. Sin embargo, el otro objeto es una llave hecha de plata. Lo más probable es que no haya más copias de esta. Para estar cualificado como el descendiente del conde, debemos tener ambas, la moneda y la llave. También nos informaron que para conseguir la espada necesitamos una última cosa. Sangre.

—¿Sangre?

—El sacrificio para las sirenas o, como lord Edgar cree, necesitamos sacrificar a alguien o no podremos recibir la espada.

Se dice que las merrows coleccionan las almas de los humanos, como estos coleccionan joyas. Era posible interpretar que solicitarían un alma humana del descendiente del Conde Caballero Azul como recompensa por proteger la espada.

—Entonces… ¿Estás diciendo que me piensa usar como sacrificio?

Lydia juntó sus dos manos temblorosas.

¡Ese gran mentiroso! ¡Qué significa esto! —La ira hirvió dentro de ella—. Bueno, no es como si confiara en él, pero si estaba planeando hacer eso desde el principio, entonces qué miserable es.

Eso significaba que no había ni una pizca de verdad en ninguna de sus palabras. Perdiendo su fuerza por esa impactante noticia, Lydia se dejó caer en la silla.

—No hay ningún truco detrás de esto. Las merrows existen. Están equivocados si piensan que conseguirán la espada siempre y cuando cumplan con las condiciones. Si no eres el verdadero Conde Caballero Azul, entonces todo lo que te espera es la muerte.

—Entonces eso significa que es incluso peligroso para lord Edgar continuar buscando la espada. Es por eso que yo…

—Sí, Ermine, es por eso que me dijiste la verdad.

Realmente debes de amar a Edgar. 

Lydia volvió a confirmar los sentimientos de Ermine cuando miró el rostro de la chica, el cual estaba tenso en resolución.

—De todos modos, no es como si pudiéramos salir de aquí, así que no tendremos oportunidad de encontrarnos a las sirenas —dijo Carlton en un tono de alivio.

No sabía cuánto entendía su padre sobre lo que Lydia y Ermine estaban hablando, pero debió de querer deshacer la tensa atmósfera entre ellas, por lo que fingió que era un ignorante.

—Pero Gossam está tras el zafiro estrellado de la espada. Así que ese hombre también necesita la ayuda de la señorita Carlton. Por supuesto, lord Edgar no tiene intención de echarse atrás. Es por eso que pensé que esta era la oportunidad para decirle toda la verdad. Incluso si contarle todo significaba mi traición a lord Edgar, mientras él renuncie a la espada, entonces…

La puerta se abrió de golpe. El hijo mayor de Gossam, Huxley, entró dando zancadas y se detuvo frente a Lydia.

—Señorita Carlton, lo lamento, pero tenemos un poco de prisa y necesito que venga conmigo.

Parecía que Ermine tenía razón sobre sus expectativas.

—No quiero. No voy a ayudarte a robar la legendaria espada.

—Oh, no, voy a hacer que me ayudes quieras o no. No puedo garantizar la seguridad de tu padre, si ese hombre consigue poner sus manos en la espada antes que nosotros.

—¡Oye! ¿Estás diciendo que estás reteniendo a mi padre como rehén?

—No habrá ningún problema si escuchas lo que decimos.

No había nada más que Lydia pudiera hacer.

—Si consiguen la espada, ¿nos dejarán ir?

—Lo prometo.

—Lydia… No tienes que preocuparte por mí.

—Está bien, papá. Prometo que volveré.

Sin permitirle un abrazo de despedida con su padre, Huxley inmediatamente sacó a Lydia de la habitación.

♦ ♦ ♦

Quienes acompañaban a Lydia eran Huxley y tres de sus hermanos menores. Los otros hermanos debieron de quedarse para vigilar a Ermine y a su padre. O podrían estar buscando a Raven y a Edgar.

Sin embargo, Lydia pensó que no había ningún motivo para que Huxley y sus hermanos buscaran a Edgar, debido a que sabían en dónde aparecería.

Caminó dirigiéndose hacia el sur del castillo, donde Edgar y ella estuvieron antes en el jardín. El lugar con la ventana en la pared. A partir de ahí, deberían poder ver el círculo de hadas en la cima de la colina que encontró con Edgar.

—Oye, ¿estás segura que es por aquí?

Huxley tenía su mano agarrando el brazo de Lydia para que no pudiera escapar, en su otra mano sostenía una pistola. Debía estar tomando precauciones ante cualquier ataque repentino de Edgar o Raven.

—¿Por qué no simplemente te acercas? De todas formas no podrías decir las diferencias.

