Harem Imperial – Capítulo 48: La fría flecha por detrás (3)

Traducido por Sharon

Editado por Tanuki


Todos los sirvientes se arrodillaron de inmediato.

—Larga vida al emperador.

Antes de que pudieran terminar el saludo, las botas amarillas ya habían pasado por el patio y entraban en la casa.

¿Él en verdad vino?

Qing Feng frunció el ceño. Quería que Lan diera el mensaje al Palacio Zhen Yang, pero no esperó que Yan Hong Tian fuera a venir en el medio de la noche.

—¿Qué sucede? —Qing Feng se sorprendió de escuchar la voz del emperador en sus orejas.

Levantó la mirada, y vio su figura familiar abriendo el velo de sus cámaras, de pie frente a la cama. Habiendo sido convocado con tanta rapidez, él no había peinado su cabello, sólo lo ató con una banda negra en su espalda. Su par de ojos fríos la observaron, pero no estaba segura si veía preocupación o ira, y sólo pudo escuchar algo de urgencia en su voz. Ella inclinó su cabeza ligeramente.

—Tengo un dolor de panza.

¿Dolor de panza? Toda la figura de Qing Feng estaba encorvada bajo la gruesa manta, y sólo su cabez era visible, pero la veía pálida y volviéndose verde. Yan Hong Tian extendió su mano para sentir su frente, y aunque Qing Feng intentó retroceder, no pudo escapar.

El frío que sintió Yan Hong Tian hizo que su corazón latiera con irritación. El cuarto estaba lleno con sirvientes pero ningún médico.

—¿Dónde está el Médico Imperial? —preguntó con impaciencia. Xia Yin dio un paso adelante rápidamente.

—Respondo a Su Majestad, Fu Ling fue a llamarlo.

Después de escuchar la respuesta, la expresión de Yan Hong Tian se volvió más fría. Él ya había llegado, pero ¿el Médico Imperial en verdad era más difícil de invitar que él, el emperador?

—¡Gao Jing, convoca a Huang Jiao!

—Sí. —Cuando Gao Jing estaba por retirarse, vio a Fu Ling arrastrando del médico entrar en el Salón Qing Feng.

Cuando Huang Jiao entró a las cámaras, no se sorprendió de ver a Yan Hong Tian dentro, y le saludó sin aliento.

—Este oficial, Huang Jiao, saluda al emperador. —Si no fuera por la buena condición en que tenía sus viejos huesos, ya habría muerto por la manera en que Fu Ling le arrastró y le hizo correr hasta llegar.

—Olvida la ceremonia, revísala rápidamente.

Huang Jiao sostuvo la muñeca de Qing Feng, y su mirada cambió de dignificada a cautelosa. Si el viejo médico le miraba de esa manera, Qing Feng sospechó que lo que Fu Ling le dijo antes era cierto… Estaba embarazada.

—¿Cómo está? —le preguntó Yan Hong Tian al ver que la expresión del anciano no era la de siempre. Él soltó a la Señora y juntó sus manos, mirándolo, antes de responder.

—Felicidades al emperador, la Concubina Qing está embarazada.

—¿Qué? —Yan Hong Tian fue tomado por sorpresa.

Antes de ir al Salón Qing Feng, pensó que si ella estaba creando tal conmoción en el medio de la noche, entonces debía de haber algún truco en juego. Con su personalidad, si en verdad estuviera enferma, no dejaría que nadie pidiera por él. Sólo se interesó en aparecer porque estaba curioso sobre qué tipo de truco sería.

Al ver su rostro pálido lleno de sudor frío, comenzó a preocuparse de que fuera envenenada por alguien. Nunca habría pensado que en realidad estaba embarazada…

—La Concubina Qing está embarazada —confirmó una vez más Huang Jia.

Qing Feng pretendió sorprenderse con la noticia y no se atrevió a ver a Yan Hong Tian, por lo que no vio la pequeña sonrisa en su rostro reemplazar su sorpresa.

