Espada y Vestido – Vol 3 – Capítulo 1 (2): Leyendo novelas románticas como referencias

Traducido por Lugiia

Editado por Meli


—¿Ser cariñosa y amigable con la otra persona?

—Desde el principio, Roel es amigable. Sobre ser cariñosa…

El capitán no se atrevió a continuar esa oración. Bueno, incluso yo misma pensaba que estaba lejos de ser así y, siendo honesta, no tenía muchos recuerdos de serlo.

—Tú también eres amigable, capitán.

—Allí vas de nuevo con capitán…

—¡Oh, vamos! Solo déjalo pasar. Es más, te llamaré por tu nombre: ¡Jullius, Jullius, Jullius, Jullius! —Me detuve por un momento, ya que mi boca todavía no estaba acostumbrada—. De todas formas…, además de la personalidad, puede que nos atraigan las habilidades, ¿verdad?

—Lo único que puedo hacer es combatir…

—Bueno, ese también es mi caso, pero los dos somos buenos en ello. Aunque no seas el mejor, aún significa que eres capaz.

Sin embargo, en este cuerpo, ahora era un poco más débil. Si lo veía de esa manera, entonces yo era la única incompetente. No me gustaba eso, estaba perdiendo otro de los factores que haría factible que se enamorara de mí.

—Ni siquiera me siento confiado con el aspecto de la personalidad… —dijo él con resentimiento—. Jamás he oído a alguien decir que tengo una gran personalidad.

—Tampoco he oído, a las personas que me conocen bien, decir algo parecido.

Me habían dicho que era muy alegre, pero siempre fue más un comentario sarcástico que un cumplido. Al menos el capitán tenía una gran habilidad, en cambio yo: mi apariencia no era la mejor, ni mi talento, e incluso mi personalidad no era muy buena. A ese ritmo, ¿no significaba que sería la única en enamorarse mientras él buscaba otra mujer? Eso era un poco, no, era realmente malo.

—¿Cómo crees que te enamorarás de mí…?

—Si lo supiera, lo habría intentado. ¿Qué hay de ti, Roel?

—También te lo habría dicho si lo supiera.

Después de esa afirmación, ambos suspiramos.

Es difícil…

Me preguntaba cómo es que otras personas empezaban a amar a alguien.

—Jullius.

—¿Sí…?

—Aunque no podamos encontrar la respuesta en estos momentos, hagamos lo mejor que podamos. Honestamente, no quiero enamorarme de otra persona.

—Yo tampoco. No me gusta ninguna otra mujer aparte de Roel.

Con eso, los dos terminamos teniendo pensamientos similares sobre qué es el amor y por qué no funcionaba de la manera que queríamos. Suspiré profundamente por segunda vez y luego el capitán Jullius me llamó en voz baja.

—Roel.

—¿Sí?

—¿Puedo abrazarte?

—Claro. No hay razón para que no puedas hacerlo.

Extendió sus fuertes brazos y envolvió la parte superior de mi cuerpo en ellos. Luego, me acercó con suavidad a él. Cuando mi mejilla entró en contacto con su pecho, pude sentir que los latidos de su corazón parecían acelerarse un poco más de lo normal, mi corazón también comenzó a latir rápidamente. Si él también brillara, todo sería perfecto… me pregunto por qué no lo hacía. Era una lástima que me haya hecho sentir mal por ello.

Lugiia
Aquí se refiere a que Roel parecía brillar en su viejo cuerpo (tanto por su físico como su talento) xd Entonces, quiere que el capitán también brille de la misma manera hahahaha

♦ ♦ ♦

Costó una fortuna, fue mi primer pensamiento en cuanto vi mi dormitorio.

La habitación era grande, con muebles de alta calidad, no es que fuera una experta, pero reconocí que era el mismo diseño y estilo de la decoración del palacio imperial. La alfombra, extendida en el suelo, era suave y esponjosa. Tenía una sala de estar, un baño, y vestidor. Era por completo diferente a las habitaciones individuales dentro de la iglesia o aquella en la que solía vivir en el pabellón del conde.