—Qué chica tan descarada. Si te atreves a engañarme, pagarás por ello.

—Puedo imaginarlo.

Pensaba que ese hombre era un libro abierto, era mucho más honesto que Edgar. No siguió el camino indirecto de poner a Lydia de buen humor y pensar en matarla. Si solo la iba a usar desde el principio, entonces debería haber jugado como el villano desde un inicio, y obligarla a escucharlo, asustándola o chantajeándola.

Entonces, no estaría así de herida, pensó Lydia. ¿Estoy herida?

A pesar de que dijo que no confiaba en él y que no quería echarle una mano en ese robo, estaba tan feliz de que entendiera su propósito de ser una Doctora de Hadas. Es por eso que sintió que debía convencerlo de que era imposible para él conseguir la espada de las merrows.

Sus metas eran diferentes, y no había manera de que pudieran volverse aliados, pero esperaba que se sintiera de la misma forma que ella, quien no podía odiarlo por completo. Sin embargo, solo era la imaginación de Lydia.

Abrió una puerta al final del corredor, la cual conducía a un pasadizo construido como una caja. Tenía una construcción extraña, con escaleras que se cruzaban y se superponían entre sí. Desde la esquina, pudo ver que la luz del día entraba por una ventana desde el exterior.

Era el lugar donde la puerta estaba pintada en la pared exterior. Huxley se volvió más cauteloso y atrajo a Lydia más cerca de él. La oscura sala solo tenía una ventana, y parecía como si algo pudiera asomarse detrás de las escaleras o detrás de los pilares.

—Busquen en la parte de atrás.

Les ordenó a sus hermanos menores, pero no hubo ninguna respuesta o sonido por parte de ellos, quienes deberían haber estado detrás. El rostro de Huxley se volvió pálido y giró la cabeza para ver que los tres estaban tendidos en el suelo.

Justo cuando sus ojos miraron hacia abajo, Lydia sintió el aire junto a ella moverse. En ese momento, Huxley se alejó volando de Lydia y su cuerpo se estrelló contra el suelo.

Todavía tirado, levantó el brazo que sostenía la pistola, pero este fue inmovilizado en el suelo por el pie de Raven, quien agarró la pistola de Huxley y la apuntó hacia él.

—¡Espera! ¡Tiene a mi padre como rehén! ¡Si lo matas, lo matarán a él y a Ermine…!

Pero la voz de Lydia no le alcanzó, miraba hacia abajo con unos ojos fríos e inexpresivos. Apuntaba su arma en medio de la frente de Huxley con el dedo en el gatillo.

Esos ojos eran los de la muerte, y hacían que aquellos que los vieran comprendieran que era inútil pedir misericordia.

—Raven, es suficiente.

La voz de Edgar provenía de las escaleras de la parte trasera, mientras caminaba hacia ellos lentamente.

A la orden de su maestro, Raven bajó su brazo. Sin embargo, al mismo tiempo, le dio una fuerte patada en el abdomen a Huxley, dejándolo inconsciente.

—Lydia, estoy tan contento de que estés bien. Sabía que regresarías aquí otra vez. Por supuesto, esperaba que hubiera compañía.

Su cabello dorado absorbió la luz y brilló radiante. Su belleza era perfecta y su sonrisa era intrépida.

No seré engañada otra vez, pensó Lydia para sí misma.

—Pero la situación ha empeorado incluso para ti. Si no encuentro la “estrella de la merrow” y se la entrego a Huxley, matará a mi padre.

—Así que estás diciendo que debemos competir por la espada el uno contra el otro.

Para encontrar la espada, Lydia necesitaba resolver el acertijo y conseguir la llave plateada que Edgar llevaba en algún lugar. Él no debería saber que Lydia tenía conocimiento sobre ello, parecía que tendría que fingir que estaba cooperando y después robarla en el último momento.

—Pero, Lydia, Ermine también está prisionera. ¿No significa eso que ambos los vemos como enemigos y eso nos pone en el mismo bando? No hay ninguna necesidad que les entregues la “estrella de la merrow”, pues creo que puedo ayudarte a rescatar a tu padre.

No podía creer que Edgar se preocuparía por la vida de un extraño como lo era su padre. Siempre y cuando consiguiera la espada, estaba segura que lo abandonaría, dado que era el tipo de persona que iba a sacrificar a Lydia.

De momento, Lydia asintió.

—El problema, por ahora, es si podemos encontrar la espada —dijo Lydia.