Los sirvientes del cuarto se arrodillaron de inmediato.

—Feliz ocasión para el emperador, feliz ocasión para la Concubina Qing. —El emperador tenía pocos hijos, sin mencionar príncipes, y sólo había algunas princesas. Si la Concubina Qing daba a luz a un príncipe, el honor de la madre incrementa junto con la posición de su hijo. Aunque fuera una princesa, ella sería parte del linaje imperial, y su posición cambiaría drásticamente.

Durante las felicidades, Qing Feng levantó su mirada y vio a Xia Yin, que estaba arrodillada a un lado de la cama. Estaba postrada en el suelo con su rostro bajo, pero a pesar de que no podía ver su expresión, vió con claridad su manos temblando en el suelo.

—¿Por qué le duele el estómago? —La fría voz del emperador sonó de repente, y las manos de Xia Yin temblaron aun más. Huang Jian acarició su barba antes de responder.

—El emperador no necesita preocuparse demasiado. La Concubina Qing estuvo enferma y no se recuperó por completo; además de sus preocupaciones y la incorrecta posición del feto le ha causado un dolor insoportable. Este oficial le preparará algunas medicinas para el embarazo, y lo suplementaré con acupuntura para lidiar el dolor.

—Sí, ve y prepáralos.

—Sí. —Huang Jia salió del cuarto para prescribir la medicina, y cuando pasó al lado de Fu Ling, le dijo—: Sígueme.

Fu Ling quedó sorprendida por unos momentos, pero después de pensarlo, lo siguió.

Una vez escuchado el diagnóstico, el corazón de Qing Feng se calmó, pero no hubo mejoras en términos del dolor que estaba sintiendo. Ella era incapaz de diferenciar si era un resfriado o doloroso, y seguía temblando hasta que sus dientes comenzaron a golpearse. Yan Hong Tian se sentó a un lado de la cama.

—¿Duele?

¡¿Qué te parece?! Qing Feng respiró profundo, y mantuvo los ojos cerrados por pura terquedad.

—Estoy bien.

Su mandíbula estaba cerrada con fuerza y ella decía que estaba bien. Viéndola actuar fuerte, el emperador rió.

—No hay necesidad de hablar en estos momentos. —Inclinándose contra el cabecero, levantó el cuello de Qing Feng con gentileza y la dejó usar sus piernas como almohada, mientras una de sus manos sostenía sus diez dedos congelados, y la otra acariciaba su espalda.

Yan Hong Tian raramente era gentil, así que Gao Jing observó todo con una mirada compleja, inseguro si debía sentirse feliz o preocuparse.

Una mano cálida calmó su cuerpo adolorido y rígido con suaves caricias. En ese momento, no quería pensar más en este cálido abrazo, y Qing Feng se inclinó sobre Yan Hong Tian gentilmente, cerrando los ojos. Faltaba poco para que sea Maoshi. [1]

♦ ♦ ♦

En el medio de la noche, Fu Ling corrió hacia la Corte Médica Imperial, y prácticamente despertó a todos al arrastrar al terco Huang Jiao todo el camino hacia el Salón Qing Feng. Lan incluso fue a molestar al emperador en el Palacio Zhen Yang. Qing Feng hizo tal conmoción antes del amanecer, que todos supieron que ella llevaba al heredero imperial.

A las cinco y cuarto de la mañana, un sonido claro resonó de las cámaras de la emperatriz. Con la débil llama de la vela, una figura podía verse caminando irritada de un lado al otro.

Shui Xin estaba de pie en silencio a un lado de la pantalla, con sus ojos observando firmemente sus pies. Había cinco huellas de dedos en su mejilla, extendiéndose hacia sus ojos y cuello.

Xin Yue Ning estaba tan enojada que su rostro estaba rojo, pero no podía gritar y sólo podía soportarlo.

