Felicidades Emperatriz – Capítulo 71: Regalar una daga

Traducido por Kiara

Editado por Sakuya


Al día siguiente, ZhuYu condujo un carruaje de caballos para recoger a Hua Jing Lan. Dijo que Chunyu Yan la invitó a asistir a un banquete.

Hua Jing Lan lo pensó y decidió ir principalmente porque quería ese vino que ofrecían en homenaje de Hongyan. Se decía que en todo el Imperio Yue, solo había diez frascos. El emperador era extrañamente tacaño con ellos. No sacaría el vino a menos que alguien muriera o se casara. Chunyu Yan recibió el título de “Wangye” hace un año. Rechazó la plata y el oro y solo solicitó una jarra de vino. Por supuesto, al final, el Emperador se separó a regañadientes de su tesoro.

El carruaje de caballos se detuvo frente a la residencia de Xiaoyao. ZhuYu estiró un brazo para ayudar a Hua Jing Lan a bajar. Ella estaba sorprendida. Mirando el bermellón que rodeaba el dintel de la puerta y los dos enormes leones de piedra con dos grandes flores rojas atadas a ellos.

— ¿Hay una fila de personas esperando para darme la bienvenida?

ZhuYu se sobresaltó. Pensó por qué ella pensaría eso. Pero Wangye obviamente quería darle una sorpresa.

—Quizás, quizás no —respondió.

Hua Jing Lan saltó del carruaje de caballos. Jiaoyue la siguió. Tan pronto como pisó los escalones, la puerta se abrió. Chunyu Yan estaba parado al final de un grupo de mujeres jóvenes. Estaban vestidas de rojo y de buen aspecto.

—Chunyu Yan, ¿fuiste tras ellas? —Fue lo primero que dijo en cuanto cruzó la puerta.

Los rostros de las concubinas se pusieron rojos y blancos. Chunyu Yan se rio a carcajadas con un encanto floral.

—Benwang nunca acepta lo que se te da —Chunyu Yan sacó el pañuelo y se lo entregó a Hua Jing Lan.

Un hombre guapo y una mujer hermosa estaban parados debajo del sauce. El hombre tenía ojos suaves y cariñosos. Una pizca de ellos traería lágrimas. Todos podían decir que se habían sembrado las semillas del enamoramiento. Parecía que ella era la única en su mundo.

— ¿Dónde está el comedor? —La bella mujer levantó las piernas y se alejó de su lado.

Dejemos de lado cualquier historia de amor entre hombres y mujeres sentimentales. Los corazones de las concubinas volvieron a sus estómagos.

El olor fragante del alcohol flotaba desde muy lejos. Chunyu Yan celebró el banquete en un pabellón. El pabellón solo tenía dos asientos. Las concubinas formaron un círculo fuera del pabellón. Chunyu Yan se convirtió en la luna rodeada de estrellas en su asiento.

Hua Jing Lan realmente no podía entender el pasatiempo de los antiguos de ser observados por los espectadores mientras comían. Especialmente por un grupo de lobos y tigres que actúan de forma coqueta.

Hua Jing Lan echó la cabeza hacia atrás y bebió un poco de vino de Hongyan. El sabor era dulce y fresco y el olor era fuerte. Tenía un encanto continuo. No es de extrañar que fuera un vino tan valioso.

Ella levantó las cejas. Miró a Chunyu Yan y sonrió.

 — ¿Me invitaste solo por el vino?

Chunyu Yan bebió un poco de vino. Luego empujó una caja que estaba a su lado hacia Hua Jing Lan.

—Benwang escuchó el otro día que tú y tu cuarta hermana estaban peleando por una daga. Da la casualidad de que alguien me dio esto a mi y ahora te lo entrego a ti.

Una exquisita daga, del largo de una palma y el ancho de dos dedos, yacía en el centro de la caja. Los ojos de Hua Jing Lan se iluminaron. Ella acarició la daga y preguntó.

— ¿Qué quieres?

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