—Empecemos con la siguiente hada. ¿Qué quiere decir “la cruz de la silky”?

Subiendo las escaleras, Lydia pasó al lado de Edgar y más allá. Después de pasar varias puertas, finalmente se detuvo frente a una con la marca que estaba buscando.

—No veo ninguna cruz —dijo Edgar desconcertado.

—Este diseño es un fresno de montaña. La puerta también está hecha de eso. Las silkies son hadas fantasmagóricas, odian las cruces hechas de fresnos de montaña.[2]

Cuando abrió la puerta, había un estrecho pasadizo más allá de esta. Los tres se apresuraron.

No era tan difícil para Lydia seguir el camino de acuerdo con el acertijo de las hadas. Si uno era un Doctor de Hadas y tenía el conocimiento rutinario, entonces eso no era difícil de resolver. Sin embargo, se suponía que la espada debía ser heredada por el descendiente del Conde Caballero Azul, así que sería un problema si alguien con conocimiento sobre las hadas pudiera encontrarla.

Parece que el problema está por venir donde las merrows están.

—¿Cómo estaba Ermine? —preguntó Edgar, mientras caminaban.

—Está viva, pero sabes qué tan buena es usando un arma, así que la ataron.

—Ya veo.

Parecía preocupado cuando el perfil de su rostro se nubló. Le echó un vistazo a Raven para ver cómo estaba, pero, solo observando su rostro, no podía decir cuán preocupado estaba por su hermana.

—Ermine estaba preocupada por ti, Edgar. Si intentas robar la espada, quién sabe qué tipo de trampas peligrosas habrá…

—Pero, si puedo heredar el título del Conde Caballero Azul, entonces Ermine y Raven no tendrán que vivir en peligro. Especialmente por Ermine, podrá vestirse como una dama, dejarse crecer el cabello y ganarse el corazón de muchos hombres. Entonces podrá encontrar a alguien en el que pueda confiar por completo.

Pero solo tenía ojos para Edgar.

—¿No hay otra manera? ¿No sería mejor si la persona que te busca se rindiera? Dado que, a diferencia de América, es ilegal tener esclavos en Inglaterra.

—En estos días, lo único que puede desafiar al poder es el poder. No es un hombre tan fácil de vencer.

No había forma de que Lydia imaginara qué clase de hombre aterrador estaba hablando Edgar. Solo que, más que tratar de escapar de él, Ermine estaba más aterrorizada de que Edgar sacrificara a alguien. Lydia simpatizaba con aquellos sentimientos.

Definitivamente se estaban acercando más a la ubicación oculta de la espada. Sin embargo, Lydia no tenía idea de cómo contrarrestar a Edgar.

¿Realmente iba a ser capaz de engañarlo y llevarse la espada? Si no podía, justo como él anticipó, entonces, ¿se convertiría en el sacrificio para las merrows y le quitarían su alma?

O para que Lydia le ganara a Edgar, ¿eso significaría que sería él quien moriría? Entonces, ella sería quien lo mataría.

—Ten cuidado con el laberinto del pookah. Sigue las pisadas del wyvern. Gira a la derecha en el Fear Dearg.

Uno por uno, resolviendo el acertijo, siguieron caminando.

—Lord Edgar, por favor, espere —le advirtió Raven.

Dio unos pasos por delante de ellos y enfocó sus oídos para escuchar a su alrededor.

—Se acerca alguien.

Finalmente, Lydia pudo escuchar el sonido de pasos cada vez más fuertes. Debía haber una ruta diferente, era el sonido chirriante de pisadas bajando las escaleras.

No poco después, la presencia de esos pasos se acercó a una puerta que estaba junto a ellos. Raven se movió sin hacer ningún ruido y se preparó junto a la puerta. Edgar atrajo a Lydia al lado de la pared.

Justo cuando la puerta se abrió, Raven la cerró de golpe con el pie. Se deslizó hacia la otra habitación por la puerta abierta y agarró al extraño. Puso su brazo alrededor del cuello de la persona.

—Raven, soy yo.

Se detuvo justo un segundo antes de que apuñalara a la persona con su cuchillo. Al ver que era Ermine, lentamente quitó su brazo.

Aliviado, Edgar se deshizo de la tensión en sus hombros.

—Ermine, pudiste escapar.

—Lord Edgar, lo siento.

—No, está bien si estás a salvo.

—Eh, ¿cómo está mi padre?