—¡Qing Feng está embarazada! ¡En verdad lleva al heredero imperial! ¡¿Qué estás haciendo?! —Cuando Shui Xin actuó, se suponía que debía encargarse de ella, pero Qing Feng se las arregló para escapar de todos sus intentos pasados, y ahora llevaba un niño. Mientras más lo pensaba Xin Yue Ning, más enfurecía. ¡Las mujeres de la familia Qing son todas demonios!

—¿Se completó el arreglo de esta noche? —le susurró Xin Yue Ning, impaciente, a la siempre silenciosa Shui Xin.

—Se ha completado. Las noticias del embarazo de Qing Feng es demasiada coincidencia, y las circunstancias son extrañas. Lo mejor será esperar… —respondió con tranquilidad luego de tomar una respiración profunda.

—¡¿Todavía quieres que espere?! —Sin dejarla terminar de hablar, Xin Yue Ning la interrumpió y la observó fijamente—. ¡No debería haberte escuchado desde el principio! Esperar, esperar, esperar, esperar. ¡Si sigo esperando el niño nacerá!

Definitivamente no permitiría que nadie tuviera la oportunidad de quitarle la posición de príncipe heredero a su querido Jing, incluso si sólo era una en un millón de años.

—¡Será mejor que actúes de acuerdo al plan! Siempre y cuando el cargo de lastimar a la emperatriz se vuelva verdadero, aunque tenga un niño para protegerla, podré enviarla a la Prisión Imperial.

Esta vez, cuando Qing Feng entrara, no tendría la suerte de salir viva. Chen Zhen y Qing Feng se volvieron espinas en el corazón de Xin Yue Ning, y no perdería la oportunidad de matar dos pájaros con la misma piedra. Shui Xin sabía que no importaba lo que dijera, la emperatriz no la escucharía, y como ese objeto ya estaba en el Salón Qing Feng, no tenía otra opción más que disparar la flecha.

—Este sirvienta lo entiende —dijo, observando el cielo. El reloj daban las seis de la mañana.

—¡Ah…!

Durante el amanecer, desde las cámaras de la emperatriz se escucharon unos chillidos agudos, causando que todo el Palacio Yi Lan entrara en caos.

♦ ♦ ♦

Después de que Huang Jiao le dio el tratamiento de acupuntura, su dolor abdominal bajó un montón, y rápidamente le trajeron la medicina. Yan Hong Tian tomó el tazón de las manos de Fu Ling y se sentó en la cama con una cucharada para enfriarlo gentilmente.

Los sirvientes que siempre estuvieron al lado del emperador no pudieron evitar suspirar en silencio al ver cuán considerado estaba actuando. Dejó que la Concubina Qing durmiera en su regazo por dos horas, y personalmente la alimentó con la medicina, lo que era bastante mimoso de su parte. Qing Feng también trabajó duro y llevaba la línea imperial. Parece ser que era cuestión de tiempo antes de que la titularan Concubina Imperial.

Con toda la cámara llena de sirvientes y tantos ojos observando, Qing Feng sintió que la repentina amabilidad de Yan Hong Tian era insoportable.

—Lo haré por mi cuenta —tosió. Extendió la mano para tomar el tazón, pero al tocarlo, sintió que estaba hirviendo, así que dejó que Yan Hong Tian lo llevara. Tomó la cuchara y bebió lentamente la medicina.

A pesar de que era amarga, al pensar que había alguien sosteniendo el tazón tan caliente, la medicina ya no era fea. Yan Hong Tian vio la mirada complacida de Qing Feng, y las esquinas de su boca se inclinaron inconscientemente. Al parecer, verle sufrir la hacía feliz.

—¡Emperador, emperador!

Fuera del patio, se escucharon varios gritos acercándose. La persona entrando gritaba y corría hacia el Salón Qing Feng. La expresión de Yan Hong Tian se oscureció, y Gao Jing corrió fuera del cuarto.

—¡Imprudente! ¿Te atreves a gritar en presencia del Imperio? —le regañó fuertemente. El eunuco se tiró sobre sus rodillas en frente de la puerta.