Poco después de sentarme en el sofá, Sofía, que había terminado de organizar el equipaje, se acercó a mí con una expresión de entusiasmo en su rostro.

—¡Señorita, señorita! ¿No le parece increíble todo esto?

—Bueno, parece que la cama es genial.

Era lo único que me interesaba: si la cama era suave y cómoda para dormir, entonces todo estaba bien. Sin embargo, los ojos de Sofía se iluminaron mientras inspeccionaba el lugar.

—¡Oh, este es un dormitorio hermoso! ¡Además, es una mansión cerca del palacio imperial! ¡Como se esperaba de un príncipe!

—Mi prometido también es rico, sabes…

—Incluso si tiene dinero, no significa que pueda comprar con facilidad una mansión como esta.

Eso era verdad, pero de alguna manera me molestaba que lo dijera. Sofía corrió por la sala y abrió la puerta del balcón de par en par. La brisa fresca de verano, rozó contra mi mejilla e hizo que la fina cortina se enrollara.

—¡El paisaje también es fantástico! La señora… ah, es cierto que ya no lo es. ¡Este jardín está en un nivel diferente del jardín de flores, de esa mujer, que fue decorado de manera tan extravagante! Esto es lo que se llama: un jardín elegante. Estoy segura de que los otros edificios a nuestro alrededor también tienen un aire de sofisticación. ¿Lo sabe?: ¡esta mansión tiene nada menos que trescientos años de historia!

Ahora no estaba segura si no se derrumbaría… Aunque había edificios mucho más antiguos en el palacio imperial.

—Hubo momentos en los que no podía dormir porque estaba preocupada por usted, señorita. Nunca pensé que un día como este llegaría… Su verdadera madre, la difunta condesa, se sentiría aliviada y complacida.

Sus palabras causaron remordimiento en mi conciencia. Debería decirle la verdad: que no soy Silla. No podía engañarla para siempre. Era algo que debía ser revelado por su bien y el de Silla.

Tenía que preguntarle al ayudante Sieg sobre ello. No podía ser imprudente y decidirlo por mi cuenta. Si se oponía, debía encontrar la forma de persuadirlo.

—¡Señorita!

—¿Eh…? —Sofia estaba delante de mí.

—¿Todavía puedo ir por mi cuenta al cuartel general del Escuadrón de Tareas Especiales?

—¿Por qué?

—Quiero seguir aprendiendo a cocinar de Ira y Sana.

—Voy a tratar de hablar con Ortzen. Creo que lo permitirá.

—Gracias. Antes le había comentado que tengo un talento para la cocina, así que, por favor, espere con ansias mis platillos.

De verdad esperaba el momento. Lo que más lamentaba, al dejar el cuartel general del Escuadrón de Tareas Especiales, después de vivir separada del capitán Jullius, era dejar la deliciosa comida.

—Sofía.

—¿Sí?

—De casualidad, ¿sabes algo sobre el amor?

—¿El amor?

—Sobre… cómo te enamoras, o cosas por el estilo.

Pensé en preguntarle al ayudante Sieg, pero después de analizarlo, creí que Sofía podría saber mejor ese tipo de cosas. Ella, con un leve rubor en sus mejillas, juntó sus manos y dijo:

—¡El amor es algo increíble, maravilloso!

—¿Y qué se supone que debo hacer para enamorarme?

—¡No existe un método para ello! ¡Te enamoras de repente, como si te hubiera alcanzado un rayo! Es como un desastre natural. No puedes predecirlo, no puedes prepararte para ello, y ni siquiera puedes resistirlo. Solo derrite por completo su corazón y no tienes más remedio que rendirte.

¿De qué estaba hablando…?

—Por eso estoy hablando del cómo y por qué te enamoras. Incluso si de repente te enamoras, ¿no hay una causa para que suceda?

—No existe tal cosa. ¡Simplemente te enamoras!

¿Cómo era eso posible? Desconcertada, la miré mientras gritaba con pasión. ¿Solo sucede de la nada?