—Solo a mí me llevaron a una habitación separada. Aproveché esa oportunidad. Creo que su padre sigue ahí como rehén —respondió en tono de disculpa, y se acercó a Edgar—. Los hermanos Gossam vendrán por nosotros. Si nos encuentran en este pasadizo estrecho, entonces no nos podremos mover. Pienso que es mejor si nos trasladamos a un lugar más abierto.

—Este es el camino hacia la ubicación de la espada. Seguiremos esta ruta.

Parecía que Edgar no tenía intención de tomar un desvío. Le insistió a Lydia en continuar y siguieron caminando.

—Solo los guiaremos a la ubicación de la espada —comentó Ermine.

—Tenemos que encontrarla antes de que eso suceda.

Parecía que Ermine no quería ir, seguramente por su miedo a que Edgar se acercara a la ubicación de la espada. Sin embargo, no se opuso más a él.

—Esto no es como tú eres, hermana —le susurró Raven, lo cual llegó a los oídos de Lydia.

—Sí, lo sé, ser capturada de esa manera… —respondió Ermine.

—No me refiero a eso. —Fue lo único que mencionó Raven.

Ermine había revelado información importante a Lydia. ¿Podría ser que su hermano había notado la inquietud en ella por hacer eso?

♦ ♦ ♦

Había una extraña pintura de alguien sin cabeza. Lydia se agachó e inspeccionó la pared debajo de ella.

—¿Esta es la pintura de Dullahan?

—Sí, es un hada sin cabeza. Y si buscamos sus pisadas, ah, mira, la pared se abre.

Lydia se arrastró por la abertura. Había escaleras que conducían más abajo.

Bajando las escaleras, había un callejón sin salida que se abría al aire libre. Estaban en una explanada que se inclinaba sobre las olas del mar. La isla estaba originalmente ubicada en un acantilado junto al mar. Parecía que ese era el lugar más empinado de la isla frente al mar.

Más allá de la simple barandilla, solo había una vista vertiginosa de las olas del océano contra el acantilado. Los fuertes vientos costeros rugieron sin piedad.

—Parece un callejón sin salida.

Al igual que Edgar señaló, no había forma de ir más lejos de ahí. Sin embargo, por otro lado, no había más caminos que dividieran por el que llegaron.

La siguiente frase era: el tesoro del leprechaun.

—Los leprechauns son hadas que siembran zapatos. Se dice que esconden sus tesoros en sótanos.

—Sótanos, ¿eh? Espero que no signifique que debemos saltar desde este acantilado.

Si tuviéramos que hacer tal cosa, no hay duda de que moriríamos.

Dado que justo debajo de ellos estaban las bravas corrientes oceánicas que se estrellaban contra las paredes rocosas del acantilado.

Lydia se centró y pensó sobre el significado detrás del acertijo, pero después de conducirlos hasta ese lugar y asombrarse, tenía que confesar que estaba perpleja.

—Solo espera un poco. Necesito pensar sobre esto.

—Si nos alcanzan, estaremos acorralados —dijo Ermine con una expresión preocupada, mirando hacia atrás.

—Esperemos un momento.

Todos guardaron silencio. Lydia todavía estaba sumida en un profundo pensamiento. Indagó en su cabeza, tratando de recordar los cuentos de los leprechauns. Después de un tiempo, Ermine habló de nuevo:

—Lord Edgar, era imposible para nosotros pensar que podríamos conseguir la espada… No me importa si tengo que correr por el miedo a ser capturada por Príncipe por el resto de mi vida. Si dice que esto es por el bien de Raven y mío, entonces, por favor, detengámonos aquí.

—Ermine, no seas estúpida. Sabes lo peor del horror de Príncipe. ¿No prometí que te liberaría de sus garras?

Ermine bajó la mirada como sumida en sus pensamientos, pero finalmente levantó la cabeza.

—Lord Edgar, creo que eso será imposible —Miró a Lydia—. Príncipe conoce mi deseo y mi debilidad. Sabe que me alegra poder escaparme con lord Edgar… Poder compartir la misma meta, ayudarnos mutuamente y tener una amistad insular que no permite que nadie irrumpa en ella. Sabía que era la mujer más feliz al ser la única en ese círculo y tener a lord Edgar para mí sola. Si fuéramos a ser libres de Príncipe, eso significaría que usted y yo solo tendríamos una relación común de maestro a sirviente. Averiguó que eso era lo que más temía.

—¿Ermine, qué estás…?

—Lo siento mucho, lord Edgar. Me dijeron que si lo continuaba vigilando, entonces no nos harían nada por el momento.

—No… ¿Entonces, Príncipe lo sabe? —preguntó Edgar con disgusto en la voz.