—¡Algo le sucedió a la emperatriz!

—¿Qué le sucedió? —preguntó Gao Jing, sintiendo que había algo extraño. El eunuco miró hacia el cuarto, como si temiera que el emperador no pudiera oír, y respondió con fuerza.

—Antes de que el amanecer llegara, por razones desconocidas, la emperatriz comenzó a gritar y a romper todo violentamente en el Palacio Yi Lan, como si… ¡como si estuviera poseída! Ambas emperatrices fueron alertadas, y la emperatriz viuda del este le ordenó a este sirviente que invite al emperador rápidamente.

¿Poseída?

La voz aguda llenó la habitación con facilidad, y Qing Feng miró a Yan Hong Tian. De sus ojos oscuros, vio una mirada oscura y la necesidad de investigar. El proceso de pensamientos agudo y profundo del emperador, sumado con los varios eventos de la noche anterior, él debería sentir que había algo malo.

Qing Feng rompió el contacto visual y sacó una almohada de seda para poder colocar el tazón de las manos de Yan Hong Tian en ella.

—Emperador, por favor vaya a mirar. Ya no estoy en una situación seria, y estaré bien después de descansar —dijo mientras bajaba su cabeza para beber.

Yan Hong Tian la observó alimentarse en silencio, sin mirarle la cara como siempre. Se puso de pie lentamente, estirando sus túnicas arrugadas, y sin decir una palabra, salió del Salón.

Qing Feng continuó tomando cucharadas de medicina como si no fuera un remedio para nada. La atmósfera silenciosa y sofocante hizo que los sirvientes no se atrevieran a respirar con fuerza.

—Fu Ling, quédate —dijo Qing Feng en cuanto terminó su medicina—. El resto puede retirarse.

—Sí. —Todos suspiraron de alivio en silencio y se fueron rápidamente. Una vez el cuarto estuvo en silencio de nuevo, Fu Ling tomó el tazón de las manos de su maestra.

—Señora, ¿cómo se siente?

Qing Feng miró por la ventana y vio trozos de rojo en el cielo.

—¿Qué hora es?

—Tres cuartos de Chenshi [2]

Definitivamente no es coincidencia que la emperatriz esté poseída en un momento así. ¿Realmente fue la emperatriz? Concubina Imperial Hui, ¿qué rol tienes en esta conspiración? Sólo podía esperar y observar.

—¿Qué te dijo Huang Jiao? —le preguntó de repente después de que el silencio se extendiera por largo tiempo.

—Dijo que a partir de ahora vendrá todos los días para tomarle el pulso, y que debo ir todos los días a la Corte Imperial Medicinal para pedir la medicina. No debo entregarle el deber a otros, debo cocinar yo misma en el Salón Qing Feng. También dijo… —Fu Ling vaciló unos momentos, antes de continuar en voz baja—: Su niño no nacido es muy precioso. Debe ser muy cuidadosa, y aun más.

¿Ser cuidadosa y aun más? ¿No dijo frente a Yan Hong Tian que no había problemas?

—Parece ser que no sabe si el niño nacerá sano —rió con amargura Qing Feng, comprendiendo de repente.

En ese momento, ocurrió un repentino clamor en el patio, como si una multitud acabara de entrar apresurada. En poco tiempo, pudieron escuchar a Lan gritar.

—¡¿Qué están haciendo?! ¡Se atreven a traspasar en el Salón Qing Feng!

Habiendo escuchado pisadas uniformes, no parecía que fueran eunucos. Con sus manos descansando en su estómago, Qing Feng le susurró a Fu Ling que estaba de pie detrás suyo:

—Ve a ver qué está sucediendo.

Fu Ling asintió y abrió la puerta, encontrándose con una docena de guardias de pie en el patio. Y quien los estaba liderando era… ¿Él?


[1] Maoshi: Entre 5 y 7 a. m.

[2] Chenshi: Entre las 7 y 9 a. m.

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