—Pero, por lo general, debería haber una razón… Porque la otra persona es atractiva, por poner un ejemplo.

—¡Si te enamoras solo por mirar la apariencia de alguien, entonces no es amor verdadero!

—No lo creo.

—Es verdad. ¡¿Cómo te puedes enamorar con solo mirar su apariencia?!

Según mi experiencia, el rostro de una persona era muy importante

—¡Espere un minuto, señorita! —exclamó y salió corriendo de mi dormitorio.

El sonido de sus pasos en el pasillo se escuchó por un momento, luego se apagó, y poco después se reanudó mientras corría de vuelta. Cuando regresó, tenía algunos libros en sus brazos.

—Por fortuna, mi habitación no fue robada, así que mis pertenencias están intactas —Me mostró sus libros.

Los empleados del antiguo conde Epheria solían robar un gran número de objetos de valor. Lo mismo ocurrió en el pabellón donde me quedaba, las joyas que obtuve de la condesa habían desaparecido. Sin embargo, aunque los libros no estuviesen en su habitación, sino en un lugar muy visible, dudo que alguien los robara.

—Por favor, intente leer estos libros.

—¿Qué clase de libros son estos? —pregunté mientras tomaba uno y miraba su portada.

¿El jardín del príncipe heredero? ¿Qué es eso? ¿Un manual avanzado de jardinería?

—¡Si lee estos libros, señorita, entenderá por completo el amor! —respondió Sofía, con una mirada de orgullo en su rostro.

—¿Es así? —Todos parecían iguales

Si los leía, ¿sería capaz de aprender a enamorarme…?

—¿Puedo prestarlos también al capitán Jullius?

—¡N-No, no puede! Estos libros están destinados solo a mujeres.

¿Eran una guía de amor hecha exclusivamente para mujeres?

—¿Existen libros como este para hombres?

—Para hombres… —Su rostro se distorsionó y luego agregó—: ¡Sería mejor que no existiera algo así para ellos!

Eso significaba que sí existía algo similar para los hombres. Pensé en pedirle al ayudante Sieg que los consiguiera.

—Gracias. Los leeré minuciosamente.

—¡Sí! Tengo más en mi habitación, así que, por favor, hágame saber cuándo los necesita.

Se veía muy emocionada cuando me entregó todos los libros restantes.

♦ ♦ ♦

La señora, que era una famosa diseñadora de vestidos, tenía una sonrisa agradable en su rostro mientras sostenía y mostraba la tela de volantes [1] que se esperaba fuera popular en el verano.

—Ya que su piel es tan blanca como la nieve, señorita, un brillante vestido de color claro le quedará bien. Si usa una tela oscura, le hará ver pálida.

—Ya veo.

—Debido a la temporada, los colores brillantes son mejores que los oscuros.

—Sí.

—Se considera que es temprano para que una dama soltera use un diseño que exponga su hombro, pero creo que estará bien ya que ya está comprometida.

—Ah, ¿es así?

Respondí de forma aburrida y cansada a la diseñadora, mientras Sofía, se entusiasmaba con los vestidos. No podía escapar porque el ayudante Sieg me vigilaba. Después de todo, él fue quien llamó a los diseñadores más famosos de la capital para que me confeccionaran un vestido a medida. La señora de ahora, era la quinta del día.

¿Por qué no podía vivir mi vida vistiendo lo que quisiera? Cuando morimos, nuestros cuerpos se pudren y desaparecen de todos modos.

Luego de combinar y ajustar la tela con el diseño, finalmente el último sastre se fue. Sofía salió a despedir al diseñador del vestido, y yo me desplomé en el largo sofá, sintiéndome exhausta. Un momento después, miré al ayudante Sieg.

—Sabes…

—¿Sí?

—¿Puedo decírselo a Sofía? —pregunté sin entrar en detalles, pero él entendió a qué me refería, tenía una sonrisa ambigua en su rostro.

—No hay nada malo en ello. Si estás de acuerdo con despedirte de ella, entonces adelante.

—¿Qué? Si le digo mi identidad, ¿entonces la llevarás lejos?

—Eso depende de su reacción. Si acepta la identidad de la señorita y es tan cooperativa como siempre, no necesita irse.

—Entonces, si no lo hace…

—Sin mencionar que es imposible mantenerla a su lado, señorita, tendríamos que asegurarnos de silenciarla también. —Fruncí un poco el ceño, era lo correcto, pero no me gustaba la opción, él volvió a hablar—: Está bien seguir ocultándolo. Todo lo que la señorita tiene que hacer, es tener cuidado. Si lo mantienes en secreto y más tarde ella llega a saber algo por otros medios, yo me ocuparé de ello.

—Eso es demasiado.

Si lo mantenía en secreto, Sofía podía permanecer a mi lado, sin embargo, eso significaba que la estaría engañando. Justo ahora que había recuperado algo de mi posición como Roel, debía renunciar a mi pasado y vivir como Silla Epheria.

—Te contaré mi decisión antes de irme a capturar al Rey Demonio…

—Si ese es el caso, deberías habérmelo dicho antes.

—Será difícil persuadirla, si ella escapa justo después de decírselo. E-Entonces, en diez días… No, te lo haré saber dentro de cinco días.

—Sí. Me prepararé para ello.

El ayudante Sieg inclinó ligeramente la cabeza antes de salir de la habitación.

El límite de tiempo se había vuelto demasiado corto. Me sentía ansiosa, porque no tenía un buen presentimiento.

Sofía regresó y se acercó a mí. Su rostro resplandecía con una sonrisa.

—¡Nunca pensé que podría conocer a todos los dueños de las boutiques más famosas de la capital en su dormitorio, señorita! Se siente como un sueño. ¡Y todo sucedió en un solo día!

La melancolía me invadió al ver su emoción ante algo tan trivial. En cinco días, todo podría desaparecer.

¿Debía mantenerme callada? No, no podía hacerlo… Era una cuestión de conciencia. Maldita sea.

—Sofía…

—Sí, señorita. Está deseando que llegue su momento, ¿verdad?

—Uh, sí…

—Oh, claro, ¿ha leído el libro que le di?

—Lo leeré esta noche. Como viste, estuve ocupada lidiando con las molestias del ayudante Sieg.

—Sí, por favor asegúrese de leerlo sin importar qué. ¡Le digo que es muy divertido! Aprenderá muchas cosas de él.

Parecía muy emocionada, y mientras la miraba, dejé escapar un pequeño suspiro.

♦ ♦ ♦

Al despertar, abrí por completo los ojos, a través de la ventana se filtraba una tenue luz.

Aún no eran las seis de la mañana.

Me senté y miré el libro que estaba colocado junto a la almohada y que había leído la noche anterior: «El jardín del príncipe heredero».

No era un manual de jardinería avanzado, sino una historia sobre una joven plebeya, cuyo talento era la jardinería. Al comienzo de la historia, la chica consiguió un trabajo en el jardín del palacio imperial y se volvió cercana a un hombre que conoció allí. Él resultó ser el príncipe heredero. Y al final, después de salir por un tiempo, se casaron.

Fue divertida, pero ridícula. No había manera de que dejaran entrar al palacio imperial, a una plebeya sin ninguna conexión, y menos al jardín frecuentado por la familia imperial. Si una persona conseguía un trabajo allí, sin importar su origen, debido a su talento extraordinario, recibiría una educación para familiarizarse con los rostros y nombres de la familia imperial y sus invitados especiales. No tenía sentido decir que no conocía sus rostros. Si se cometiera un error así, mucha gente lo pasaría mal.

De todos modos, la conclusión fue: se enamoró de su rostro.

Miré la cubierta del libro y suspiré.

Cuando el encantador príncipe heredero estaba deslumbrante y la hermosa jardinera también lo estaba, tal como dije, se enamoraron el uno del otro. Sofía, era una mentirosa. Dijo que no es verdadero amor si te enamoras de la apariencia de alguien.

Sin embargo, valía la pena tomar como referencia su actitud como prometida.

En el libro decía que la atracción vino primero y luego la parte del afecto, pero me preguntaba si comportarse de forma cariñosa podría despertar sentimientos de amor. No estaba de más probarlo. Y, por esa razón, me desperté temprano.

Me cambié a un vestido sencillo que se usaba dentro de la mansión y salí del dormitorio. Mi plan era ir al edificio separado antes de que el capitán Jullius se levantara. Llevaba una vida disciplinada, así que era obvio que aún estaría en la cama. A diferencia de cuando vivía en el cuartel general del Escuadrón de Tareas Especiales, ahora tenía que ir al trabajo, pero no tardaba mucho si montaba a caballo, así que se levantaba a la misma hora de siempre.

Abrí la puerta de mi dormitorio con cuidado de no hacer ruido y salí al pasillo. Sofía seguía durmiendo porque su habitación estaba tranquila. Caminé por el pasillo, bajé la escalera de caracol y abrí la puerta trasera. Cuando salí del edificio, el aire húmedo rozó mis mejillas. Había una ligera niebla alrededor del estanque. Los gotas de rocío colgaban de la punta de las ramas del sauce caído.

El aire de la madrugada siempre era refrescante.

Respiré hondo y comencé a andar por los peldaños, atravesé la isla artificial para llegar al otro lado del puente de piedra. Después de cruzarlo, seguí caminando recto y pronto llegué al edificio separado. El elegante edificio de dos pisos, como cualquier otro lugar, estaba inmerso en el silencio. La habitación del capitán Jullius estaba en el primer piso. Había una terraza adjunta que conectaba a un pequeño jardín y al dormitorio del antiguo propietario de ese edificio.

El lugar estaba decorado para que lo habitara una mujer, no un hombre adulto. Tenía elegantes muebles blancos, cortinas de encaje y un dosel rosa claro que colgaba sobre la cama. Sin embargo, los otros dormitorios, estaban disponibles en el edificio principal, y al capitán Jullius no parecía importarle, así que solo lo usaba.

Pensé entrar por la puerta principal, pero decidí escalar el muro y bajar al jardín. Pude ver una pequeña fuente con una escultura de sirenas y una mesa de té con su banco a la sombra de las sobrecargadas flores de glicinia púrpura que colgaban de su árbol.

Creo que una chica tímida con un sombrero de cinta debe haberse sentado allí.

—Jullius, estoy aquí. Voy a entrar… —murmuré antes de abrir la puerta de cristal del balcón.

Si estuviera despierto, se habría dado cuenta de que estaba ahí. Pasé por la sala de estar, que era más pequeña comparada con mi residencia, y luego me detuve ante la puerta de su dormitorio. Agarré el pomo y lo giré. Dentro de la habitación, había una cama con un dosel rosa claro, medio corrido, colgado sobre ella. Allí, pude ver a un hombre que aún dormía profundamente como un ángel, con los ojos entreabiertos. Con pasos sigilosos, me arrastré hasta la cama. Sus ojos gris pálido parpadearon lentamente y me miraron.

—¿Todavía tienes sueño?

—Un poco…

—Te ves muy somnoliento… —Me senté en la cama y le acaricié su desordenado cabello negro, él se quedó recostado en la almohada con una ligera sonrisa. Cuando iba a girar su cuerpo, apreté un poco su hombro para evitar que se levantara.

—Quédate acostado. Puedes dormir un poco más.

—Pero…

—Aún es muy temprano. Todavía tenemos más de una hora libre.

Dejé su cabello y acaricié su mejilla. Bajé mi mano y le sujeté la barbilla. Él no se resistió.

—Buenos días, Jullius… —dije y lo besé, sus pálidos ojos grises se abrieron de par en par—. Está bien, está bien. Es solo un saludo de buenos días. Algunos lo llaman «beso matutino» —musité y lamí sus labios cerrados, su cuerpo se estremeció y por la sorpresa, abrió la boca.


[1] Un volante es una pieza de tela alargada que rodea o remata una prenda, generalmente una falda o vestido, dándole mayor amplitud en la zona donde se coloca.

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