Cuando dijo el nombre de Príncipe, incluso Lydia pudo sentir el claro odio y resentimiento que le profesaba.

Podría decir que Edgar y Ermine estaban hablando del hombre que los convirtió en sus esclavos, pero no era solo eso, parecía que, para ellos, ese hombre era alguien que sacaba a relucir las emociones más negativas, mezcladas de odio y miedo.

—¿Estás diciendo que todos nuestros movimientos fueron informados a él?

—Cuando estuvo a punto de ser ejecutado en América, fue su idea usar a Gossam, quien estaba buscando un sujeto humano para su experimento. Fue Príncipe quien me habló de Gossam. Ese hombre siempre nos dominará. Puedo ver cómo disfruta vernos luchar por ser libres.

—Entonces, también debió de saber sobre esta espada… Nos está observando desde arriba.

—Sí, lo sabe. Al parecer piensa que la espada no existe. Sin embargo, con la ayuda de la señorita Carlton, se está acercando. Si es capaz de encontrarla, entonces podrá cortar sus lazos con Príncipe, pero eso significa que descubrirá sobre mi traición a Príncipe. Es por eso que no sé qué hacer. Si renunciara a la espada, entonces podría quedarme a su lado por un tiempo más… Sin embargo, más que eso, no quiero ponerlo en peligro. Lord Edgar, seguir adelante desde aquí, para aquellos como nosotros que no están relacionados con el Conde Caballero Azul, es imprudente. Tomaré cualquier castigo como traidora. La única opción que nos queda es…

De repente, Lydia fue agarrada por los brazos de Ermine.

—Señorita Carlton, por favor, solo ódieme a mí por hacer esto.

—¡Detente, Ermine!

Para cuando Edgar le gritó, el cuerpo de Lydia fue empujado más allá de la barandilla, en dirección hacia los acantilados rocosos. Sus manos buscaron algo a lo que aferrarse, pero solo estaba el cuerpo de Ermine, quien incluso estaba tratando de caer con Lydia, por lo que su esfuerzo era inútil.

La vista del escenario se volteó al revés. El cielo se inclinó hacia abajo cuando sintió el mar sobre ella y, justo cuando se sintió enferma por ese largo, largo segundo, tiraron de su cuerpo. Raven, a duras penas, había podido agarrar su manga.

Al mismo tiempo, había agarrado la ropa de Ermine, y parecía que estaba teniendo un momento extremadamente difícil para no dejarlas caer a ambas. Además, su manga parecía que estaba a punto de desgarrarse. Lydia, desesperadamente, trató de estirar su mano para coger la barandilla.

Pero quien cogió su mano fue Edgar.

—Raven, yo la ayudaré.

Tomó fuertemente el brazo de Lydia y la levantó con cuidado. Cuando fue atraída a sus brazos, y ambos cayeron de nuevo en la explanada, Lydia inconscientemente se aferró a él, sintió un cálido alivio cuando la acarició para calmar su preocupación.

—¡¿Raven, qué estás haciendo?!

Pero volvió a sus sentidos ante la voz alta de Edgar. Raven apenas había podido agarrar el brazo de Ermine. Pero no estaba tratando tirar de ella, y eso era porque Ermine estaba tratando de liberarse de la mano de su hermano.

—Por favor, Raven, déjame ir.

Incluso si era salvada, no podría seguir al lado de Edgar. Solo la maldición de Príncipe la perseguiría.

—No la sueltes, ¡no te atrevas a dejarla morir!

Edgar había dado un paso adelante hacia ellos. Sin embargo, en ese momento, el brazo de Ermine se deslizó por la mano de su hermano. Su cuerpo cayó al fondo de los acantilados en un abrir y cerrar de ojos.

Lydia cerró los ojos. No hubo un grito de dolor, solo el fuerte sonido de las olas del mar. Cuando abrió los ojos otra vez, solo había la alta y blanca cresta de las olas, las cuales chocaban contra las paredes rocosas, como si nada hubiera sucedido.

Edgar se dejó caer en el suelo de la explanada.

Meli
Bueno, para ser honesta, no puedo decir que me siento mal por Ermine


[1] Decocción es la acción de cocer en agua sustancias vegetales o animales.

[2] El fresno de montaña es una especie botánica de Eucalyptus, conocida por alcanzar alturas de hasta 110 metros. Es descrita como la más alta de las plantas con flor.

Una respuesta en “El Conde y el hada – Volumen 1 – Capítulo 5: El Conde Caballero Azul y la isla de las Merrows”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido